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Alcarràs

Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
Críticas 133
Críticas ordenadas por utilidad
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30 de abril de 2022
14 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No resultaría paradójico que una herramienta de sostenibilidad ecológica -la instalación de unas placas solares- se erija en otro motivo de desplazamiento, y por tanto para la disuasión de practicarla, de la profesión más vieja de la humanidad -profesión legal, digo- y su desaparición? A lo que, claro está, contriburían en mayor medida el desequilibrio dentro de la regulación de precios y no digamos las irregularidades laborales del sector.
La directora Carla Simón ('Verano 1993') habla con conocimiento de causa -proviene de una familia de propietarios agrícolas y conoce el percal de primera mano- y, al igual que en su debut semibiográfico, toma la senda de la autoconsciencia y la exploración de los recuerdos familiares, la reivindicación de las raíces para valerse, otra vez, de una mirada limpia y naturalista, falta de manierismos -a no ser que eso sea ya precisamente una de sus señas reconocibles- y acercándose no tanto al melodrama familiar escenificado -si bien no interpretado, por contar con actores no profesionales- como a representar la "escenificación" de la realidad rural desintegrándose en el olvido. Tan seguro estoy de que la autenticidad es el punto fuerte de Carla Simón que tal vez por eso aborrecí con tanto ahínco su 'Vania' -su aportación al ciclo de Escenario 0- contaminada de algún actor/triz con tanto oficio como propensos a pasarse de intensitos y cargantes en sus peores interpretaciones.
'Alcarràs' (2022, Carla Simón) es una prueba visual de la extinción de un medio de vida y de la consolidación de una cineasta.
Me quedo con lo segundo.
10
5 de mayo de 2022
6 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he visto una de esas películas que te llena de buenas y emotivas sensaciones. Es una película que a veces parece un documental y otras vuelve a ser una película realista. En ocasiones te encoje el corazón y te hace volver hacia tu infancia, aunque la que tu hayas vivido no sea la de la película ni se le parezca lo más mínimo. Pero el viaje es inmediato. Es porque habla de Itaca, de la infancia común, la de los juegos, las fiestas del pueblo dónde veraneabas, los problemas de los adultos vistos desde los ojos de los niños, la inocencia, la valentía de subir a los árboles sin pensar que puedes caerte, de correr en el campo, de embarrarte los pies cuando llueve, de saltar y reír, y mientras quizás en casa un tornado está pasando, pero dentro del mundo de la infancia, no se oyen las sirenas.

Es una película en la que también se habla del mundo rural hoy en día, de lo difícil que es ser agricultor y vivir del campo, de la injusticia de los precios. Del apretar los dientes y vivir con muchas horas y esfuerzo físico a la espalda y de dejarse ir una vez al año en las fiestas populares de los pueblos (benditas fiestas!) o en una comida familiar de reencuentro. Como las vacaciones representan momentos de unión familiar a pesar de que, para muchas de estas familias también son el momento más alto de trabajo; hay que recolectar los campos, rezar para que las tormentas de verano no destrocen las cosechas y finalmente conseguir buenos precios para sobrevivir un año más.

Es una película que habla del cambio generacional, de cómo los hechos antes valían por las palabras de las personas que las habían dicho y como hoy, es necesario que las cosas estén por escrito y ratificadas ante notario. De la indefensión de no tener quién te proteja con la ley en el caso de que aún creas en el poder de la palabra y no puedas demostrar como los hombres antes se entendían al estrechar sus manos ante un acuerdo.

También nos habla de la sociedad patriarcal, de padres que tan sólo viven entre problemas y por tanto se pasan las horas protestando y maldiciendo, que exigen de sus hijos una entrega ilimitada pero nunca dan las gracias, nunca muestran orgullo, nunca preguntan si no que se presuponen y viven en el mundo de los supuestos-no-dichos. De mujeres abnegadas que no sometidas, pero que saben que no pueden luchar contra su destino. Que tienen que bregar entre un marido que está todo el día quejándose, pidiendo por sus camisas limpias y trabajando de sol a sol… y unos hijos que se abren camino en otro siglo al suyo. Mujeres que mantienen la unión familiar y consiguen un equilibrio del universo indescreptible.

