... por el hecho de que esperaba muchísimo más. La producción es correcta, profesional, sólida, pero queda muy por debajo de lo que debería haber sido. Escamotear las motivaciones personales de la deriva homicida de Santos Trinidad (José Coronado) es un error mayúsculo. El de la jueza (Helena Miquel), simplemente, es un personaje plano, al que sólo un par de llamadas telefónicas le infunden cierta textura humana. Todo es de cartón, como un cómic. Sin un ápice de originalidad o audacia verdadera. Claro que viendo la autosatisfacción que destila el director en el 'making of' de la película, todo empieza a encajar...

Policía atormentado, con tendencia a empinar el codo y a desenfundar su arma más de la cuenta. Sus traumas empapados en alcohol le llevarán a cometer un triple homicidio que le pondrá por fin al borde del abismo. Consciente de su fatalidad, tratará de no dejar ningún cabo suelto borrando su rastro y persiguiendo al único testigo del crimen.
Un fantástico comienzo que hace prever un desarrollo cuanto menos interesante. Hay muchas preguntas en el aire y se esperan respuestas, principalmente las referidas a la desconcertante actitud del protagonista, a quien queremos conocer un poco más.
Pasan los minutos y la acción que parecía inminente da paso al tedio. Empieza a importarme un bledo este Santos Trinidad. Tengo que esforzarme por aguantar despierto, me imagino un desenlace que justificará tanto vacío argumental y al final todo encajará y la espera habrá valido la pena.
Nada, esto se ha acabado amigos. Otro golazo que nos han metido por la escuadra.

Que se lo pregunten a Santos Trinidad, que seguro que lo sabe, tendría que saberlo. O puede que no y lo haya olvidado ya todo. Creo que a Santos nadie le entiende, con lo fácil y claro que se muestra ante nosotros: él es un malvado.

La película parte de esa premisa, que se escenifica de una manera espléndida al principio de la historia. Aconsejo no saber nada del argumento, porque así el golpe será mayor y quedaremos mucho más intrigados e impactados ante el atrevimiento de Urbizu al darle el protagonismo absoluto a este malvado con placa de policía. A partir de aquí, una investigación doble, una bola de nieve inesperada, un thriller lleno de casualidades causales, de honestos y deshonestos, de putrefacción policial y delictiva en la que Santos Trinidad sólo busca salvar el pellejo. Sólo eso y nada más. Lo que encuentre por el camino, en el camino queda, porque hace ya tiempo que no tiene paz. Este es el único misterio que se nos plantea: el pasado de un hombre a quien algo le ocurrió, pero que perfectamente puede no ser excusa de sus actos presentes. Quizá fue siempre así, sólo que más joven y más ingenuo. Como si Santos Trinidad fuese en sí mismo un expediente policial sin resolver. Me parece perfecto.

De hecho, leo asombrada que se critique el guión a cargo de Michel Gaztambide y del propio Urbizu. Anonadada me quedo. Si este guión es malo, apaga y vámonos. Escrito como una especie de muñeca rusa que se abre poco a poco, que se desvela con varias caras y colores, hay algo en él de juego desconcertante, de misterio azaroso y predestinado donde los actos se repiten, los personajes se reflejan unos en otros, los datos se entrelazan y concatenan hasta un desenlace que se descarga con violencia, la justa y necesaria, física y corpórea, machacada de realidad. Me encanta que en España se hagan cintas de este género, porque Madrid también puede ser un magnífico escenario para que se desate la acción.

«No hay paz para los malvados» traspira sudor negro, serenidad alcohólica, una dureza sutil que te atrapa. Muy recomendable.

No habrá paz para los que intenten entender las motivaciones del protagonista de esta película. Muy mala definición de personajes. José Coronado hace una buena interpretación, pero nadie puede asegurar a ciencia cierta qué es lo que piensa el policía Santos. Al principio parece un borracho pirado que asesina a sangre fría a tres personas y comienza la persecución de una cuarta que ha visto el crimen. Pero luego, según se desvelan datos de su borroso pasado, y de la identidad del testigo, que pertenece a alguna célula terrorista que prepara un atentado, la cosa se lía y no queda nada claro si el protagonista actúa por profesión, por conveniencia o incluso por venganza. Ni siquiera queda claro si los asesinatos del inicio fueron casuales o planificados. Muy farragosa la historia.

Quitando la confusión general de la trama, la película empieza bien, se diluye al paso de los minutos en aburrimiento, y remonta de nuevo al final. El personaje principal es un tanto carismático y resulta lo más interesante. La investigación paralela de la juez Chacón me viene sobrando, nos guía con datos de los traficantes y terroristas, pero al final esos datos no clarifican gran cosa, y no aporta nada más.

Resumiendo, el personaje principal es lo mejor. La historia necesita depuración y los personajes definición. Un poco más de ritmo tampoco le vendría mal. La mejor forma de verla es tomando un cubata por cada cubata que toma Santos.

Perdón por la redundancia, pero "No habrá paz para los malvados" es un film que contiene excelentes compases de cine negro que se alternan con graves flecos. No quisiera uno caer en el error de pretender que Enrique Urbizu y su equipo den todo mascado en las desventuras del antihéroe protagonizado por un José Coronado en estado de gracia, pero el argumento va más allá de dejar cosas a la imaginación del espectador, es que directamente hay situaciones no explicadas, siquiera insinuadas.

Y ello es una pena porque pareciera que se hubieran extirpado pistas muy valiosas de un caso fascinante. Un reparto muy sólido nos lleva a una atmósfera creíble. Nos alejamos de lo chusquero y tampoco se cae en la americanada de festivales de tiros sin recargar, hay verosimilitud en este mundo de policías cansados, narcotraficantes, etc.

Por supuesto, hay una mención especial para el modo de abordar un tema de alta sensibilidad como es el del terrorismo. Urbizu no se corta y no duda incluso en beber en algunos de los sucesos más lamentables que han ocurrido en los últimos años. Es decir, la cinta tiene una serie de aciertos que negarlos sería actuar con un excesivo rigor.

Lo malo es que no importaría nada haber dado más metraje a ese pasado no mostrado de Santos y a la investigación que le lleva a tomar sus decisiones. El opening ya es lo suficientemente fuerte y, sin las pertinentes acotaciones, resulta imposible ponerse en la cabeza de este protagonista clásico del noire, por más que se esfuerce un Coronado que arroja uno de los mejores papeles de su carrera.

Un interesantísimo intento, pero me faltan piezas en el rompe-cabezas...