Crash: Extraños placeres
6.5
26,613
Drama. Thriller
Una noche, James Ballard estrella su coche contra el de Helen y ambos son ingresados en un hospital. Lo sorprendente es que inmediatamente después del choque los dos experimentaron una extraña atracción mutua. A partir de entonces, la vida de James se precipitará hacia un mundo oscuro y prohibido, dominado por el peligro, el sexo y la muerte. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2021
14 de octubre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una noche, James Ballard estrella su coche contra el de Helen y ambos son ingresados de urgencia en un hospital. De manera inexplicable, tras el choque ambos experimentan una extraña y mutua atracción. A partir de entonces, la vida de James y Hellen se dirigirán hacia un mundo indebido, prohibido y oscuro, dominado por el riesgo, el sexo y la muerte.
Su director David Cronemberg estrenó esta película en el Festival de Cannes de 1996 (Premio especial del jurado). La historia resulta de la adaptación de la novela homónima de J.G. Ballard y tal vez, para justificarse ante los moralistas el director afirmó: “Es el momento de aceptar que la sexualidad es muy potente, muy compleja, y que debería ser examinada más a menudo por el cine”.
Esta cinta explora: “la readaptación del cuerpo humano a una sociedad cada vez más tecnificada, y las manifestaciones fisiológicas de unas psiques, individuales y colectivas, desencajadas y reprimidas” (Iglesias). Cronenberg ofrece la culminación lógica del vínculo entre automóvil y ser humano que define la modernización de la sociedad norteamericana a lo largo del siglo XX.
EE. UU. ya llevaba más de un siglo de auge de una erótica del automóvil. La publicidad relacionaba los coches con la potencia sexual masculina en las innumerables películas de Hollywood que refieren la cultura juvenil después de la Segunda Guerra Mundial, poniendo a los vehículos como la principal marca identitaria.
La historia se desarrolla en el Toronto contemporáneo de la década de los noventa, con una imagen de la ciudad, casi futurista. Además, al hilo del filme, cabe reflexionar sobre el hecho de que el diseño urbanístico de la América norte ha culminado su trasformación en función del automóvil. La película combina las localizaciones exteriores ligadas a autopistas, carreteras, aparcamientos y aeropuertos con unos interiores de ambientación fría y funcional.
Hay un continuo de encuentros sexuales entre los protagonistas, cuya erótica se manifiesta a través de una pulsión de muerte automovilística.
A través de los accidentes-cópula, las anatomías del coche y las del ser humano se confunden y entremezclan en una fusión perfecta máquina-cuerpo: torsos a través del parabrisas, asientos salpicados de viscosos flujos o cuerpos retorcidos en posturas ajustadas al éxtasis. Algunos de los personajes se encuentran en una etapa intermedia de esta fusión, como se ve en sus cicatrices y prótesis de cuero y metal.
La secuencia cumbre en esta mixtura muestra a tres de los protagonistas en un acto sexual dentro del coche en pleno túnel de lavado.
Destaca un reparto excelente con nombres como James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Debora Kara Unger o Rosanna Arquette (con prótesis y sus cicatrices).
Película desagradable, sincera y fascinante que concibe los accidentes de coche como la cópula definitiva para alcanzar el embeleso en una sociedad tecnificada.
Una obra maestra sucia, pornográfica y subversiva que construye una experiencia anómala de la sexualidad, lo que conlleva un acercamiento brutal a los abismos del ser humano.
Sólo a Cronenberg se le pudo ocurrir crear esta película inclasificable donde se mezcla sexo con accidentes automovilísticos. El público y la crítica americana y europea estuvieron profundamente divididas ante esta película atípica que para algunos es genial, para otros repulsiva y para los de más allá, carece de interés.
Su director David Cronemberg estrenó esta película en el Festival de Cannes de 1996 (Premio especial del jurado). La historia resulta de la adaptación de la novela homónima de J.G. Ballard y tal vez, para justificarse ante los moralistas el director afirmó: “Es el momento de aceptar que la sexualidad es muy potente, muy compleja, y que debería ser examinada más a menudo por el cine”.
Esta cinta explora: “la readaptación del cuerpo humano a una sociedad cada vez más tecnificada, y las manifestaciones fisiológicas de unas psiques, individuales y colectivas, desencajadas y reprimidas” (Iglesias). Cronenberg ofrece la culminación lógica del vínculo entre automóvil y ser humano que define la modernización de la sociedad norteamericana a lo largo del siglo XX.
EE. UU. ya llevaba más de un siglo de auge de una erótica del automóvil. La publicidad relacionaba los coches con la potencia sexual masculina en las innumerables películas de Hollywood que refieren la cultura juvenil después de la Segunda Guerra Mundial, poniendo a los vehículos como la principal marca identitaria.
