El misterio de Silver Lake
2018 

6.0
9,170
Intriga. Thriller. Drama
En su apartamento de urbanización prototipo de Los Angeles, Sam (Andrew Garfield) anda por la vida muerto de aburrimiento. Ningún aliciente hasta ese día en que descubre a una nueva vecina sexy, deslumbrante, inquietante, misteriosa y, de repente, desaparecida. Y aún hay mayores rarezas esperando a Sam, porque por el barrio anda suelto un asesino de perros...
15 de marzo de 2020
15 de marzo de 2020
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de su aclamado (y sobrevalorado) segundo proyecto, el director de "It Follows" vuelve a la carga con un nuevo film donde condensa (es un decir), en casi dos horas y media, todas sus influencias cinematográficas del pasado, en una especie de collage coral dentro de un viaje que le sirve para proyectar una crítica social al vacuo y superficial mundo de los jóvenes de hoy en día.
Con referencias directas a directores tan importantes como David Lynch, y en especial a su "Blue Velvet", a Kubrick y a su última gran obra, "Eyes wide shut", así como ecos a la obra literaria de "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll, Mitchell nos presenta a un personaje que parece anclado en el pasado, en plena crisis existencial y que, para salir de su anodina realidad, se verá envuelto, cual Kyle Maclachlan, en un viaje sin retorno por los oscuros recovecos de la sociedad estadounidense, cuya superficialidad esconde muchos más secretos de los que en apariencia parece (el que siempre sean los mismos personajes los que deambulan por esas estancias de lujo como si de una élite secreta se tratara, o esa obsesión por descifrar todos los supuestos códigos ocultos que se esconden detrás de lo más cotidiano, léase música, cereales, etc).
Un desfile de los más variopintos personajes se sucederán en ese transitar en busca de su propio conejo blanco (Riley Keough), vertiendo mucha mala uva sobre esa misma generación a la que, a priori, pertenece el mismo director (reveladora es la escena con el compositor musical, que desmonta todos y cada uno de los mitos culturales del siglo XX). Precisamente ese halo de misterio bizarro es la gran baza del film, que gracias a la introducción de un refrescante sentido de humor, relega a todo un segundo plano cualquier tipo de grandilocuencia para apostar por la crítica ácida y absurda que, al fin y al cabo, es como se ven las cosas una vez que se está fuera de ellas.
Su excesivo metraje alarga en demasía un film, que de haberse tomado en serio no hubiera conseguido ese acertado clima de paranoia que lo salva del tedioso tono gafapasta que parece imperar en este tipo de producciones, al final resultando mucho más simpático de lo esperado.
Lo mejor; Su variopinto plantel de personajes (impagable el paranoico dibujante de cómics).
Lo peor; Un recorte en su metraje ayudaría a impulsar el, a veces, entrecortado ritmo.
Con referencias directas a directores tan importantes como David Lynch, y en especial a su "Blue Velvet", a Kubrick y a su última gran obra, "Eyes wide shut", así como ecos a la obra literaria de "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll, Mitchell nos presenta a un personaje que parece anclado en el pasado, en plena crisis existencial y que, para salir de su anodina realidad, se verá envuelto, cual Kyle Maclachlan, en un viaje sin retorno por los oscuros recovecos de la sociedad estadounidense, cuya superficialidad esconde muchos más secretos de los que en apariencia parece (el que siempre sean los mismos personajes los que deambulan por esas estancias de lujo como si de una élite secreta se tratara, o esa obsesión por descifrar todos los supuestos códigos ocultos que se esconden detrás de lo más cotidiano, léase música, cereales, etc).
Un desfile de los más variopintos personajes se sucederán en ese transitar en busca de su propio conejo blanco (Riley Keough), vertiendo mucha mala uva sobre esa misma generación a la que, a priori, pertenece el mismo director (reveladora es la escena con el compositor musical, que desmonta todos y cada uno de los mitos culturales del siglo XX). Precisamente ese halo de misterio bizarro es la gran baza del film, que gracias a la introducción de un refrescante sentido de humor, relega a todo un segundo plano cualquier tipo de grandilocuencia para apostar por la crítica ácida y absurda que, al fin y al cabo, es como se ven las cosas una vez que se está fuera de ellas.
