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El misterio de Silver Lake

Intriga. Thriller. Drama En su apartamento de urbanización prototipo de Los Angeles, Sam (Andrew Garfield) anda por la vida muerto de aburrimiento. Ningún aliciente hasta ese día en que descubre a una nueva vecina sexy, deslumbrante, inquietante, misteriosa y, de repente, desaparecida. Y aún hay mayores rarezas esperando a Sam, porque por el barrio anda suelto un asesino de perros...
Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
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5
25 de diciembre de 2018
63 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una peli larguísima sin argumento definido… no sé… una alegoría sobre la cultura pop… o algo así.

Siempre habrá un montón de gente bien intencionada que con este tipo de pelis molonguis se coma el tarro buscando un montón de mensajes ocultos en la historia, y me alegro por ellos, así se entretienen con algo y se sienten útiles. La propia peli, de hecho, habla de los mensajes ocultos, llegando a la conclusión de que son una mamonada… ahí lo dejo.

A mi entender, llamádme superficial, lo malo de estas pelis es que no suelen ir de nada. O, al menos, de nada que pueda comprender alguien que no sea el guionista, o sus colegas, o los bien intencionados fans de lo molongui, que aunque no lo entiendan se lo inventan. Para los demás, vacío absoluto. Porque lo importante del cine molongui es que la estética mole, y la de esta peli mola un montón. Tanto que te pasas casi dos horas y media mirándola sin que te cuenten nada sensato y al final, que no tiene, por cierto, que se acaba y ya está, sin más, pues te mola. Tiene mérito.
7
29 de diciembre de 2018
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la proyección de “Lo que esconde Silver Lake” tuve una sensación inusual de embotamiento, tanto argumental como visual, pero en sentido positivo, de hecho aún sigo dándole vueltas. Hacía tiempo que no me ocurría algo así y, también, que no veía una reacción tan dispar entre los asistentes que me recordó al término de “El árbol de la vida” de Malick: mientras una pareja recriminaba el uno a la otra que tenían que haberse metido en otra película, otros algunos salían enojados y tres amigos comentaban tranquilamente la película y todas sus claves... había de todo. Y es que “Lo que esconde Silver Lake” no es apta para el “gran público” que consume sobre todo cine comercial. Para mi sorpresa, este tipo de cine no se suele estrenar en Navidad, aunque entrara en cartelera cual broma el día de los Santos Inocentes, que es cuando las salas proyectan cine familiar a destajo, en muchos casos, de la peor calaña. Al menos yo agradezco el riesgo y la iniciativa de salvar la cartelera navideña.


“Lo que esconde Silver Lake” ha sido para mí un buen film, no del todo rematado, qué pena, con momentos absolutamente arrebatadores, filmada con un lirismo del mejor De Palma, con cierto aire a lo Lynch pero como afectado por Paul Thomas Anderson, Tom Ford, Cronenberg o Jack Smight, rindiendo tributo a Hitchcock y haciendo guiños constantes al cine y a muchos de sus mitos: desde Janet Gaynor, pasando por Marilyn Monroe o James Dean, eso sazonado con el mundo del cómic, de las conspiraciones, de los mensajes secretos en el mundo del arte, la música y la literatura, yendo desde el más puro estilo negro a Pynchon, Auster, J. F Bardin, Westlake o historias que se entrelazan a lo Carver como dirigía el gran Altman. Muchas cosas, quizás demasiados ingredientes, pero creo que aunque haya subtramas o detalles que se le escapen, demasiado bien ha salido su denso guión, con una dirección en la que David Robert Mitchell, tras su “It Follows” rodada hace cuatro años, ha demostrado haber tenido una progresión como autor y como creador sorprendente. Admirable que haya encontrado producción para este inclasificable proyecto. En España hubiera sido impensable que se hubiera llevado a cabo, y encima con un reparto, en la mayoría, no muy conocido, pero que no es impedimento para que todos sus actores se desenvuelvan muy bien, incluso seguro que a más de uno y de una podría significar su descubrimiento, liderados por Andrew Garfield en uno de los papeles más difíciles que ha desempeñado.


Su “look” visual es notable, gracias a un estupendo trabajo de Mike Gioulakis a la fotografía, que inserta breves pero interesantes escenas de animación. En cuanto a la banda sonora, Rich Vreeland, aunque en su comienzo resulte algo grandilocuente luego va como anillo al dedo, con empaque y garra, en la que entrelazan casi un centenar de canciones. Su banda sonora, al menos en canciones, es abrumadora.


El resto, desde el montaje al sonido, hacen un gran esfuerzo por seguir la línea marcada por su “autor”. Ya en el spoiler comentaremos más, pero quiero dejar claro que rompo una lanza a favor de “Lo que esconde Silver Lake”, película tan extravagante como peculiar que me impide recomendarla a cualquiera, porque para mí es un tipo de cine de autor que desgraciadamente, el engancharse a él o el jugar a lo que te plantean no está al alcance de todos. Creo que esto es disculpable entre los espectadores, pero entre los críticos, se supone que “profesionales” o de renombre, es imperdonable que sus pocas entendederas, su sensibilidad de “chichinabo” y su discutible gusto caprichoso o formación de cuarta, les haya impedido ver más allá de sus narices al no defenderla, aunque sea parcialmente, y sigan cobrando un sueldo y disfrutando de un inmerecido estatus entre los espectadores más ingenuos. Por todo ello se trata de una de las buenas películas olvidadas del año, pero que sin duda pasará ser película de culto. Afortunadamente para ellos este es un país sin memoria y con el tiempo cambiarán de opinión, como ha pasado en más de una ocasión, pero para su desgracia para eso está la hemeroteca, para comprobar lo cicateros que fueron en su día.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER

A través de sus dos horas y veinte, que al menos a mí no se me hicieron tan largas, hay de todo. Desde momentos en los que el protagonista sigue a un coche, tomándose su tiempo y no en plan videojuego, emulando el cine más clásico, a fallos de raccords (o de continuidad) como por ejemplo en las secuencias donde en la fiesta que asiste Sam en la que le regalan un disco, se ve que lo deja en la mesa, vuelve a aparecer en la siguiente secuencia, que luego vuelve a dejar y luego de nuevo lo vemos...


La secuencia del baño nocturno en Silver Lake, llena de transparencias y trucos digitales, contrastan con el resto de otras secuencias filmadas con menos efectos obvios y con resultados más realistas.


Me llama la atención el que haya ciertos desnudos y hablen de masturbaciones o de follar. Eso la remilgada censura americana lo tiene muy castigado y limitará por supuesto su exhibición en su país de origen.


El motivo de que mi puntuación no haya llegado más alto ha sido su final. Era difícil cerrarlo, lo entiendo, pero dejarlo en el “ahí queda todo y los cabos sueltos que queden de adorno o que sean motivo de reflexión para los más sesudos” me resultó algo de caradura, pero insisto en que demasiado bien ha quedado finalmente.
Por último también acabo de leer entre algún comentario de los usuarios el “trato” que se le da a la mujer en el film que debería generar protestas entre las más feministas. Es una idiotez. Tal afirmación lo que denota es puro prejuicio. En ese sentido, al menos yo, me hubiera indignado si eso hubiera ocurrido. Eso indica la falta de relación de ciertos espectadores con lo que supone un tratamiento negro clásico.
2
7 de enero de 2019
47 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cansado ya de las boutades de los sesudos críticos de cine!
Este engendro pretencioso, aburrido e incomprensible es insoportable y no se comprende su estreno en salas de cine. Su guión absurdo e incongruente rezuma estulticia en cada plano y todavía me doy en la frente por haber soportado 140 minutos de rollo.
Nada se puede decir bueno de este monumento al cine porrero. Quizás la música se salve un poco y algunos despelotes puedan resultar gratificantes para alguien. Me cuesta creerlo...en fin.
El cartel te lleva a engaño y puedes pensar que se trata de un film de género con lo que la sorpresa no puede ser más desagradable.
No se puede jugar a ser David Lynch con un guión tan confuso y retorcido. La historia no hay por dónde cogerla y el único misterio es el de poder entender que alguien haya podido poner un solo dólar en esta producción.
Quizás la peor película de 2018.
4
25 de diciembre de 2018
26 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película con buenas imágenes, construida definitivamente sobre una nostalgia ochento-noventosa que le va muy bien, pero que a mi parecer repite demasiado las mismas ideas intrigantes hasta que dejan de serlo. 30 minutos menos de película hubieran sido suficientes para no agotar los ojos con tantos personajes, paranoias y teorías conspiratorias lisérgicas. Es un film pasable, colorido, pero sobre el final uno ya está deseando que termine porque aburre un tanto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No tengo idea exacta de cómo terminó, no le pude dar tanta atención al llegar allí. Empecé a prestar atención a la gata en mi sofá y a planificar la cena o algo así. No pudo captar mi expectación.
8
2 de enero de 2019
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Lo que esconde Silver Lake’ es la mejor película que he visto en mucho tiempo con permiso de la última de Lars Von Trier.

Pertenezco a una generación que al no tener iconos propios ha tenido que tomarlos prestados de las anteriores o incluso convencerse a sí misma de que cualquier gilipollez intrascendente de su infancia posee algún tipo de atractivo, magia o mensaje oculto.

Una generación que veneraba a Kurt Cobain como ‘el músico guay que escuchaba mi primo mayor’ mucho después del hype; que disfrutaba alquilando películas malas de otras décadas en el videoclub de la esquina y que veía a los viejos hippies, rockers y punks como reliquias vivientes de tiempos más interesantes que los suyos a las que había que analizar y espiar.

Una generación que a día de hoy intenta encontrar en las antiguas revistas de Nintendo y en los mapas que regalaban en las cajas de cereales la prueba infalible de su relevancia, esplendor e interés. Y que a través de una nostalgia absurda y en ocasiones fanática intenta justificarse para no ser considerada como ‘perdida’ o ‘aburrida’.

Pero, al final, también se trata de una generación que sabe que pasará al olvido y que no disfrutó de nada
especial más allá de lo bien que pudiera montárselo cada uno. Y que se obligó a creer que ciertos productos envasados y comercializados en masa tenían otras intenciones más allá de las económicas.

De todo esto y más va el último filme de David Robert Mitchell que en clave de thriller surrealista nos propone una profunda y triste reflexión acerca de quienes rondamos los treinta.

Y encima lo hace acompañado de un apartado técnico alucinante que hace su visionado en pantalla grande casi obligatorio.
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