En la casa
2012 

7.3
28,005
Drama. Comedia. Intriga
Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase, muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Este chico, que se siente extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre esa ... [+]
20 de marzo de 2013
20 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Germain (Fabrice Luchini) es el típico profesor de literatura francesa hastiado del bajo desempeño de sus estudiantes, las pocas ganas de leer y aún menos de escribir, la monotonía se acaba cuando tras la revisión de unas redacciones se encuentra con un caso único, Claude (Ernst Umhauer).
Este chico algo apartado y con algunos problemas familiares, escribió su historia basándose en las experiencias personales que estaba teniendo en la casa de su amigo Rapha (Bastien Ughetto), al que visita recurrentemente porque le da clases de matemáticas. Esta particular forma de escribir motiva a su profesor, por lo que sigue pidiendo redacciones, para así ir puliendo las habilidades de Claude.
Dans la maison es una película que se antoja fresca e interesante, que mezcla muy bien los trazos tanto del drama como de la comedia, el primer aspecto lo viven de diferente forma todos los personajes que aparecen en escena (evidentemente en mayor o menor medida dependiendo de la importancia que tengan en el film), y el segundo se va mostrando en varias situaciones a lo largo del metraje.
François Ozon logra entretejer una película sumamente agradable e ingeniosa no solo en su trama, sino en la forma en cómo logra ir mostrando cada elemento, entre ellos, la mezcla que consigue entre la realidad y la ficción, representándose esta última con la historia que escribe Claude, además de algunas sorpresas. Excelente película.
Este chico algo apartado y con algunos problemas familiares, escribió su historia basándose en las experiencias personales que estaba teniendo en la casa de su amigo Rapha (Bastien Ughetto), al que visita recurrentemente porque le da clases de matemáticas. Esta particular forma de escribir motiva a su profesor, por lo que sigue pidiendo redacciones, para así ir puliendo las habilidades de Claude.
Dans la maison es una película que se antoja fresca e interesante, que mezcla muy bien los trazos tanto del drama como de la comedia, el primer aspecto lo viven de diferente forma todos los personajes que aparecen en escena (evidentemente en mayor o menor medida dependiendo de la importancia que tengan en el film), y el segundo se va mostrando en varias situaciones a lo largo del metraje.
François Ozon logra entretejer una película sumamente agradable e ingeniosa no solo en su trama, sino en la forma en cómo logra ir mostrando cada elemento, entre ellos, la mezcla que consigue entre la realidad y la ficción, representándose esta última con la historia que escribe Claude, además de algunas sorpresas. Excelente película.
24 de marzo de 2013
24 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del cine es tan injusto a veces permitiendo que películas de nivel como "en la casa" pase desapercibida. Un gran filme que posee el reconocimiento del festival de San Sebastián y de un pequeño porcentaje de espectadores, pero que en el panorama del cine internacional no ha tenido apenas relevancia.
Una cinta en versión comedia que a ratos ácidamente irónica y a ratos dramáticamente conmovedora ha conseguido mantener al espectador en vilo con la filosófica duda de si lo que está viendo es realidad o ficción.
Muy buenas interpretaciones de un buen reparto encabezado por los dos protagonistas (brutales tanto Fabrice Luchini como Ernst Umhauer) , y magistral dirección de un François Ozon muy inspirado.
Una cinta en versión comedia que a ratos ácidamente irónica y a ratos dramáticamente conmovedora ha conseguido mantener al espectador en vilo con la filosófica duda de si lo que está viendo es realidad o ficción.
Muy buenas interpretaciones de un buen reparto encabezado por los dos protagonistas (brutales tanto Fabrice Luchini como Ernst Umhauer) , y magistral dirección de un François Ozon muy inspirado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El toque maestro de la película es ese juego entorno a una delgada linea que separa la realidad de la ficción. Corresponderá al espectador discernir en que punto se encuentra en cada fase de la película.
