La chispa de la vida
2011 

5.5
10,935
Drama. Comedia
Roberto (José Mota) es un publicista en paro que alcanzó el éxito cuando se le ocurrió un famoso eslogan: "Coca-Cola, la chispa de la vida". Ahora es un hombre desesperado que, intentando recordar los días felices, regresa al hotel donde pasó la luna de miel con su mujer (Salma Hayek). Sin embargo, en lugar del hotel, lo que encuentra es un museo levantado en torno al teatro romano de la ciudad. Mientras pasea por las ruinas, sufre un ... [+]
23 de enero de 2012
23 de enero de 2012
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
No nos engañemos: si el guión de Randy Feldman -que al parecer fue bastante alterado por el bilbaíno- se hubiera rodado en EEUU con alguien como George Clooney (guiño, guiño), otro gallo nos hubiera cantado. Descarado.
Pero no. De la Iglesia altera las cosas. Y hay incongruencia geográficas. También hay exceso de personajes (algunos como el de Galiardo son culpa del cineasta vasco). Hay cierto trazo grueso. Hay excesos melodramáticos (aunque me huelo que el Factor Lagrimita procede de la parte USACA) y hay un final con tesis, temático, cabreado y que no le ayuda al filme.
Vale que Álex parce perdido y no da pie con bola, pero coñe: es que malogra buenas ideas. Incluso fallando, los mimbres argumentales estaban más que bien. Pero no. Como dijo Mafalda sobre el mosquito y el globo terráqueo, "ya tuvo que dejar su opinión".
En cuanto a Mota, resulta eficaz, aunque peliculero. Y Salma tampoco brilla mucho.
Ý sí, amigo made in Deusto que antaño fue renovador del cine patrio: ya sabemos que los españoles somso GROTESCOS, que todo es ABSURDO, que a veces ocurren cosas MÍTICAS, que el mundo es FREAK y que te has quedado tan colado de Carolina Bang (actriz que no llega ni a mediocre) que te ves obligado a meterla por fuerza en cada nueva creación tuya.
También sabemos que estás intentando cambiar. Pero no te está funcionando, así que me temo que habrás de volver a lugares más trillados, tal vez aceptar la derrota o tener una epifanía hardcore que te cambie de tal modo que todo dé la vuelta, conviertiéndote en un cineasta opuesto a lo que eres.
En fin. Mientras tanto, aquí estaré yo, como un idiota, yendo a ver pelis tuyas a salas de cine.
Maldita sea, Álex, hazme creer en ti de nuevo. Que ya va siendo hora. No me jodas que tocaste techo con tu segunda peli, hombre...
Pero no. De la Iglesia altera las cosas. Y hay incongruencia geográficas. También hay exceso de personajes (algunos como el de Galiardo son culpa del cineasta vasco). Hay cierto trazo grueso. Hay excesos melodramáticos (aunque me huelo que el Factor Lagrimita procede de la parte USACA) y hay un final con tesis, temático, cabreado y que no le ayuda al filme.
Vale que Álex parce perdido y no da pie con bola, pero coñe: es que malogra buenas ideas. Incluso fallando, los mimbres argumentales estaban más que bien. Pero no. Como dijo Mafalda sobre el mosquito y el globo terráqueo, "ya tuvo que dejar su opinión".
En cuanto a Mota, resulta eficaz, aunque peliculero. Y Salma tampoco brilla mucho.
Ý sí, amigo made in Deusto que antaño fue renovador del cine patrio: ya sabemos que los españoles somso GROTESCOS, que todo es ABSURDO, que a veces ocurren cosas MÍTICAS, que el mundo es FREAK y que te has quedado tan colado de Carolina Bang (actriz que no llega ni a mediocre) que te ves obligado a meterla por fuerza en cada nueva creación tuya.
También sabemos que estás intentando cambiar. Pero no te está funcionando, así que me temo que habrás de volver a lugares más trillados, tal vez aceptar la derrota o tener una epifanía hardcore que te cambie de tal modo que todo dé la vuelta, conviertiéndote en un cineasta opuesto a lo que eres.
