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Alcarràs

Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
Críticas 133
Críticas ordenadas por utilidad
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7
3 de mayo de 2022
5 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sra. Simón hizo una aburrida película "con niños" hace algunos años. ¿Para qué? Ahora lo comprendemos: era un borrador. Así que la perdonamos por aquella y la felicitamos por esta.

De nuevo un verano pueblerino y catalán, y de nuevo una colección de niños que juegan. Pero ahora hay más, mucho más.

Sin caer en exageraciones -a las que tan dada es la crítica española- debo confesar que en esta película coral los personajes enganchan, la leve trama está perfectamente planteada y desarrollada, y los melocotones están para comérselos.

Amigo filmaffinitista, ve a verla.
7
4 de mayo de 2022
5 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La llegada del verano. Los niños juegan en el coche abandonado en la orilla del pantano, mientras los mayores preparan la cosecha de melocotones anual. Niños ajenos a problemas de mayores; Iris, Pau y Pere, juguetean con viajes imaginarios. Mariona y Roger dividen su tiempo entre una infancia que se acaba y una adolescencia que busca su hueco en el incierto futuro. Cosas de adolescentes que parten su tiempo entre las inevitables inquietudes y los campos de Alcarràs.

Quimet y Dolors, padres de cinco hijos, conversan acaloradamente con el abuelo. Un abuelo que no entiende bien esta época de papeles y burocracia. Legajos traspapelados o inexistentes que solo conocieron la palabra de honor. Rencillas familiares que someten a sus propietarios en medio de duras jornadas, trueques a la sombra de la higuera que calmaba el hambre en tiempos de guerra. Vastos campos de melocotoneros generosos que esperan la llegada de los temporeros para la recogida de la jugosa fruta.

Una excavadora que se lleva el coche de los sueños. Una pala que arranca a los niños de la tierra. Camiones, muy chulos a ojos de los pequeños, que transportan cultivos de nueva generación tan de boga aunque, no por ello de menor utilidad en estos días. Invasiones con árboles no compatibles acompañadas por parrilladas de longanizas al ocaso. Canciones de otros tiempos que brotan de las gargantas más curtidas y se transmiten de generación en generación. Plagas que se combaten cuando llegan otras, sin importar el mañana y el qué sucederá. Los niños que siguen con juegos infantiles dentro de trincheras, al compás de un sollozo amargo en tierra firme y fértil. Lagrimas saladas que no sirven para regar.

A Carla Simón le atraen los veranos. Ya sean de 1993 ó 2022. El periodo estival se manifiesta con llegadas y salidas. La cámara se cuela entre los actores sin que apenas ellos se enteren. No son demasiadas las palabras que esbozan los labios que las pronuncian, no son necesarias para entender su forma de actuar y el porvenir. Luz de color árida que amenaza con caducar un modo de vida. El abuelo sentado en el borde de la cama con la mirada fijada en un punto indeterminado, cuando un rayo de luz acuchilla el encuadre de una estancia silenciosa. Tímida partitura que se escabulle cual conejo entre melocotonero.

Vidas que no conocen otros modos de vivir, vidas a punto de terminar, vidas que se siegan; existencia insólita de seres mutilados. Carla Simón nos lo muestra. Como si el siguiente verano fuese a ser igual. Agricultores sin esperanza luchando igualmente por una vida justa.

El verano se termina. Los últimos melocotones almibarados se envasan a mano, artesanalmente, en extinción. La cámara asciende y flota. Nos muestra la casa amada. Comienza la nueva estación. El año que viene será distinto. Carla Simón nos golpea, no deja claro donde termina la ficción y empieza el documental; ni falta que hace. El espectador es mucho más inteligente.



Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2022/05/04/tierra-firme-casa-amada-alcarras-2022-carla-simon/
6
10 de mayo de 2022
4 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película pausada, serena, de una belleza original, rodada como si se tratase de un pseudodocumental, planificada como si la cámara viviera el día da día de los personajes, en torno a una familia de la payesía catalana de un pueblo de Lleida, recolectora de "príssecs", a la que el maldito progreso y la civilización ponen fin a su vida y, de paso, truncan su futuro, al haberse vendido sus tierras para fines más lucrativos (el incipiente negocio de las placas solares). La película de Carla Simón narra los últimos días antes de la llegada de las máquinas que han de transformar sus tierras para siempre. Es como si resumiese la llegada de la civilización al mundo rural. El final de una era.

