Naranja mecánica
1971 

8.2
170,637
Drama. Ciencia ficción
Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
6 de abril de 2011
6 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es el claro ejemplo de película idolatrada hasta la saciedad por prácticamente todo el mundo, pero que yo lejos de adorarla, la encuentro una película diferente, atrevida y transgresora, en un momento de la historia en el que en el mundo y también en Estados Unidos estaban sucediendo grandes cambios, la guerra del Vietnam, los movimientos del no a la guerra.... Pero a día de hoy, en ya bien entrado el siglo XXI, es una película que ha envejecido mal, que ya no cuenta con el desequilibrante factor sorpresa de la violencia, que su estética y planteamiento me resultan anticuados y obsoletos, y que para mi es notablemente muy inferior a la siguiente obra maestra de Stanley, que es Barry Lyndon.
Cada vez que la veo, pienso, esta película en 1971 debió dejar al personal boquiabierto, pero a mi no me sorprende en absoluto, el tiempo a jugado en contra y sintiéndolo mucho me quedó con gran parte de la filmografía de Kubrick, antes que con esta película a la cual casi todo el mundo idolatra.
Destaco el gran trabajo de Malcom Mcdowell, que soporta todo el peso de la obra y construye a un joven desconcertante, temible pero a la vez atrayente.
Y no puedo acabar la crítica sin alabar el gran atino de Kubrick en la elección de la banda sonora, aunque esto era lo habitual en sus obras, ir acompañadas por una gran bso, pero en esta es un acierto rotundo.
Cada vez que la veo, pienso, esta película en 1971 debió dejar al personal boquiabierto, pero a mi no me sorprende en absoluto, el tiempo a jugado en contra y sintiéndolo mucho me quedó con gran parte de la filmografía de Kubrick, antes que con esta película a la cual casi todo el mundo idolatra.
Destaco el gran trabajo de Malcom Mcdowell, que soporta todo el peso de la obra y construye a un joven desconcertante, temible pero a la vez atrayente.
Y no puedo acabar la crítica sin alabar el gran atino de Kubrick en la elección de la banda sonora, aunque esto era lo habitual en sus obras, ir acompañadas por una gran bso, pero en esta es un acierto rotundo.
1 de mayo de 2011
1 de mayo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este filme cuenta con un muy buen argumento y, además, está bien desarrollado, cosa bastante difícil de conseguir, porque en muchas películas un buen argumento se queda desaprovechado por la falta de pericia de sus realizadores, pero está claro que Kubrick no desaprovechó ni una pizca de este buenísimo guión, supo encontrar a los actores perfectos y dirigir impecablemente este equipo que conforman una de sus mejores películas.
Esta es una historia original para su época, es un argumento llevado a un buen ritmo para mantener la espectación constante y está dotado de una estética peculiar tanto en los escenarios y sonidos, como en los personajes mismos; la fórmula perfecta con la que ha marcado un precedente en el género.
Al parecer, buscaron a consciencia a los actores y actrices para cada personaje, incluso para el que menos aparece, porque cada personaje es de una brillantez tan teatral, que cada uno de ellos aporta contenido y excentricidad: la madre de Alex (el personaje protagonista), el guardia de la cárcel, la psiquiatra y todos y cada uno de ellos, con ese punto perfecto de control de sus personajes para no sobrepasarse ni quedarse cortos, simplemente, en la justa medida y en el tono adecuado.
El ambiente, los vestuarios, las caracterizaciones de los actores, las casas de los personajes, los coches, las canciones, Beethoven, la lluvia… cada detalle fue cuidadosamente estudiado, preparado y puesto a punto; no parece que se le haya escapado a este buen Kubrick ni el vuelo de una mosca.
Esta es una historia original para su época, es un argumento llevado a un buen ritmo para mantener la espectación constante y está dotado de una estética peculiar tanto en los escenarios y sonidos, como en los personajes mismos; la fórmula perfecta con la que ha marcado un precedente en el género.
Al parecer, buscaron a consciencia a los actores y actrices para cada personaje, incluso para el que menos aparece, porque cada personaje es de una brillantez tan teatral, que cada uno de ellos aporta contenido y excentricidad: la madre de Alex (el personaje protagonista), el guardia de la cárcel, la psiquiatra y todos y cada uno de ellos, con ese punto perfecto de control de sus personajes para no sobrepasarse ni quedarse cortos, simplemente, en la justa medida y en el tono adecuado.
El ambiente, los vestuarios, las caracterizaciones de los actores, las casas de los personajes, los coches, las canciones, Beethoven, la lluvia… cada detalle fue cuidadosamente estudiado, preparado y puesto a punto; no parece que se le haya escapado a este buen Kubrick ni el vuelo de una mosca.
