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El mundo en sus manos

Aventuras 1850. Jonathan Clark, el capitán de la goleta La peregrina de Salem, traslada desde Alaska a San Francisco un cargamento de valiosas pieles de foca. En el hotel en el que se aloja conoce y se enamora de la condesa rusa Marina Selanova, que trata de huir para evitar un matrimonio concertado por el zar con el pérfido príncipe Semyon. (FILMAFFINITY)
Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
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5
28 de enero de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente tengo que decir que cuando leí la sinopsis me entraron muchas ganas de ver esta película, ya que la trama me atraía bastante. Pero ahora que he visto el film tengo que reconocer que no me ha parecido tan brillante como esperaba, ni comparto muchas opiniones de gente.
Se trata de un gran clásico del genial Raoul Walsh. El director nos presenta una historia que se expone como el hecho de la compra de Alaska. Para ello se encuentra el protagonista, un capitán marino que es conocido por su mala fama, y que está obsesionado por comprar esta zona de tierra. Cuando lo tiene todo previsto, conoce a una joven condesa rusa que quiere huir hacia Alaska, ya que la han obligado a casarse con un hombre que no soporta; e intenta escapar de él. Esta mujer le cambiará la vida.
Creo que la película tiene aspectos muy buenos. Por ejemplo, la dirección es brillante. Raoul Walsh realiza un trabajo sobresaliente regalando escenas en el mar que visualmente hipnotizan para la época en que fueron rodadas. Creo que toda esta parte marítima es increíble, y sin lugar a dudas es lo mejor del film; y creo que es donde radica su fama.
Pero creo que el guión se centra en una historia romántica que en mi opinión resulta un poco forzada. No me parece para nada creíble, y por consiguiente esta relación entre el capitán y la condensa resulta extraña; y no consigue cuadrar mucho.
Además, esta relación evoluciona de una forma que creo deja ciertos huecos haciendo que uno no llegue a comprender muy bien dicha relación; y por consiguiente su desarrollo.
No obstante, el film cuenta con otras cosas también interesantes además de la dirección y las escenas que hay en el mar. Por ejemplo, es fantástico el momento de la isla de las focas. Está creado de una forma que parece que uno está viendo un documental de National Geographic.
Por otro lado Gregroy Peck realiza un trabajo bueno. Su interpretación convence y hace que uno nuevamente disfrute con el talento de este actor. Por otro lado Anthony Quinn realiza una interpretación interesante. Él sin lugar a dudas es un brillante actor, pero su personaje no me gusta nada, y creo que él no lo defiende del todo. Por último, el trabajo de Ann Blyth no me parece bueno.
En fin, "El mundo en sus manos" se trata de un gran clásico que a mi me ha decepcionado un poco. Me parece interesante para verlo alguna vez y disfrutar con la dirección de Raoul Walsh; pero en general creo que cuenta con ciertos aspectos que hacen que pierda calidad. Además, creo que la sinopsis lleva un poco a engaño.
7
21 de enero de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando te prestas a ver una película como esta solo con ver su reparto, las posibilidades son muy altas de que acabes satisfecho con el resultado. Yo por lo menos así lo he sentido.

Me gusta mucho este tipo de cine de aventuras que se hacía antaño. Raoul Walsh sigue el patrón del momento y se rodea de caras muy conocidas para el aficionado al cine de la época. Un Gregory Peck en su edad madura y sólida ejerciendo de líder de la obra donde encarna dicho papel a la perfección con su encanto natural y particular. Un Anthony Quinn embutido en otro de sus personajes alocados y llamativos donde los haya, ese portugués será recordado por los siglos de los siglos. Y ya si al dúo le sumas la impresionante belleza de Ann Blyth, tenemos los ingredientes perfectos para una aventura llena de amor, pasión e intriga.

A destacar las escenas de mar, impresionante la pelea de ambos barcos por llegar antes a la costa, ese despliegue de elementos para dar caza al que va delante de lo mejor de la película. Creo que ha sido un acierto el guión tan meticulosamente definido, para dar prioridad a cada elemento según avanza la historia. Ahora toca fiesta, ahora toca negocio, ahora toca romance, ahora toca batalla. Chapeau señor Walsh.

Como nota negativa, por poner un pero y lo excuso por el año del rodaje, han sido el abuso del fondo de pantalla para rodar escenas de mar, donde queda muy falso y poco real. Y otra cosa que no se cuidaba en este tipo de rodajes, era la coreografía de las peleas. Si os fijáis en las escenas que van en un segundo plano, los tipos ni se atizan, hacen ademán pero se quedan haciendo bulto. Y los puñetazos van después de que el otro se haya tirado hacia atrás.

No todo podía ser perfecto.
6
8 de abril de 2007
15 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película constituye una excepción, a mí parecer sobrevaloradísima. Resulta excesivamente inocente e ingenua, algo habitual por otro lado en las cintas de Raoul Walsh, pero este es un caso excepcional (y eso que es tardía).

Excesivamente clásica, en los 30 puede que hubiese colado pero en los 50 ya no. Aún así estamos siempre hablando de una película más que digna, entretenida y plagada de prestigio por todos los lados (Gregor Peck, Anthony Quinn, el propio Raoul Walsh, Ann Blyth). A destacar la escena de la carrera entre barcos, esa sí hay que decirlo, impresionante e insuperable; también debemos rescatar las imágenes reales de las islas árticas y sus focas.

