Magical Girl
7.1
27,016
Drama. Thriller
Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, trata de hacer realidad el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), una niña de 12 años enferma de cáncer terminal: tener el vestido oficial de la serie japonesa de dibujos animados "Mágical Girl Yukiko". El elevado precio del vestido llevará a Luis a intentar encontrar el dinero de forma desesperada cuando conoce a Bárbara (Bárbara Lennie), una atractiva joven casada que sufre ... [+]
7 de septiembre de 2015
7 de septiembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Magical girl" entra de lleno en mi "top ten" de películas españolas favoritas, lo cual no quiere decir mucho, ya que mi bagaje de cine español no es lo suficientemente grande como para que este hecho sea relevante. Para los demás, al menos.
En realidad, se asemeja más a una película escandinava o centroeuropea que a una española, sobre todo por su estética austera, por la ausencia de música extradiegética, y por el hieratismo de sus personajes. Y es que la propia película es el resultado de uno de los monólogos más trascendentales que en ella se escuchan, tanto para entender la propia trama como para entender la sociedad española: la posición intermedia que ocupa entre la pasión latina y el racionalismo europeo. Todo esto, junto con su no posicionamiento en un género concreto, su forma de cruzar las tres historias que la componen, su capacidad para dejar completar al espectador el rompecabezas (si es que lo necesita), y la primera y última escena, es lo que ha hecho que haya puntuado de esta manera a esta película.
En definitiva, podría decir nombres de cineastas y títulos finlandeses, rusos, suecos, austríacos o griegos, más que de españoles, para ilustrar las semejanzas o las posibles influencias que he encontrado viendo "Magical girl". Sin embargo, entrando en el debate de identidad que propicia la película, solo voy a decir un nombre y un título, españoles además: Manolo Caracol y su canción "La niña de fuego".
En realidad, se asemeja más a una película escandinava o centroeuropea que a una española, sobre todo por su estética austera, por la ausencia de música extradiegética, y por el hieratismo de sus personajes. Y es que la propia película es el resultado de uno de los monólogos más trascendentales que en ella se escuchan, tanto para entender la propia trama como para entender la sociedad española: la posición intermedia que ocupa entre la pasión latina y el racionalismo europeo. Todo esto, junto con su no posicionamiento en un género concreto, su forma de cruzar las tres historias que la componen, su capacidad para dejar completar al espectador el rompecabezas (si es que lo necesita), y la primera y última escena, es lo que ha hecho que haya puntuado de esta manera a esta película.
En definitiva, podría decir nombres de cineastas y títulos finlandeses, rusos, suecos, austríacos o griegos, más que de españoles, para ilustrar las semejanzas o las posibles influencias que he encontrado viendo "Magical girl". Sin embargo, entrando en el debate de identidad que propicia la película, solo voy a decir un nombre y un título, españoles además: Manolo Caracol y su canción "La niña de fuego".
14 de septiembre de 2015
14 de septiembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No supe de ella en su estreno pero, al ser nominada como candidata opcional a representar a España en los Oscar's, y sin ni siquiera conocer su sinopsis, me lancé de inmediato a su búsqueda, visión y opinión sobre ella.
Y, estoy impresionada, agradecida y contenta por esta suculencia de guión que aborda todas sus intenciones con resultado magnífico, logrando la captura de la conciencia y la aniquilación del estado de ánimo, más un interrogante continuo que no deja nunca de cuestionarte.
La forma en que enlaza los tres personajes es inquietante pues se apoya en una quietud y reposo que abruman y entrecortan, todo a partir del acuciante deseo de una niña moribunda, de ese precioso acto generoso de última voluntad por un ser querido, mancillado de forma ruin y tenebrosa ya que es un su pausado andar, lento y agónico caminar donde encierra el placer de esa violencia nunca manifiesta pero siempre latente, como quien se prepara para lidiar con el mal y la injusticia, técnica e instinto unidos para llevar a cabo la matanza, la estocada definitiva que acabe por redondear este macabro círculo de tres puntas -imposible pero presente- que, totalmente irracional, se decanta por su versión emocional, cuya accidentada conexión es fatal para el corazón y confusa para la mente.
