Zona de interés
2023 

6.4
19,777
31 de enero de 2024
31 de enero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro hombre es un dirigente de campo de concentración nazi, un romo teutón que es ascendido a los cielos de poder nazi gracias a su conformidad con la solución final sin preguntas ni remordimientos. El garrulo e inexpresivo protagonista se ha casado con una zafia mujer caballar que sólo piensa en zanganear y en dar órdenes a sus criadas judías presumiendo ante su desagradable mamá de visita.
La conformidad sin preguntas, la obediencia ciega a los dictados del führer es convenientemente premiada con una vida anodina de privilegios y explotación. Los convencidos seguidores sectarios disfrutan de privilegios que justifican cualquier horror, cuialquier bajeza, cualquier indignidad.
Hoy las formas de totalitarismo son más sutiles, pero la bajeza de los seguidores de los totalitarismos "democráticos" es también abyecta. La misma obediencia ciega al líder y la misma violación de principios democráticos y de dignidad para asegurarse el poder. Los judíos de hoy no mueren pero son apestados que se deben mantener en silencio.
La belleza de los encuadres contrasta con la obtusa estupidez y tremenda mediocridad de los personajes. La banda sonora es hábilmente dosificada para añadir pinceladas de desasoiego.
La belleza formal de fría perfección de planos fijos bien encuadrados contrasta con el contenido desagradable de la película. Demos dignidad de belleza formal al fondo abyecto del nazismo para conseguir impactar (¿o desconcertar ? ) al espectador.
La película es necesariamente desagradable por el trasfondo oculto de horror y por la triste verdad de la estupidez zafia que triunfa y es recompensada. La película nos deja vacío y desolación, desconcierto y repugnancia, con lo cual quizás cumple su objetivo.
La conformidad sin preguntas, la obediencia ciega a los dictados del führer es convenientemente premiada con una vida anodina de privilegios y explotación. Los convencidos seguidores sectarios disfrutan de privilegios que justifican cualquier horror, cuialquier bajeza, cualquier indignidad.
Hoy las formas de totalitarismo son más sutiles, pero la bajeza de los seguidores de los totalitarismos "democráticos" es también abyecta. La misma obediencia ciega al líder y la misma violación de principios democráticos y de dignidad para asegurarse el poder. Los judíos de hoy no mueren pero son apestados que se deben mantener en silencio.
La belleza de los encuadres contrasta con la obtusa estupidez y tremenda mediocridad de los personajes. La banda sonora es hábilmente dosificada para añadir pinceladas de desasoiego.
La belleza formal de fría perfección de planos fijos bien encuadrados contrasta con el contenido desagradable de la película. Demos dignidad de belleza formal al fondo abyecto del nazismo para conseguir impactar (¿o desconcertar ? ) al espectador.
La película es necesariamente desagradable por el trasfondo oculto de horror y por la triste verdad de la estupidez zafia que triunfa y es recompensada. La película nos deja vacío y desolación, desconcierto y repugnancia, con lo cual quizás cumple su objetivo.
24 de febrero de 2024
24 de febrero de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película incómoda porque coloca al espectador al lado (no del lado) de los indiferentes a la barbarie. Rodada a modo de documental, en la película no pasa absolutamente nada durante todo el metraje; eso sí, de fondo está sucediendo el holocausto.
No me gusta el preciosismo de estas películas donde no hay ni un atisbo de suciedad o polvo. Hasta la negrura resulta de una pulcritud insoportable.
El director intenta deslumbrar desde la nada pero todo queda en una sopa fría.
Quizá lo más interesante es que la película nos pone frente al espejo. Somos nosotros los mismos indiferentes e indolentes, cómplices (por nuestro silencio) en parte de las guerras, la pobreza, el hambre y el desastre climático.
La recomiendo especialmente a quienes disfruten del té con el sonido envolvente y calmante de la metralla.
No me gusta el preciosismo de estas películas donde no hay ni un atisbo de suciedad o polvo. Hasta la negrura resulta de una pulcritud insoportable.
El director intenta deslumbrar desde la nada pero todo queda en una sopa fría.
Quizá lo más interesante es que la película nos pone frente al espejo. Somos nosotros los mismos indiferentes e indolentes, cómplices (por nuestro silencio) en parte de las guerras, la pobreza, el hambre y el desastre climático.
La recomiendo especialmente a quienes disfruten del té con el sonido envolvente y calmante de la metralla.
