La noche de 12 años
2018 

6.8
6,369
Drama
Año 1973. Uruguay está bajo el poder de la dictadura militar. Una noche de otoño, nueve presos Tupamaros son sacados de sus celdas en una operación militar secreta. La orden es precisa: "como no pudimos matarles, vamos a volverles locos". Durante más de una década, los presos permanecerán aislados en diminutas celdas en dónde pasarán la mayoría del tiempo encapuchados, atados, en silencio, aislados, privados de sus necesidades básicas, ... [+]
20 de noviembre de 2018
20 de noviembre de 2018
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La presencia de Antonio de la Torre y Álvaro Brechner a pie de escenario tras el pase de la película fue el broche de oro para la mayoría de los espectadores que asistieron al preestreno de La noche de 12 años en Barcelona. El español, simpático y risueño; el uruguayo, locuaz y con ganas de explicarse. Y se explicaron. Y el público preguntó. Y se habló más de Historia que de cinematografía. Pero tampoco es tan sorprendente. Lo acaecido, ya de por sí, es todo un filón historiográfico y anecdótico y escabroso y, no nos olvidemos, auténticamente actual: dos de los personajes siguen vivos. Uno de ellos en primera línea mediática.
La película es una apuesta tan arriesgada como loable. No será del gusto de la mayoría pasarse dos horas entre rejas y delirios; entre torturas y sufrimientos; entre iniquidades y agravios. Es importante, para no llevarse sorpresas, que el público sepa qué va a ver cuando entre en una sala donde se proyecte esta película.
Es de agradecer que el director, consciente de ello, vaya introduciendo notas de color entre tanto desasosiego. Aunque en ocasiones solo se trate de puros delirios de los detenidos. Brechner ya nos contó que su sufrimiento fue tal que no solo coquetearon con la locura, sino que llegaron a vivir, a mezclar con la misma realidad, sus delirios.
Es una película necesaria. Probablemente también será polémica entre ciertos sectores. Hay estamentos que no salen muy bien parados. El director juega con ello, con algunos contrastes culturales, induciendo a un humor solapado. También es de agradecer.
La película es una apuesta tan arriesgada como loable. No será del gusto de la mayoría pasarse dos horas entre rejas y delirios; entre torturas y sufrimientos; entre iniquidades y agravios. Es importante, para no llevarse sorpresas, que el público sepa qué va a ver cuando entre en una sala donde se proyecte esta película.
Es de agradecer que el director, consciente de ello, vaya introduciendo notas de color entre tanto desasosiego. Aunque en ocasiones solo se trate de puros delirios de los detenidos. Brechner ya nos contó que su sufrimiento fue tal que no solo coquetearon con la locura, sino que llegaron a vivir, a mezclar con la misma realidad, sus delirios.
Es una película necesaria. Probablemente también será polémica entre ciertos sectores. Hay estamentos que no salen muy bien parados. El director juega con ello, con algunos contrastes culturales, induciendo a un humor solapado. También es de agradecer.
27 de noviembre de 2018
27 de noviembre de 2018
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo escribió Antonio Machado: “Solamente un necio, confunde valor y precio”.
Y es eso, el valor (que no el precio) lo que nos va recordando a cada paso ésta, en mi modesta opinión, gran película.
La verdad es que, antes de entrar en la sala, iba pensando: “Será otra película de presos, con sus lugares comunes, sus obviedades, sus carceleros malísimos.... nada que no hayamos visto ya una y mil veces”. Y resulta que no, al menos en mi caso. Porque si bien es cierto que el punto de partida es el mismo que en otras muchas ocasiones, no lo es el tratamiento que se da a la historia, un toque humano a todos los niveles y una sensibilidad muy poco habitual en éste tipo de propuestas. El director consigue, a pesar de las 2 horas de metraje orbitando sobre un tema que parecería no dar para tanto, mantener nuestra atención y contagiarnos de esa terrorífica angustia que sufren los personajes, logrando momentos de singular emotividad sin caer en la sensiblería y bordando la historia con retales siempre bien ensamblados, como el medido uso de los “flashbacks. Y sin escatimarnos la parte más escabrosa y desagradable, no se regodea en la morbosidad que en otros casos sería la parte más importante (e impactante) de la obra.
