Ema
2019 

6.5
3,363
Drama
Ema, una joven bailarina, decide separarse de Gastón luego de entregar a Polo en adopción, el hijo que ambos habían adoptado y que fueron incapaces de criar. Desesperada por las calles del puerto de Valparaíso, Ema busca nuevos amores para aplacar la culpa. Sin embargo, ese no es su único objetivo, también tiene un plan secreto para recuperarlo todo. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2020
30 de enero de 2020
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pablo Larraín cuenta en su filmografía con títulos notables como “No”, “El club”, “Neruda” y “Jackie”, su primer film en USA. En su vuelta al cine chileno antes de volver a una producción estadounidense con “The true american” para el año que viene, ha coescrito y dirigido esta historia sobre Ema, una joven bailarina, que decide separarse de Gastón después de entregar a Polo en adopción, el hijo que ambos habían adoptado y que fueron incapaces de criar. Desesperada por las calles del puerto de Valparaíso, Ema busca nuevos amores para aplacar la culpa. Sin embargo, ese no es su único objetivo, también tiene un plan secreto para recuperarlo todo.
Este es un arriesgado drama familiar en que por primera vez el director describe la época actual, sin recurrir a periodos del pasado, para describir una juventud chilena de un país que ha dejado atrás la dictadura y ansía la libertad. También se trata el asunto de aceptar lo disfuncional, aquello que se sale de lo establecido, como en el aspecto familiar.
Podemos decir que la película se puede dividir en dos partes: en la primera vemos la situación personal de Ema y su pareja tras abandonar a su hijo adoptivo, ella hace un tránsito hacia su empoderamiento femenino, con saltos de escenas musicales del grupo de baile; en la segunda, el espectador observa el periplo de la protagonista y su relación con varios personajes en una espiral de deseo de libertad mediante bailar reggaeton, sexo y un objetivo por cumplir. Se puede acusar que anteriores films de Larraín mantenían un poco la distancia sobre los personajes pero en esta ocasión aflora la emoción en ellos, sobre todo en la pareja protagonista formada por la joven Mariana di Girolamo (en su primer gran papel) en que desprende misterio y sensualidad y el ya experimentado Gael García Bernal, que vuelve a trabajar con el director. Lo único que se le podría achacar a la película es que evidentemente la mirada del director hacia los personajes femeninos es masculina y se puede recrear en sus cuerpos pero lo hace de manera cuidada y justificada. Por otra parte, el aspecto técnico está cuidado, con una buena labor de fotografía a cargo de Sergio Armstrong y logradas escenas musicales de un estilo como el reggaeton que personalmente no me agrada mucho pero está bien utilizado.
En definitiva, hay que decir que esta es una propuesta poco convencional, que puede no gustar sobre todo al público de mayor edad (ya que que la sesión en que la vi había pocas personas y una de ellas se marchó de la sala ya avanzado el metraje). El film se presentó el año pasado en la Mostra de Venecia (donde di Girolamo tendría que haber sido premiada como mejor actriz) y espero que pueda ser reconocido en materia de premios.
Valoración: 8
Lo mejor: la interpretación de la actriz protagonista y el mensaje de empoderamiento femenino y ansias de libertad mediante el fuego y el reggaeton.
Lo peor: puede echar para atrás a cierto tipo de público que no comulgue con lo que ofrece el largometraje.
https://josh-cine.blogspot.com/
Este es un arriesgado drama familiar en que por primera vez el director describe la época actual, sin recurrir a periodos del pasado, para describir una juventud chilena de un país que ha dejado atrás la dictadura y ansía la libertad. También se trata el asunto de aceptar lo disfuncional, aquello que se sale de lo establecido, como en el aspecto familiar.
Podemos decir que la película se puede dividir en dos partes: en la primera vemos la situación personal de Ema y su pareja tras abandonar a su hijo adoptivo, ella hace un tránsito hacia su empoderamiento femenino, con saltos de escenas musicales del grupo de baile; en la segunda, el espectador observa el periplo de la protagonista y su relación con varios personajes en una espiral de deseo de libertad mediante bailar reggaeton, sexo y un objetivo por cumplir. Se puede acusar que anteriores films de Larraín mantenían un poco la distancia sobre los personajes pero en esta ocasión aflora la emoción en ellos, sobre todo en la pareja protagonista formada por la joven Mariana di Girolamo (en su primer gran papel) en que desprende misterio y sensualidad y el ya experimentado Gael García Bernal, que vuelve a trabajar con el director. Lo único que se le podría achacar a la película es que evidentemente la mirada del director hacia los personajes femeninos es masculina y se puede recrear en sus cuerpos pero lo hace de manera cuidada y justificada. Por otra parte, el aspecto técnico está cuidado, con una buena labor de fotografía a cargo de Sergio Armstrong y logradas escenas musicales de un estilo como el reggaeton que personalmente no me agrada mucho pero está bien utilizado.
