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Soñadores

Drama París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
Críticas 124
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7
2 de junio de 2012 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa película, no apta para pasar un rato pues te hará pensar. Como telón de fondo o escenario el París de la revolución social, aquel significativo Mayo del 68. Manifestaciones con cánticos pacifistas. ¿O no tan pacifistas? Cócteles Molotov, cargas policiales antidisturbios…

Dos hermanos con unos extrañísimos lazos fraternales, van de progres pero son totalmente burgueses. Hablan de Mao, del Vietnam, de la revolución social que explota a su alrededor, de la intolerancia del fascismo, pero lo hacen confortablemente bajo la protección de su hogar, mientras beben vino del caro y se lamentan de que hay que llamar a papá para que envié otro cheque para gastar.

Brillantes y exquisitos diálogos, mientras juegan a películas, mientras discuten apasionadamente sobre quien es mejor actor, Charlie Chaplin o Buster Keaton. Todo esto a ritmo de Jimi Henddrix, The Doors o por ejemplo de la gran Janis Joplin, como postre no está nada nada mal.

Si exquisita es la película no menos lo es su protagonista, Eva Green, una actuación verdaderamente excelente. Encantado de haberte conocido, fue todo un placer.

Aconsejable solamente para esos días en los que te apetece que no te lo den todo masticado.
7
10 de marzo de 2013 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este intento fallido de homenajear al cine con clips e imitaciones varias, comienza como tal y se va transformando en una historia erótica sobre tres jóvenes cinéfilos con una gran necesidad por vivir experiencias fuertes, como ser más freaks que los "Freaks" (Tod Browning, 1932) o intentar batir el récord de "Bande à part" (Jean Luc Godard, 1964). Además está distantemente enmarcada en el Mayo Francés, con diálogos sobre la revolución y un fanatismo por Mao Tse Tung metido con calzador.

Uno de los grandes problemas del metraje es que la monotonía de la vida de los protagonistas, que viven del ocio puro, llega a monotizar la cinta. Bertolucci, director que no me simpatiza mucho que digamos, abusa de su cámara lenta en escenas como la de "se me quema el pelo"; pero por otra parte coloca sus características escenas de morbo como el detalle de que Pitt orine en los lavabos, o la escena de menstruación en la bañera. Sin embargo, la pifia con pretenciosas secuencias como la cena en la que Pitt divaga e intenta quedar como intelectual al mostrar las medidas de un encendedor.

La absorción a la que se ve sometido el protagonista tras conocer a los hermanos franceses no me la termino de creer. Sobre todo creo que no está bien desarrollada y es muy brusco el cambio desde que los conoce hasta que se instala a vivir con ellos. No obstante, Adair coloca buenos diálogos sobre los temas de la época, y sobre todo sobre el cine, que aderezan una cinta que se hace llevadera a su modo; aunque nunca termina de aportar nada desde lo histórico, el Mayo Francés, los hippies, Mao Tse Tung y toda esa movida revolucionaria son tocadas por arriba; la gran prueba es el final donde se deja todo abierto y no se explica mucho más sobre la vida de los protagonistas.

Las actuaciones de los tres jóvenes son aceptables, incluso cuando soy consciente de que no me gusta nada Eva Green -hasta ahora sólo me convenció en "Sombras tenebrosas" (Tim Burton, 2012)-.

La banda sonora hecha a partir de grandes canciones de los '60, y llena de las mejores composiciones de los artistas referentes de la cultura hippie como Jimi Hendrix o Janis Joplin, es una delicia que vale la pena escuchar.

Resumiendo, "Soñadores" es un divertido experimento cinematográfico al que asistimos sólo para ver como se las arregla Bertolucci para mostrar su cuidado erotismo.

Lo mejor: mal que pese, Bertolucci es estético con las escenas eróticas -lo mejor del film-.
Lo peor: no aporta ninguna mirada diferente sobre el Mayo Francés o la Revolución de las Flores.
6
9 de agosto de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Soñadores" es una película que empieza muy bien. Mezclando una historia de un trío de jóvenes en el mayo del 68, amantes del cine, con imágenes de películas clásicas, homenajeando un pasado que siempre fue mejor, en la mayor parte de las veces. Pero, como siempre, cuando la historia coge velocidad, Bertolucci le da ese brochazo de locura que en la mayor parte de las ocasiones, se pasa de la raya y roza lo increíble y ridículo. Para muchos, será la película de un maestro del cine europeo contemporáneo. Como no soy seguidor de este tipo de ridiculeces, me ha parecido la menos mala de las últimas películas del creador de Novecento.
8
15 de julio de 2020 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el argumento de The Dreamers se pudiera resumir mediante cualquier otra obra de arte (y, ciertamente, se puede), ésta sería un poema. Concretamente, “Canción de la Torre más Alta” de Arthur Rimbaud. Sus cuatro primeros versos –a mi gusto, de los mejores entre los mejores– dicen así:

Ociosa juventud
a todo sometida,
por delicadeza
he perdido mi vida.

