El audaz
8.2
32,048
Drama
Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
27 de noviembre de 2024
27 de noviembre de 2024
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Las pasiones humanas fueron el arma liberal que sirvió a las élites ilustradas para tomar el poder. El deseo del Hombre de querer dominar al prójimo. Ahí estaba las restricciones de Isidoro de Sevilla, ¨Rex eris si recte facies, si non facias non eris¨ (serás rey si obras rectamente; si no, no lo serás); incluso, las muy beligerantes advertencias de la Escuela de Salamanca a la Monarquía, ect. No se equivoca quien habla de que este poder actual, omnímodo, liberal, es la consecuencia natural de las Monarquías absolutas ya ilustradas, con sus raíces hobbesianas, y poco tiene que ver con las monarquías católicas que estaban más ataditas en corto. La Libertad, realmente se convertía en la manga ancha del poderoso para abusar del débil sin restricciones morales.
Fueron las ideologías los sustitutos de la religión católica, todo lo Justo, se dividía en un enorme panteón para obligar al personal a coger un pack ideológico, sin poder adherirse a lo Natural, de sentido común. Pero el pueblo terminó aceptando. Los packs ideológicos, cuando hay pan, son lo fundamental; pero cuando no puedes comprar voluntades, la gente se enfada, como es natural. La concupiscencia permitida por estas ideologías, que en un principio te anima a dar rienda suelta a tus deseos, cuando se acaba el dinero, deviene a necesidad fundamental. Y ahí se cambia de valores muy rápidamente.
Cuando las élites se vieron toreras, fueron a por la globalización liberal (el dominio de todos los pueblos del mundo), y les devolvieron un tortazo China y Rusia, parece que los discursos de los ideales democráticos, progresistas y liberales, ya no son tan queridos, ni tan sagrados para el pueblo. Ya no sirven como ¨Casus belli¨, por poner un ejemplo.
¿Qué es entonces lo sagrado?
Esta película es maravillosa porque lo explica. El poder, el dinero, el prestigio, la vanidad...Esta historia es la mayor muestra del Hombre engullido en todas sus anhelos más contingentes. Y la salvación viene por su Dignidad.
Historia escrita desde el punto de vista comunista. Una de esas ideologías potaje donde todo está confundido:
Sientes misericordia por el desafortunado, pero el comunismo, esa ideología para romper la completo de la religión, es progresista. Crees en un avance hacia un paraíso en la Tierra, donde se tendría que extirpar la concupiscencia del espíritu de los hombres, que es precisamente extirpar lo humano, su lucha constante, y su confirmación de él mismo mediante el libre albedrío. El bien, está en ti, pero no eres su dueño; lo tergiversas y desvirtúas al contextualizarlo y darle un motivo que no conoces. Así, en las explicaciones teleológicas, las ideologías devienen a churros sin pies ni cabeza, que además, son peligrosas y van en contra del mismo Hombre.
Quédate pues en lo que está ahí, y no sabes explicar. Quédate con la Gracia, que algunos se equivocan al darle un amo equivocado...En esta muestra de Arte que se hizo en el formato de Cine, allí, en el lejano en el siglo XX.
Fueron las ideologías los sustitutos de la religión católica, todo lo Justo, se dividía en un enorme panteón para obligar al personal a coger un pack ideológico, sin poder adherirse a lo Natural, de sentido común. Pero el pueblo terminó aceptando. Los packs ideológicos, cuando hay pan, son lo fundamental; pero cuando no puedes comprar voluntades, la gente se enfada, como es natural. La concupiscencia permitida por estas ideologías, que en un principio te anima a dar rienda suelta a tus deseos, cuando se acaba el dinero, deviene a necesidad fundamental. Y ahí se cambia de valores muy rápidamente.
Cuando las élites se vieron toreras, fueron a por la globalización liberal (el dominio de todos los pueblos del mundo), y les devolvieron un tortazo China y Rusia, parece que los discursos de los ideales democráticos, progresistas y liberales, ya no son tan queridos, ni tan sagrados para el pueblo. Ya no sirven como ¨Casus belli¨, por poner un ejemplo.
