Corazón silencioso
6.7
1,207
Drama
Tres generaciones de una familia se reúnen un fin de semana. Las hermanas, Sanne y Hedidi, han aceptado que su madre, enferma terminal, desee poner fin a su vida antes de que su estado empeore. Pero según transcurre el fin de semana, la decisión de la madre resulta cada vez más difícil de aceptar y viejos conflictos salen a la superficie. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2015
6 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tema del que trata son las relaciones familiares, la manera de entender la vida y el suicidio aceptado en un caso de enfermedad grave e incapacitante.
Bien interpretada por sus protagonistas, que actúan con naturalidad. Buen guión, creíble. Mantiene un ritmo y no decae en ningún momento. buena fotografía.
La recomiendo, merece la pena verla,
Bien interpretada por sus protagonistas, que actúan con naturalidad. Buen guión, creíble. Mantiene un ritmo y no decae en ningún momento. buena fotografía.
La recomiendo, merece la pena verla,
28 de diciembre de 2015
28 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esther (Ghita Nørby) y Poul (Morten Grunwald) son un matrimonio de avanzada edad, ha ella se le ha descubierto una enfermedad degenerativa, por lo cual ha decidido tener una muerte asistida antes de que no pueda valerse por sí misma. Por este motivo, un fin de semana decide hacer una reunión familiar de despedida, para posteriormente acabar con su vida tomando unas pastillas.
Es por esto que vemos a sus dos hijas, sus parejas y su único nieto asistir a la casa de ellos, Heidi (Paprika Steen) es la mayor, una mujer centrada y con un matrimonio consolidado, por el contrario, Sanne (Danica Curcic) es la menor, más desestabilizada emocional y amorosamente. También Esther invita a esta reunión a su amiga Lisbeth (Vigga Bro), quien resulta de gran importancia para la trama.
Con todo este contexto, las tensiones en esta familia se van a ir sucediendo poco a poco, conflictos que parten en dos ideas principales, una enfocándose a las diferencias existentes entre los personajes, algo que ya se hizo un poco de mención, mientras que la otra, siendo un tanto obvio, se dirige hacia el motivo por el cual están en dicha reunión.
Stille hjerte es el nuevo film del experimentado realizador danés Bille August, cuenta con guion de Christian Torpe, quien cuenta con una amplia experiencia como escritor en televisión. La historia parte de una idea llamativa, donde se aborda una temática muy compleja como es la eutanasia y el derecho del enfermo por una muerte digna y sin sufrimiento, siendo esta una decisión que debería ser completamente propia de cada quien.
En este sentido la película tiene un inicio bastante atractivo, presentando a los personajes, el conflicto y la situación en general de la trama, hay incluso momentos de humor negro que va acuerpando de forma interesante el relato. Sin embargo, con el progreso del metraje, más específicamente en el último tercio, este decae, Torpe aplica unos giros a la trama en especial con el personaje de Lisbeth que resultan poco creíbles y muy rebuscados.
Más allá de eso, Stille hjerte es una obra bastante aceptable, entretenida y con un buen desarrollo, se aleja de ser un drama lacrimógeno cosa que se agradece, aparte que la tensión dramática está muy bien distribuida, por lo cual no desgasta el motivo principal que es la enfermedad de la protagonista. Un film que si bien no es una ninguna obra maestra, se puede recomendar sin ningún problema.
Es por esto que vemos a sus dos hijas, sus parejas y su único nieto asistir a la casa de ellos, Heidi (Paprika Steen) es la mayor, una mujer centrada y con un matrimonio consolidado, por el contrario, Sanne (Danica Curcic) es la menor, más desestabilizada emocional y amorosamente. También Esther invita a esta reunión a su amiga Lisbeth (Vigga Bro), quien resulta de gran importancia para la trama.
Con todo este contexto, las tensiones en esta familia se van a ir sucediendo poco a poco, conflictos que parten en dos ideas principales, una enfocándose a las diferencias existentes entre los personajes, algo que ya se hizo un poco de mención, mientras que la otra, siendo un tanto obvio, se dirige hacia el motivo por el cual están en dicha reunión.
Stille hjerte es el nuevo film del experimentado realizador danés Bille August, cuenta con guion de Christian Torpe, quien cuenta con una amplia experiencia como escritor en televisión. La historia parte de una idea llamativa, donde se aborda una temática muy compleja como es la eutanasia y el derecho del enfermo por una muerte digna y sin sufrimiento, siendo esta una decisión que debería ser completamente propia de cada quien.
En este sentido la película tiene un inicio bastante atractivo, presentando a los personajes, el conflicto y la situación en general de la trama, hay incluso momentos de humor negro que va acuerpando de forma interesante el relato. Sin embargo, con el progreso del metraje, más específicamente en el último tercio, este decae, Torpe aplica unos giros a la trama en especial con el personaje de Lisbeth que resultan poco creíbles y muy rebuscados.