La historia se desarrolla en el Toronto contemporáneo de la década de los noventa, con una imagen de la ciudad, casi futurista. Además, al hilo del filme, cabe reflexionar sobre el hecho de que el diseño urbanístico de la América norte ha culminado su trasformación en función del automóvil. La película combina las localizaciones exteriores ligadas a autopistas, carreteras, aparcamientos y aeropuertos con unos interiores de ambientación fría y funcional.
Hay un continuo de encuentros sexuales entre los protagonistas, cuya erótica se manifiesta a través de una pulsión de muerte automovilística.
A través de los accidentes-cópula, las anatomías del coche y las del ser humano se confunden y entremezclan en una fusión perfecta máquina-cuerpo: torsos a través del parabrisas, asientos salpicados de viscosos flujos o cuerpos retorcidos en posturas ajustadas al éxtasis. Algunos de los personajes se encuentran en una etapa intermedia de esta fusión, como se ve en sus cicatrices y prótesis de cuero y metal.
La secuencia cumbre en esta mixtura muestra a tres de los protagonistas en un acto sexual dentro del coche en pleno túnel de lavado.
Destaca un reparto excelente con nombres como James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Debora Kara Unger o Rosanna Arquette (con prótesis y sus cicatrices).
Película desagradable, sincera y fascinante que concibe los accidentes de coche como la cópula definitiva para alcanzar el embeleso en una sociedad tecnificada.
Una obra maestra sucia, pornográfica y subversiva que construye una experiencia anómala de la sexualidad, lo que conlleva un acercamiento brutal a los abismos del ser humano.
Sólo a Cronenberg se le pudo ocurrir crear esta película inclasificable donde se mezcla sexo con accidentes automovilísticos. El público y la crítica americana y europea estuvieron profundamente divididas ante esta película atípica que para algunos es genial, para otros repulsiva y para los de más allá, carece de interés.
11 de septiembre de 2024
11 de septiembre de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Cronenberg que transforma la filia que sufren los protagonistas en una auténtica obra poética.
El concepto de Eros y Thanatos fue descrito por Sigmund Freud, y aquí alcanza una singular expresión al mezclar el placer sexual con el dolor padecido al sufrir accidentes de tráfico. Al mismo tiempo los protagonistas sufren la parafilia de la excitación sexual al contemplar accidentes de tráfico, fotografías de ellos o su representación, cuyo nombre científico es voyeurismo.
En todas las relaciones de los personajes que circulan por el filme apreciamos el Masoquismo y el Sadismo como formas determinantes en sus actuaciones; tanto a nivel sexual como no sexual.
En suma, estamos ante una auténtica obra maestra, que trata de la perversidad humana, de la enfermedad mental, de las parafilias, y que lo hace dotando a la obra de una mayúscula espiritualidad y poesía.
El concepto de Eros y Thanatos fue descrito por Sigmund Freud, y aquí alcanza una singular expresión al mezclar el placer sexual con el dolor padecido al sufrir accidentes de tráfico. Al mismo tiempo los protagonistas sufren la parafilia de la excitación sexual al contemplar accidentes de tráfico, fotografías de ellos o su representación, cuyo nombre científico es voyeurismo.
En todas las relaciones de los personajes que circulan por el filme apreciamos el Masoquismo y el Sadismo como formas determinantes en sus actuaciones; tanto a nivel sexual como no sexual.
En suma, estamos ante una auténtica obra maestra, que trata de la perversidad humana, de la enfermedad mental, de las parafilias, y que lo hace dotando a la obra de una mayúscula espiritualidad y poesía.
7 de agosto de 2007
7 de agosto de 2007
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cronenberg insiste en su insana obsesión por los biomecanoides, trasunto del hombre tecnologizado y deshumanizado. Los personajes de Crash necesitan estar en comunión con las máquinas, ya sean coches o prótesis, para sentirse excitados, al igual que necesitan estar en comunión con su propia autodestruccion, circular aunque progresiva, de sus propios cuerpos (biológicos o mecánicos) y de su propia moralidad, para sentirse vivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La idea de la alineación personal a través de la alineación del propio cuerpo, tema recurrente en Cronenberg, alcanza aquí uno de sus elaboraciones más perfectas conceptualmente junto a Videodrome.
El protagonista (James Spader) va entrando cada vez más en la espiral del mundo máquina que el personaje interpretado por Koteas le va ofreciendo, primero a través de su novia (Holy Hunter), luego a través de sí mismo. Spader, tanto por sí mismo, como por su novia (Deborah Jara Unger), va haciéndose cada vez un mayor acólito de la peculiar religión de la que Koteas es maestro.