En definitiva, hay que decir que esta es una propuesta poco convencional, que puede no gustar sobre todo al público de mayor edad (ya que que la sesión en que la vi había pocas personas y una de ellas se marchó de la sala ya avanzado el metraje). El film se presentó el año pasado en la Mostra de Venecia (donde di Girolamo tendría que haber sido premiada como mejor actriz) y espero que pueda ser reconocido en materia de premios.
Valoración: 8
Lo mejor: la interpretación de la actriz protagonista y el mensaje de empoderamiento femenino y ansias de libertad mediante el fuego y el reggaeton.
Lo peor: puede echar para atrás a cierto tipo de público que no comulgue con lo que ofrece el largometraje.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Durante la película vemos cómo Ema se relaciona de manera libre con varios personajes como su esposo coreógrafo, su mejor amiga bailarina, una abogada y el marido de esta bombero. El final queda explicado para cuadrar el objetivo real de la protagonista que el espectador intuía, algo que contrasta con la realización del film pero que no me parece mal para que se entienda mejor. Así pues, la joven consigue su propósito: tener otro hijo (cuyo padre es el bombero, ya que Gastón es estéril) para que Polo tenga un hermano y puedan formar una atípica familia.
29 de enero de 2021
29 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la hermosa Valparaíso esta película nos introduce en la vida de Ema, una joven que devolvió al orfanato a su hijo con el pretexto de que el mismo no estaba muy cuerdo. Con esa primicia nos involucramos a descubrir que tal vez era Ema el problema, o su pareja Gastón, ambos descarrilados en su relación y en la vida.
Resulta importante en las películas llegar a empatizar con los protagonistas, pero en este caso eso no ocurre, y puede que sea así a propósito. Tanto Ema como Gastón se muestran muy tóxicos entre sí y hacia el mundo que los rodea, tomando decisiones muy cuestionables a cada paso que dan. Siendo una película que habla sobre la maternidad y sobre formar una familia le resulta difícil hacernos emocionar, y sobre todo que la tomemos enserio, ya que en gran medida las subtramas van tapando al problema principal.
Con una gran fotografía, grandes puestas en escena, gran banda sonora, gran reparto, termina siendo muy buena en los aspectos técnicos. Sin embargo, la danza, un apartado principal en esta película, nos deja con sabor a poco y sobre todo nos aleja de Chile. Resulta increíble que durante toda la película esta presente la danza pero nunca se haga presente una cueca.
Película que recomiendo si quieres ver algo chileno, peno no mucho más. Resumiría todo con la siguiente frase: "En esta película el resultado es menos que la suma de sus partes."
Resulta importante en las películas llegar a empatizar con los protagonistas, pero en este caso eso no ocurre, y puede que sea así a propósito. Tanto Ema como Gastón se muestran muy tóxicos entre sí y hacia el mundo que los rodea, tomando decisiones muy cuestionables a cada paso que dan. Siendo una película que habla sobre la maternidad y sobre formar una familia le resulta difícil hacernos emocionar, y sobre todo que la tomemos enserio, ya que en gran medida las subtramas van tapando al problema principal.
Con una gran fotografía, grandes puestas en escena, gran banda sonora, gran reparto, termina siendo muy buena en los aspectos técnicos. Sin embargo, la danza, un apartado principal en esta película, nos deja con sabor a poco y sobre todo nos aleja de Chile. Resulta increíble que durante toda la película esta presente la danza pero nunca se haga presente una cueca.
Película que recomiendo si quieres ver algo chileno, peno no mucho más. Resumiría todo con la siguiente frase: "En esta película el resultado es menos que la suma de sus partes."