Su excesivo metraje alarga en demasía un film, que de haberse tomado en serio no hubiera conseguido ese acertado clima de paranoia que lo salva del tedioso tono gafapasta que parece imperar en este tipo de producciones, al final resultando mucho más simpático de lo esperado.
Lo mejor; Su variopinto plantel de personajes (impagable el paranoico dibujante de cómics).
Lo peor; Un recorte en su metraje ayudaría a impulsar el, a veces, entrecortado ritmo.
29 de diciembre de 2018
29 de diciembre de 2018
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película inclasificable, en la que nada entiendo. Cada poco tiempo me alejaba más de sus propuestas, de la realidad que inicialmente nos presenta de una manera casi académica. Al poco tuve la impresión de que su director o guionista me hablaba en una clave que intuía indescifrable, a la que no llegaría ni con un manual de Instrucciones, porque ya antes de la mitad de la cinta me resultaba imposible conjugar las situaciones que iba proponiendo, algunas casi disparatadas. Ahí desconecté esperando un final que tampoco acababa de llegar, dada su larga duración. Supongo que el que haya entrado en ese juego propuesto, en esos misterios ocultos, la habrá podido disfrutar, pero no ha sido mi caso.
No diré que me he arrepentido de pagar la entrada, porque eso no me pasa nunca, que siempre hay algo digno de verse. En este caso también, porque visualmente es una película enérgica, que sabe captar tu atención. Pero sí que me arrepiento de no haber contribuido con mi entrada a otras propuestas cinematográficas que luego se han revelado como mucho más dignas y honestas, como lo han sido la mayoría de las que he visto últimamente y como espero que sean las próximas que elija.
No diré que me he arrepentido de pagar la entrada, porque eso no me pasa nunca, que siempre hay algo digno de verse. En este caso también, porque visualmente es una película enérgica, que sabe captar tu atención. Pero sí que me arrepiento de no haber contribuido con mi entrada a otras propuestas cinematográficas que luego se han revelado como mucho más dignas y honestas, como lo han sido la mayoría de las que he visto últimamente y como espero que sean las próximas que elija.
4 de enero de 2019
4 de enero de 2019
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lo que esconde Silver Lake” es la siguiente película del director y guionista David Robert Mitchell tras la aplaudida obra de terror “It Follows”. Si con aquella propuesta Mitchell ofrecía un homenaje al cine de terror ochentero con John Carpenter como fetiche a través de la persecución de un ser maligno incansable que acechaba a todos los que recibían una maldición sexual, con “Lo que esconde Silver Lake” pretende hacer una disección completa del cine negro con Alfred Hitchcock como paradigma mediante la investigación de una compleja y absurda conspiración secreta. Sam representa al joven aburrido y desquiciado que necesita algún aliciente en su vida. La desaparición de su vecina Sarah será la excusa perfecta para emprender una investigación en la que encontrará pruebas a través de todos los elementos que forman parte de la gran cultura pop, especialmente la que ha sido más influyente para la generación Millennial (los nacidos entre los 80 y los 90) y los grandes clásicos cinematográficos. Cómics, videojuegos, música, películas… Todo ocultará mensajes ocultos que permitirán a Sam avanzar en su absurda investigación, generando una duda en el espectador: ¿todo forma parte de su desquiciada mente o existe una gran conspiración?
Andrew Garfield ofrece una de las actuaciones más naturales y convincentes de su carrera interpretando a este joven aburrido, paranoico y deseoso de nuevas experiencias, representante de toda una generación asqueada, a través del cual seremos observadores de una cantidad enorme de homenajes y referencias pop. Cada escena esconde un plano calcado a otra película, una partitura musical determinada, una actuación y maquillajes de actores y actrices clásicos o simplemente en ella aparecen objetos que ya resultan icónicos (pósters de películas, lápidas de directores, estatuas de actores y actrices, consolas de vidoejuegos clásicas…). Una apabullante cantidad de detalles que ensombrecen una trama que avanza a trompicones y que genera unas altas expectativas que no se acaban de resolver satisfactoriamente en su último tercio. La generación millennial diseccionada por un Mitchell deseoso de homenajear a “La ventana indiscreta” de Hitchcock y con momentos surrealistas como si se tratara de un pequeño Lynch por crecer.
Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com
Andrew Garfield ofrece una de las actuaciones más naturales y convincentes de su carrera interpretando a este joven aburrido, paranoico y deseoso de nuevas experiencias, representante de toda una generación asqueada, a través del cual seremos observadores de una cantidad enorme de homenajes y referencias pop. Cada escena esconde un plano calcado a otra película, una partitura musical determinada, una actuación y maquillajes de actores y actrices clásicos o simplemente en ella aparecen objetos que ya resultan icónicos (pósters de películas, lápidas de directores, estatuas de actores y actrices, consolas de vidoejuegos clásicas…). Una apabullante cantidad de detalles que ensombrecen una trama que avanza a trompicones y que genera unas altas expectativas que no se acaban de resolver satisfactoriamente en su último tercio. La generación millennial diseccionada por un Mitchell deseoso de homenajear a “La ventana indiscreta” de Hitchcock y con momentos surrealistas como si se tratara de un pequeño Lynch por crecer.
Más críticas de cine y series (y algún que otro monigote): https://unhombresinpiedad.com
5 de enero de 2019
5 de enero de 2019
32 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me dejé embaucar por un crítico que escribía y no paraba en favor de un director 'prodigio' que seguía la escuela de David Lynch..., del cual, como muchos de vds saben, soy ferviente admirador, incluso de sus trabajos más radicalmente surrealistas...
Nada más comenzar la proyección me percaté de que lo peor del cine de Alex de la Iglesia es pura candidatura a Oscar si lo comparaba con lo que estaba viendo. Inenarrable. Una desvergüenza total desde cualquier punto de vista que se elija.
Porque una cosa es el surrealismo en el cine y otra una tomadura de pelo de más de dos horas de insoportable duración.
Y no tengo perdón de Dios porque sé bien que, por lo general, en el Festival de Cine de Sitges, por cada film memorable se cuelan tropecientas series Z que de séptimo arte tienen lo que yo de incrédulo.
Cómo será la cosa que no quiero cansarles con pormenores. Basta con acudir a las críticas de Carlos Boyero [El País], Peter Bradshaw [The Guardian], Alberto Luchini [El Mundo] o Peter Bradshaw [The Guardian], para caer en la cuenta.
Esconde un descomunal bodrio que se intenta hacer pasar por surrealismo tipo tren extremeño, no les digo más... [1 sobre 10]
El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/01/05/lo-que-esconde-silver-lake-eeuu-2018-de-david-robert-mitchell/
Nada más comenzar la proyección me percaté de que lo peor del cine de Alex de la Iglesia es pura candidatura a Oscar si lo comparaba con lo que estaba viendo. Inenarrable. Una desvergüenza total desde cualquier punto de vista que se elija.
Porque una cosa es el surrealismo en el cine y otra una tomadura de pelo de más de dos horas de insoportable duración.
Y no tengo perdón de Dios porque sé bien que, por lo general, en el Festival de Cine de Sitges, por cada film memorable se cuelan tropecientas series Z que de séptimo arte tienen lo que yo de incrédulo.
Cómo será la cosa que no quiero cansarles con pormenores. Basta con acudir a las críticas de Carlos Boyero [El País], Peter Bradshaw [The Guardian], Alberto Luchini [El Mundo] o Peter Bradshaw [The Guardian], para caer en la cuenta.
Esconde un descomunal bodrio que se intenta hacer pasar por surrealismo tipo tren extremeño, no les digo más... [1 sobre 10]
El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/01/05/lo-que-esconde-silver-lake-eeuu-2018-de-david-robert-mitchell/
3 de septiembre de 2019
3 de septiembre de 2019
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No se puede hacer cine al dictado del público", acaba de declarar Amenabar. No es el primero que lo dice pero pocos pueden hacerlo y sin embargo parece ser la máxima en sus tres films hasta la fecha de Robert Mitchell (USA / 1974) uno de los pocos directores de un séptimo arte que todavía es capaz de sorprendernos. Solo tres películas, las dos primeras con bajísimo presupuesto le han encumbrado y probablemente tratan de encerrarlo en ese cajón de sastre llamado "de culto" donde van aquellos que se salen de las normas y uno a tenor de lo visto y si las cosas no se tuercen confía y sospecha que a la próxima la volverá a liar en cualquier género que lo intente como hizo con el de adolescentes, el de terror y ahora con el noir.