Spader, aplicado discípulo, aprende los entresijos de la alienación mecánica y del amor a la autodestrucción en un proceso de aprendizaje doble, actuando por sí mismo o vicariamente a través de sus fantasías o su propia novia. En dicho proceso, llega incluso a superar a su maestro, que, al morir y convertirse en mártir de su excéntrica religión (como ya lo fue James Dean), le da la última lección a su discípulo.
Maravillosa película de Cronenberg, aunque difícil para no iniciados en su mundo
El protagonista (James Spader) va entrando cada vez más en la espiral del mundo máquina que el personaje interpretado por Koteas le va ofreciendo, primero a través de su novia (Holy Hunter), luego a través de sí mismo. Spader, tanto por sí mismo, como por su novia (Deborah Jara Unger), va haciéndose cada vez un mayor acólito de la peculiar religión de la que Koteas es maestro.
Spader, aplicado discípulo, aprende los entresijos de la alienación mecánica y del amor a la autodestrucción en un proceso de aprendizaje doble, actuando por sí mismo o vicariamente a través de sus fantasías o su propia novia. En dicho proceso, llega incluso a superar a su maestro, que, al morir y convertirse en mártir de su excéntrica religión (como ya lo fue James Dean), le da la última lección a su discípulo.
Maravillosa película de Cronenberg, aunque difícil para no iniciados en su mundo
3 de febrero de 2021
3 de febrero de 2021
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Cronenberg alcanzó su Rubicón con "Inseparables", (1989) obra coral sobre dos hermanos gemelos que ven su equilibrio existencial torcido con la irrupción de una mujer en su vida que llevará a ambos hermanos a una espiral de destrucción psicosomática. Obra poética, retorcida como pocas: fue y aun es hoy considerada la mejor obra del canadiense.
En los noventa Cronenberg va atemperando su cuchilla moral y la vuelve aun más mórbida pero a la vez felina y bien afilada para poder saltar al cine mainstream de autor.
Si bien hoy nadie niega la valía y personalidad de su cine, en los 70's y 80's no pasaba de ser un mero freak adicto a la viscosidad y truculencia, pero detrás de toda la fanfarria de terror y ciencia ficción, se escondía un mensaje corrosivo en clave freudiana. De hecho, como se podrá ver a lo largo de su carrera, Cronenberg va hilando cada vez más fino: logra ganarse el respeto de la crítica gafa pasta sin dejar de lado sus obsesiones más primigenias: la esencia del yo en un mundo onírico preñado de pesadillas psicoanalíticas.
Así llegamos a mediados de los 90's, con un autor consagrado en el género de culto que decide adaptar la novela original de J.G. Ballard: Crash
Crash es otra obra coral donde sus distintos protagonistas se ven fagotizados por su adicción parafílica a los accidentes de tráfico: todos ellos descubren su nueva "sexualidad" a través de los percances automovilísticos. Y conformándose un abominable trío sexual encabezado por el prepúber James Spider, la escultural Deborah Kara Unger y el mefistofélico Elias Koteas. Éste último brindandonos una interpretación descomunal: un ser devorado por su propia ansia de devorar, el macho alfa dispuesto a todo con tal de satisfacer sus instintos más primarios.
La dirección artística es sobria, sin alardes ni grandilocuencias, pero perfectamente fría, distópica y vacía: como sus personajes.
Y aunque si bien la dirección de Cronenberg no es tan certera comparada con su obra magna, (Inseparables) Howard Shore, habitual colaborador y compositor de las bandas sonoras de Cronenberg, firma un libreto soberbio, repleto de texturas y melodías quebradizas, delicadas y sórdidas: todo un viaje.
Por tanto, Crash, junto a sus diálogos mórbidos, su mal rollo y plantel de freaks, (espectacular Rossana Arquette) es un viaje salvaje con un perverso sentido del humor; es una cinta limitada a aficionados de extraños géneros cinematográficos que deslumbrará y horrorizará por igual a adláteres y advenedizos del canadiense, que aquí directamente se pierde en un frenesí de locura parafílica con un potente mensaje subyacente de crisis conyugales y letanías freudianas.
En los noventa Cronenberg va atemperando su cuchilla moral y la vuelve aun más mórbida pero a la vez felina y bien afilada para poder saltar al cine mainstream de autor.
Si bien hoy nadie niega la valía y personalidad de su cine, en los 70's y 80's no pasaba de ser un mero freak adicto a la viscosidad y truculencia, pero detrás de toda la fanfarria de terror y ciencia ficción, se escondía un mensaje corrosivo en clave freudiana. De hecho, como se podrá ver a lo largo de su carrera, Cronenberg va hilando cada vez más fino: logra ganarse el respeto de la crítica gafa pasta sin dejar de lado sus obsesiones más primigenias: la esencia del yo en un mundo onírico preñado de pesadillas psicoanalíticas.