¿Qué es entonces lo sagrado?
Esta película es maravillosa porque lo explica. El poder, el dinero, el prestigio, la vanidad...Esta historia es la mayor muestra del Hombre engullido en todas sus anhelos más contingentes. Y la salvación viene por su Dignidad.
Historia escrita desde el punto de vista comunista. Una de esas ideologías potaje donde todo está confundido:
Sientes misericordia por el desafortunado, pero el comunismo, esa ideología para romper la completo de la religión, es progresista. Crees en un avance hacia un paraíso en la Tierra, donde se tendría que extirpar la concupiscencia del espíritu de los hombres, que es precisamente extirpar lo humano, su lucha constante, y su confirmación de él mismo mediante el libre albedrío. El bien, está en ti, pero no eres su dueño; lo tergiversas y desvirtúas al contextualizarlo y darle un motivo que no conoces. Así, en las explicaciones teleológicas, las ideologías devienen a churros sin pies ni cabeza, que además, son peligrosas y van en contra del mismo Hombre.
Quédate pues en lo que está ahí, y no sabes explicar. Quédate con la Gracia, que algunos se equivocan al darle un amo equivocado...En esta muestra de Arte que se hizo en el formato de Cine, allí, en el lejano en el siglo XX.
10 de febrero de 2025
10 de febrero de 2025
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Es lo que dice el refrán español sobre el burro de noria y el jugador de billar, mucho trasponer y poco andar.
Eddie (Newman), sin embargo, es danzarín, va de la ceca a la meca desplumando a incautos billaristas de pueblo.
Más estafador que buscavidas, jugando un poco con los títulos de la cinta en su origen como en su versión hispana.
Con el taco en la mano Eddie pone y traspone el dinero sobre el verde tapete reclinado en toda suerte de tugurios, "Parece una funeraria, o un depósito de cadáveres con sus mesas".
Apuestas, dinero, humo, whisky e infinitas carambolas. Cloc, cloc ... y cloc.
Gran guion que bucea en el mundo del billar y de los profesionales, con sus subidas y sus bajadas. Partidas a un dólar como a diez mil. "La bolsa del jugador no tiene atador".
Lo mismo que la realización que perfila personajes legendarios, indomables, buscavidas, estafadores a la espera de dar el golpe, trotamundos, aunque solo sea dando vueltas y vueltas a esa noria que es la mesa de billar. Tan pronto arriba como abajo. Personajes también imperturbables, acicalados, siempre frescos como el maravilloso Gordo (Gleason), el vividor Bert (Scott) o la enigmática Sara (Packard).
Bellísima fotografía que refleja muy bien la densidad de la atmósfera de los billares. Con ese juego de planos profundos. Delante Gordo, ella al fondo y en medio Eddie ocupado en sus carambolas.
El ritmo decae en algunos momentos. Es tal vez demasiado larga. Tampoco termina de perfilarse bien la figura femenina.
No es una cinta de perdedores sino de jugadores que quieren triunfar, pero ya se sabe que el que algo quiere algo le cuesta. Nunca se gana siempre y, muchas veces, no merece la pena lo que se queda por el camino.
Notable película que recomendamos.
Eddie (Newman), sin embargo, es danzarín, va de la ceca a la meca desplumando a incautos billaristas de pueblo.
Más estafador que buscavidas, jugando un poco con los títulos de la cinta en su origen como en su versión hispana.
Con el taco en la mano Eddie pone y traspone el dinero sobre el verde tapete reclinado en toda suerte de tugurios, "Parece una funeraria, o un depósito de cadáveres con sus mesas".
Apuestas, dinero, humo, whisky e infinitas carambolas. Cloc, cloc ... y cloc.
Gran guion que bucea en el mundo del billar y de los profesionales, con sus subidas y sus bajadas. Partidas a un dólar como a diez mil. "La bolsa del jugador no tiene atador".