Mi interpretación personal del filme es que nada de lo que pasa es real. Simplemente es uno de los relatos que los dos, Claude y Germain, han creado o inventado para la familia que han estado observando sentados en el banco. Si os fijáis en la escena del porche en la que se refiere al borracho que se sienta a dar de comer a las palomas, comprobareis que es la viva imagen del Germain del final de la película. En realidad es él. El final es para mi fundamental para comprender la historia: El comentario de Claude "¿Ha visto todas las ventanas que se pueden ver desde aquí, a toda esa gente?; Cuando me sentaba en el parque de los "Rapha" me sentía como un espectador en primera linea. Miraba y pensaba: ¿Cómo será la vida en esas casas?" y luego los dos comienzan a imaginarse una historia (relato) para dos mujeres que discuten en el balcón. Yo esto lo entiendo como un guiño al espectador para que te des cuenta que lo que has visto y sentido antes no era más que uno de esos relatos que los dos se habían inventado para una familia a la que observaban a menudo. Otros guiños son por ejemplo lo de que las mujeres sean hermanas gemelas (recurso utilizado en el relato de Germain), o lo de que "siempre hay una forma de entrar en una casa" (imaginándoselo). Las escenas en las que Germain aparece como un "fantasma" en casa de "los Rapha" al que sólo Claude puede escuchar no son más que intromisiones o comentarios que hace Germain hace del relato de Claude. Por eso Claude no puede indagar en el carácter de los personajes, porque simplemente no los conoce. El detalle más claro para probar esto es cuando describe el olor de Esther: "El olor de la mujer de clase media"; de Esther sólo ha podido ver que es una mujer de clase media y así tiene que oler.
Y si no es así, como se puede explicar que después de lo que supuestamente Claude le hizo a Germain, sigan siendo amigos. Yo personalmente no querría volver a verlo.
Mi interpretación personal del filme es que nada de lo que pasa es real. Simplemente es uno de los relatos que los dos, Claude y Germain, han creado o inventado para la familia que han estado observando sentados en el banco. Si os fijáis en la escena del porche en la que se refiere al borracho que se sienta a dar de comer a las palomas, comprobareis que es la viva imagen del Germain del final de la película. En realidad es él. El final es para mi fundamental para comprender la historia: El comentario de Claude "¿Ha visto todas las ventanas que se pueden ver desde aquí, a toda esa gente?; Cuando me sentaba en el parque de los "Rapha" me sentía como un espectador en primera linea. Miraba y pensaba: ¿Cómo será la vida en esas casas?" y luego los dos comienzan a imaginarse una historia (relato) para dos mujeres que discuten en el balcón. Yo esto lo entiendo como un guiño al espectador para que te des cuenta que lo que has visto y sentido antes no era más que uno de esos relatos que los dos se habían inventado para una familia a la que observaban a menudo. Otros guiños son por ejemplo lo de que las mujeres sean hermanas gemelas (recurso utilizado en el relato de Germain), o lo de que "siempre hay una forma de entrar en una casa" (imaginándoselo). Las escenas en las que Germain aparece como un "fantasma" en casa de "los Rapha" al que sólo Claude puede escuchar no son más que intromisiones o comentarios que hace Germain hace del relato de Claude. Por eso Claude no puede indagar en el carácter de los personajes, porque simplemente no los conoce. El detalle más claro para probar esto es cuando describe el olor de Esther: "El olor de la mujer de clase media"; de Esther sólo ha podido ver que es una mujer de clase media y así tiene que oler.
Y si no es así, como se puede explicar que después de lo que supuestamente Claude le hizo a Germain, sigan siendo amigos. Yo personalmente no querría volver a verlo.
31 de marzo de 2013
31 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la casa y en los brazos de la mujer madura
La he visto tarde pero ha valido la pena. Si Ozon hubiera tenido menos prisa, menos ganas de agradar a Houellebecq y de paso y por eso al conjunto de la intelligentsia gala, hubiera filmado una de las películas más redondas de los últimos años. Un registro civil de la sociedad actual con unos personajes que toman vida incluso contra su creador o el espectador.