Razón calculadora que une de forma accidentada, con serenidad perturbadora, con calma asfixiante, pánico sin grito ni escándalo que, educadamente, atraviesa sus pasos con armonía, escalofrío y una tranquilidad alarmante, mentiras dolorosas/verdades aún más dolientes que descomponen el mapa y destrozan la realidad lógica, perversa alteración que todo lo encaja por hacer feliz a una niña de 12 años con leucemia, bárbara tesitura que no duda en seguir adelante con el despropósito y la locura puesta en marcha, poder hechizador que manipula y pervierte lo que toca, que pide completar el puzzle con graves consecuencias, que desgarra por su crueldad traviesa y su deleznable osadía.
Terror, no del de sangre, no del que llena la vista con imágenes repugnantes o el oído con gritos espeluznantes, el peor de todos, el que se presiente pero no se observa, el que acecha pero no se deja ver, el que acosa en silencio para pánico y ardor del alma, que sacude los cimientos de manera deslumbrante, poco a poco, sin prisa pero con efectividad rotunda, certeza de un argumento que sabe dónde va, cómo dirigirse y controla con estupenda precisión los tiempos, magistral sinfonía que adquiere fuerza según evoluciona para acabar en un "in crescendo" máximo donde todo se apacigua, y el temblor maligno de lo sabido y callado deambula cual espíritu vengador, vigilante y ganador.
Es exquisita en su sequedad, tirante en sus momentos muertos, desquicio de descansos que se toman su espacio para proseguir y avanzar en su delirio, cuento de inicio hermoso cuya obsesión cumplidora malogra lo que acaricia, corrompe a quien le rodea y destruye toda su belleza de principiante, la virginidad de un anhelo ultrajada por el agravio de quien, ida y loca, manipula, maneja y obtiene recompensa, sea la que sea, inocente o culpable, todos se hallan dentro del registro pues "la única verdad absoluta, lo único que nunca cambiará es que dos más dos son cuatro", lo demás se puede arreglar o deshacer.
"Si pudieras elegir un poder ¿cuál sería?", disfrutar de esta fábula, oscura e intrigante, cuyo interés se cuela sin apenas sentirlo para saciar todos tus sentidos y apetencias, como espectadora he visto cumplida mi esperanza e ilusión de gozar de una cinta sosegada, elegante y austera que se mueve alrededor de un complejo personaje al cual ni define, ni muestra completamente en su dificultad, del que no ofrece pistas y donde, aún dejándote en la duda, quedas complacida y gustosa de lo saboreado.
Abre discusión y debate, polémica por lo que no aporta y deja en el aire, a la libre interpretación o, simplemente, a la asimilación de dicha ausencia como parte de su encanto; con todo, sea cual sea la postura, significa que has estado atento, que con su parte ralentizada y su encaje de lo que quiere darte/cuando lo desea, has seguido sus movimientos y meditado sobre su por qué, que, lo admitas o no, te has implicado.
Como los buenos vinos, cultiva el paladar para su consumo gradual y paulatino, descubre sus elementos, rellena su esencia y concluye la degustación con el entusiasmo de un thriller pasional, a ritmo melancólico y penitente, donde se dejan abiertas incógnitas pero se cierra, y alterna, el ciclo, donde el esclavo y sumiso, su obediente ángel de la guardia, se subleva y pasa a ser el amo instigador y dominante, su presto y rondador demonio.
Yukiko, "magical girl", juego peligroso se esconde tras la puerta, complacer tu capricho traerá secuelas, y ni hojalata ni nada, no habrá palabra que lo pare o detenga, iniciada está la partida, no seas el tonto que cree tener un as en la manga y la victoria asegurada pues, claro es que perderás con tus ingenuas cartas.
Te envuelve, te hace pensar.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
Y, estoy impresionada, agradecida y contenta por esta suculencia de guión que aborda todas sus intenciones con resultado magnífico, logrando la captura de la conciencia y la aniquilación del estado de ánimo, más un interrogante continuo que no deja nunca de cuestionarte.
La forma en que enlaza los tres personajes es inquietante pues se apoya en una quietud y reposo que abruman y entrecortan, todo a partir del acuciante deseo de una niña moribunda, de ese precioso acto generoso de última voluntad por un ser querido, mancillado de forma ruin y tenebrosa ya que es un su pausado andar, lento y agónico caminar donde encierra el placer de esa violencia nunca manifiesta pero siempre latente, como quien se prepara para lidiar con el mal y la injusticia, técnica e instinto unidos para llevar a cabo la matanza, la estocada definitiva que acabe por redondear este macabro círculo de tres puntas -imposible pero presente- que, totalmente irracional, se decanta por su versión emocional, cuya accidentada conexión es fatal para el corazón y confusa para la mente.