En fin. Mientras tanto, aquí estaré yo, como un idiota, yendo a ver pelis tuyas a salas de cine.
Maldita sea, Álex, hazme creer en ti de nuevo. Que ya va siendo hora. No me jodas que tocaste techo con tu segunda peli, hombre...
14 de enero de 2012
14 de enero de 2012
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Álex de la Iglesia no siempre es garantía de buen cine, pero dentro del presente panorama cinematográfico nacional es una de las apuestas más seguros que tenemos. En la presente ocasión el director vasco ha estado atento a la realidad y ha rodado un film de plena actualidad, es decir, una película que gira entorno a ese drama descarnado que está representando para muchos esta terrible crisis y su consecuencia más terrible, el dejar a tanta gente sin un trabajo donde poder sujetar su dignidad.
José Mota es un humorista diferente. No sabría explicar muy bien porqué. Hace un humor ácido sin mostrar una mueca de apoyo. No es ajeno a la realidad en la que vive. No siempre te ríes con él, pero siempre le ves las intenciones. Elegirlo como protagonista, más allá de sus dotes actorales, que las tiene, es toda una declaración de intenciones por parte del director a la hora de encarar una obra de denuncia.
Su historia en este film es la de otros muchos. Un profesional, en este caso de la publicidad, de mediana edad expulsado del mercado laboral que representa un muro infranqueable. La suerte o, quizás mejor dicho, la mala suerte le ponen en bandeja de plata la ocasión de volver al primer plano de la palestra. A partir de ahí los protagonistas de la historia, él y su mujer, una estupenda en todos los sentidos Salma Hayek, tendrán que debatirse entre elegir el dinero o la dignidad, aunque esta última sea entendida de manera muy distinta por ambos.
Quizás sea esta diferente intepretación del término dignidad lo más interesante de este ya de por si interesante largometraje. No quiero acabar estas líneas sin dar cabida a la escena de la entrevista, realmente conmovedora, y más si se tienen hijos. Por último, ¿Quién, pudiendo, no irá ahora a ver ese teatro romano de Cartagena, donde se desarrolla gran parte de la acción?
José Mota es un humorista diferente. No sabría explicar muy bien porqué. Hace un humor ácido sin mostrar una mueca de apoyo. No es ajeno a la realidad en la que vive. No siempre te ríes con él, pero siempre le ves las intenciones. Elegirlo como protagonista, más allá de sus dotes actorales, que las tiene, es toda una declaración de intenciones por parte del director a la hora de encarar una obra de denuncia.
Su historia en este film es la de otros muchos. Un profesional, en este caso de la publicidad, de mediana edad expulsado del mercado laboral que representa un muro infranqueable. La suerte o, quizás mejor dicho, la mala suerte le ponen en bandeja de plata la ocasión de volver al primer plano de la palestra. A partir de ahí los protagonistas de la historia, él y su mujer, una estupenda en todos los sentidos Salma Hayek, tendrán que debatirse entre elegir el dinero o la dignidad, aunque esta última sea entendida de manera muy distinta por ambos.
Quizás sea esta diferente intepretación del término dignidad lo más interesante de este ya de por si interesante largometraje. No quiero acabar estas líneas sin dar cabida a la escena de la entrevista, realmente conmovedora, y más si se tienen hijos. Por último, ¿Quién, pudiendo, no irá ahora a ver ese teatro romano de Cartagena, donde se desarrolla gran parte de la acción?
18 de enero de 2012
18 de enero de 2012
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alex de la Iglesia se luce con una película con poco y mucho de él. No es la típica película de este director pero sí tiene ese tono y humor negro que se enmarca en sus largometrajes. Momentos que te conmueve si atiendes al drama humano y a la humillación de un parado, acordes a estas épocas, pero que al minuto te estás riendo de la mala leche con la los diálogos te hace soltar una carcajada.
Mala leche también la buena caracterización de los personajes y los valores de nuestra sociedad. Evidentemente es una saturación de personajes buenos buenísimos y los otros malos malísimos. Sin embargo, encaja en el tono y trato de la película. Desde luego, si este historia, que se comprende sin sientes sensibilidad por la situación actual o lo comparas con conocidos que están en paro, tuviera un tono más de ‘drama’ y no tanto comedia negra, los personajes chillaría. En este caso, esa mala lecha de De la Iglesia encuadra bien.
