A.I. Inteligencia Artificial
2001 

6.5
67,680
Ciencia ficción. Fantástico. Drama
En un mundo futuro, los seres humanos conviven con sofisticados robots llamados Mecas. Los sentimientos son lo único que diferencia a los hombres de las máquinas. Pero, cuando a un robot-niño llamado David se le programa para amar, los hombres no están preparados para las consecuencias, y David se encontrará solo en un extraño y peligroso mundo. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2007
18 de noviembre de 2007
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de mis películas preferidas, que esconde un mensaje que creo pocas personas han entendido (ver spoiler). Con este matiz no me negaréis que la película se entiende mejor y gana muchos enteros. Fantástica.
Un 9 sobre 10.
Un 9 sobre 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los personajes que aparecen al final no son estraterrestres como la mayoría decís, sino robots altamente evolucionados en un planeta Tierra en el cual la raza humana ya se ha extinguido, que deciden excavar en las profundidades de la Tierra para encontrar al primer robot con alma y sentimientos, el eslavón perdido, al igual que hacemos nosotros con nuestros antepasados en la evolución de mono a hombre.
10 de julio de 2008
10 de julio de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si lloré por el estado de ánimo de aquellos momentos o porqué, pero mirándola desde la distancia la veo como un sueño mágico en la mente de una persona con una sensibilidad dificil de igualar.
La realización de esta película siempre fue el sueño del cineasta Stanley Kubrick; empezó a desarrollar la idea en 1969 tras la lectura de un cuento corto que le sirvió de inspiración; contrató a varios escritores para poder darle consistencia al mundo que estaba creando, y finalmente todo indicaba que iba a poder realizarla a principios de la década del 90', pero no fue así, debido a lo limitado de los efectos especiales en ese entonces. Lamentablemente falleció sin poder realizarla, y es por eso que pasa a las manos de un íntimo amigo suyo: Steven Spilberg.
Haley Joel Osment, el niño protagonista, en la gala de los Oscar le pidió a Julianne Moore que interpretara el papel de su madre en la película.
Originalmente el papel de Gigolo Joe lo iba a realizar Ewan McGregor, pero dado que estaba filmando Star Wars II: El Ataque de los Clones no pudo aceptar, por lo que recomendó a su amigo Jude Law.
La realización de esta película siempre fue el sueño del cineasta Stanley Kubrick; empezó a desarrollar la idea en 1969 tras la lectura de un cuento corto que le sirvió de inspiración; contrató a varios escritores para poder darle consistencia al mundo que estaba creando, y finalmente todo indicaba que iba a poder realizarla a principios de la década del 90', pero no fue así, debido a lo limitado de los efectos especiales en ese entonces. Lamentablemente falleció sin poder realizarla, y es por eso que pasa a las manos de un íntimo amigo suyo: Steven Spilberg.
Haley Joel Osment, el niño protagonista, en la gala de los Oscar le pidió a Julianne Moore que interpretara el papel de su madre en la película.
Originalmente el papel de Gigolo Joe lo iba a realizar Ewan McGregor, pero dado que estaba filmando Star Wars II: El Ataque de los Clones no pudo aceptar, por lo que recomendó a su amigo Jude Law.
23 de diciembre de 2008
23 de diciembre de 2008
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Larga, abusiva, inquietante, original. Creo que éstos son los adjetivos que me vienen a la cabeza para una película de Spielberg que es una auténtica tesis sobre las necesidades afectivas del ser humano. La cinta entra en la ciencia ficción para después sumergir al espectador en una marea dramática de dimensiones insospechadas para una película de una naturaleza futurística. Si usted busca una historia de naves y robotes, mejor no la vea, aquí importa todo menos eso. Aquí lo que uno visiona es la dependencia afectiva que se puede tener hacia cualquier cosa que forme parte de nuestras vidas, sea objeto, persona o evento. Haley Osment como ya ha demostrado, en un papel memorable, dando vida a ese niño robot que nunca parece artificial. Inteligencia artificial es un homenaje a la ciencia y su poder para mejorar la vida de los humanos, pero también una reflexión sobre la supravaloración de las necesidades tecnológicas del ser humano, que va perdiendo poco a poco su confianza en los demás para autorealizarse a sí mismo. Sé que la cinta es larga, y que muchos no la soportarán, pero merece la pena verla al menos una vez. No creo que las sensaciones del espectador fueran las mismas con un metraje más corto, sinceramente.
29 de marzo de 2009
29 de marzo de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo, cuando era crío y a raíz del estreno de la célebre ´E.T. El extraterrestre´, unas declaraciones del actor Henry Thomas, el niño Elliot protagonista de la película. Entre las anécdotas que relataba, destacaba la capacidad de Steven Spielberg por arrancarle en cada momento la mejor de las expresiones. Y para ilustrarlo, citó una de las caras de asombro que exhibió (y que forma ya parte de la historia del cine) lograda tras una oportuna bajada de pantalones del propio director en pleno rodaje.
Esa magia excepcional la he vuelto a encontrar en la última película de Spielberg donde además, si me lo permitís, constituye el núcleo del argumento. Porque esta obra me ha recordado la necesidad que tenemos de ser irreemplazables, de poseer un nombre y apellidos, de ser reconocidos sin ambigüedad posible, de ocupar un espacio en las vidas de los demás que ningún otro pueda arrebatarnos. Paradójicamente, este sentimiento tan humano se contrapone a su opuesto, que es el del deseo de ser como el resto, de sentirse igual a quienes amas, de formar un todo homogéneo con los que te aman, como el de ‘David’, el ingenio mecánico que protagoniza el film, que desearía ser un ‘chico real’.