Razón calculadora que une de forma accidentada, con serenidad perturbadora, con calma asfixiante, pánico sin grito ni escándalo que, educadamente, atraviesa sus pasos con armonía, escalofrío y una tranquilidad alarmante, mentiras dolorosas/verdades aún más dolientes que descomponen el mapa y destrozan la realidad lógica, perversa alteración que todo lo encaja por hacer feliz a una niña de 12 años con leucemia, bárbara tesitura que no duda en seguir adelante con el despropósito y la locura puesta en marcha, poder hechizador que manipula y pervierte lo que toca, que pide completar el puzzle con graves consecuencias, que desgarra por su crueldad traviesa y su deleznable osadía.
Terror, no del de sangre, no del que llena la vista con imágenes repugnantes o el oído con gritos espeluznantes, el peor de todos, el que se presiente pero no se observa, el que acecha pero no se deja ver, el que acosa en silencio para pánico y ardor del alma, que sacude los cimientos de manera deslumbrante, poco a poco, sin prisa pero con efectividad rotunda, certeza de un argumento que sabe dónde va, cómo dirigirse y controla con estupenda precisión los tiempos, magistral sinfonía que adquiere fuerza según evoluciona para acabar en un "in crescendo" máximo donde todo se apacigua, y el temblor maligno de lo sabido y callado deambula cual espíritu vengador, vigilante y ganador.
Es exquisita en su sequedad, tirante en sus momentos muertos, desquicio de descansos que se toman su espacio para proseguir y avanzar en su delirio, cuento de inicio hermoso cuya obsesión cumplidora malogra lo que acaricia, corrompe a quien le rodea y destruye toda su belleza de principiante, la virginidad de un anhelo ultrajada por el agravio de quien, ida y loca, manipula, maneja y obtiene recompensa, sea la que sea, inocente o culpable, todos se hallan dentro del registro pues "la única verdad absoluta, lo único que nunca cambiará es que dos más dos son cuatro", lo demás se puede arreglar o deshacer.
"Si pudieras elegir un poder ¿cuál sería?", disfrutar de esta fábula, oscura e intrigante, cuyo interés se cuela sin apenas sentirlo para saciar todos tus sentidos y apetencias, como espectadora he visto cumplida mi esperanza e ilusión de gozar de una cinta sosegada, elegante y austera que se mueve alrededor de un complejo personaje al cual ni define, ni muestra completamente en su dificultad, del que no ofrece pistas y donde, aún dejándote en la duda, quedas complacida y gustosa de lo saboreado.
Abre discusión y debate, polémica por lo que no aporta y deja en el aire, a la libre interpretación o, simplemente, a la asimilación de dicha ausencia como parte de su encanto; con todo, sea cual sea la postura, significa que has estado atento, que con su parte ralentizada y su encaje de lo que quiere darte/cuando lo desea, has seguido sus movimientos y meditado sobre su por qué, que, lo admitas o no, te has implicado.
Como los buenos vinos, cultiva el paladar para su consumo gradual y paulatino, descubre sus elementos, rellena su esencia y concluye la degustación con el entusiasmo de un thriller pasional, a ritmo melancólico y penitente, donde se dejan abiertas incógnitas pero se cierra, y alterna, el ciclo, donde el esclavo y sumiso, su obediente ángel de la guardia, se subleva y pasa a ser el amo instigador y dominante, su presto y rondador demonio.
Yukiko, "magical girl", juego peligroso se esconde tras la puerta, complacer tu capricho traerá secuelas, y ni hojalata ni nada, no habrá palabra que lo pare o detenga, iniciada está la partida, no seas el tonto que cree tener un as en la manga y la victoria asegurada pues, claro es que perderás con tus ingenuas cartas.