Es la segunda película de Carla Simón y en ambas ha brillado la intensidad de su narrativa, la poesía ruda y delicada de sus imágenes, su excelente trabajo actoral (en este caso, de gente anónima en su mayor parte) y la fuerza de historias reales poéticamente expresadas. Su primera película Estiu 1983, es una maravilla, un precioso canto a la adaptación y a la resilencia. En este caso, también la adaptación tiene un papel importante. Sólo puedo terminar esperando la tercera obra de Carla… los nombres de la cinematografía española del XIX tiene ya, paridad…. Y muchos nombres de mujer. Disfrutemos pues! Haber impresionado al jurado de Berlín, con una historia tan local, y al mismo tiempo tan de todas partes es un mérito que sólo muestra el largo recorrido que esta película puede tener y debe.
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spoiler:
Escenas bellas, como la luna llena en la noche, o la terrible escena final a través del porche de la casa…. Me pareció un momento Amazonas, sin poder decir nada más para no spoilear
9
27 de mayo de 2022
5 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emociona por su verdad. Me cuesta poner palabras al trabajo de esta directora. Es sutil y delicada con sus historias. Emociona con sus tramas familiares y cotidianas. Su sutileza mostrando las vivencias desde la mirada de los niños es impresionante. Se nota que tiene su niña muy presente.
7
8 de agosto de 2022
3 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alcarràs es un discurso visual sobre la familia, la vida rural, la rutina y el cambio. Un retrato a la vida desde los ojos de una familia de la cual nos podemos sentir fácilmente identificados.

Todos sus detalles hablan de nosotros, de ahí el realismo y el naturalismo por los que se caracteriza la obra, pero también la delicadeza con la que Simón logra captar momentos a través de imágenes que hablan por sí solas. Esos primeros planos de miradas perdidas que lo dicen todo. Ese silencio del abuelo y sus miradas serias y tristes a sus nietos reflejan tan bien su desconcierto... Esa representación simple pero a la vez bella de los momentos de felicidad y tristeza, como la vida misma, acompañado de una fotografía exquisita y de una nana reveladora. Carla Simón deja la cámara grabando y nos vemos a nosotros mismos. Vemos al abuelo y vemos al nuestro, vemos al padre y también vemos al nuestro, vemos los problemas familiares y recordamos los que nosotros vivimos, así como recordamos nuestra infancia cuando vemos la soledad de la niña pequeña que no puede jugar con sus primos...

Es una película donde el homenaje se cruza con la denuncia, donde la escena final convierte de repente la película en un discurso con el uso de imágenes simples, algo difícil de conseguir. Quizás me ha faltado más música, ya que soy bastante partidaria de que las escenas se completen con melodías que te permitan identificar y recordar fácilmente una escena, pero esta se puede salvar con la presencia de la nana.

En definitiva, se necesitan más películas como Alcarràs y más directoras como Carla Simón que proyecten realidades, anécdotas, experiencias y verdades. Merecidísimo Oso de Oro a una película realmente pura que ha logrado plasmar nuestra esencia y la de nuestros antepasados. Y qué suerte tenemos nosotros, los españoles, de que nuestro cine cuente ahora con una generación prometedora de cineastas como Carla Simón, Pilar Palomero, Celia Rico, Clara Roquet y Lucía Alemany, entre otras, que lleven de nuevo el cine español a lo más alto.
10
3 de mayo de 2022
20 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alcarràs es una película que no todo el mundo va a entender y no por el idioma. Y lo siento mucho.

Carla Simón ha hecho un homenaje mayestático a todas las familias de pagesos lleidatans que sufren y aman la tierra con desmedida. Agricultores que se conocen cada centímetro de su terreno como la palma de su mano. Personas tan vulnerables a las inclemencias meteorológicas como a un sistema enfermo de poder y de avaricia que come aguacates venidos de Perú para desayunar. Gente que se desloma día tras día bajo un sol despiadado podando, sulfatando, plantando, sembrando, regando o recogiendo. Carácteres forjados con rudeza, calor y resignación. Historias y vínculos familiares más sagrados que la propia religión. Felicidad pura, simple y sencilla. Desgracia injusta, impotente y destructora.

Alcarràs es la realidad, la familia, una forma de vida, y algo por lo que de verdad merece luchar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El único móvil que se ve en toda la película es el de la madre, que lo coge como si fuese el último recurso, preocupada porque el mayor no ha vuelto a dormir a casa.
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