Intriga internacional
1959 

8.2
71,677
Intriga
Debido a un malentendido, a Roger O. Thornhill, un ejecutivo del mundo de la publicidad, unos espías lo confunden con un agente del gobierno llamado George Kaplan. Secuestrado por tres individuos y llevado a una mansión en la que es interrogado, consigue huir antes de que lo maten. Pero cuando al día siguiente regresa a la casa acompañado de la policía, le espera una sorpresa. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2012
6 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente no se puede juzgar esta película con los estándares de hoy en día, los efectos especiales –su intento, por lo menos– son pobres pero hay que tener en cuenta que tiene más de 50 años.
Por lo demás queda patente que no sólo de efectos vive el cine y se pueden contar buenas historias con medios precarios (aunque fue una película carísima para la época).
Como en todas las películas de Hitchcock hay algunas escenas metidas con calzador –pobres guionistas–, más fruto del capricho del maestro que del lógico transcurso de la cinta, pero es mejor dejarse llevar y creer que todo tiene su sentido y está ahí por un motivo.
Cary Grant está genial, con ese personaje un tanto tocanarices y a la vez tierno que da un estupendo toque de humor a muchas escenas y que de hecho es el hilo conductor de toda la historia, llevando casi todo el peso de la trama junto a Eva Mary Saint, que sale guapísima y enamora a cualquier espectador con sus gestos y su mirada.
La trama no la voy a esopilear, en realidad no importa de qué trata, digamos que es apta para todo el mudo sin entrar en demasiadas complejidades ni giros extraños que entretiene hasta el final.
Por lo demás queda patente que no sólo de efectos vive el cine y se pueden contar buenas historias con medios precarios (aunque fue una película carísima para la época).
Como en todas las películas de Hitchcock hay algunas escenas metidas con calzador –pobres guionistas–, más fruto del capricho del maestro que del lógico transcurso de la cinta, pero es mejor dejarse llevar y creer que todo tiene su sentido y está ahí por un motivo.
Cary Grant está genial, con ese personaje un tanto tocanarices y a la vez tierno que da un estupendo toque de humor a muchas escenas y que de hecho es el hilo conductor de toda la historia, llevando casi todo el peso de la trama junto a Eva Mary Saint, que sale guapísima y enamora a cualquier espectador con sus gestos y su mirada.
La trama no la voy a esopilear, en realidad no importa de qué trata, digamos que es apta para todo el mudo sin entrar en demasiadas complejidades ni giros extraños que entretiene hasta el final.
25 de agosto de 2012
25 de agosto de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
North by Northwest es el título original de Con la Muerte en los Talones, una de las películas más icónicas del cine de Alfred Hitchcock, y una de las mejores de la historia del cine: la 40 según el American Film Institute, la 28 en IMDB, la 98 en Empire y múltiples publicaciones más. Aquí es acompañado de sus habituales colaboradores, algunos con los que había trabajado antes, algunos con quién lo haría después. En este capítulo destacan el director de foto Robert Burks (12 veces), el productor Herbert Coleman y el montador George Tomasini (9 veces), la música de Bernard Herrmann (8 veces), la interpretación de Cary Grant (4 veces), el diseñador de títulos de crédito Saul Bass y la secundaria Jessie Royce Landis (3 veces), los actores James Mason, Martin Landau y el guionista Ernest Lehman (2 veces). El único rol de peso que no repetiría más con el director de Frenesí es la actriz Eva Marie Saint, interpretando, eso sí, a la rubia de turno habitual en su filmografía.
El guión de Ernest Lehman sigue a Roger O.Thornhill (Grant), un publicista al que unos esbirros secuestran confundiéndole con un agente del gobierno que posee información, que trata de sonsacarle el jefe de éstos (Mason). Tras un intento de asesinato infructuoso, Thornhill escapa y vive una serie de aventuras por el mundo ayudado de una misteriosa rubia, Eve Kendall (Marie Saint).