24 de diciembre de 2019
24 de diciembre de 2019
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un parón de varias horas para la grabación de vídeos, la ingesta de alimentos y la reflexión, me apilé en la cola de la Sala Dársena para la que era una de mis películas más esperadas de 2019. El regreso de uno de mis realizadores favoritos, punta de lanza del nuevo y boyante cine latinoamericano. Hacia años de su último trabajo, pero la espera se acababa y el chileno Pablo Larraín vuelve con Ema para competir por el León de Oro. Nos sitúa en la atípica vida de una joven y volcánica bailarina de reggaetón y profesora de baile que se adapta al vacío del hijo que adoptó con el director de su grupo de baile. Sexo, danza y fuego en una narración sobre un espíritu femenino inaprensible. Una película frondosa y excesiva, llamada a levantar ampollas pero extremadamente coherente consigo misma, a la par que intrépida. Es necesario abrir horizontes y romper barreras mentales para entender y aceptar nuevos espíritus generacionales y nuevas maneras de interpretar el género y la sexualidad. El filme rompe con convenciones, abandona lo establecido, abraza el terreno de la libertad, el ardor y la provocación. Es un mosaico de personajes de carácter que se abren sitio con fuerza y pugnan por su propia manera de expresarse, en un ecosistema familiar y comunitario ajeno a las estructuras normativas. Deslumbrantemente realizada, gran trabajo interpretativo de Mariana di Girolamo. Pese a ello, una película frustrante, una decepción personal y el filme que menos me convence de Larraín. Me fascina cuando apuesta por el delirio y el desenfreno visual y artístico, me pierde con su trama familiar. Su final roza el ridículo, y la subtrama del niño extrañado inunda su complicada media hora inicial de diálogos irritantes, pomposos e impostados. Pese a ello, una película que bien merece un visionado.
29 de julio de 2022
29 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pablo Larraín es uno de los nombres propios más importantes de la cinematografía mundial (“El club”). “Ema” es su obra maestra definitiva. Pero estamos ante una película que da miedo recomendar, porque tanto el estilo como el contenido de la obra de Larraín es desgarradoramente árido, seco, provocador, distinto, gustando de jugar siempre en los márgenes de la narración convencional y lineal. Hace un cine no apto para cualquier paladar, un cine especial para gente especial Y “Ema” es el no va más en la creación de la rareza larrainiana. En algunos momentos, alcanza la capacidad de perturbación y desorientación de “Titane” de Julia Ducournau, ni más ni menos. Dicho sea de paso, si te entusiasmó “Titane”, tienes que probar con ésta, te alegrarás (aunque el término alegrarse no sea quizás el más adecuado para esta absoluta obra maestra).
¿Qué tema de la actualidad contemporánea no se toca en “Ema”? Se habla de la compleja maternidad en nuestra sociedad, de las difíciles relaciones paterno-filiales, del acogimiento familiar y la adopción, del sexo fluido, del empoderamiento femenino, de la diferencia de géneros, de la homosexualidad, de la violencia machista, del reguetón (para bien y para mal y en profundidad). Todo está en “Ema”, en este ¿musical? El único presunto musical que podría perpetrar el cineasta chileno, es decir, lo es y no lo es, difícil de definir, como todo en su obra, por suerte para el cinéfilo más exigente.
Pero si el contenido provoca, perturba, desnorta, hace enloquecer a quien se acerque a ella, lo del alarde de caligrafía visual de esta maravilla va mucho más allá de lo esperado. Larraín, en la cima de la maestría de su autoría, nos lega una de las películas más visualmente impactantes de los últimos años. A la altura de “Titane” (y soy consciente de que me repito con esta referencia). Es estéticamente apabullante, exquisita, barroca, compleja, muy difícil, apasionante, subversiva, mágica, sublime.
Es la historia de Ema, mujer de armas tomar, en concreto un lanzallamas, bailarina, esposa 13 años menor de un coreógrafo estéril. Por eso deciden acoger a un niño, pero el menor no es lo que esperaban, tiene una vena violenta ingobernable y lo devuelven, como si fuese un electrodoméstico en período de garantía. Eso les remuerde la conciencia y las entrañas y les impide vivir con una mínima normalidad. Todo lo que les rodea está enrarecido por tal decisión, profundamente. Pero Ema trascenderá géneros, actos, trabajos y personas para tomar cartas en el asunto, con napalm y lanzallamas en mano si es preciso.
Y, de por medio, porque podría considerarse lejanamente un musical, el reguetón, sobre el que se deslizan a lo largo de la cinta opiniones profundas y de calado, a favor y en contra, ciertamente apasionantes e inteligentes. Impagable la escena de la discusión sobre esa ¿música? entre Ema y su cónyuge, un análisis insuperable del fenómeno ¿musical? de nuestro tiempo.
Hablar de la dirección de fotografía de Sergio Armstrong en esta cinta es mencionar una de las más fascinantes de los últimos tiempos (a la altura de la de “Titane”, ¿lo he vuelto a decir?). Y ojo a las interpretaciones de su pareja protagonista, salvajemente ingobernables, brutales, descarnadas, duras, cínicas, crueles, perfectas, tanto de Mariana Di Girolamo (diosa absoluta, que en muchos lances del film me recuerda a la Agathe Rousselle de “Titane”, sí, la he vuelto a nombrar) como de Gael García Bernal (cínico y cruel como nunca).