Te envuelve, te hace pensar.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
11 de octubre de 2015
11 de octubre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De ellas, decía mi abuela que estaba empedrado el infierno. Esta podría ser la moraleja de esta sorprendente e inquietante película, que juega con los grandes temas del bien y el mal, y de la culpa. La película está construida como uno de esos puzzles gigantes a que es aficionado Damián, el personaje del maestro encarcelado. El espectador asiste a las idas y venidas de varios personajes, sin saber a que atenerse durante la mayor parte del metraje. Lo que está claro siempre es que subyace un abismo de perversidad bajo la fina capa de "normalidad". Ningún personaje se salva, todos tienen algo extraño en su interior, incluso el padre "caritativo". "El fin no justifica los medios" podría ser el lema a aparecer en los carteles de este filme. Pero, más que un tratado de moral, la película es un juego constante que pretende mantener al espectador sentado en el borde de la butaca, y lo consigue. Hay que destacar la planificación pulcra y comedida, con una tendencia constante a lo geométrico. Los colores se mantienen siempre en la gama de los grises, lo que dota a las escenas de un clima de elegancia. La música no podía faltar, como complemento perfecto de lo dicho. Va de Bach a Satie, pasando por un clásico del cante como es "Niña de fuego", que se utiliza como caracterización de un personaje. En algunas cosas, como ese desarrollo esteticista y el secretismo de la acción, se parece a "Caníbal", otro filme español reciente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Del puro deseo de crear incógnitas en el espectador, quedan al final bastantes cabos sueltos. No se sabe realmente que ha pasado entre Damián y Bárbara. Tampoco se justifica la relación con el marido Psiquiatra, ni se sabe nada de él. Todo es muy sórdido y a veces gratuito. Sin embargo el metraje se sigue en estado de atención permanente y aún creciente.
16 de octubre de 2015
16 de octubre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carlos Vermut nos regala un film inquietante y que durante todo el metraje transmite la sensación de ser un cuento cruel pasado a la gran pantalla. Desde el enigmático prólogo del profesor y su alumna, nos sumergimos en una bola de fuego emocional que nos irá mostrando una oleada de personajes extraños, inquietantes y, precisamente por ello, sumamente humanos.
¿Puede el inofensivo deseo de una niña aficionada a series japonesas desembocar en la oscuridad que envuelve su misterioso guión? Argumento excelente, eso sí, plagado de trampas y piezas del puzzle que nos son escamoteadas como espectadores. Sin embargo, hay que concederle ese gol, perdonar alguna posible nota al pie que falte en la primera para llevarnos al Nirvana de un cine español sin complejos.
A nivel de dirección de intérpretes, "Magical Girl" es un verdadero prodigio. José Sacristán firma con la composición de su docente uno de los mejores trabajos de su ya legendaria carrera. Bárbara Lennie, como bien intuye Carlos Boyero, va a ser reclamada para muchos papeles, especialmente aquellos con un punto de perturbación. Luis Bermejo logra que su devoto padre de familia oscile entre la moralidad sin que nos cuestionemos su proceder o abandonemos su causa. De la niña no se puede decir nada, su mirada ya lo dice todo, tocada por la varita.
Mezcla Buñuel, "Eyes Wide Shut", los toros, las series anime y mucho más en un cóctel que, lejos de salir horroroso, deja el mejor de los agridulces sabores.
Espectacular.
¿Puede el inofensivo deseo de una niña aficionada a series japonesas desembocar en la oscuridad que envuelve su misterioso guión? Argumento excelente, eso sí, plagado de trampas y piezas del puzzle que nos son escamoteadas como espectadores. Sin embargo, hay que concederle ese gol, perdonar alguna posible nota al pie que falte en la primera para llevarnos al Nirvana de un cine español sin complejos.
A nivel de dirección de intérpretes, "Magical Girl" es un verdadero prodigio. José Sacristán firma con la composición de su docente uno de los mejores trabajos de su ya legendaria carrera. Bárbara Lennie, como bien intuye Carlos Boyero, va a ser reclamada para muchos papeles, especialmente aquellos con un punto de perturbación. Luis Bermejo logra que su devoto padre de familia oscile entre la moralidad sin que nos cuestionemos su proceder o abandonemos su causa. De la niña no se puede decir nada, su mirada ya lo dice todo, tocada por la varita.
Mezcla Buñuel, "Eyes Wide Shut", los toros, las series anime y mucho más en un cóctel que, lejos de salir horroroso, deja el mejor de los agridulces sabores.
Espectacular.