Si los colaboradores de Con la Muerte en los Talones son los habituales, lo mismo se puede decir de la puesta en escena y los recursos de los que hace gala Hitchcock en esta producción de la Metro: tales recursos son la trama con falso culpable, el uso del MacGuffin (elemento sobre el que gira la historia sin tener mayor relevancia en ella), la rubia fatal, el villano con clase, espionaje y grandes dosis de suspense. La diferencia del uso que hace el director inglés de todo ello es que en esta ocasión todo está enfocado para hacer de North by Northwest una película masivamente comercial, para un abanico más amplio de espectadores.
Y es que aunque comienza de una manera que podría encajar con lo que ofreció el mismo Hitchcock en Cortina Rasgada, pasado el primer acto cambia para convertirse en una especie de James Bond para todos los públicos, con aventuras a lo Indiana Jones y romances vistos de la época. Dicho de otra manera, Con la Muerte en los Talones tiene ingredientes para agradar a todo el mundo, no tanto a mí, lo que no quiere decir que le quite merito.
El motivo por el que me he llevado una ligera decepción -más teniendo en cuenta la posición de honor que tiene este film en la historia del séptimo arte- es el guión, tan modélico como imposible, pero trivial, focalizado para contar una historia sin secreto alguno, poca chicha a la que agarrarse. El reverso positivo de los que considero lo mejor de la carrera de Hitchcock, largometrajes como Los Pájaros, Psicosis, Vértigo, La Soga y Frenesí, todas ellas películas más oscuras, con guiones elaborados, con sorpresa, de atmósfera malsana y buscando lo peor de la psique humana.
La ausencia de los ingredientes que me entusiasman de su cine no emborronan una película que está llevada con mano maestra por alguien que sabe crear imágenes para el recuerdo, y de ellas hay muchas en Con la Muerte en los Talones (los títulos de crédito de Saul Bass, la introducción, la escapada de la avioneta, el final en el monte Rushmore), también logro de la buena elección por parte de la dirección artística (nominada al Oscar), creando bellas estampas, así como la aventurera música de acompañamiento de Bernard Herrmann, uno de los mejores compositores de todos los tiempos (El Cabo del Miedo, Ciudadano Kane).
A esos factores sumarle un reparto competente (del que poco puedo decir dada la versión doblada que he sufrido) con el galán Cary Grant (fatal cuando conduce borracho), James Mason (pese a su falta de maldad como villano), un Martin Landau que ya despuntaba, y una Eva Marie Saint aportando guapura y la presencia femenina clásica de aquella época.
Demasiado como para atreverse a decir que nos encontramos ante una propuesta menor, pero algo engrandecida al tratarse de otro clásico largometraje de un Alfred Hitchcock que se encontraba en pleno apogeo de su carrera, aunque no creo que nunca bajara de nivel, a decir verdad.
El guión de Ernest Lehman sigue a Roger O.Thornhill (Grant), un publicista al que unos esbirros secuestran confundiéndole con un agente del gobierno que posee información, que trata de sonsacarle el jefe de éstos (Mason). Tras un intento de asesinato infructuoso, Thornhill escapa y vive una serie de aventuras por el mundo ayudado de una misteriosa rubia, Eve Kendall (Marie Saint).
Si los colaboradores de Con la Muerte en los Talones son los habituales, lo mismo se puede decir de la puesta en escena y los recursos de los que hace gala Hitchcock en esta producción de la Metro: tales recursos son la trama con falso culpable, el uso del MacGuffin (elemento sobre el que gira la historia sin tener mayor relevancia en ella), la rubia fatal, el villano con clase, espionaje y grandes dosis de suspense. La diferencia del uso que hace el director inglés de todo ello es que en esta ocasión todo está enfocado para hacer de North by Northwest una película masivamente comercial, para un abanico más amplio de espectadores.