Que la película sea sincera, original, detallista y bella en su concepción, y que haya obtenido el primer premio en el festival de Berlín, podría significar que estamos ante la que sin duda sería una buena película. Sin embargo, ha fracasado en otros festivales de cine y premios de la academia. Por tanto, parece que estamos ante una película controvertida. Es más, me atrevería a decir que estamos ante un film que lo amas o lo detestas. Difícilmente tiene término medio. Seguidamente os cuento el porqué.

Es cierto que Carla Simón evidencia muchas virtudes: filma con extrema precisión y pasión por los detalles, derrocha paciencia (demasiada, para mi gusto) para cosechar verosimilitud y regala sensibilidad para testimoniar la injusticia de un sistema que sólo busca rentabilidad económica (el mensaje de la película es claro: cada vez queda menos de lo que en otra época fue el mundo rural y sus labores, y la llegada de la civilización es inexorable). Todo ello está explicado muy bien.

Pero por otro lado, a mí, particularmente, no me gustó demasiado "Alcarràs", por los siguientes motivos:
- No sé todavía si he visto una película o un documental. Se queda a medias entre ambas cosas y, al final, no consigue ni lo uno ni lo otro. Esta indefinición no me convenció. Como diríamos en catalán (idioma en el que originariamente está rodado el film), "no és ni carn ni peix" (no es ni carne ni pescado).
- El argumento en sí dura 15 minutos. Más allá del primer cuarto de hora, es la nada más absoluta, envuelta en sempiternos bostezos de aburrimiento del que no la salva ni las esforzadas interpretaciones de unos actores que no son profesionales (en este sentido, me recuerda a los films de Albert Serra). Y si no son profesionales, ¿por qué deben competir en premios con actores profesionales?
- El guion es simple, sin grandes discursos ni frases, y a veces parece que la directora deje demasiado espacio a la improvisación. Los buenos diálogos brillan por su ausencia. Este es su punto débil, sin duda.
- El costumbrismo casi neorrealista que destila la cinta, descrito en paseos y duras jornadas de trabajo entre melocotoneros, inocentes juegos infantiles que nada aportan a la trama, comidas familiares y fiestas de pueblo, no consigue que me emocione ni que me llegue lo suficiente para que sea una película de las que, cuando uno sale del cine, tenga ganas de volver a ver. Si quiero neorrealismo, veré cien italiano.
- Los actores no son profesionales, y esto se nota, ya que ni se les entiende mucho cuando hablan, ni declaman correctamente, ni llevan el peso de la trama. Esto, al final es un lastre. Si el propósito es darle más realismo al asunto (es cierto que un actor nunca podrá conducir un tractor como un auténtico payés), hay que plantearse el fin de la carrera de actor y el cierre de las escuelas de interpretación, puesto que, si seguimos dicha teoría, cualquier abogado podría interpretar mejor que un actor una película de juicios, cualquier médico podría dar más realismo a un film rodado en un hospital que un actor, etc, etc.
- El personaje que interpreta Jordi Pujol Dolcet (que es el actor principal) se pasa el film murmurando y soltando un sinfín de tacos. Reparte más "hostias" que un cura. No creo que la sociedad catalana en general y el microcosmos que representa la payesía en particular, hablen necesariamente así. Por otra parte, es un personaje que está demasiado esteriotipado y es muy lineal en su interpretación.
- No tiene apenas banda sonora, lo que penaliza el film en su lentitud.
- Esencialmente no pasa nada, y esto, como digo, para mí es un error. Una película, en mi opinión, por encima de todo, tiene que entretener, mantener en vilo al espectador. Aquí hay pocas concesiones al entretenimiento. Por esto digo que parece más un documental que una película.
- Me recuerda demasiado a películas rodadas por Víctor Erice, Carlos Saura o Albert Serra, muy valoradas por la crítica (definidas incluso como de realismo poético), pero que hay que visionarlas con mucha paciencia, relajación, entusiasmo, y en días en que uno esté dispuesto quizás, a perder dos horas de su vida.

Dicho esto, en su lado positivo, sin duda, destacaría el haber internacionalizado el cine rodado aquí, cosa que, por sí misma, ya me merece el más alto de los respetos, y por esto le pongo un 6.