7 de junio de 2011
7 de junio de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stanley Kubrick conseguía meter una nueva pieza clave en la historia del cine, se trataba de 'La naranja mecánica'. Presentada con una factura moderna y ciertamente psicodélica, entroncaba su argumento en torno a las aventuras nocturnas de Alex y sus "drugos", una tribu urbana peculiar a la que le gusta disfrutar de una ración doble de ultraviolencia, violaciones y agitada verborrea.
Es la hipérbole con la que trabaja Kubrick, ensimismándose en un mundo del todo pesimista y desasosegante, contextualizando, en clave distópica, a una juventud británica que parece haber alcanzado el culmen de la degradación, perdiéndose entre el fasto, el lujo y el bienestar de un sistema, el capitalista, que parece haber dado con la tecla adecuada del beneficio, pero sin tener en cuenta las nefastas consecuencias sociales para sus ciudadanos. De cualquier manera, Kubrick tampoco parece alcanzar excesiva coherencia en esta línea argumental, pues los jóvenes urbanitas representados no son inmorales ricachones perdidos en el fasto (al estilo 'American psycho'), sino más bien los descarriados de una clase trabajadora (a juego con la ambientación que le da el cineasta) que viven entre pobreza, delincuencia y marginalidad.
Presentada la escoria del sistema, la marginalidad y violencia exagerada, Kubrick da un paso más para criticar al sistema penal británico, ahondando aquí en un distopía acerca del Estado Totalitario en el que la sociedad no es más que un cuerpo activo al servicio del poder último, dejando sin posibilidad de opción, de alternativa o de pensamiento, a sus súbditos. Es Alex, la nueva víctima del sistema. Un malévolo delincuente convertido a bonachón autómata.
Ya estamos en el tercer escalón: la reinserción social del amorfo. Sin mucha coherencia, el aspecto totalitario es descuidado para de nuevo sumergirse en la periferia degradada y violenta. ¿Cómo adecuar su conducta frente a los demás hijos del pecado? No hay perdón, ni olvido. Sólo rencor y más violencia (genial guiño el del delincuente juvenil reconvertido a agente de la ley, ¿quién no ha conocido un caso así en su localidad?).
Es la hipérbole con la que trabaja Kubrick, ensimismándose en un mundo del todo pesimista y desasosegante, contextualizando, en clave distópica, a una juventud británica que parece haber alcanzado el culmen de la degradación, perdiéndose entre el fasto, el lujo y el bienestar de un sistema, el capitalista, que parece haber dado con la tecla adecuada del beneficio, pero sin tener en cuenta las nefastas consecuencias sociales para sus ciudadanos. De cualquier manera, Kubrick tampoco parece alcanzar excesiva coherencia en esta línea argumental, pues los jóvenes urbanitas representados no son inmorales ricachones perdidos en el fasto (al estilo 'American psycho'), sino más bien los descarriados de una clase trabajadora (a juego con la ambientación que le da el cineasta) que viven entre pobreza, delincuencia y marginalidad.
Presentada la escoria del sistema, la marginalidad y violencia exagerada, Kubrick da un paso más para criticar al sistema penal británico, ahondando aquí en un distopía acerca del Estado Totalitario en el que la sociedad no es más que un cuerpo activo al servicio del poder último, dejando sin posibilidad de opción, de alternativa o de pensamiento, a sus súbditos. Es Alex, la nueva víctima del sistema. Un malévolo delincuente convertido a bonachón autómata.
Ya estamos en el tercer escalón: la reinserción social del amorfo. Sin mucha coherencia, el aspecto totalitario es descuidado para de nuevo sumergirse en la periferia degradada y violenta. ¿Cómo adecuar su conducta frente a los demás hijos del pecado? No hay perdón, ni olvido. Sólo rencor y más violencia (genial guiño el del delincuente juvenil reconvertido a agente de la ley, ¿quién no ha conocido un caso así en su localidad?).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, Kubrick decide dar pie al colofón de esta extensa obra: la crítica al mercadeo político, al juego electoral y el mundo de las apariencias de los hombres trajeados. Alex pasó de delincuente a víctima a través de una serie de calamidades. Víctima con honores públicos, a la que todos se arriman para hacerse la foto y ganar un par de puntos en las encuestas de orientación del voto. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? El cineasta no se aleja del mundo desasosegante y distópico formulado por el Estado liberal/capitalista británico, pues deja como imagen final a un Alex de nuevo natural, con la mirada criminal e intenciones diabólicas, volviendo así al punto de partida (cayendo en la espiral cíclica de la que no hay salida).