Y es que aunque comienza de una manera que podría encajar con lo que ofreció el mismo Hitchcock en Cortina Rasgada, pasado el primer acto cambia para convertirse en una especie de James Bond para todos los públicos, con aventuras a lo Indiana Jones y romances vistos de la época. Dicho de otra manera, Con la Muerte en los Talones tiene ingredientes para agradar a todo el mundo, no tanto a mí, lo que no quiere decir que le quite merito.
El motivo por el que me he llevado una ligera decepción -más teniendo en cuenta la posición de honor que tiene este film en la historia del séptimo arte- es el guión, tan modélico como imposible, pero trivial, focalizado para contar una historia sin secreto alguno, poca chicha a la que agarrarse. El reverso positivo de los que considero lo mejor de la carrera de Hitchcock, largometrajes como Los Pájaros, Psicosis, Vértigo, La Soga y Frenesí, todas ellas películas más oscuras, con guiones elaborados, con sorpresa, de atmósfera malsana y buscando lo peor de la psique humana.
La ausencia de los ingredientes que me entusiasman de su cine no emborronan una película que está llevada con mano maestra por alguien que sabe crear imágenes para el recuerdo, y de ellas hay muchas en Con la Muerte en los Talones (los títulos de crédito de Saul Bass, la introducción, la escapada de la avioneta, el final en el monte Rushmore), también logro de la buena elección por parte de la dirección artística (nominada al Oscar), creando bellas estampas, así como la aventurera música de acompañamiento de Bernard Herrmann, uno de los mejores compositores de todos los tiempos (El Cabo del Miedo, Ciudadano Kane).
A esos factores sumarle un reparto competente (del que poco puedo decir dada la versión doblada que he sufrido) con el galán Cary Grant (fatal cuando conduce borracho), James Mason (pese a su falta de maldad como villano), un Martin Landau que ya despuntaba, y una Eva Marie Saint aportando guapura y la presencia femenina clásica de aquella época.
Demasiado como para atreverse a decir que nos encontramos ante una propuesta menor, pero algo engrandecida al tratarse de otro clásico largometraje de un Alfred Hitchcock que se encontraba en pleno apogeo de su carrera, aunque no creo que nunca bajara de nivel, a decir verdad.
3 de febrero de 2013
3 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emocionante y entretenida película de Alfred Hitchcock, una de las mejores que rodó y sin duda hoy día un film de culto. El guion está perfectamente hilado y el argumento no te deja respirar prácticamente desde que empieza hasta que acaba. Una vez más, como nos tiene acostumbrados el genial director, utiliza unos movimientos de cámara increíbles para la época, acompañados de una magnífica fotografía. Grandes efectos especiales como los que utiliza en la escena del avión, mítica ya de la historia del cine, y bien acompañada de una música que mantiene el suspense, como bien le gusta al director. Tiene diálogos ácidos e ingeniosos, sobre todo de la mano de Cary Grant que borda una gran actuación junto con Eva Marie Saint. También destaca un gran trabajo de luz, tanto de día como de noche, y de decorados y paisajes que desde luego no pasan desapercibidos. En líneas generales la califico como una cinta imprescindible para los amantes del buen cine de suspense, como el que solo nos sabe brindar Alfred Hitchcock.
26 de julio de 2014
26 de julio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida y entretenida, es lo que pretendia HItchcock con su cine, que la gente fuera a verlas, no hacer una obra para sentirse agusto con su ego.
Para quienes aún no saben que el cine es una fantasía, una ilusión, que para la realidad está la vida , y si hablamos de filmar, los documentales,etc, por favor, no la vean, tal vez se lleven una desilusión si comparan lo que ven con lo que tienen.
Solo Hitchcock puede entrentener con esta película, con sus fallos en su guión, escenas, edad de personajes, etc. Una persona que solo con pájaros puede hacer una película y no se una porquería es capaz de hacer películas como estas.