Más allá de eso, Stille hjerte es una obra bastante aceptable, entretenida y con un buen desarrollo, se aleja de ser un drama lacrimógeno cosa que se agradece, aparte que la tensión dramática está muy bien distribuida, por lo cual no desgasta el motivo principal que es la enfermedad de la protagonista. Un film que si bien no es una ninguna obra maestra, se puede recomendar sin ningún problema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Paprika Steen ganó el premio a Mejor actriz en el Festival de Cine de San Sebastián en 2014, convirtiéndose así en la segunda actriz de nacionalidad danesa en ganar, luego de Connie Nielsen en 2004 por Brødre (Hermanos) de Susanne Bier.
4 de marzo de 2016
4 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Bergman (Ingmar) es alargada. August que andaba ciertamente algo perdido últimamente ya ganó una Palma de Oro en el 92 ("Las mejores intenciones) colaborando con el sueco. Aquí vuelve a rondar su espíritu en una cita programada con la muerte de una mujer con una enfermedad mortal y a la que son invitados sus seres más queridos en una "celebración" de despedida. La aceptación de la libertad de cada cual para decidir el final de sus días con dignidad y sobreponerse al miedo y la conciencia de lo inevitable planea sobre este grupo de nórdicos civilizados que son el exponente del camino que aún queda por recorrer en este tema tan inexcusable como delicado.
Ejemplares la interpretación de los actores, la presencia de la casa familiar, la fotografía y la música respetuosa y evocadora y sobre todo el tono sereno, neutral e intimo, con el que August filma sin caer en dramatismos melodramáticos. La cosa podía haber dado para más, para profundizar en los recovecos de los personajes, algunos de ellos infrautilizados pero lo que queda es más que suficiente para que asistamos con emoción a la reflexión que nos plantea el guión de Christian Torpe.
El cine viene tratando con acierto últimamente este tema tabú en los inicios de un siglo XXI que demanda respuestas sociales al respecto.
Ejemplares la interpretación de los actores, la presencia de la casa familiar, la fotografía y la música respetuosa y evocadora y sobre todo el tono sereno, neutral e intimo, con el que August filma sin caer en dramatismos melodramáticos. La cosa podía haber dado para más, para profundizar en los recovecos de los personajes, algunos de ellos infrautilizados pero lo que queda es más que suficiente para que asistamos con emoción a la reflexión que nos plantea el guión de Christian Torpe.
El cine viene tratando con acierto últimamente este tema tabú en los inicios de un siglo XXI que demanda respuestas sociales al respecto.
11 de diciembre de 2016
11 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Corazón silencioso" - Muy buena
Última entrega del veterano Bille August, ganador de dos Palmas de Oro, en un caso por "Con las mejores intenciones" que se basa en la historia de los padres del gran Bergman.
Es el último fin de semana de la matriarca de una familia, enferma terminal que decide morir dignamente (con ayuda de su esposo médico), antes de perder su humanidad. Y esos últimos días, con final preestablecido, darán lugar a un debate que trasciende el tema de la eutanasia.
Cada miembro de la familia (dos hijas, una -la correcta y responsable- casada y con hijo, la otra -con tentativa de suicidio- con novio de idas y vueltas recurrentes) llega al hogar cargando angustias y dolores y no precisamente para festejar, sino para cumplir la última voluntad de la madre que desea reunirlos para pasar con ellos sus últimos días.
Y el tiempo transcurre: las horas y los días son largos, pero los años son cortos. Hay comidas que incluyen una cena navideña fuera de temporada, una caminata alrededor del lago, charlas repasando fotografías familiares, una canción familiar y hasta un momento de distensión con porro incluido.
Sin embargo, no se trata de un melodrama romántico francés, ni está lleno de estruendos italianos, tampoco es cine iraní; la película es danesa: cámara en mano que remite al dogma 95 y al cine de Bergman y a la vez desgarradoramente contemporánea, dolorosa pero fría. No pretende que nos identifiquemos (a pesar de que más de uno imaginará qué decisiones tomaría en caso de que se le presentare una situación similar), tampoco que lloremos como algunos críticos de cine han reclamado. Es una historia, es cine, y del mejor.
Última entrega del veterano Bille August, ganador de dos Palmas de Oro, en un caso por "Con las mejores intenciones" que se basa en la historia de los padres del gran Bergman.
Es el último fin de semana de la matriarca de una familia, enferma terminal que decide morir dignamente (con ayuda de su esposo médico), antes de perder su humanidad. Y esos últimos días, con final preestablecido, darán lugar a un debate que trasciende el tema de la eutanasia.
Cada miembro de la familia (dos hijas, una -la correcta y responsable- casada y con hijo, la otra -con tentativa de suicidio- con novio de idas y vueltas recurrentes) llega al hogar cargando angustias y dolores y no precisamente para festejar, sino para cumplir la última voluntad de la madre que desea reunirlos para pasar con ellos sus últimos días.