Mala leche también la buena caracterización de los personajes y los valores de nuestra sociedad. Evidentemente es una saturación de personajes buenos buenísimos y los otros malos malísimos. Sin embargo, encaja en el tono y trato de la película. Desde luego, si este historia, que se comprende sin sientes sensibilidad por la situación actual o lo comparas con conocidos que están en paro, tuviera un tono más de ‘drama’ y no tanto comedia negra, los personajes chillaría. En este caso, esa mala lecha de De la Iglesia encuadra bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando conoces de cerca el drama del paro, los desahucios, familias endeudadas, injusticias bancarias, etc. es muy fácil que acabes llorando. Alex De la Iglesia se ha lucido con un escáner de los valores de nuestra sociedad aunque en un contexto filmográfico muy peculiar, muy de De la Iglesia.
Como está de “moda”, las situaciones, aunque cómicas, te provocan indignación. Mucha mala leche con el trato que da situaciones que viven millones de seres humanos, que pasan por muchas humillaciones para “hacerse valer” y para alimentar a tu familia, que te espera con todas las ilusiones del mundo para seguir viviendo. Seguramente un retrato peculiar de los medios de comunicación y el único interés empresarial de conseguir la exclusiva pero, sobre todo, los beneficios. Nada más lejos de la realidad, unos empresarios que, entre lujos y excesos, “no tienen nada que ofrecer” porque no va con ellos bajar su nivel de vida ni tener un poquito menos de beneficios para crear empleo.
Una película que pasas de la risa a las lágrimas en un solo minuto.
Como está de “moda”, las situaciones, aunque cómicas, te provocan indignación. Mucha mala leche con el trato que da situaciones que viven millones de seres humanos, que pasan por muchas humillaciones para “hacerse valer” y para alimentar a tu familia, que te espera con todas las ilusiones del mundo para seguir viviendo. Seguramente un retrato peculiar de los medios de comunicación y el único interés empresarial de conseguir la exclusiva pero, sobre todo, los beneficios. Nada más lejos de la realidad, unos empresarios que, entre lujos y excesos, “no tienen nada que ofrecer” porque no va con ellos bajar su nivel de vida ni tener un poquito menos de beneficios para crear empleo.
Una película que pasas de la risa a las lágrimas en un solo minuto.
23 de enero de 2012
23 de enero de 2012
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “El gran carnaval” (1951), una de las películas más incisivas de Billy Wilder, un periodista en horas bajas montaba un tinglado absolutamente sensacionalista en torno al accidente de un minero indio que se queda atrapado en un túnel y a quien retiene durante varios días para conseguir la noticia de su vida. Sesenta años después, Álex de la Iglesia, partiendo de un guión de Randy Feldman, ha reinterpretado esa historia en clave hispana, aunque en esta ocasión es el publicista Roberto Gómez, autor del famoso anuncio de Coca Cola y que pasa por un momento económico delicado, quien aprovecha un desgraciado accidente en unas ruinas de Cartagena para obtener notoriedad informativa y ganar así algún dinero.
El irregular de la Iglesia ha logrado con “La chispa de la vida” uno de sus mejores trabajos tras la cámara, aunque el planteamiento de la obra no sea especialmente original, teniendo en cuenta que el gran Wilder ya lo había contado. No obstante, el autor de “El día de la bestia” articula una película de buen ritmo, poniendo sobre el tapete las bajezas de que puede ser capaz el ser humano para salirse con la suya.
De especial relevancia es la radiografía que de la Iglesia hace del espectro televisivo y sus maniobras para conseguir audiencia, máxime en unos tiempos en que todos sabemos cómo las gastan las cadenas con tal de arrimar el ascua a su sardina. Aunque el cineasta deja cierto espacio a la esperanza, el retrato es francamente desolador y no son pocos los que salen malparados bajo su cámara, dispuesta en todo momento a sacar a la luz la miseria humana en toda su lamentable extensión.