Lo mismo que la realización que perfila personajes legendarios, indomables, buscavidas, estafadores a la espera de dar el golpe, trotamundos, aunque solo sea dando vueltas y vueltas a esa noria que es la mesa de billar. Tan pronto arriba como abajo. Personajes también imperturbables, acicalados, siempre frescos como el maravilloso Gordo (Gleason), el vividor Bert (Scott) o la enigmática Sara (Packard).
Bellísima fotografía que refleja muy bien la densidad de la atmósfera de los billares. Con ese juego de planos profundos. Delante Gordo, ella al fondo y en medio Eddie ocupado en sus carambolas.
El ritmo decae en algunos momentos. Es tal vez demasiado larga. Tampoco termina de perfilarse bien la figura femenina.
No es una cinta de perdedores sino de jugadores que quieren triunfar, pero ya se sabe que el que algo quiere algo le cuesta. Nunca se gana siempre y, muchas veces, no merece la pena lo que se queda por el camino.
Notable película que recomendamos.
27 de octubre de 2006
27 de octubre de 2006
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Newman es Eddie Felson, un peculiar jugador de billar, que malvive con lo pocos dólares que tima a otros jugadores.
Eddie posee un talento especial para el billar, pero su orgullo y aficción a la bebida y al riesgo lo anulan por completo.
La película es el perfecto retrato de un perdedor, que pese a demostrar sobradamente su su valía, acaba siempre sumido en la deseperanza.
Newman carga el peso del film a sus espaldas con una interpretación impecable, auque también son destacables las actuaciones de George C. Scott (el manager sin escrúpulos) y Piper Laurie (la sufrida novia).
Años después Scorsese rendirá homenaje a esta gran película devolviéndonos de nuevo a a Eddie (de nuevo Newman) esta vez con un jóven discípulo (Cruise) con el que inténta revivir tiempos pasados en "El color del dinero".
Eddie posee un talento especial para el billar, pero su orgullo y aficción a la bebida y al riesgo lo anulan por completo.
La película es el perfecto retrato de un perdedor, que pese a demostrar sobradamente su su valía, acaba siempre sumido en la deseperanza.
Newman carga el peso del film a sus espaldas con una interpretación impecable, auque también son destacables las actuaciones de George C. Scott (el manager sin escrúpulos) y Piper Laurie (la sufrida novia).
Años después Scorsese rendirá homenaje a esta gran película devolviéndonos de nuevo a a Eddie (de nuevo Newman) esta vez con un jóven discípulo (Cruise) con el que inténta revivir tiempos pasados en "El color del dinero".
10 de marzo de 2013
10 de marzo de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un muy buen actor este Paul Newman, pero siempre se repite. Lo ví en Cool hand Luke y su personaje es el mismo que en este caso y casi que se parece también en El Golpe.
No así cuando lo ví de delincuente mexicano, en Cuatro Confesiones, donde su personaje era realmente distinto.
Me recuerda los papeles de Kevin Costner, que hace de...Kevin Costner, aunque esté danzando con lobos o en Sin Salida.
Igual su interpretación suma en el filme, del mismo modo que Scott y la chica.
No así cuando lo ví de delincuente mexicano, en Cuatro Confesiones, donde su personaje era realmente distinto.
Me recuerda los papeles de Kevin Costner, que hace de...Kevin Costner, aunque esté danzando con lobos o en Sin Salida.
Igual su interpretación suma en el filme, del mismo modo que Scott y la chica.
21 de marzo de 2011
21 de marzo de 2011
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Hustler o, como se la tradujo en su momento, El Buscavidas, es el imprescindible clásico de los sesenta que reproduce con maestría el ambiente de esos billares que entremezclan decadencia y elegancia. A ellos llega Eddie Felson (Paul Newman) buscando fortuna. Habrá de conseguirla, piensa él, si vence al legendario Gordo de Minnesota (Jackie Gleason), un hombre que no solo domina el billar sino que parece estar hecho para él. Conoce sus artimañas y sus recovecos y sabe que para ganar, además de todos ellos , se requiere actitud y temple de ganador. Para ganar al talento para tacar, fácil de encontrar y fácil también de aprender, hay que sumarle el mucho más escaso e innato carácter del ganador. Se puede dominar un juego, un oficio o un arte pero si no se tiene el carácter que todos ellos demandan, el talento se derretirá como lo hace en la forja el metal caliente.