Buena fotografía, buen uso de la banda sonora (que subraya la trama sin ahogarla), buenos (y creíbles) actores..... me resulta difícil encontrar algún punto negativo a ésta propuesta a no ser algún anacronismo o la duración algo extensa de ciertas escenas. A fin de cuentas, detalles secundarios. Hay un momento, hacia la mitad del metraje, dónde parecería que la historia no da ya más de sí, que está ya todo explicado, y..... no sé bien cómo, el relato consigue alzar de nuevo el vuelo y mantener el interés y nuestra atención hasta el final.
Ciertamente no es un cine complaciente, ni tampoco neutro (puesto que claramente se posiciona) pero, resumiendo, me quedo con esos pequeños gestos, esos detalles, esa lección de humanidad que nos llega desde la más abyecta deshumanización. No sé si les gustará tanto como a mí ni si tendrá el éxito que creo que merece, quien sabe.... Yo me quedo con la satisfacción de haberla visto.
Y es eso, el valor (que no el precio) lo que nos va recordando a cada paso ésta, en mi modesta opinión, gran película.
La verdad es que, antes de entrar en la sala, iba pensando: “Será otra película de presos, con sus lugares comunes, sus obviedades, sus carceleros malísimos.... nada que no hayamos visto ya una y mil veces”. Y resulta que no, al menos en mi caso. Porque si bien es cierto que el punto de partida es el mismo que en otras muchas ocasiones, no lo es el tratamiento que se da a la historia, un toque humano a todos los niveles y una sensibilidad muy poco habitual en éste tipo de propuestas. El director consigue, a pesar de las 2 horas de metraje orbitando sobre un tema que parecería no dar para tanto, mantener nuestra atención y contagiarnos de esa terrorífica angustia que sufren los personajes, logrando momentos de singular emotividad sin caer en la sensiblería y bordando la historia con retales siempre bien ensamblados, como el medido uso de los “flashbacks. Y sin escatimarnos la parte más escabrosa y desagradable, no se regodea en la morbosidad que en otros casos sería la parte más importante (e impactante) de la obra.
Buena fotografía, buen uso de la banda sonora (que subraya la trama sin ahogarla), buenos (y creíbles) actores..... me resulta difícil encontrar algún punto negativo a ésta propuesta a no ser algún anacronismo o la duración algo extensa de ciertas escenas. A fin de cuentas, detalles secundarios. Hay un momento, hacia la mitad del metraje, dónde parecería que la historia no da ya más de sí, que está ya todo explicado, y..... no sé bien cómo, el relato consigue alzar de nuevo el vuelo y mantener el interés y nuestra atención hasta el final.
Ciertamente no es un cine complaciente, ni tampoco neutro (puesto que claramente se posiciona) pero, resumiendo, me quedo con esos pequeños gestos, esos detalles, esa lección de humanidad que nos llega desde la más abyecta deshumanización. No sé si les gustará tanto como a mí ni si tendrá el éxito que creo que merece, quien sabe.... Yo me quedo con la satisfacción de haberla visto.
20 de agosto de 2019
20 de agosto de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible no conmoverse con esta película, y más conociendo a Pepe Mújica, muchos de nuestros políticos deberían aprender de su ideal de libertad y de perdón, pero bueno, ese no es el tema...
Podría hablar del monstruo interpretativo que es Antonio de la Torre, el actor con más nominaciones a los premios Goya, y ganador de dos, para mi, pocas. El cine español le debe 3 o 4 más, y algún que otro Oscar. No voy a descubrir nada de Antonio. Quién lo iba a decir de aquel Loren de Padre Coraje. Y lo peor de todos, saben ustedes, que parece un cachondo mental, y eso no es fácil cuando se tiene tanto talento como él.
Pero quiero dedicarle unas lineas a Ricardo Darín, si, han leído bien, Ricardo Darín. Seguro que en algún momento leerás esta crítica, y el que avisa no es traidor, cuidado con tu hijo, con Chino Darín, este chaval tiene talento, y es un actor mucho más que correcto, aun no le he visto patinar en ninguna película, así que ten cuidado, Papa, éste te come la tostada. Dale diez años.