4 de marzo de 2024
4 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me ha llamado la atención de esta película ha sido el modo de mostrar el horror que relata: con la frialdad propia del ambiente de un quirófano. Jonathan Glazer nos ofrece instantáneas en movimiento de la vida de Rudolf Höss y su familia en una casa llena de comodidades al lado del campo de concentración (luego de exterminio) de Auschwitz, en la actual Polonia. El trozo de realidad elegido es presentado con tal pulcritud, luminosidad y estatismo que llega a conseguir lo que pretende, según creo: revolver las entrañas del espectador. Así, este film resulta ser, al menos en mi experiencia, una de las mejores contribuciones cinematográficas a la reflexión sobre las posibles respuestas a una pregunta que lleva inquietando a la humanidad desde 1945: ¿cómo es posible que ciudadanos de una nación educada como Alemania aplaudiesen y participasen en las acciones de un régimen con propósitos que tan delirantes parecen, vistos hoy en día?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y todo sin que veamos un solo asesinato, una sola atrocidad, una sola locura: solo oímos, gracias a un magistral uso del sonido, e intuímos, debido a un inteligente uso del "fuera de cámara".
7 de marzo de 2024
7 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un retrato de la vida doméstica a la sombra del campo de concentración de Auschwitz es “La zona de interés”, una de las nominadas al Oscar de mejor película que presenta una perspectiva distinta del Holocausto.
La cinta del director Jonathan Glazer es de aquellas para debatir en torno a los derechos humanos, la barbarie del hombre y el antisemitismo en toda su envergadura. La historia se centra en torno al comandante alemán Rudolf Höss (Christian Friedel), su esposa Hedwig (Sandra Hüller), que tienen cinco hijos pequeños que disfrutan de un idílica casa a orillas del río con piscina, con muchas comodidades, empleados y bajo un cielo azul impecables pero los separa un gran muro con un campo de concentración.
Casi siempre la perspectiva en el cine del Holocauto judío tiene el sufrimiento del pueblo judío más visceral, con una fuerte presión psicológica y visual sobre el espectador que es sometido a fuertes imágenes y emociones. A diferencia de esa perspectiva clásica, “La Zona de Interés”, nos somete a una mirada de esta acomodada familia alemana de un comandante de un campo de Auschwitz donde en esa aparente tranquilidad y sueño de toda familia, los separa solo este muro en donde escuchas disparos, gritos, perros y donde las chimeneas de los incineradores que no para con el tratamiento de los judíos donde la familia permanece impávida llevando su día con aparente normalidad.
Un drama narrativo del Holocausto que se define por su riguroso forma de mostrarnos el daño pero este film de Glazer tiene como contraste una firme negativa a mostrar cualquier indicio de violencia explícita pero no la hace menos escalofriante en esta rutina familiar exhibiendo sus mundos opuestos donde hay cero humanidad de lo que se esta viviendo allí dentro.
Esta vez la impavidad de esa familia que ignora lo que esta pasando al otro lado de los muros sin duda es una atrocidad en si misma, el director no nos da el gusto de elevar su cámara y pasar los límites de la comodidad de la familia del comandante. El que quiere ver una cinta clásica como “La Lista de Schindler o “El Pianista” podría desilusionarse ya que es este es cine contemplativo de un trabajo psicológico muy bien elaborado con las imágenes, una original banda sonora que es muy perturbadora y sugerentes del mal que ronda cerca.
Mucha atención de un verdadero ángel que deja manzanas en los campos filmado con una cámara de calor militar, que es una especie de negativo que sin duda es una forma original de presentar alguien anómino que se percata del mal que allí ocurre. Es algo que descoloca pero representa ese calor que falta a las personas que ignoran la barbarie que allí esta ocurriendo donde los judíos ni siquiera son mirados como personas. La apuesta de pasar por alto resulta por momentos muy siniestro y esa falta de atención hace que el espectador llene con su conocimiento y valores los vacíos de los personajes que vemos en pantalla. El film de Glazer esta nominado al Oscar en una doble categoría como película drama principal y por film extranjero siendo la principal competidora de la española La sociedad de la Nieve en la categoría internacional. Ya ganó el premio del jurado del festival de Cannes y el premio mejor película en los BAFTA.
