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Voto de did79:
7
Voto de did79:
7
6.0
9,199
Intriga. Thriller. Drama
En su apartamento de urbanización prototipo de Los Angeles, Sam (Andrew Garfield) anda por la vida muerto de aburrimiento. Ningún aliciente hasta ese día en que descubre a una nueva vecina sexy, deslumbrante, inquietante, misteriosa y, de repente, desaparecida. Y aún hay mayores rarezas esperando a Sam, porque por el barrio anda suelto un asesino de perros...
15 de marzo de 2020
15 de marzo de 2020
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de su aclamado (y sobrevalorado) segundo proyecto, el director de "It Follows" vuelve a la carga con un nuevo film donde condensa (es un decir), en casi dos horas y media, todas sus influencias cinematográficas del pasado, en una especie de collage coral dentro de un viaje que le sirve para proyectar una crítica social al vacuo y superficial mundo de los jóvenes de hoy en día.
Con referencias directas a directores tan importantes como David Lynch, y en especial a su "Blue Velvet", a Kubrick y a su última gran obra, "Eyes wide shut", así como ecos a la obra literaria de "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll, Mitchell nos presenta a un personaje que parece anclado en el pasado, en plena crisis existencial y que, para salir de su anodina realidad, se verá envuelto, cual Kyle Maclachlan, en un viaje sin retorno por los oscuros recovecos de la sociedad estadounidense, cuya superficialidad esconde muchos más secretos de los que en apariencia parece (el que siempre sean los mismos personajes los que deambulan por esas estancias de lujo como si de una élite secreta se tratara, o esa obsesión por descifrar todos los supuestos códigos ocultos que se esconden detrás de lo más cotidiano, léase música, cereales, etc).
Un desfile de los más variopintos personajes se sucederán en ese transitar en busca de su propio conejo blanco (Riley Keough), vertiendo mucha mala uva sobre esa misma generación a la que, a priori, pertenece el mismo director (reveladora es la escena con el compositor musical, que desmonta todos y cada uno de los mitos culturales del siglo XX). Precisamente ese halo de misterio bizarro es la gran baza del film, que gracias a la introducción de un refrescante sentido de humor, relega a todo un segundo plano cualquier tipo de grandilocuencia para apostar por la crítica ácida y absurda que, al fin y al cabo, es como se ven las cosas una vez que se está fuera de ellas.
Su excesivo metraje alarga en demasía un film, que de haberse tomado en serio no hubiera conseguido ese acertado clima de paranoia que lo salva del tedioso tono gafapasta que parece imperar en este tipo de producciones, al final resultando mucho más simpático de lo esperado.
Lo mejor; Su variopinto plantel de personajes (impagable el paranoico dibujante de cómics).
Lo peor; Un recorte en su metraje ayudaría a impulsar el, a veces, entrecortado ritmo.
Con referencias directas a directores tan importantes como David Lynch, y en especial a su "Blue Velvet", a Kubrick y a su última gran obra, "Eyes wide shut", así como ecos a la obra literaria de "Alicia en el país de las Maravillas" de Lewis Carroll, Mitchell nos presenta a un personaje que parece anclado en el pasado, en plena crisis existencial y que, para salir de su anodina realidad, se verá envuelto, cual Kyle Maclachlan, en un viaje sin retorno por los oscuros recovecos de la sociedad estadounidense, cuya superficialidad esconde muchos más secretos de los que en apariencia parece (el que siempre sean los mismos personajes los que deambulan por esas estancias de lujo como si de una élite secreta se tratara, o esa obsesión por descifrar todos los supuestos códigos ocultos que se esconden detrás de lo más cotidiano, léase música, cereales, etc).
Un desfile de los más variopintos personajes se sucederán en ese transitar en busca de su propio conejo blanco (Riley Keough), vertiendo mucha mala uva sobre esa misma generación a la que, a priori, pertenece el mismo director (reveladora es la escena con el compositor musical, que desmonta todos y cada uno de los mitos culturales del siglo XX). Precisamente ese halo de misterio bizarro es la gran baza del film, que gracias a la introducción de un refrescante sentido de humor, relega a todo un segundo plano cualquier tipo de grandilocuencia para apostar por la crítica ácida y absurda que, al fin y al cabo, es como se ven las cosas una vez que se está fuera de ellas.
Su excesivo metraje alarga en demasía un film, que de haberse tomado en serio no hubiera conseguido ese acertado clima de paranoia que lo salva del tedioso tono gafapasta que parece imperar en este tipo de producciones, al final resultando mucho más simpático de lo esperado.
Lo mejor; Su variopinto plantel de personajes (impagable el paranoico dibujante de cómics).
Lo peor; Un recorte en su metraje ayudaría a impulsar el, a veces, entrecortado ritmo.