Así llegamos a mediados de los 90's, con un autor consagrado en el género de culto que decide adaptar la novela original de J.G. Ballard: Crash
Crash es otra obra coral donde sus distintos protagonistas se ven fagotizados por su adicción parafílica a los accidentes de tráfico: todos ellos descubren su nueva "sexualidad" a través de los percances automovilísticos. Y conformándose un abominable trío sexual encabezado por el prepúber James Spider, la escultural Deborah Kara Unger y el mefistofélico Elias Koteas. Éste último brindandonos una interpretación descomunal: un ser devorado por su propia ansia de devorar, el macho alfa dispuesto a todo con tal de satisfacer sus instintos más primarios.
La dirección artística es sobria, sin alardes ni grandilocuencias, pero perfectamente fría, distópica y vacía: como sus personajes.
Y aunque si bien la dirección de Cronenberg no es tan certera comparada con su obra magna, (Inseparables) Howard Shore, habitual colaborador y compositor de las bandas sonoras de Cronenberg, firma un libreto soberbio, repleto de texturas y melodías quebradizas, delicadas y sórdidas: todo un viaje.
Por tanto, Crash, junto a sus diálogos mórbidos, su mal rollo y plantel de freaks, (espectacular Rossana Arquette) es un viaje salvaje con un perverso sentido del humor; es una cinta limitada a aficionados de extraños géneros cinematográficos que deslumbrará y horrorizará por igual a adláteres y advenedizos del canadiense, que aquí directamente se pierde en un frenesí de locura parafílica con un potente mensaje subyacente de crisis conyugales y letanías freudianas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película en realidad nos habla de la relación atípica entre el personaje de Spader y Unger: un matrimonio liberal pero unido que se va resquebrajando en el mismo momento que Spider tiene un accidente de coche y tiene su primer orgasmo, a partir de ahí, el personaje buscará ir redescubriendo su nueva sexualidad a través de dos personajes: el de Elias Koteas y el de Holly Hunter.
Elias Koteas es un ser amoral que no se detendrá ante nada, (provocar accidentes de tráfico cada vez más sangrientos) para satisfacer sus instintos: la brutal violación a Deborah Kara Unger en el autolavado de coches o la misma escena final con un Koteas soberbio interpretando a un "amante" despechado que "emula" el coito envistiendo con su coche el coche de la pareja Spider-Unger.
Su grito final de impotencia resulta perturbador, tanto por la intensidad de la escena como por el desenlace de la misma: su orgasmo final consiste en provocar un accidente brutal al precipitar su coche intencionadamente contra un autobús.
La escena que cierra la cinta, es poesía en clave cronenbergiana: Spider como nuevo macho alfa, (una vez desaparecida la amenaza Koteas) busca seducir a su esposa de la misma forma que Koteas: envistiendo su coche hasta provocar un accidente para consumar el coito conyugal y lograr de una vez por todas, atraer a su mujer al nuevo mundo de perversión mecánica.
Elias Koteas es un ser amoral que no se detendrá ante nada, (provocar accidentes de tráfico cada vez más sangrientos) para satisfacer sus instintos: la brutal violación a Deborah Kara Unger en el autolavado de coches o la misma escena final con un Koteas soberbio interpretando a un "amante" despechado que "emula" el coito envistiendo con su coche el coche de la pareja Spider-Unger.
Su grito final de impotencia resulta perturbador, tanto por la intensidad de la escena como por el desenlace de la misma: su orgasmo final consiste en provocar un accidente brutal al precipitar su coche intencionadamente contra un autobús.
La escena que cierra la cinta, es poesía en clave cronenbergiana: Spider como nuevo macho alfa, (una vez desaparecida la amenaza Koteas) busca seducir a su esposa de la misma forma que Koteas: envistiendo su coche hasta provocar un accidente para consumar el coito conyugal y lograr de una vez por todas, atraer a su mujer al nuevo mundo de perversión mecánica.
6 de julio de 2008
6 de julio de 2008
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una mezcla difícil de entender.
Desde luego es una historia diferente, algo nunca visto en el cine, si eso es lo que buscas.
Locos por todas partes, que buscan sexo y morbo de la forma más atípica.
Me da casi miedo pensar que exista gente así.
Desde luego es una historia diferente, algo nunca visto en el cine, si eso es lo que buscas.
Locos por todas partes, que buscan sexo y morbo de la forma más atípica.
Me da casi miedo pensar que exista gente así.
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