Y de eso, precisamente de “Eso” trata The Dreamers; porque la bohemia, queridos amigos y amigas, es FRACASAR (y hay que hacerlo en mayúsculas, como todo lo que vale la pena en esta vida).
Dicho esto, que The Dreamers no pretende ser una película sino un estado mental –más cercano al recuerdo o al sueño que a la proyección de una realidad palpable– queda claro desde el primero de los fotogramas: banda sonora, iluminación y fotografía tejen un ambiente que muchos de nosotros re-conocemos, porque hubo un tiempo en que supimos lo que queríamos, absoluta libertad, y creímos en sus posibilidades y potencialidades, incluso en la mayor de sus formas: invertir el orden realidad/estética y vivir la vida como una obra de arte. ¿Qué nos pasó entonces? Bertolucci, a través de Matthew (Michael Pitt), Isabelle (Eva Green) y Théo (Louis Garrel) nos da una respuesta.

Sigo en la Zona Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y la respuesta es: madura, imbécil. ¿Así de seca? ¿Así de clara? Si, así de jodida. Me explico.
Todo empieza fenomenal. Matthew es un joven estudiante americano que pasará un año en París, concretamente, el año 1968. Así pues, a Matthew, un joven idealista (como todo joven que no sea sub*normal) le toca vivir la revolución del Mayo del 68, idealista e idealizada como pocas. En este contexto soñado conoce a las personas soñadas, Isabelle y Théo, dos hermanos cultos, rebeldes, de clase media/alta y con ansias de escandalizar –y aquí está el problema–, ¿a quién? A sus padres. Matthew, por su parte, y de nuevo, como todo joven idealista, desea “matar a sus padres”, pero sabe que no por ello debe escandalizarlos (ejemplo: siempre manda cartas a su madre). La diferencia entre los personajes protagonistas, por un lado, Matthew, y por el otro, Isabella y Théo, se da, por primera vez, en la discusión intelectual que mantienen el padre de ellos (Théo e Isabelle) y el mismo Matthew. Éste, des del respeto, contra-argumenta la tesis del padre (poeta, por cierto) de que la inspiración no es un estado pasajero, sino que, como demuestra Matthew con el mechero, las correspondencias harmónicas entre las cosas forman parte de un modo de ver las cosas, lo cual es lo mismo que decir que forman parte de una manera concreta de vivir, de pensar la realidad (tesis muy cercana a la teoría poética del Simbolismo francés). El padre, derrotado por la voluntad y furor del joven, se ve dialécticamente superado, y lo comprende y lo aprueba. Segundos más tarde, Théo arremete contra el padre usando cierta forma de violencia verbal excepta de argumentación. ¿Por qué? Porqué, como ya he dicho, él no quiere argumentar, sino escandalizar. Y, ¿qué sucede entonces? Los padres se van y Isabelle y Théo absorben a Matthew, llevándole a su terreno. Al principio es divertido, porque dejarse llevar hasta perder el control, lo es. Entonces, ¿en qué momento se va todo a la mierda? Con la incidencia del elemento cumbre del ideal romántico, el amor. ¿Por qué? Aquí entramos en la parte más interesante del film: lo ficticio vs lo real. En otras palabras, los personajes se pasan la mayor parte del film haciendo buena aquella frase de Oscar Wilde, escrita en el magnífico ensayo La Decadencia de la Mentira, que dice que “la vida imita al arte más de lo que el arte imita a la vida”. ¿Y como lo hacen? Actuando, recreándose en sus maneras, sublimando la cotidianeidad hasta desplazar “lo real”. Porque “lo real” siempre lo jode todo. Pero Matthew, como es normal, se enamora de Isabelle, y entonces se dan cuenta: no hay nada de subversivo en ello, no es mentira, no es escandalizador, y, peor aún, somos tan exclusivos y excluyentes con los demás como lo son nuestros padres, tan poco arriesgados y liberales y libertinos y excéntricos como lo son nuestros padres. Entonces, Matthew lo asume, y no sigue adelante con aquella barricada –estaba escrito que fuera así–. Isabelle y Théo sí lo hacen –también estaba escrito que fuera así–. Cuando termina la película, una pregunta en el aire: ¿qué haces tú? ¿Madurez o bohemia? ¿Hay un lado mejor? No lo sé, pero que jodido, que terriblemente jodido es escoger.
8
11 de enero de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The dreamers es una película retratada por un mirón, en este caso Bernardo Bertolucci, que nos lleva desde la mirilla de su cámara al interior a un piso parisino donde ebullen los encuentros sensuales y sexuales, las conversaciones transcendentales con un punto de juventud inocente y un punto de sabiduría prematura y, por supuesto y como siempre, los amores. El amor como factor común de los protragonistas. Un amor que puede que sea pasional y físico en algunas escenas, pero es un amor con un componente intelectual protagonista. Un amor que les deshuesa, les pesa, les encarcela en su paraíso de parqué y, a su vez, y de forma contradictora, les da alas y motoriza sus vidas.
Jóvenes con inquietudes intelectuales desordenadas e inquietudes pasionales desenfrenadas, nos acompañan en un viaje cuasi onírico por su vida de tres, por su sociedad trienal, dándonos en sus conflictos la pieza que masticamos durante la película que, en mi opinión, sabe esquisita.
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