Para quienes aún no saben que el cine es una fantasía, una ilusión, que para la realidad está la vida , y si hablamos de filmar, los documentales,etc, por favor, no la vean, tal vez se lleven una desilusión si comparan lo que ven con lo que tienen.
Solo Hitchcock puede entrentener con esta película, con sus fallos en su guión, escenas, edad de personajes, etc. Una persona que solo con pájaros puede hacer una película y no se una porquería es capaz de hacer películas como estas.
13 de enero de 2015
13 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuántas películas ha realizado, Alfred Hitchcock, con la llamativa historia del falso culpable? Hasta donde recuerdo: “The 39 steps”, “Young and Innocent”, “Suspicion”, “Saboteur”, “Spellbound”, “The Wrong Man”… y <<CON LA MUERTE EN LOS TALONES>>. Entre ellas, la primera y la quinta son magníficas, y con la que ahora nos ocupa, Hitchcock vuelve a demostrar que está en su salsa jugando a las reminiscencias, pero al final, logrando una nueva pieza cinematográfica fascinante, auténtica y profusamente divertida.
Suspenso, comedia, aventura, romance, intriga… se entremezclan en dosis muy calculadas en un excelente guion, firmado por Ernest Lehman, al que Hitchcock consigue extraer toda su sustancia para brindarnos otro thriller en su mejor estilo, donde además, los picarescos y sutiles diálogos, más algunas situaciones deliciosamente resueltas, nos aseguran unas relajantes carcajadas.
Con un, Cary Grant, dándonos con total desenvoltura una de sus más celebradas interpretaciones, y con una, Eva Marie Saint, que hará alarde de una sensualidad irresistible sin exhibir más que su voz y su lindo rostro, lo que aquí sucede es la historia de un publicista llamado, Roger Thorndyll, quien, luego de ser confundido con un tal George Kaplan, resultará acusado de ciertas imprudencias que no ha cometido… o que sí ha cometido, pero por válidas razones... y por una “pequeña” ligereza, el mismo día terminará perseguido por el asesinato de un alto diplomático. “Casualmente” y mientras huye en un tren, Thorndyll conocerá a la coqueta Eve Kendall, la suerte de mujer capaz de hacerle morder la manzana a cualquier Adán.
Hitchcock, va jugando sus cartas dejando que las veamos sin mayores reservas y es este conocimiento el que, precisamente, va estructurando un interesante suspenso, al tiempo que nos sentimos hondamente inmiscuidos en el difícil asedio de que está siendo víctima el confundido protagonista, quien pronto va a demostrar que sabe de supervivencia como el más avezado héroe.
Sólo dos situaciones se presentan al paso en detrimento del filme, sobre todo cuando éste se aprecia ahora con los nuevos paradigmas que nos ofrece el medio: La primera, es la escena en la sala administrativa del monte Rushmore, donde nadie, ahora, se creerá el atentado tal y como se muestra; y la segunda es que, no obstante la brillantez de la partitura musical compuesta por Bernard Herrmann, el tema que se utiliza durante el descenso de la pareja protagonista por entre los rostros en piedra en aquel mismo monte, resulta demasiado impetuoso para la lentitud con que los personajes proceden, no logrando avenirse lo uno con lo otro ni en un solo instante.
De resto, inolvidable la escena en la tienda de subastas; magnífico ese primer encuentro de, Roger e Eve, en el camarote del tren; estupenda la tensión en aquella larga espera en la llanura, que muy hábilmente rompe con todos los clisés… ¡y cómo olvidar aquel tren entrando al túnel… para cerrar con broche de oro el encuentro definitivo!
¡Esto es diversión asegurada!
Diálogo entre amigos tomándonos un capuchino:
-Hitchcock hizo cuanto pudo para no dar ningún mensaje. ¿Viste tú alguno? -Comenta mi amigo.
