En Los Fabelman Spielberg nos cuenta la historia de su familia en un tono elegante, tierno, cercano y sincero. En la película podemos ver cómo surgió su pasión por el cine y los proyectos que realizó desde pequeño, pero también nos permite entrar en su memoria, descubriéndonos quién fue y cómo llegó a ser lo que es. Se trata un viaje por la mente y las emociones del famoso director a lo largo de su infancia y adolescencia en el que los hechos poco importan, pues no es un relato exacto de su vida, ya que la gran revelación es la puerta que nos abre a su mente y a sus recuerdos. Es una historia de traumas, amor, sueños, felicidad, esfuerzo, desilusión... y por ello precisamente es maravillosa, porque es verdaderamente difícil contar la historia de una familia normal de clase media y contarla de una forma tan cercana, auténtica y conmovedora, que brinde al espectador la sensación de conocer a todos sus miembros y de encariñarse con ellos.

Es una película entretenida, tierna, devastadora, esperanzadora, real y sumamente divertida en algunas partes.

Gracias a este gran director por habernos dejado conocer a Sammy y contarnos la historia de cómo se convirtió en Sam.

“Incluso la peor película de Spielberg es buena” decía un nuevo compañero de trabajo con quien comparto cafés cinéfilos por la mañana. A un genio siempre se le pide más, por eso cada nueva obra se investiga con detalle bajo la lupa de la perfección. “Le falta algo”, “no ha sido suficiente”, “la banda sonora no acompaña” … y, sin embargo, se disfruta.

Los Fabelman es un capricho, uno más, de Steven. Si has disfrutado con sus películas desde niño, es imposible que no te enamores desde el principio de una cinta que engancha por la nostalgia, pasión y dulzura que genera en cada frame. Súmale un guiño tras otro, que pondrán a prueba tu amor por el cine, y te salen dos horas y media que se pasan volando, a ritmo de tren, con atardecer incluido.

Tan impecable como cabía esperar e intensa cuando toca. Aunque por su sobria ejecución y sutileza serán muchos los que la cataloguen como telefilm de sobremesa. Desde el principio, en una declaración de intenciones, se ahorran créditos y sobre fondo negro muestra el título. Tan sencillo, como quien se topa con una copia de trabajo.

Conociendo el pasado del director, uno sabría lo que va a ver. Pero el punto de vista pareciera el de un hijo que en su edad adulta comprende las acciones de sus padres, empleando un relato para hacer las paces con ellos. El trasfondo humano es muy hermoso y explica con gran precisión lo que puede suponer el cine tanto para el que lo crea como para el que lo disfruta, comparando su naturaleza artística y científica con la de sus respectivos padres (brillantemente interpretados por Paul Dano y Michelle Williams, aunque ésta última parezca por momentos haberse quedado con tics de su previa Gwen Verdon).

Ahora bien, choca la falta de interés que muestra por sus hermanas. Se contradice con el título y las intenciones del film que le dediques hora y media a una familia sin molestarte en retratar a tres de sus miembros. Además, el aspecto visual me chirría en ocasiones tratándose de un drama familiar por su habitual aporte digital (vaya si cantan el CGI o los cromas cuando se suben a un coche o sale un atardecer, por muy idealizado que sea el tono).

Lo mejor de todo, más allá de su impecable producción y magistral manejo narrativo, me han parecido las secuencias con secundarios de peso, como la protagonizada por su tío Boris (interpretado por Judd Hirsch) y el inolvidable remate final, con una leyenda esperada por quienes conozcan el reparto.

Otra exquisita obra maestra de Steven Spielberg, quien con una narración casi inmejorable nos transporta a sú pasado en este filme lleno de anécdotas que le ponen la frutilla al postre.
Una película que sabe bien donde tiene el horizonte, como no podía ser de otra manera las actuaciones van de la mano con la obra.
Paul Dano, Michelle Williams y Gabriel LaBelle llevan y llenan a la perfección las líneas de este magistral biopic.-

“The Fabelmans” es un film semiautobiográfico de la infancia y juventud del propio Steven Spielberg. Una muy linda feel-good movie que va a ser especialmente memorable para los que, como yo, amamos el arte como medio para contar historias.

Si bien nos habla sobre la pasión de crear películas, no se limita sólo a esto. Cualquiera que haya sentido una pasión incontenible por algo, seguramente se va a sentir identificado. Sobre todo, si se alcanza el punto de obsesionarse con dicha pasión.

Que Spielberg es uno de los mejores y más talentosos directores de cine del mundo nadie lo pone en duda a esta altura. El tipo ya no necesita demostrar nada. Inclusos sus producciones menos interesantes (piensen “Munich”, “West Side Story”, “War of the Worlds” o la última de Indiana Jones) tienen elementos que las redimen.

Durante décadas, Spielberg se ha distinguido como un maestro artesano de casi todo tipo de películas, dejando una marca indeleble en cada género. Y, sin embargo, es raro que una de sus películas se sienta realmente personal. Hasta ahora…

Con “The Fabelmans”, el director pone su adolescencia en el centro de atención. El drama se siente como una conversación que Spielberg está teniendo directamente con su audiencia, guiñándoles un ojo, iluminándolos y jugando con ellos hasta el punto de volverse metatextual en varios momentos.

Ésta es, finalmente, su obra de “gente común” que se compone enteramente de dinámicas familiares. El relato tiene muchos aspectos hermosos en términos de arte y amor. Por momentos te hace reír a carcajadas y, ocasionalmente, llorar de alegría.

La propuesta argumental es elevada por un costado técnico muy prolijo (no esperábamos nada menos) y un elenco que está CASI impecable. Paul Dano comenzó el año como un sádico asesino serial en “The Batman” y acá es un padre adorable que se roba cada escena. Michelle Williams sigue creciendo como actriz y Gabriel LaBelle demuestra un enorme rango de emociones.

De quien seguramente se hable en la temporada de premios sea del actor Judd Hirsch, quien tiene unas muy poquitas escenas que están buenísimas. Sobre el final –un desenlace magistral y muy poderoso, por cierto– hay un cameo fantástico que va a hacer sonreír a más de uno.

Si puedo mencionar algunas cosas que no me funcionaron, en principio me parece que Seth Rogen no tenía nada que hacer ahí. Compone una trama secundaria que es interesante, pero el actor desentona con el resto. Tampoco me convenció mucho la relación que el protagonista tiene con una compañera de secundaria. Es medio forzado y tirado de los pelos.

Más allá de estos detalles tontos, “The Fabelmans” es una gran experiencia cinematográfica que da placer ver. Con una duración de 150 minutos, debería sentirse pesada, pero nunca lo es gracias a actuaciones excelentes y un ritmo súper llevadero.

==> “The Fabelmans” es encantadora de principio a fin. Bellamente filmada y compuesta (y perfectamente interpretada) logra hacer mucho con muy poco. Una película para cinéfilos de uno de los mayores cinéfilos de todos los tiempos. De lo mejor de 2022. <==