Hay que señalar igualmente el excelente trabajo de los actores, empezando por el humorista José Mota, quien, dejando al margen algún leve atisbo de sobreactuación, cumple con creces en el rol de este publicista fracasado y padre de “la chispa de la vida”. También destacan una más que solvente Salma Hayek y un nuevamente magnífico Fernando Tejero, además de todo el plantel de secundarios que los arropan.
El irregular de la Iglesia ha logrado con “La chispa de la vida” uno de sus mejores trabajos tras la cámara, aunque el planteamiento de la obra no sea especialmente original, teniendo en cuenta que el gran Wilder ya lo había contado. No obstante, el autor de “El día de la bestia” articula una película de buen ritmo, poniendo sobre el tapete las bajezas de que puede ser capaz el ser humano para salirse con la suya.
De especial relevancia es la radiografía que de la Iglesia hace del espectro televisivo y sus maniobras para conseguir audiencia, máxime en unos tiempos en que todos sabemos cómo las gastan las cadenas con tal de arrimar el ascua a su sardina. Aunque el cineasta deja cierto espacio a la esperanza, el retrato es francamente desolador y no son pocos los que salen malparados bajo su cámara, dispuesta en todo momento a sacar a la luz la miseria humana en toda su lamentable extensión.
Hay que señalar igualmente el excelente trabajo de los actores, empezando por el humorista José Mota, quien, dejando al margen algún leve atisbo de sobreactuación, cumple con creces en el rol de este publicista fracasado y padre de “la chispa de la vida”. También destacan una más que solvente Salma Hayek y un nuevamente magnífico Fernando Tejero, además de todo el plantel de secundarios que los arropan.
14 de enero de 2012
14 de enero de 2012
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más serio, con alguna leve pincelada de su negrísimo humor, Alex de la Iglesia vuelve a salir airoso en un trabajo muy digno que trata temas sociales de rabiosa actualidad.
Comentaba en entrevistas a los medios de comunicación que su inspiración había sido “La Cabina” de Antonio Mercero. Efectivamente, ahí esta. Percibo la desesperación y la angustia ante una miríada de impotentes y/o frívolos testigos .La soledad entre las masas.
Veo a un hombre desesperado al borde la muerte intentando vender su piel a un puñado de lobos mediáticos y a su sufrida mujer erigiéndose en la más firme defensora de su dignidad.
Gran trabajo actoral de José Mota y Salma Hayek. Ambos se enfrentaban a grandes retos en sus respectivos papeles. Él debía superar sus tics cómicos y ella su imagen de sex symbol para conseguir la credibilidad dramática que requerían sus personajes. Y me llena de satisfacción poder afirmar que lo consiguen, me los creo. Bravo por ellos.
Una palmada en la espalda para una parte del coro que los acompaña, y una colleja para la otra que los lastra.
Y un aplauso también para Alex, por su mala leche, por mantener el pulso narrativo sin arrugarse en ningún momento. Consecuente hasta el final.
Si todo el cine español tuviera esta calidad no estaría en crisis.
Comentaba en entrevistas a los medios de comunicación que su inspiración había sido “La Cabina” de Antonio Mercero. Efectivamente, ahí esta. Percibo la desesperación y la angustia ante una miríada de impotentes y/o frívolos testigos .La soledad entre las masas.
Veo a un hombre desesperado al borde la muerte intentando vender su piel a un puñado de lobos mediáticos y a su sufrida mujer erigiéndose en la más firme defensora de su dignidad.
Gran trabajo actoral de José Mota y Salma Hayek. Ambos se enfrentaban a grandes retos en sus respectivos papeles. Él debía superar sus tics cómicos y ella su imagen de sex symbol para conseguir la credibilidad dramática que requerían sus personajes. Y me llena de satisfacción poder afirmar que lo consiguen, me los creo. Bravo por ellos.
Una palmada en la espalda para una parte del coro que los acompaña, y una colleja para la otra que los lastra.
Y un aplauso también para Alex, por su mala leche, por mantener el pulso narrativo sin arrugarse en ningún momento. Consecuente hasta el final.
Si todo el cine español tuviera esta calidad no estaría en crisis.
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