Puro ejercicio de puntillismo narrativo. El Cinematógrafo no lo olvidemos es una forma de narrativa con imágenes. Y es muy literaria, pero en el buen sentido de la palabra. Un guión portentoso en la idea y un poco menos en el desarrollo. Basado en la Pieza teatral del español Juan Mayorga. Un maduro profesor de literatura descubre en el instituto a un alumno que es un gran escritor en potencia. Pero que además logra incardinar las diferentes variantes argumentales en no solo la narración, en la historia en su dinámica de acontecimientos.
El constructo es sencillo pero extraordinariamente resuelto. El alumno aventajadamente escritor quiere conocer a la familia de clase media acomodada de su compañero (al que ha elegido como un conejillo de indias para experimentar con el relato) y conoce la casa como compendio narrativo. Un enorme acierto cinematográfico. Y conoce a la madre de la que inevitablemente se enamora. Quién de nosotros no se enamoró perdidamente de esa mamá morenona y que nos parecía la cosa más bonica del mundo? El acierto de Ozón es mostrarnos una madre esquiva hipnótica y como si tuviera más tetas que ideas, pero que va. Aunque el protagonista la define con la devastadora frase de “cuerpo de mujer de clase media”, el calificativo burgués impregna toda la historia, luego vira a un amor de esos que luchan contra las convenciones sociales, espirituales o las carencias afectivas. Porque esa mujer aparentemente poco brillante aunque hermosa absorbe la historia. Porque ese tipo de mujer, a pesar de la perversión inteligente del que la inventa escribiéndola, absorbe toda la historia.
El resto de los personajes muy bien definidos,(enorme Kristin Scott-Thomas como siempre, en un rol de mujer de profesor dueña de una galería de arte y fenotipo de la típica “progre vividora”, pero que sí sabe escoger su camino. El joven escritor y el profesor perfectamente interpretados, pero yo quizá me quede con el entrañable tontarramente errático y malonaco total y la astilla de su hijo. Y todo el entramado de la clase media ascendente y vertebradora de esta Europa de balneario.
Pero tiene errores, por supuesto. El servilismo literario comentado al principio de esta crítica. Algunos lugares comunes respecto a la clase media y sobre todo los guiños excesivamente ilustrados a los pijo.progres de la adivinación erudita. Y excesivo aunque no exento de cierta belleza violenta, el violento proceder con la novela de Celine, Viaje al final de la Noche. Un escritor fascista y reprobable, pero una grandiosa novela. Y por supuesto esos excesivos homenajes al tío Woody. Y un cierto voluntarismo que oculta los daños sociales y emocionales que causa la cobardía en el querer, que es la peor de las puñaladas.
Gran ejercicio de carpintería descriptiva. La historia dentro de la historia, el cambio argumental, el personaje que se apodera del escritor… y la mujer tótem de la clase media bien pensante. Una historia de siempre pero (la memoria imita al cine), que pudo convertirse en una historia como nunca. Porque incluso en ese final bello en su sencillez el profesor mira una casa de pisos (todos hemos pensado alguna vez que si miras por tu ventana verás una serie de otras ventanas y que dentro cada una te contara una historia), y si sabes contarlo, te hará escritor. Lo mismo en lo que te convierte esa mujer a la que el profesor evoca con su mirada “con cara de paisaje”… las ventanas, las historias y aquella mujer-oportunidad que se ha ido para siempre llevándose la luna debajo del brazo…. Ni TECU ento.
La he visto tarde pero ha valido la pena. Si Ozon hubiera tenido menos prisa, menos ganas de agradar a Houellebecq y de paso y por eso al conjunto de la intelligentsia gala, hubiera filmado una de las películas más redondas de los últimos años. Un registro civil de la sociedad actual con unos personajes que toman vida incluso contra su creador o el espectador.