Hablar de materia orgánica o metal no deja de ser una excusa para plantear un dilema que se nos antoja bien cercano, pues sin duda bien poco nos importa si un manojo de cables dice ´soy real´ o ´te quiero´. Spielberg sabe conducir la historia en forma que nos olvidemos de los ´Tamagochi´ o ´Furby´, como precursores de ese ´David´ tan magistralmente interpretado por Haley Joel Osment. Spielberg logra enternecer a la audiencia, sin dejar asomo de duda del afecto que se merece el mecano andante. Y lo hace tan bien que incluso le deseamos lo mejor por contraste al sentimiento de odio que nos despiertan humanos ´reales´.
Es ´A.I.´ una película ambiciosa, lo cual queda patente en las reflexiones existenciales que pretende provocar, en el metraje de casi dos horas y media, en la riqueza de efectos especiales y, sobretodo, en un cuidadosísimo guión que aglutina tres historias. La película, en términos generales, no defraudará: contiene sobrados elementos para contentar a todo tipo de públicos (desde el drama del afecto materno-filial hasta un pseudo gore del despedazamiento de androides), a todo tipo de exigencias (el milimétrico trabajo de todos los actores, la construcción de múltiples y desasosiegadores escenarios, diálogos trabajados, silencios inquietantes, guión sólido), y a todo tipo de actitudes (cachondeo, cinismo, adoración, reflexión). Sin embargo, pese al elevado presupuesto de la cinta, impecable trabajo de los actores, última versión del programita para los efectos especiales y llevar largo tiempo esperada, la película no nos revela cuál es el sentido de la vida (oh, decepción). Quienes busquen el nirvana lo tendrán igualmente difícil. Quienes vengan cargados de expectativas, posiblemente también lo tendrán crudo.
Esa magia excepcional la he vuelto a encontrar en la última película de Spielberg donde además, si me lo permitís, constituye el núcleo del argumento. Porque esta obra me ha recordado la necesidad que tenemos de ser irreemplazables, de poseer un nombre y apellidos, de ser reconocidos sin ambigüedad posible, de ocupar un espacio en las vidas de los demás que ningún otro pueda arrebatarnos. Paradójicamente, este sentimiento tan humano se contrapone a su opuesto, que es el del deseo de ser como el resto, de sentirse igual a quienes amas, de formar un todo homogéneo con los que te aman, como el de ‘David’, el ingenio mecánico que protagoniza el film, que desearía ser un ‘chico real’.
Hablar de materia orgánica o metal no deja de ser una excusa para plantear un dilema que se nos antoja bien cercano, pues sin duda bien poco nos importa si un manojo de cables dice ´soy real´ o ´te quiero´. Spielberg sabe conducir la historia en forma que nos olvidemos de los ´Tamagochi´ o ´Furby´, como precursores de ese ´David´ tan magistralmente interpretado por Haley Joel Osment. Spielberg logra enternecer a la audiencia, sin dejar asomo de duda del afecto que se merece el mecano andante. Y lo hace tan bien que incluso le deseamos lo mejor por contraste al sentimiento de odio que nos despiertan humanos ´reales´.
Es ´A.I.´ una película ambiciosa, lo cual queda patente en las reflexiones existenciales que pretende provocar, en el metraje de casi dos horas y media, en la riqueza de efectos especiales y, sobretodo, en un cuidadosísimo guión que aglutina tres historias. La película, en términos generales, no defraudará: contiene sobrados elementos para contentar a todo tipo de públicos (desde el drama del afecto materno-filial hasta un pseudo gore del despedazamiento de androides), a todo tipo de exigencias (el milimétrico trabajo de todos los actores, la construcción de múltiples y desasosiegadores escenarios, diálogos trabajados, silencios inquietantes, guión sólido), y a todo tipo de actitudes (cachondeo, cinismo, adoración, reflexión). Sin embargo, pese al elevado presupuesto de la cinta, impecable trabajo de los actores, última versión del programita para los efectos especiales y llevar largo tiempo esperada, la película no nos revela cuál es el sentido de la vida (oh, decepción). Quienes busquen el nirvana lo tendrán igualmente difícil. Quienes vengan cargados de expectativas, posiblemente también lo tendrán crudo.
26 de octubre de 2009
26 de octubre de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo por decir que estoy de acuerdo en que el final podía mejorarse: claro que entonces ya no estaríamos hablando de Spielberg (¿o acaso no son finales mejorables los de Salvar al Soldado Ryan, La lista de Schlinder, ET, Encuentros en la tercera fase y tantos otros desmelenados, sentimentales o simplemente demasiado largos?)También tengo que decir que preferiría que la hubiera dirigido Kubrick, al que, por supuesto, hubiera deseado una vida más larga y un buen puñado más de películas. Pero, ya puestos, me rindo ante el poderío visual que puede desplegar este hombre que esta en el centro de todas las disputas por su irritante mezcla entre lo provinciano (léase hollywoodense) y cosmopolita (léase universal), entre la razón y la pasión, entre lo edulcorado y lo impactante (Munich). Y en el film que comentamos, aparte de la línea argumental Pinocho (que está en el origen no sólo de ñoñas historias sino de una muy curiosa reflexión sobre la naturaleza de la creación), hay dureza: me sorprendió en su día la Feria de la carne y vuelve a sorprenderme la crueldad verdaderamente demoledora que cae sobre el robot protagonista, sometido a un sueño de siglos, aunque redimido finalmente. Se trata de una muestra de sf sorprendente, a medio camino entre lo visionario (ese Nueva York inundado) y lo doméstico (esos detalladísimos interiores futuros, tan poco creíbles en las producciones standars de sf), poblado de personajes sorprendentes, como ese moderno oráculo informático de a euro o ese gigoló de buen corazón interpretado por Jude Law y que quedará como un verdadero icono del género, al lado de Osment y de los replicantes de Blade Runner.
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