The Hustler es la historia de Eddie Felson - jugador, timador y vividor - obsesionado con el triunfo pero a la vez incapaz de él. Desde la primera hasta la última partida de billar queda en claro que ganar es más que llevarse los billetes apilados en la mesa o alcanzar el mayor puntaje por bolas embolsadas o por carambolas hechas. Ganar es sobretodo tener la actitud para hacerlo, tener el carácter para revertir el marcador adverso, para conservar la ventaja o, llegado el momento, para saber abandonar la partida.
La película, dirigida por Robert Rossen, es una joya y lo es porque en dos o tres espacios - especialmente en la sala de billar - con unos diálogos contundentes y con unas actuaciones soberbias se logra una radiografía deslumbrante del desvarío humano. Felson dilapida su talento y se lleva por delante, destrozándolo, todo lo que se le atraviese: amistad, amor, dinero y, especialmente, a sí mismo.
Para quienes como yo andamos escarbando en los cajones cinematográficos para encontrar esas películas que uno no puede dejar de ver, el hallazgo de The Hustler es toda una fortuna. Como nunca lo estuvo antes y como nunca llegó a estarlo después (ni siquiera en El Golpe) Newman está fantástico en el papel de Eddie Felson. Baste con decir, para encomiar su actuación, que nadie más distinto a Felson que el propio Newman, un innato e insulso triunfador. Conmovedora Piper Laurie en su papel de Sarah la mujer que se enamora de Eddie y soberbio el encopetado Gleason en su papel del Gordo de Minnesota. Todos sumidos en ese blanco y negro que no requiere de ningún otro pigmento para colorear las sombras de la perdición humana.
Una última cosa. Si se consiguen una copia de The Hustler intenten también, lo entenderán luego, conseguirse una botella de JTS Brown. Irá bien verla bebiéndose, a sorbos lentos, un trago de este bourbon de Kentucky
The Hustler es la historia de Eddie Felson - jugador, timador y vividor - obsesionado con el triunfo pero a la vez incapaz de él. Desde la primera hasta la última partida de billar queda en claro que ganar es más que llevarse los billetes apilados en la mesa o alcanzar el mayor puntaje por bolas embolsadas o por carambolas hechas. Ganar es sobretodo tener la actitud para hacerlo, tener el carácter para revertir el marcador adverso, para conservar la ventaja o, llegado el momento, para saber abandonar la partida.
La película, dirigida por Robert Rossen, es una joya y lo es porque en dos o tres espacios - especialmente en la sala de billar - con unos diálogos contundentes y con unas actuaciones soberbias se logra una radiografía deslumbrante del desvarío humano. Felson dilapida su talento y se lleva por delante, destrozándolo, todo lo que se le atraviese: amistad, amor, dinero y, especialmente, a sí mismo.
Para quienes como yo andamos escarbando en los cajones cinematográficos para encontrar esas películas que uno no puede dejar de ver, el hallazgo de The Hustler es toda una fortuna. Como nunca lo estuvo antes y como nunca llegó a estarlo después (ni siquiera en El Golpe) Newman está fantástico en el papel de Eddie Felson. Baste con decir, para encomiar su actuación, que nadie más distinto a Felson que el propio Newman, un innato e insulso triunfador. Conmovedora Piper Laurie en su papel de Sarah la mujer que se enamora de Eddie y soberbio el encopetado Gleason en su papel del Gordo de Minnesota. Todos sumidos en ese blanco y negro que no requiere de ningún otro pigmento para colorear las sombras de la perdición humana.
Una última cosa. Si se consiguen una copia de The Hustler intenten también, lo entenderán luego, conseguirse una botella de JTS Brown. Irá bien verla bebiéndose, a sorbos lentos, un trago de este bourbon de Kentucky
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