La película es dura de ver, pero no es desagradable. Personalmente siempre me han gustado las películas de las dictaduras de Sudamérica porque a España no nos llega ni la mitad de lo que sucede, y creo que sin ser perfecta, es muy valiosa, sobre todo el uso del silencio.
Muchas gracias Álvaro.
Podría hablar del monstruo interpretativo que es Antonio de la Torre, el actor con más nominaciones a los premios Goya, y ganador de dos, para mi, pocas. El cine español le debe 3 o 4 más, y algún que otro Oscar. No voy a descubrir nada de Antonio. Quién lo iba a decir de aquel Loren de Padre Coraje. Y lo peor de todos, saben ustedes, que parece un cachondo mental, y eso no es fácil cuando se tiene tanto talento como él.
Pero quiero dedicarle unas lineas a Ricardo Darín, si, han leído bien, Ricardo Darín. Seguro que en algún momento leerás esta crítica, y el que avisa no es traidor, cuidado con tu hijo, con Chino Darín, este chaval tiene talento, y es un actor mucho más que correcto, aun no le he visto patinar en ninguna película, así que ten cuidado, Papa, éste te come la tostada. Dale diez años.
La película es dura de ver, pero no es desagradable. Personalmente siempre me han gustado las películas de las dictaduras de Sudamérica porque a España no nos llega ni la mitad de lo que sucede, y creo que sin ser perfecta, es muy valiosa, sobre todo el uso del silencio.
Muchas gracias Álvaro.
5 de mayo de 2019
5 de mayo de 2019
12 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independiente a que refleje la realidad o no de lo sudecido; resulta lenta, con una doble violencia contenida y evidente. Carece de elementos antagónicos, así como de movimiento argumental.
Excepto que la historia resulte cercana por haber vivido en Uruguay; para quienes la conocemos mal, supone un lastre como obra cinematográfica.
Muy controvertida en su país, como así lo reflejan un porcentaje de usuarios de esta página. Algunos de ellos solo tienen una crítica, acompañada de la correspondiente valoración.
Espléndida fotografía y ambientación. Magistral, Antonio de la Torre.
Excepto que la historia resulte cercana por haber vivido en Uruguay; para quienes la conocemos mal, supone un lastre como obra cinematográfica.
Muy controvertida en su país, como así lo reflejan un porcentaje de usuarios de esta página. Algunos de ellos solo tienen una crítica, acompañada de la correspondiente valoración.
Espléndida fotografía y ambientación. Magistral, Antonio de la Torre.
15 de febrero de 2019
15 de febrero de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una enseñanza única en muchos sentidos.
En primer lugar, a nivel pedagógico, se trata de uno de esos filmes que debería proyectarse en cada clase de cada colegio de cada país de este mundo con el objetivo de transmitir lo que es capaz de llegar a hacer un ser humano a otro solo por tener diferencias ideológicas. La noche de 12 años retrata una de esas situaciones que han ocurrido a lo largo de la historia en las que el ser humano vuelve a tropezar una vez más consigo mismo y necesita de su propio error para aprender una lección que ya se ha leído en infinidad de ocasiones a lo largo de los siglos. Pero, como dice el propio Mujica, solo aprendemos de nuestros propios errores.
Por otro lado, a nivel puramente técnico, describe visualmente, de una manera eficaz, brillante y certera, la peor tortura que puede provocar un ser humano a otro, la de la privación de la libertad. La primera parte de la película sirve para sumergirnos de lleno en ese estado de aislamiento y de confusión, en parte por la gran interpretación del trío principal de actores, pero, también, por la magnífica gestión de recursos técnicos que se despliegan en este primer acto. Los efectos de sonido, la escasa pero cuidada selección musical y los elementos visuales a modo de metáforas y ensoñaciones surrealistas, nos acercan a ese estado de locura que puede producir la atroz barbaridad que supone encerrar y aislar de todo contacto a un ser humano.