28 de octubre de 2015
28 de octubre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magical girl
Alguna vez he dicho que las películas se mantienen cada vez menos tiempo en cartelera. En ocasiones ni se estrenan y muchas de ellas duran apenas una semana. Y no porque sean malas peliculas. Pero es un hecho, y no viene ahora al caso deshebrar aquí las razones de esta penosa circunstancia. Por esta razón, en muchas ocasiones, me he perdido estupendas producciones por haber postergado la cita. Ahora corro a verlas antes de que esto ocurra. Y exactamente eso es lo que hice con “Magical girl”. Fue estrenada hace cuatro días y su corto tiempo en cartelera está más que sentenciado. De hecho una sola sala en un multicine la proyecta en Barcelona.
Carlos Vermut es el joven director que ha producido, escrito y dirigido esta inclasificable maravilla. Es apenas su segundo largometraje estrenado en cines pues el primero, “Diamond flash”, no encontró productora y tuvo que colgarla on line. Todo indica, al principio, que nos van a colocar un melodrama más, sentimentaloide hasta la náusea, a través del personaje de una niña afectada de leucemia. Pero aunque en los primeros veinte minutos Vermut juegue con nosotros al despiste, a partir de ahí, la historia cobra toda su espléndida coherencia y nos ofrece una magnífico trabajo perfectamente hilvanado únicamente al alcance del talento de muy pocos.
La narración es potente, directa, los diálogos inteligentes, sin innecesarias sobredosis verborreícas y la interpretación de José Sacristán, un actor que, desde su ya lejana “Asignatura pendiente”, ha ganado solera con los años, sobresaliente; un regalo, en fin, para los amantes del buen cine.
Al terminar, una espectadora, con evidentes ganas de ser oída, exclamó: “Me ha parecido muy lenta”. Pensé: “Esta criatura no sólo sufre de prisas en su quehacer diario sino que traslada su lamentable paranoia al apacible dominio del esparcimiento”. Y es que, además, siempre me ha resultado complicado entender el significado de “película lenta”. Lo entiendo mejor en boca de Fernando Alonso maldiciendo su mala suerte frente a los mandos de un Ferrari.
Ojalá disfruten ustedes de esta preciosa joya como yo lo he hecho. Y si no, qué le vamos a hacer, otra vez será.
Emilio Castelló Barreneche
Alguna vez he dicho que las películas se mantienen cada vez menos tiempo en cartelera. En ocasiones ni se estrenan y muchas de ellas duran apenas una semana. Y no porque sean malas peliculas. Pero es un hecho, y no viene ahora al caso deshebrar aquí las razones de esta penosa circunstancia. Por esta razón, en muchas ocasiones, me he perdido estupendas producciones por haber postergado la cita. Ahora corro a verlas antes de que esto ocurra. Y exactamente eso es lo que hice con “Magical girl”. Fue estrenada hace cuatro días y su corto tiempo en cartelera está más que sentenciado. De hecho una sola sala en un multicine la proyecta en Barcelona.
Carlos Vermut es el joven director que ha producido, escrito y dirigido esta inclasificable maravilla. Es apenas su segundo largometraje estrenado en cines pues el primero, “Diamond flash”, no encontró productora y tuvo que colgarla on line. Todo indica, al principio, que nos van a colocar un melodrama más, sentimentaloide hasta la náusea, a través del personaje de una niña afectada de leucemia. Pero aunque en los primeros veinte minutos Vermut juegue con nosotros al despiste, a partir de ahí, la historia cobra toda su espléndida coherencia y nos ofrece una magnífico trabajo perfectamente hilvanado únicamente al alcance del talento de muy pocos.
La narración es potente, directa, los diálogos inteligentes, sin innecesarias sobredosis verborreícas y la interpretación de José Sacristán, un actor que, desde su ya lejana “Asignatura pendiente”, ha ganado solera con los años, sobresaliente; un regalo, en fin, para los amantes del buen cine.
Al terminar, una espectadora, con evidentes ganas de ser oída, exclamó: “Me ha parecido muy lenta”. Pensé: “Esta criatura no sólo sufre de prisas en su quehacer diario sino que traslada su lamentable paranoia al apacible dominio del esparcimiento”. Y es que, además, siempre me ha resultado complicado entender el significado de “película lenta”. Lo entiendo mejor en boca de Fernando Alonso maldiciendo su mala suerte frente a los mandos de un Ferrari.
Ojalá disfruten ustedes de esta preciosa joya como yo lo he hecho. Y si no, qué le vamos a hacer, otra vez será.
Emilio Castelló Barreneche
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