"Alcarràs" la amarás o la aborrecerás, difícilmente encuentres un punto medio.
7
6 de mayo de 2022
3 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carla Simón es una mujer extraordinaria y valiente, una amante del cine de “les coses menudes” que solo se entrevé desde su visión femenina del mundo.
He asistido con expectación y cierta prevención a ver “Alcarràs” y al debate posterior con ella en el cine Verdi de Barcelona...
Es una película oportuna, que no oportunista, pero siento disentir de la práctica unanimidad de la crítica, especializada o no.

Me conmovió “Estiu 1993” y no lo ha hecho Alcarràs. Y me conmovió “Estiu” aparte de la emoción que sentí al ver su dedicatoria inicial... a su madre Neus Pipó, alegre y divertida y con la que compartí algún espacio municipal y muchos almuerzos con el grupo de izquierdosos de l’Eixample… años 90 y tantos… hasta su temprana e injusta muerte

A mi entender su hasta ahora gran obra es aún “Estiu 1993”

Su incursión en el cine mayor empieza ahora, el cine no solo del recuerdo sino de la idea, la intención, la tesis y los resultados

Pese a lo actual del conflicto placas solares-tierra (de ahí la oportunidad del film o el “visca la terra” final) el conflicto suena a superficial y blando... Parece solo un macguffin que se le ha ido más lejos de la cuenta
Habría ya suficiente conflicto en el recuerdo, histórico o no (podría solo apuntarse como se hace al principio) entre un acuerdo de amigos que se deben algo tras la guerra y los intereses de hijos y nietos de los terratenientes para quedarse lo que siempre creyeron que era suyo... y echar a los no deseados de sus casas. Había ya suficiente conflicto en el empobrecimiento de "la pagesia" por las corporaciones de la alimentación y la distribución
Placa solar aquí y placa allá, la anécdota se hace – es una lástima - categoría. Y la fuerza del conflicto social se diluye: casi todo se queda en conflicto de familia y entre familias

Y por tanto, muchos sentimos poca empatía sobre los que nos narra Carla Simón; falta emoción, no hay climax… y acaba una buena película con excesiva languidez

El trabajo previo de casting y pueblo/actores, el método de trabajo con ellos que Carla explica con emoción, su extraordinaria labor de dirección de actores, sobre todo los niños (ya destacaba ahí en “Estiu 1993”), la situación inverosímil de la cámara, “que está pero no está porque nunca molesta” porque nada sobra y falta en cada plano... todo eso y mucho más es lo mejor de la gran película que es Alcarràs por encima de mis “pero” personales

Dos preguntas y una consideración final
¿Qué pasa con el sonido de las películas españolas en general muy deficiente? ¿Cómo es posible que sea un defecto endémico?
¿Qué enfermedad cultural hay en España para entender que una película, y sobre todo una de temática social e internacional, premio máximo en catalán y en Berlín, es respetuoso, mejor y más formativo verla en España sólo en V.O. subtitulada? ¿Cuánta soberbia e incultura se esconde tras ese déficit cultural histórico nunca asumido?

Y una consideración: en todas las fiestas de los pueblos de todo el mundo, sea en Katmandú, en Catalunya o en Extremadura o en mi media Asturies hay banderas en todas partes, calles, balcones, etc. En Andalucía me consta que blanquiverdes y españolas, aquí en mi tierra en general sólo ”senyeres” o “estelades”… que le vamos a hacer... En la fiesta del vino y la barretina sólo se entrevén un par muy tenues, lejanas, como si fuese solo una trasparencia, en una plaza apartada del concurso. Banderas miedosas, reprimidas… Censura de las productores? Y también autocensura?
Difícil el ejercicio de universalidad sino se parte de lo concreto; difícil ser internacionalista si se niega la tierra de cada uno

Felicidades, Clara. Y suerte, harás grandes cosas. Amas el cine y se nota

Romà
7
5 de septiembre de 2022
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que habla del amor a la tierra y de como la pequeña producción agraria no puede generar los beneficios que generan otras actividades como huertos solares, urbanización, etc. Sin plantearlo abiertamente es una película revolucionaria, donde los propietarios deciden el destino de una tierra que ni han pisado ni han trabajado y de como los que sí lo han hecho se culpan de la situación actual sin casi cuestionar la injusticia de la legislación. La vida cotidiana, la búsqueda del sustento desbordan nuestra percepción de la injusticia.
La escena final es una obra maestra del cine que encierra en unos segundos todo lo que estamos haciendo con nuestro planeta.
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