Sin duda, la mayor lección viene en la segunda parte del largometraje, en la que la parte humana se adueña de la pantalla y, de nuevo apoyada por un selecto y delicado acompañamiento musical, nos hace llegar los más puros sentimientos primitivos del ser humano acerca del amor y la necesidad de este. Y es que, más allá de toda derrota, de toda tortura, de toda atrocidad, el ser humano, pese a ser solitario, precisa de esa conexión, de esa comprensión, de ese amor. A veces con una carta de amor de un autor farsante, a veces el olor de un cuaderno de notas en el que poder expresarse y así dejar la tortura de pensar a solas a un lado, otras, la momentánea instantánea de la naturaleza, y otras, el abrazo de un ser querido. Y con esto, el ser humano debería ser feliz, sin necesidad de más, pero, no, hemos construido una sociedad de odio, de ansia de poder, y solo cuando lo pierdes todo, valoras lo que de verdad importa.
A nivel personal esta película me ha llenado de sabiduría vital y me ha emocionado hasta lo más profundo de mi ser. Pero, además, me ha servido para tener aún más consideración, respeto y admiración por uno de mis referentes vitales, José Mugica, pues el retrato veraz que aquí se nos muestra es una de las historias vivas más trágicas que le ha tocado vivir a una buena persona que solo pretendía cambiar la sociedad hacia lo que consideraba mejor.
Y si encima podemos disfrutar de un par de versiones interpretadas por la magistral Sílvia Pérez Cruz, poco más podemos pedir a este film. Solo queda dar las gracias por hacer cine social que pretenda seguir inculcando valores tan necesarios, hoy más que nunca.
En primer lugar, a nivel pedagógico, se trata de uno de esos filmes que debería proyectarse en cada clase de cada colegio de cada país de este mundo con el objetivo de transmitir lo que es capaz de llegar a hacer un ser humano a otro solo por tener diferencias ideológicas. La noche de 12 años retrata una de esas situaciones que han ocurrido a lo largo de la historia en las que el ser humano vuelve a tropezar una vez más consigo mismo y necesita de su propio error para aprender una lección que ya se ha leído en infinidad de ocasiones a lo largo de los siglos. Pero, como dice el propio Mujica, solo aprendemos de nuestros propios errores.
Por otro lado, a nivel puramente técnico, describe visualmente, de una manera eficaz, brillante y certera, la peor tortura que puede provocar un ser humano a otro, la de la privación de la libertad. La primera parte de la película sirve para sumergirnos de lleno en ese estado de aislamiento y de confusión, en parte por la gran interpretación del trío principal de actores, pero, también, por la magnífica gestión de recursos técnicos que se despliegan en este primer acto. Los efectos de sonido, la escasa pero cuidada selección musical y los elementos visuales a modo de metáforas y ensoñaciones surrealistas, nos acercan a ese estado de locura que puede producir la atroz barbaridad que supone encerrar y aislar de todo contacto a un ser humano.
Sin duda, la mayor lección viene en la segunda parte del largometraje, en la que la parte humana se adueña de la pantalla y, de nuevo apoyada por un selecto y delicado acompañamiento musical, nos hace llegar los más puros sentimientos primitivos del ser humano acerca del amor y la necesidad de este. Y es que, más allá de toda derrota, de toda tortura, de toda atrocidad, el ser humano, pese a ser solitario, precisa de esa conexión, de esa comprensión, de ese amor. A veces con una carta de amor de un autor farsante, a veces el olor de un cuaderno de notas en el que poder expresarse y así dejar la tortura de pensar a solas a un lado, otras, la momentánea instantánea de la naturaleza, y otras, el abrazo de un ser querido. Y con esto, el ser humano debería ser feliz, sin necesidad de más, pero, no, hemos construido una sociedad de odio, de ansia de poder, y solo cuando lo pierdes todo, valoras lo que de verdad importa.
A nivel personal esta película me ha llenado de sabiduría vital y me ha emocionado hasta lo más profundo de mi ser. Pero, además, me ha servido para tener aún más consideración, respeto y admiración por uno de mis referentes vitales, José Mugica, pues el retrato veraz que aquí se nos muestra es una de las historias vivas más trágicas que le ha tocado vivir a una buena persona que solo pretendía cambiar la sociedad hacia lo que consideraba mejor.
Y si encima podemos disfrutar de un par de versiones interpretadas por la magistral Sílvia Pérez Cruz, poco más podemos pedir a este film. Solo queda dar las gracias por hacer cine social que pretenda seguir inculcando valores tan necesarios, hoy más que nunca.
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