Puro ejercicio de puntillismo narrativo. El Cinematógrafo no lo olvidemos es una forma de narrativa con imágenes. Y es muy literaria, pero en el buen sentido de la palabra. Un guión portentoso en la idea y un poco menos en el desarrollo. Basado en la Pieza teatral del español Juan Mayorga. Un maduro profesor de literatura descubre en el instituto a un alumno que es un gran escritor en potencia. Pero que además logra incardinar las diferentes variantes argumentales en no solo la narración, en la historia en su dinámica de acontecimientos.
El constructo es sencillo pero extraordinariamente resuelto. El alumno aventajadamente escritor quiere conocer a la familia de clase media acomodada de su compañero (al que ha elegido como un conejillo de indias para experimentar con el relato) y conoce la casa como compendio narrativo. Un enorme acierto cinematográfico. Y conoce a la madre de la que inevitablemente se enamora. Quién de nosotros no se enamoró perdidamente de esa mamá morenona y que nos parecía la cosa más bonica del mundo? El acierto de Ozón es mostrarnos una madre esquiva hipnótica y como si tuviera más tetas que ideas, pero que va. Aunque el protagonista la define con la devastadora frase de “cuerpo de mujer de clase media”, el calificativo burgués impregna toda la historia, luego vira a un amor de esos que luchan contra las convenciones sociales, espirituales o las carencias afectivas. Porque esa mujer aparentemente poco brillante aunque hermosa absorbe la historia. Porque ese tipo de mujer, a pesar de la perversión inteligente del que la inventa escribiéndola, absorbe toda la historia.
El resto de los personajes muy bien definidos,(enorme Kristin Scott-Thomas como siempre, en un rol de mujer de profesor dueña de una galería de arte y fenotipo de la típica “progre vividora”, pero que sí sabe escoger su camino. El joven escritor y el profesor perfectamente interpretados, pero yo quizá me quede con el entrañable tontarramente errático y malonaco total y la astilla de su hijo. Y todo el entramado de la clase media ascendente y vertebradora de esta Europa de balneario.
Pero tiene errores, por supuesto. El servilismo literario comentado al principio de esta crítica. Algunos lugares comunes respecto a la clase media y sobre todo los guiños excesivamente ilustrados a los pijo.progres de la adivinación erudita. Y excesivo aunque no exento de cierta belleza violenta, el violento proceder con la novela de Celine, Viaje al final de la Noche. Un escritor fascista y reprobable, pero una grandiosa novela. Y por supuesto esos excesivos homenajes al tío Woody. Y un cierto voluntarismo que oculta los daños sociales y emocionales que causa la cobardía en el querer, que es la peor de las puñaladas.
Gran ejercicio de carpintería descriptiva. La historia dentro de la historia, el cambio argumental, el personaje que se apodera del escritor… y la mujer tótem de la clase media bien pensante. Una historia de siempre pero (la memoria imita al cine), que pudo convertirse en una historia como nunca. Porque incluso en ese final bello en su sencillez el profesor mira una casa de pisos (todos hemos pensado alguna vez que si miras por tu ventana verás una serie de otras ventanas y que dentro cada una te contara una historia), y si sabes contarlo, te hará escritor. Lo mismo en lo que te convierte esa mujer a la que el profesor evoca con su mirada “con cara de paisaje”… las ventanas, las historias y aquella mujer-oportunidad que se ha ido para siempre llevándose la luna debajo del brazo…. Ni TECU ento.
9 de abril de 2013
9 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la casa de François Ozon, es una excelente cinta que mezcla la comedia y el drama de un modo magistral. Dirigida de forma singular y novedosa, consigue intrigar de manera brillante al espectador, con un guión bien hilado y un argumento absorbente, que va creando la atmosfera necesaria para tener al público pegado al asiento.
La música, ayuda a mantener la emoción en los momentos oportunos, gracias a unas canciones bellas y estimulantes, al igual que la narrativa que es perfecta e inspiradora. Destacables también, las interpretaciones de Fabrice Luchini y Ernst Umhauer, que juntos se adueñan del film de un modo brillante y acertado, con unos diálogos ágiles, ácidos y ocurrentes.
Por lo tanto, la considero una gran película totalmente recomendable para todos los amantes del buen cine, que buscan historias contadas de un modo original y distinto, y dispuestos a estar intrigados hasta el final por una trama única e inolvidable.