Y el tiempo transcurre: las horas y los días son largos, pero los años son cortos. Hay comidas que incluyen una cena navideña fuera de temporada, una caminata alrededor del lago, charlas repasando fotografías familiares, una canción familiar y hasta un momento de distensión con porro incluido.
Sin embargo, no se trata de un melodrama romántico francés, ni está lleno de estruendos italianos, tampoco es cine iraní; la película es danesa: cámara en mano que remite al dogma 95 y al cine de Bergman y a la vez desgarradoramente contemporánea, dolorosa pero fría. No pretende que nos identifiquemos (a pesar de que más de uno imaginará qué decisiones tomaría en caso de que se le presentare una situación similar), tampoco que lloremos como algunos críticos de cine han reclamado. Es una historia, es cine, y del mejor.
22 de octubre de 2020
22 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mérito de Corazón silencioso radica en que es una película, o su historia o su tratamiento, que no se cierra en banda de forma radical ni extrema sobre un tema que fácilmente puede dar pie a ello. Bille August, su director, acierta de pleno en esta ocasión pues la mejor de las intenciones casa con un mesurado enfoque del tema en cuestión, que es, digámoslo sin temor a spoiler, la eutanasia.
Paprika Steen, una de mis danesas favoritas, ganó en Donosti la Concha de Plata a la mejor actriz, el año, para situarnos, en que Javier Gutiérrez se alzó con el premio a mejor actor por La isla mínima o la mejor película fue Magical Girl. El caso es que a veces aquí, como en otros órdenes de la vida, no gana cualquiera. Paprika o Gutiérrez ese año lo bordaron y en el caso que nos concierne en esta crítica la Steen se encuentra en estado de gracia. Ninguna sorpresa porque si a la hora de ver una película sopesas y mucho que ella esté entre el reparto quiere decir que su peso y su poso conseguidos en anteriores ocasiones te lleva a decidirte por ver una película y no otra, porque verla a ella de nuevo es puro gozo en pequeñas o grandes pantallas.
Y sí, Paprika está ahí como siempre, comiéndose todo tamaño de pantalla, aunque esta vez el mérito hay que repartirlo entre sus compañeros de cast, magníficamente delimitados, definidos e interpretados (qué tendrá Dinamarca, qué todos los actores que salen de ahí) y un guión pulido, de terciopelo (recordemos cuál el tema de fondo) con los toques justos de humor, de drama y de tragedia sin que ninguno se imponga al resto ni roce de lejos sensiblerías o maniqueísmos.
Te dan ganas de compartir ese porro (¿spoiler? No, gracias, yo no fumo).
Y ostras, Bille August, al que se creía descolocado de la escena y que con esta película, pues oye, re-ubicamos con toda justicia. Porque seguir, seguía haciendo cosas pero no estaba todo lo presente que el realizador de Pelle merecía, yo creo.
Y me ha gustado ver una película y decir luego eso de “no veas otra después y quédate con este buen sabor de boca, espérate a lavarte los dientes”. Aunque no sea la gran película del año ni de 2014, hacía tiempo que no hacía eso.
Paprika Steen, una de mis danesas favoritas, ganó en Donosti la Concha de Plata a la mejor actriz, el año, para situarnos, en que Javier Gutiérrez se alzó con el premio a mejor actor por La isla mínima o la mejor película fue Magical Girl. El caso es que a veces aquí, como en otros órdenes de la vida, no gana cualquiera. Paprika o Gutiérrez ese año lo bordaron y en el caso que nos concierne en esta crítica la Steen se encuentra en estado de gracia. Ninguna sorpresa porque si a la hora de ver una película sopesas y mucho que ella esté entre el reparto quiere decir que su peso y su poso conseguidos en anteriores ocasiones te lleva a decidirte por ver una película y no otra, porque verla a ella de nuevo es puro gozo en pequeñas o grandes pantallas.
Y sí, Paprika está ahí como siempre, comiéndose todo tamaño de pantalla, aunque esta vez el mérito hay que repartirlo entre sus compañeros de cast, magníficamente delimitados, definidos e interpretados (qué tendrá Dinamarca, qué todos los actores que salen de ahí) y un guión pulido, de terciopelo (recordemos cuál el tema de fondo) con los toques justos de humor, de drama y de tragedia sin que ninguno se imponga al resto ni roce de lejos sensiblerías o maniqueísmos.
Te dan ganas de compartir ese porro (¿spoiler? No, gracias, yo no fumo).
Y ostras, Bille August, al que se creía descolocado de la escena y que con esta película, pues oye, re-ubicamos con toda justicia. Porque seguir, seguía haciendo cosas pero no estaba todo lo presente que el realizador de Pelle merecía, yo creo.
Y me ha gustado ver una película y decir luego eso de “no veas otra después y quédate con este buen sabor de boca, espérate a lavarte los dientes”. Aunque no sea la gran película del año ni de 2014, hacía tiempo que no hacía eso.
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