-Sí, creo que vi algunos. -Le respondo esbozando una sonrisa-: No trates de demostrarle a la policía que la fiesta de dónde vienes era en una casa con sanitario de oro, porque de pronto comprobarán que lo hiciste en un trombón. Cuando te enamores de una mujer y te sientas defraudado, indaga con sus amigos, que ellos seguramente sabrán lo que tú nunca has conseguido saber; y cuando veas que un tren entra en un túnel, intenta recordar… y quizás sientas que, definitivamente, no la has pasado tan mal”.
Título para Latinoamérica: INTRIGA INTERNACIONAL
Suspenso, comedia, aventura, romance, intriga… se entremezclan en dosis muy calculadas en un excelente guion, firmado por Ernest Lehman, al que Hitchcock consigue extraer toda su sustancia para brindarnos otro thriller en su mejor estilo, donde además, los picarescos y sutiles diálogos, más algunas situaciones deliciosamente resueltas, nos aseguran unas relajantes carcajadas.
Con un, Cary Grant, dándonos con total desenvoltura una de sus más celebradas interpretaciones, y con una, Eva Marie Saint, que hará alarde de una sensualidad irresistible sin exhibir más que su voz y su lindo rostro, lo que aquí sucede es la historia de un publicista llamado, Roger Thorndyll, quien, luego de ser confundido con un tal George Kaplan, resultará acusado de ciertas imprudencias que no ha cometido… o que sí ha cometido, pero por válidas razones... y por una “pequeña” ligereza, el mismo día terminará perseguido por el asesinato de un alto diplomático. “Casualmente” y mientras huye en un tren, Thorndyll conocerá a la coqueta Eve Kendall, la suerte de mujer capaz de hacerle morder la manzana a cualquier Adán.
Hitchcock, va jugando sus cartas dejando que las veamos sin mayores reservas y es este conocimiento el que, precisamente, va estructurando un interesante suspenso, al tiempo que nos sentimos hondamente inmiscuidos en el difícil asedio de que está siendo víctima el confundido protagonista, quien pronto va a demostrar que sabe de supervivencia como el más avezado héroe.
Sólo dos situaciones se presentan al paso en detrimento del filme, sobre todo cuando éste se aprecia ahora con los nuevos paradigmas que nos ofrece el medio: La primera, es la escena en la sala administrativa del monte Rushmore, donde nadie, ahora, se creerá el atentado tal y como se muestra; y la segunda es que, no obstante la brillantez de la partitura musical compuesta por Bernard Herrmann, el tema que se utiliza durante el descenso de la pareja protagonista por entre los rostros en piedra en aquel mismo monte, resulta demasiado impetuoso para la lentitud con que los personajes proceden, no logrando avenirse lo uno con lo otro ni en un solo instante.
De resto, inolvidable la escena en la tienda de subastas; magnífico ese primer encuentro de, Roger e Eve, en el camarote del tren; estupenda la tensión en aquella larga espera en la llanura, que muy hábilmente rompe con todos los clisés… ¡y cómo olvidar aquel tren entrando al túnel… para cerrar con broche de oro el encuentro definitivo!
¡Esto es diversión asegurada!
Diálogo entre amigos tomándonos un capuchino:
-Hitchcock hizo cuanto pudo para no dar ningún mensaje. ¿Viste tú alguno? -Comenta mi amigo.
-Sí, creo que vi algunos. -Le respondo esbozando una sonrisa-: No trates de demostrarle a la policía que la fiesta de dónde vienes era en una casa con sanitario de oro, porque de pronto comprobarán que lo hiciste en un trombón. Cuando te enamores de una mujer y te sientas defraudado, indaga con sus amigos, que ellos seguramente sabrán lo que tú nunca has conseguido saber; y cuando veas que un tren entra en un túnel, intenta recordar… y quizás sientas que, definitivamente, no la has pasado tan mal”.
Título para Latinoamérica: INTRIGA INTERNACIONAL
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