La música, ayuda a mantener la emoción en los momentos oportunos, gracias a unas canciones bellas y estimulantes, al igual que la narrativa que es perfecta e inspiradora. Destacables también, las interpretaciones de Fabrice Luchini y Ernst Umhauer, que juntos se adueñan del film de un modo brillante y acertado, con unos diálogos ágiles, ácidos y ocurrentes.
Por lo tanto, la considero una gran película totalmente recomendable para todos los amantes del buen cine, que buscan historias contadas de un modo original y distinto, y dispuestos a estar intrigados hasta el final por una trama única e inolvidable.
1 de mayo de 2013
1 de mayo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la casa es una interesante película acerca del proceso creativo y de los engranajes y agentes que en él actúan. Es esa perspectiva la que más me fascina de la obra: como imaginación, realidad e irrealidad -entendida como aquello que pasa y no quiere reconocerse- se funden y mezclan en alquimia amorfa para gestar algo que trascienda nuestras tediosas existencias.
Y esa creo que es la clave: la radiografía demoledora que elabora Ozon acerca de la intrascendencia y levedad de nuestro deambular cotidiano en el que fantaseamos sobre la vida de los otros imaginándola de forma sofisticada, como si quisiéramos vivir a través del otro todo aquello que nosotros no conseguimos cuando, en el fondo, sus miserias son tantas como las nuestras, quizá distintas, pero con un lastre igualmente pesado.
En la casa conecta en cierta manera con Muerte en Venecia de Thomas Mann en tanto en cuanto nos encontramos ante un artista -bueno, en este caso, sería un profesor que escribe algún que otro libro lo que rebaja la solemnidad y trascendencia del clásico- que carece de inspiración -aquí quizá simplemente de motivación alguna en su vida-, y que encuentra a través de la idealización de un adolescente un incentivo para dotar de color sus días.
Aquí tampoco sería un ideal de belleza que alumbre el corazón del artista, sino simplemente un relato en entregas que despierta en el hogar del profesor una anestesia compartida que solape el aburrimiento enraizado su ecosistema.
Menos interesante por manido resulta el retrato de las disfuncionalidades de la familia burguesa media a través de arquetipos de "marido superficial", "esposa insatisfecha" e "hijo raro", pero que son los mimbres a través de los cuales se monta esta inteligente reflexión a través del eje que fusiona la insatisfacción, la desmotivación y la creación cauterizadora tanto para el emisor como el receptor de su mensaje.
Y esa creo que es la clave: la radiografía demoledora que elabora Ozon acerca de la intrascendencia y levedad de nuestro deambular cotidiano en el que fantaseamos sobre la vida de los otros imaginándola de forma sofisticada, como si quisiéramos vivir a través del otro todo aquello que nosotros no conseguimos cuando, en el fondo, sus miserias son tantas como las nuestras, quizá distintas, pero con un lastre igualmente pesado.
En la casa conecta en cierta manera con Muerte en Venecia de Thomas Mann en tanto en cuanto nos encontramos ante un artista -bueno, en este caso, sería un profesor que escribe algún que otro libro lo que rebaja la solemnidad y trascendencia del clásico- que carece de inspiración -aquí quizá simplemente de motivación alguna en su vida-, y que encuentra a través de la idealización de un adolescente un incentivo para dotar de color sus días.
Aquí tampoco sería un ideal de belleza que alumbre el corazón del artista, sino simplemente un relato en entregas que despierta en el hogar del profesor una anestesia compartida que solape el aburrimiento enraizado su ecosistema.
Menos interesante por manido resulta el retrato de las disfuncionalidades de la familia burguesa media a través de arquetipos de "marido superficial", "esposa insatisfecha" e "hijo raro", pero que son los mimbres a través de los cuales se monta esta inteligente reflexión a través del eje que fusiona la insatisfacción, la desmotivación y la creación cauterizadora tanto para el emisor como el receptor de su mensaje.
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