Eso sí, la recomiendo ver con subtítulos porque la jerga de los barrios marginales chilenos es compleja de entender sin una ayuda gráfica.
¿Qué tema de la actualidad contemporánea no se toca en “Ema”? Se habla de la compleja maternidad en nuestra sociedad, de las difíciles relaciones paterno-filiales, del acogimiento familiar y la adopción, del sexo fluido, del empoderamiento femenino, de la diferencia de géneros, de la homosexualidad, de la violencia machista, del reguetón (para bien y para mal y en profundidad). Todo está en “Ema”, en este ¿musical? El único presunto musical que podría perpetrar el cineasta chileno, es decir, lo es y no lo es, difícil de definir, como todo en su obra, por suerte para el cinéfilo más exigente.
Pero si el contenido provoca, perturba, desnorta, hace enloquecer a quien se acerque a ella, lo del alarde de caligrafía visual de esta maravilla va mucho más allá de lo esperado. Larraín, en la cima de la maestría de su autoría, nos lega una de las películas más visualmente impactantes de los últimos años. A la altura de “Titane” (y soy consciente de que me repito con esta referencia). Es estéticamente apabullante, exquisita, barroca, compleja, muy difícil, apasionante, subversiva, mágica, sublime.
Es la historia de Ema, mujer de armas tomar, en concreto un lanzallamas, bailarina, esposa 13 años menor de un coreógrafo estéril. Por eso deciden acoger a un niño, pero el menor no es lo que esperaban, tiene una vena violenta ingobernable y lo devuelven, como si fuese un electrodoméstico en período de garantía. Eso les remuerde la conciencia y las entrañas y les impide vivir con una mínima normalidad. Todo lo que les rodea está enrarecido por tal decisión, profundamente. Pero Ema trascenderá géneros, actos, trabajos y personas para tomar cartas en el asunto, con napalm y lanzallamas en mano si es preciso.
Y, de por medio, porque podría considerarse lejanamente un musical, el reguetón, sobre el que se deslizan a lo largo de la cinta opiniones profundas y de calado, a favor y en contra, ciertamente apasionantes e inteligentes. Impagable la escena de la discusión sobre esa ¿música? entre Ema y su cónyuge, un análisis insuperable del fenómeno ¿musical? de nuestro tiempo.
Hablar de la dirección de fotografía de Sergio Armstrong en esta cinta es mencionar una de las más fascinantes de los últimos tiempos (a la altura de la de “Titane”, ¿lo he vuelto a decir?). Y ojo a las interpretaciones de su pareja protagonista, salvajemente ingobernables, brutales, descarnadas, duras, cínicas, crueles, perfectas, tanto de Mariana Di Girolamo (diosa absoluta, que en muchos lances del film me recuerda a la Agathe Rousselle de “Titane”, sí, la he vuelto a nombrar) como de Gael García Bernal (cínico y cruel como nunca).
Eso sí, la recomiendo ver con subtítulos porque la jerga de los barrios marginales chilenos es compleja de entender sin una ayuda gráfica.
26 de enero de 2020
26 de enero de 2020
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película se supone que es un drama, pero a mí me ha recordado más bien al "Blanco" de Kieslowski, con una protagonista en inventiva misión de recuperación de lo perdido y renacimiento de las cenizas. Versión chilena reguetonera. Así que los que no aguanten el reguetón, que hay muchos, o la forma de hablar chilena, que también los habrá, aléjense.
Para el resto, la película es un poco caótica, pero si os apetece disfrutar escena tras escena de desnudamiento y patadas a los huevos de los "valores tradicionales" dadle una oportunidad. La mezcla entre reguetón y música estilo Joe Hisaishi con giros inquietantes también es digna de escuchar.
No me extiendo más porque es de esas pelis cuyas críticas más interesantes son las femeninas, que no es mi caso al menos de momento.
Gustará a: pirómanas, bailarinas, profesoras de primaria
No gustará a: semáforos, gatos, gente de bien
Para el resto, la película es un poco caótica, pero si os apetece disfrutar escena tras escena de desnudamiento y patadas a los huevos de los "valores tradicionales" dadle una oportunidad. La mezcla entre reguetón y música estilo Joe Hisaishi con giros inquietantes también es digna de escuchar.
No me extiendo más porque es de esas pelis cuyas críticas más interesantes son las femeninas, que no es mi caso al menos de momento.
Gustará a: pirómanas, bailarinas, profesoras de primaria
No gustará a: semáforos, gatos, gente de bien
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