Siempre recomendable.
10
27 de enero de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heredero de Grffith, de quien poseía la misma inventiva y arrojo experimental, Raoul Walsh es el cine en estado puro, un maestro del cine clásico que dominó todos los géneros, con un puñado de obras maestras como “El mundo en sus manos”, una joya imperecedera del cine de aventuras. Su aparente sencillez narrativa expresa sentimientos y emociones a través de unas imágenes impregnadas de ese aliento épico, capaces de raptar al espectador, transportándolo a un mundo donde todo es posible e identificarse con los avatares que viven los protagonistas. Sus películas suelen partir de una atractiva idea dramática bien definida, sobre las que se proyectan una serie de incidencias dirigidas a trascender con su articulación los límites perceptibles del conflicto individual.

Aunque desconozco la novela de Rex Beach en que se basa la película, la adaptación de Borden Chase, excelente guionista, los diálogos del más que competente Horace McCoy y la capacidad de un cineasta aventurero como Walsh, me merecen toda la confianza. El film comienza con la llegada de unos marinos a tierra: un “travelling” acompaña el paso decidido del capitán de la goleta “La Peregrina”, Jonathan Clark (Gregory Peck), de su segundo, Deacon (John McIntire) y un rudo esquimal que sólo sabe decir “voy, voy” por una calle de San Francisco en 1850. Tienen como objetivo rescatar a su tripulación que ha sido secuestrada por otro “lobo de mar” y colega cazador de focas al que llaman “El Portugués” (un magistral Anthony Quinn), y lo harán de forma convincente….

Luego celebrarán todos los marinos una fiesta en el hotel más lujoso de la ciudad, un acontecimiento animado por las prostitutas, donde Clark, más conocido como “El hombre de Boston”, recupera a su tripulación con la misma tranquilidad con que “El Portugués” se la había arrebatado, e incluso manifiesta su intención de comprar Alaska a los rusos que en esa época les pertenecía. Estamos en un universo portuario plagado de aventureros, donde una condesa rusa (Ann Blyth) que huye de un matrimonio indeseado puede seducir a un apuesto “lobo de mar”. Aunque pudiera parecer un film desmesurado, no lo es en absoluto, el ritmo es trepidante y el tono homogéneo, cargado de anécdotas y detalles capaz de enriquecer más de un film, tejido con un agudo sentido de la progresión, sin decaer un instante.

Articulado mediante tres historias que discurren paralelamente y con la misma intensidad: la caza de focas que enfrenta a Clark y Deacon – un extraño filósofo que recurre permanentemente a frases bíblicas – con los innobles exterminadores rusos y “El Portugués”; el romance entre Clark y la condesa Marina; y el antagonismo vital, pero jamás sanguinario que existe entre Clark y “El Portugués”, que entienden su relación en términos de enfrentamiento continuo: se apuestan los barcos en una carrera náutica antológica, se disputan a pulso las mujeres y se dan la mano después de una pelea. Pero no hay peligro, la brisa marina hace más fuerte la amistad. El lacónico hombre de Boston es el prototipo de héroe de Walsh, uno de los cineastas tuertos sublimes, la honestidad y la caballerosidad eran atributos imprescindibles en un cine de aventuras donde el amor romántico, es tratado con suma delicadeza, con un acusado dominio del lenguaje cinematográfico, un ejemplo de planificación que el espectador agradece, apreciando la aventura vital de este grandioso film.
9
4 de mayo de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La maestría de Raoul Walsh, uno de los más grandes, en enmarcar en una película de aventuras algo tan importante como la compra de Alaska a los rusos por parte de los americanos a cambio de la frugal cantidad de diez millones de dólares, habla a las claras de la gran capacidad de este cineasta universal.

Cine de aventuras con letras doradas, humor a mansalva por parte del Portugués, un Anthony Quinn grandioso con la sonrisa siempre en la boca, además del esquimal y su foca "Luisa", una vigorosa y magistral persecución de veleros a todo trapo con las velas henchidas de viento, golpes y trifulcas a mansalva y una bella y romántica historia de amor entre una noble y bella rusa y uno de los capitanes mercantes del momento, con la comparación de la fastuosa y glamourosa aristocracia rusa y la incipiente burguesía americana.

Y además esa denuncia contra el asesinato indiscriminado de las focas para comerciar con sus pieles, un gran negocio explotado por rusos y americanos hasta la extenuación y prácticamente la desaparición de la especie, masacrándolas a golpes para no estropear las valiosas pieles, y una lección para preservar a la especie de sólo cazar a los machos jóvenes y respetar a las hembras.

Grandes actuaciones de Gregory Peck, John McIntire y el mencionado Anthony Quinn, además de la recatada y serena belleza de Ann Blyth, cantante y actriz americana que dejó los escenarios para cuidar de su familia, en una de sus más recordadas y lúcidas actuaciones, paseando con elegancia los vestidos de la emperejilada aristocracia.

Sobresaliente 9 y a favoritas.
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