Con todo, 'A clockwork orange' ha pasado, como decíamos, a la historia del cine. Más, diría yo, por la carta de presentación exhibida que por la trama argumental en sí misma. Película transgresora, con halo moderno, de violencia explícita pero acompasada por música clásica del maestro Beethoven. Un popurrí experimental, fácil de vender por el marketing, al que el público aplaudió y alabó. Una factura técnica de diez daba pie a una pose de película moderna pero también maldita, ocultando tras esta máscara (¿alguien diferente a Kubrick poseería la genialidad y excentricidad para hacer algo así de bien?) una historia que por querer abarcar en demasía se ancla entre el fango y el lodo que nos quiere explicitar con todos los honores cinematográficos.
Con todo, 'A clockwork orange' ha pasado, como decíamos, a la historia del cine. Más, diría yo, por la carta de presentación exhibida que por la trama argumental en sí misma. Película transgresora, con halo moderno, de violencia explícita pero acompasada por música clásica del maestro Beethoven. Un popurrí experimental, fácil de vender por el marketing, al que el público aplaudió y alabó. Una factura técnica de diez daba pie a una pose de película moderna pero también maldita, ocultando tras esta máscara (¿alguien diferente a Kubrick poseería la genialidad y excentricidad para hacer algo así de bien?) una historia que por querer abarcar en demasía se ancla entre el fango y el lodo que nos quiere explicitar con todos los honores cinematográficos.
8 de noviembre de 2011
8 de noviembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta muy bien dirigida y realmente parece ambientada en el futuro. Desde la primera vez que la vi, ya nunca podré olvidar asociar la música de Beethoven a la película, así como Alex no podía olvidar asociar Beethoven a otras cosas.
Es realmente una obra maestra del cine y una obra maestra de Kubrick. El plano con el que comienza la película, un primer plano de Alex, con una mirada asesina, es el comienzo de lo que veremos.
Que más puedo decir de Kubrick que no se haya dicho, que es un genio, que es un melómano, que tenía un punto de locura o que cuando murió el buen cine perdió uno de sus miembros de apoyo, pero lo que está claro, es que sembró esta gran película, que no te dejará indiferente, que te hará pensar las cosas, las consecuencias de tus actos, que mira a la sociedad desde su lado más chabacano y sangriento, que despierta a los indiferentes y sobre todo que logra escandalizar a personas del mundo entero. Por eso y solo por eso, ya fuera de argumentos, actores o personajes varios, recomiendo que veáis esta película todos aquellos que no la han visto, porque a parte de ser una obra maestra y un clásico del cine, es una visión de la sociedad.
Es realmente una obra maestra del cine y una obra maestra de Kubrick. El plano con el que comienza la película, un primer plano de Alex, con una mirada asesina, es el comienzo de lo que veremos.
Que más puedo decir de Kubrick que no se haya dicho, que es un genio, que es un melómano, que tenía un punto de locura o que cuando murió el buen cine perdió uno de sus miembros de apoyo, pero lo que está claro, es que sembró esta gran película, que no te dejará indiferente, que te hará pensar las cosas, las consecuencias de tus actos, que mira a la sociedad desde su lado más chabacano y sangriento, que despierta a los indiferentes y sobre todo que logra escandalizar a personas del mundo entero. Por eso y solo por eso, ya fuera de argumentos, actores o personajes varios, recomiendo que veáis esta película todos aquellos que no la han visto, porque a parte de ser una obra maestra y un clásico del cine, es una visión de la sociedad.
10 de mayo de 2015
10 de mayo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sabemos de los toques mágicos de Kubrik y lo que hace con la cámara, (2001, odisea del espacio, el resplandor, etc, )los planos imposibles, el perfeccionismo de sus escenas. Todo esto hace que "La naranja mecánica" ya se haya convertido en un film de culto.
El mensaje, primero transmitido atraves del libro, escrito por Anthony Burges y luego llevado a la pantalla, plantea la problemática social de la violencia extrema, sin control. Y los inútiles, ineficaces métodos de la justicia y a la vez brutales para combatir el crimen y el terrorismo en las calles que solo producen seres extremadamente dóciles (el caso de Alex, el protagonista) sin dignidad ni autoestima.
El mensaje, primero transmitido atraves del libro, escrito por Anthony Burges y luego llevado a la pantalla, plantea la problemática social de la violencia extrema, sin control. Y los inútiles, ineficaces métodos de la justicia y a la vez brutales para combatir el crimen y el terrorismo en las calles que solo producen seres extremadamente dóciles (el caso de Alex, el protagonista) sin dignidad ni autoestima.
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