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Dolor y gloria

Drama Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única ... [+]
Críticas 293
Críticas ordenadas por utilidad
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8
5 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar vuelve más Almodóvar que nunca, cosa que se agradece porque si uno ha seguido la filmografía del director practicamente se siente como en casa a los pocos minutos de comenzar la película. En esta ocasión, las obligadas referencias autobiográficas sugeridas por el director terminan por desarbolar a un espectador que cae rendido ante el ejercicio de honestidad y transparencia que se percibe en todos y cada uno de los fotogramas de la película. Ayuda, y mucho, el gran rendimiento interpretativo de todos los actores de la película; algunos de los cuales, como Penélope Cruz, brillan mucho más de lo habitual en las manos de Almodóvar. Un fascinante análisis de conciencia que da alas a uno de los mejores directores de cine españoles para afrontar una nueva etapa cinematográfica, sin renunciar a su estilo y saber hacer.

Lo mejor: La dirección de actores y la maestría para gestionar las diferentes transiciones temporales que muestra la película.

Lo peor: El poster de la película, porque una asumidos los pecadillos habituales del cine de Almodóvar poco se le puede reprochar a esta película.

www.aluCINEando.com
8
5 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar es un gran director; quizás es nuestro único gran director de las últimas cuatro décadas. Un director que ha transcendido nuestras fronteras para darse a conocer y dar a conocer nuestra piel de toro. Es cine en sentido puro. Es capaz de poner la cámara y convertir lo filmado en lo que se supone que es el cine; esa realidad tamizada por el foco de una cámara. No intenta filmar una historia profunda y a base de recursos intelectuales convertirla en obra de arte; eso lo hacen otros, nada que objetar; pero es él que tiene ese sentido especial que hace de una escena algo más que esa escena. La transciende y la hace cine; transmitiendo cine, transpirando cine, es cine, ni más ni menos.

Y en esta ocasión él es el protagonista. Un inmenso Antonio Banderas, casi transformado en un alter ego del director, nos va relatando pedazos presentes y pasados de su biografía. No hay una unidad muy aparente de lo narrado, hasta podríamos decir que es algo anárquico, pero solo en apariencia. Es el retrato, todavía no póstumo, de un director ya en el declive de su vida, que no de su carrera. Vemos su infancia, la presencia permanente de su madre, sus amores homosexuales, el deterioro de su salud, su relación con el arte y con la vida. No hay planteamiento, nudo, y desenlace; más bien, cada escena es planteamiento, nudo, y desenlace. Y si tengo que poner un ejemplo, me quedo con la escena del reencuentro con su amante argentino de juventud. ¡Qué escena más profunda y tan sencilla al mismo tiempo! ¡Qué reflejo de lo que fue y de lo que es! Hermosa película, hecha de retazos y de recuerdos, diría casi para acabar, pero también añadiría, que es cine en el cine, como deja a las claras la última escena con Penélope Cruz, porque al final también todo esto también va de un homenaje al cine, ¿verdad?
7
9 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí una vez que para que consideremos una película como buena basta con que tenga un buen principio, un buen final y algún momento brillante por el medio; no era un cineasta ni un crítico quien lo decía, sino un científico que estudiaba los mecanismos de la memoria y el funcionamiento del cerebro. Esta sería una buena explicación del gran número de espectadores que consideran una obra maestra al último trabajo de Pedro Almodóvar, que cuenta con un arranque a través de una secuencia de animación que llama la atención por lo poco habitual en su filmografía, un final excelente y bellísimo, y unos cuantos momentos de diez en el medio, lo cual, según la teoría mencionada, podría estar haciendo pasar por alto los defectos, algunos notables, que también tiene Dolor y gloria.

Nos encontramos, con poco lugar a dudas, con el mejor título de su director desde Volver, cuya principal virtud es rezumar autenticidad. Almodóvar se desnuda como hombre maduro en crisis personal, emocional y también profesional, de la que el trabajo y la pasión por el cine son su única válvula de escape; las drogas y las pasiones que le sirvieron en su juventud ya no le son de utilidad ni a su personaje, interpretado por un Antonio Banderas magistral, ni probablemente al propio director. Ante la sequía creativa que le provoca su aislamiento y la falta de contacto con el mundo exterior, que fue su fuente de inspiración en su época dorada, la única salida es llevar a cabo una ficción terapéutica a partir de su autobiografía; ese es el argumento de su película, pero también podría ser el análisis del punto en el que se encuentra su carrera.

En Dolor y gloria Almodóvar renuncia a sus citas y fetiches cinéfilos, que se ven reducidos a unos cuantos posters de La gata sobre el tejado de zinc, y también deja de proyectarse en personajes femeninos o transexuales. Despojado de adornos y mecanismos para distraer la atención, pasa revista sin pudor en estas memorias en forma de película a las dificultades que ha tenido con compañeros y amigos a los que ha perdido por el camino, a su soledad sentimental, a sus problemas de salud, y a una relación ambivalente con su madre, mezcla de amor y culpabilidad. No obstante, los recuerdos de infancia, los momentos más cinematográficos y teñidos de ficción, son los que aportan la mayoría de las mejores escenas de la película.