Dos horas y veinte de una paja mental en este caso gozosa, exasperante, laberíntica, alucinada y genial fruto según su palabras: ...de un sueño febril situado en Los Ángeles en el que se daban la mano elementos de la cultura pop y películas con las que convivo y me han acompañado siempre". Su polifacética mirada detrás de la cámara y la notable fotografía de Mikel Gloulakis con quien repite después de "It Follows" se ponen al servicio de un parto que viene múltiple , generoso y surreal cargado de referencias cinéfilas y culturales que el espectador probablemente necesitara varios visionados para encontrarlas en su totalidad con un Andrew Garfield estupendo encarnando a un milenial en proceso de desahucio no solo de sus pertenencias físicas (casa, coche) que intuye que algo va mal, muy mal en este primer cuarto de siglo XXI. Alguien está matando a los perros/dioses, el amor de nuestra vida ha desaparecido, el arte en general y el cine en particular se banaliza y los ídolos y referentes de cualquier tipo están bien enterrados en proceso de descomposición en nuestra memoria colectiva, la belleza ha sido asesinada con un tiro entre sus pechos a la luz de la luna reflejada en ese lago de plata que esconde sus secretos, los que aún saben y sospechan quién está detrás de todo están siendo eliminados en la noche por una mujer que solo se cubre con la máscara de un búho símbolo de aquellos que sí saben lo que pasa. Aquellos que cuelgan grandes carteles para hacernos creer que "ahora lo tenemos más claro". Todo es un sinsentido, un laberinto sin salida en el que solo unos pocos intentan escapar, trascender creando sus propios dioses faraónicos.
Las pistas están ahí en los más pequeños e inverosímiles detalles, solo hay que haberlo perdido casi todo para poder encontrarlas, para estar lúcidamente alucinado, tener fe en lo imposible para conseguir poder vernos a nosotros mismos con la distancia suficiente que nos permita encontrarnos, situarnos en su justa medida
cineziete.wordpress.com
Dos horas y veinte de una paja mental en este caso gozosa, exasperante, laberíntica, alucinada y genial fruto según su palabras: ...de un sueño febril situado en Los Ángeles en el que se daban la mano elementos de la cultura pop y películas con las que convivo y me han acompañado siempre". Su polifacética mirada detrás de la cámara y la notable fotografía de Mikel Gloulakis con quien repite después de "It Follows" se ponen al servicio de un parto que viene múltiple , generoso y surreal cargado de referencias cinéfilas y culturales que el espectador probablemente necesitara varios visionados para encontrarlas en su totalidad con un Andrew Garfield estupendo encarnando a un milenial en proceso de desahucio no solo de sus pertenencias físicas (casa, coche) que intuye que algo va mal, muy mal en este primer cuarto de siglo XXI. Alguien está matando a los perros/dioses, el amor de nuestra vida ha desaparecido, el arte en general y el cine en particular se banaliza y los ídolos y referentes de cualquier tipo están bien enterrados en proceso de descomposición en nuestra memoria colectiva, la belleza ha sido asesinada con un tiro entre sus pechos a la luz de la luna reflejada en ese lago de plata que esconde sus secretos, los que aún saben y sospechan quién está detrás de todo están siendo eliminados en la noche por una mujer que solo se cubre con la máscara de un búho símbolo de aquellos que sí saben lo que pasa. Aquellos que cuelgan grandes carteles para hacernos creer que "ahora lo tenemos más claro". Todo es un sinsentido, un laberinto sin salida en el que solo unos pocos intentan escapar, trascender creando sus propios dioses faraónicos.
Las pistas están ahí en los más pequeños e inverosímiles detalles, solo hay que haberlo perdido casi todo para poder encontrarlas, para estar lúcidamente alucinado, tener fe en lo imposible para conseguir poder vernos a nosotros mismos con la distancia suficiente que nos permita encontrarnos, situarnos en su justa medida
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