La cinta del director Jonathan Glazer es de aquellas para debatir en torno a los derechos humanos, la barbarie del hombre y el antisemitismo en toda su envergadura. La historia se centra en torno al comandante alemán Rudolf Höss (Christian Friedel), su esposa Hedwig (Sandra Hüller), que tienen cinco hijos pequeños que disfrutan de un idílica casa a orillas del río con piscina, con muchas comodidades, empleados y bajo un cielo azul impecables pero los separa un gran muro con un campo de concentración.
Casi siempre la perspectiva en el cine del Holocauto judío tiene el sufrimiento del pueblo judío más visceral, con una fuerte presión psicológica y visual sobre el espectador que es sometido a fuertes imágenes y emociones. A diferencia de esa perspectiva clásica, “La Zona de Interés”, nos somete a una mirada de esta acomodada familia alemana de un comandante de un campo de Auschwitz donde en esa aparente tranquilidad y sueño de toda familia, los separa solo este muro en donde escuchas disparos, gritos, perros y donde las chimeneas de los incineradores que no para con el tratamiento de los judíos donde la familia permanece impávida llevando su día con aparente normalidad.
Un drama narrativo del Holocausto que se define por su riguroso forma de mostrarnos el daño pero este film de Glazer tiene como contraste una firme negativa a mostrar cualquier indicio de violencia explícita pero no la hace menos escalofriante en esta rutina familiar exhibiendo sus mundos opuestos donde hay cero humanidad de lo que se esta viviendo allí dentro.
Esta vez la impavidad de esa familia que ignora lo que esta pasando al otro lado de los muros sin duda es una atrocidad en si misma, el director no nos da el gusto de elevar su cámara y pasar los límites de la comodidad de la familia del comandante. El que quiere ver una cinta clásica como “La Lista de Schindler o “El Pianista” podría desilusionarse ya que es este es cine contemplativo de un trabajo psicológico muy bien elaborado con las imágenes, una original banda sonora que es muy perturbadora y sugerentes del mal que ronda cerca.
Mucha atención de un verdadero ángel que deja manzanas en los campos filmado con una cámara de calor militar, que es una especie de negativo que sin duda es una forma original de presentar alguien anómino que se percata del mal que allí ocurre. Es algo que descoloca pero representa ese calor que falta a las personas que ignoran la barbarie que allí esta ocurriendo donde los judíos ni siquiera son mirados como personas. La apuesta de pasar por alto resulta por momentos muy siniestro y esa falta de atención hace que el espectador llene con su conocimiento y valores los vacíos de los personajes que vemos en pantalla. El film de Glazer esta nominado al Oscar en una doble categoría como película drama principal y por film extranjero siendo la principal competidora de la española La sociedad de la Nieve en la categoría internacional. Ya ganó el premio del jurado del festival de Cannes y el premio mejor película en los BAFTA.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El sonido esta increible
10 de marzo de 2024
10 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aleksandra Bystron-Kolodziejczyk (1927-2016), es la adolescente que aparece en la cinta, en blanco y negro y brillando son luz propia. Formó parte del movimiento de resistencia polaca y dejaba comida para los prisioneros de Auschwitz. El director, Jonathan Glazer, utilizó sus testimonios sobre lo que ocurría en la casa de Höss, para contar esta historia. Lo que más me impresiona es que después de casi 100 años, Rudolf Höss es un monstruo odiado, del que nadie quiere saber, y que está chica, con sus pequeños actos de bondad y valentía, renace y es inmortalizada como, literalmente, un ser que brilla en la oscuridad.
El lenguaje de esta película es el del dolor y la indignación. Sin palabras, sin efectos innecesarios, sin escenas para conmover, a veces me hizo dificil admirar la belleza de su fotografia o la milimétrica edición.
Un documento no sólo sobre la tiranía nazi, si no tambien un recordatorio sobre las que hoy en día azotan a pueblos en todo el mundo, ante un silencio similar al de entonces. Un silencio que resuena con un ruido similar al soundtrack de éste film.
El lenguaje de esta película es el del dolor y la indignación. Sin palabras, sin efectos innecesarios, sin escenas para conmover, a veces me hizo dificil admirar la belleza de su fotografia o la milimétrica edición.
Un documento no sólo sobre la tiranía nazi, si no tambien un recordatorio sobre las que hoy en día azotan a pueblos en todo el mundo, ante un silencio similar al de entonces. Un silencio que resuena con un ruido similar al soundtrack de éste film.
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