El defecto de Dolor y gloria es que tarda en atrapar al espectador porque no ofrece ningún gancho, ninguna estrategia de guionista experimentado, que atraiga la atención de este. Las películas de recuerdos se desencadenan a partir de un misterio, un fantasma del pasado que vuelve, una situación insólita que promueve la reflexión del protagonista y la retrospectiva a su vida; pero aquí no encontramos nada de esto. La excusa podría ser una coherencia con la renuncia al artificio y al adorno de la que hablábamos antes, pero lo cierto es que el anterior título de Almodóvar, Julieta, en el que personaje y película vagaban a la deriva sin rumbo durante todo el metraje, adolecía del mismo defecto.

En el título que nos ocupa, en la primera mitad de la narración cobra gran importancia un personaje, el actor con el que el director se reencuentra después de muchos años, que tiene muy escaso interés en la narración y que de hecho luego desaparecerá sin mayor trascendencia tras haber protagonizado un fallido gag y un soporífero monólogo en otra escena de ficción dentro de la ficción, probablemente la más floja del film. No obstante, en esta ocasión, a diferencia de Julieta, que no conseguía remontar el vuelo en ningún momento, la historia va impregnándose de alma y la sucesión de anécdotas va creando poso y sensación de conjunto hasta llegar a un tramo final emotivo y redondo.

Almodóvar ha conseguido una película notable, sincera pese al juego de espejos entre ficción y realidad, que va creciendo durante su metraje; capaz de dejar huella a pesar de sus defectos y que resulta una versión corregida, mejorada y auténtica de Julieta. Queda, eso sí, la incógnita de qué puede deparar el futuro tras este título en el que el director parece haber quemado todos sus cartuchos y dado un discurso sobre su vida y su carrera que parece autoconclusivo.

https://cines.com/criticas/critica-de-dolor-y-gloria/
9
25 de abril de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es Almodovar, y así es esta película. Sin darle muchas vueltas, sin hacer mucho drama, sin que sea tan importante. Simplemente es una película que muestra al ser humano en su grandeza y su tragedia. Almodovar es grande porque es capaz de exponer su pequeñez, su soledad, su locura, su enfermedad, sus demonios. Almodovar se desnuda ante el mundo, como simpre ha hecho, pero como nunca ha hecho. Por esto la película me emociona sin estridencias, sin grandes desengaños ni victorias deslumbrantes. Así como lo expresa Leonard Cohen en su canción, "El amor no es una marcha victoriosa, es solo un roto y solitario Haleluya". Así vemos a Almodovar, que es mucho más que un exitoso director de cine, es simplemente un ser humano que exprime la vida, y paga el precio de explorar su propia luz.
Simplemente gracias Pedro Almodovar por alumbrar el alma de tanta gente con tu luz y con tus tinieblas.
6
25 de junio de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien ha visto y conoce la filmografía de Pedro Almódovar sabe que cada una de sus películas es símbolo de rozar la obra maestra (en algunas más que otras), y siempre es ejemplo de calidad con un carácter y una esencia única que las hace especiales. Es de los pocos directores que han conseguido crear un universo y un mundo propio totalmente reconocibles.

En esta película no iba a ser menos aunque tengo que ser sincera diciendo que no es su mejor película pero casi.

"Dolor y Gloria" es quizás la película más personal e íntima que ha realizado el director manchego, ya que el personaje de Salvador Mallo está inspirado en él. No sabemos cuánto de Pedro y cuánto de Salvador hay en el personaje, pero suficiente para hacernos una idea de cómo es/seria su vida cuando era más joven (y no tan joven) el director. Como luego se dice: “se ha desnudado” para contarnos más aspectos de su vida que hasta el momento desconocíamos.

Es indiscutible decir que Antonio Banderas está ante uno de sus mejores interpretaciones de toda su carrera (casi por no decir la mejor). Se nota el respeto y la admiración que tiene hacia su amigo Pedro y ha construido un personaje impecable a través del carácter del propio director, dándole su toque personal. Sin duda, Antonio, es lo mejor de la película.

Y le sigue Asier Etxeandia. Está maravilloso, fascinante y extraordinario como amigo del director (Salvador Mallo) del que hace años no se ven y se llevan regular pero que no puede dejar de sentir admiración por él. Asier está demostrando, trabajo tras trabajo, que es uno de los mejores actores que tenemos en nuestro cine y televisión y uno de los más completos (porque además de actuar, canta de maravilla).

Volver a ver a Julieta Serrano en un pequeño papel en la película siempre es una gozada. Muy entrañable en este personaje.

"Dolor y Gloria" tiene un pizca de cada uno de los elementos que no pueden faltan en su mayoría de películas de Almódovar: los colores vivos y planos característicos del vestuario y de algunos escenarios; los peculiares dramas con mezcla de personajes y situaciones que sólo Pedro consigue combinar a la perfección, representación de la infancia…

El director ha sabido sacar lo mejor de cada uno de sus actores. Se nota la buena dirección actoral.

Mención aparte de las animaciones que aparecen en el film. Son pequeñas obras de arte.

Cada plano y la fotografía son asombrosos y muy bien cuidados.

Dolor y Gloria es una película elegante, atractiva y estilosa. En ella podemos apreciar la madurez culminante de uno de nuestros mejores directores reconocido a nivel nacional e internacional.

Mi valoración: 6/10 ★★★★★★

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