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Otelo (Othello)

Drama El inmortal texto de William Shakespeare sobre los celos según Orson Welles. (FILMAFFINITY)
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9
3 de octubre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi desconocida por la mayoría de los aficionados, la dignidad con que ha soportado el paso del tiempo, la forma en que se superaron los problemas del rodaje (4 años con múltiples interrupciones), y el proceso de revisión al que ha sido sometido después de su laboriosa restauración, le han otorgado la calificación de obra maestra, honor que sin duda suscribo. Pese a ganar en Cannes, su distribución fue muy limitada quedando confinada a filmotecas y ciclos retrospectivos sobre Welles, en copias de irregular estado. Tras su restauración en 1992 se volvió a estrenar esta vez con éxito de público y crítica, cuarenta años después. Las vicisitudes del rodaje fueron innumerables: hasta 6 directores de fotografía (y pese a ello toda la película bajo un estilo uniforme), exteriores en 8 ciudades distintas en 2 continentes, 3 Desdémonas y 4 Yagos antes de decidirse por los definitivos, vestuarios prestados de otras películas, muchas interrupciones por falta de dinero.

Sólo una cabeza privilegiada como la de Welles habría podido ser capaz de recordar cada plano, pues no disponía de “script”, y tenía que reconstruir las secuencias en su imaginación al tener que rodar un plano en Venecia y el contraplano 3 meses después en Marruecos. Hasta cuando se quedaron sin vestuario, Orson Welles improvisó la secuencia de los baños turcos sabiendo que sólo se necesitarían unas toallas, convirtiéndola en una de las secuencias más sobrecogedoras del film. Cineasta capital del plano secuencia, tuvo que rodar planos breves, ante la imposibilidad de contar simultáneamente con todos los integrantes del reparto. Sin embargo, el ingenio y la habilidad de Welles hicieron que el resultado no se resintiera. Siempre habrá a quien irrite la genialidad de este singular cineasta, pero con la compleja labor que desarrolló en “Otelo” debería ser suficiente para respetarlo.

Las angulaciones desde la ubicación de la cámara, la profundidad de campo, la inquietante utilización de las sombras, la tensión manifiesta en los primeros planos realzando la introspección psicológica. El impacto visual que produce su fotografía, el excelente trabajo del escenógrafo Alexander Trauner, las extraordinarias interpretaciones y la arquitectura dramática encarnada por esos muros, esas bóvedas y pasadizos reflejan, multiplican como espejos la elocuencia del verbo acerado. Porque, en realidad, se trata de una tragedia basada en las palabras: palabras que engañan y matan, que expresan sentimientos violentos y sinceros, palabras que confunden y enmascaran envidias y odios, palabras que articulan diálogos inteligentes y mordaces. Lideradas por una voz grave y profunda de dicción perfecta, la de Welles que encarna al personaje universal de Otelo, el moro celoso veneciano.

Un hombre desequilibrado, bipolar, que de día es un magnífico general de los ejércitos, sensato y siempre seguro y victorioso, pero que de noche se vuelve inseguro y violento, un paranoico que confía más en las palabras de otros que lo que sus sentidos le dicen. “Otelo” puede ser imperfecta y magistral al mismo tiempo, sorteando la artificiosidad teatral del texto original y los derivados de su azaroso rodaje, narrada en “flash back” por su protagonista, visualmente prodigiosa con el sentido del claro oscuro, de la fuerza narrativa de sus contrapicados, de su composición poética y barroca, que revela el talento de Welles para expresar sentimientos en imágenes, sin duda la mejor adaptación de esta obra de uno de los dramaturgos que mejor abordó la naturaleza humana.
8
19 de octubre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Versión cinematográfica basada en la tragedia de Otello, el moro de Venecia de William Shakespeare, también llevada a la ópera con música de Giuseppe Verdi y con un libreto integral del poeta y compositor Arrigo Boito, fue estrenada triunfalmente un 5 de febrero de 1887 en el Teatro de la Scala de Milán, donde la exigencia técnica del papel protagonista es una de las cumbres del repertorio italiano.

Primera película rodada en Europa por Orson Welles y la segunda incursión a las obras del dramaturgo inglés, anteriormente había abordado Macbeth (1948) y posteriormente Campanadas a medianoche (1966).
Está que nos ocupa es una adaptación que no estuvo exenta de multitud de problemas, entre los que destaca un rodaje interminable (cerca de tres años), diferentes localizaciones, y la falta de presupuesto y que en su día a pesar de haber ganado la Palma de oro en el festival de Cannes, no dejo de ser un fracaso, paradojicamente todo lo contrario de lo que le ocurrio en su estreno a la comentada anteriormente versión operistica.
Pero algo tiene este hijo, de un inventor autodidacta y de una madre pianista, que casi todo lo que "toca", queda impregnado de un sello muy personal, como esté Othello fiel reflejo de otras tantas obras de esté genio tan versatil, que de una manera precoz alcanzo el exito, tanto en el mundo del teatro, la radio y por supuesto el cine.
La película comienza con la muerte del protagonista, en una acción que se desarrolla en una ciudad portuaria de la isla de Chipre a finales del siglo XV. Los venecianos celebran la victoria sobre los turcos, Otello y su mujer Desdemona llegan para suceder a Montano como gobernador de la isla. Iago alférez de Otello, papel interpretado inconmensurablemente por el actor irlandes Michéal MacLiammóir, está celoso de Otello y de su capitán Cassio, por lo que planea con el veneciano Roderigo enfrentar a Otello y a Cassio.
Todos estos hechos y más acontecimientos desembocaran en una tragedia de incontrolados y desquiciados celos por parte de Otello, todo ello filmado en un gran ambiente expresionista y tenebroso, casi oscuro, y con una extraordinaria interpretación de todo el reparto, en el que Welles consigue con no pocas dificultades, hacer una obra redonda y muy personalisima.

Cuando se cumple por estas fechas el 25 aniversario de la muerte de esté gran guionista, actor, y director, el mundo del cine no puede dejar de mirar hacia atras, en las obras acabadas y a medio acabar de esté genio único, considerado hoy en día por muchos especialistas como el mejor cineasta del pasado siglo XX.
9
15 de junio de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
97/17(28/05/16) Obra Maestra del genial Orson Welles, uno de los grandes creadores del SXX, demostró en esta shakesperiana obra que ni todos los obstáculos del mundo pueden con él, de entre el caos que supuso la producción, bancarrota del productor, tres años de producción, varias paradas en el rodaje, siete directores de fotografía, y más dificultades no fueron suficientes para mermar la maestría del realizador de Wisconsin. Fue Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1952, no pudiendo estrenarse en USA hasta 1955, cuando encontró el paraguas de la distribución de la United Artists. Hay tres versiones de la película vista en salas de cine, dos supervisados por Orson Welles, y una restauración de 1992 bajo supervisión de su hija, Beatrice Welles (la que yo he visto), OW recortó metraje original, en principio eran tres horas, hasta poco más de 90 minutos. El film está bajo bandera marroquí, y es que OW no pudo encontrar a la película un distribuidor en USA durante más de tres años. Se basa el film en el homónimo clásico universal de William Shakespeare de 1603, adaptada a su vez de un libreto de una versión operística de 1883 de Arrigo Boito. Las dificultades estimularon la inspiración OW que dota a la cinta de una vibrante atmósfera opresiva, misterio y ensueño. Fueron 4 años caóticos de rodaje, y pese a las tensiones del rodaje, queda una magistral clase de cine de autor.

Es una obra que transpira cine, OW aprovechando en su goticismo ultraexpresionista cada escenario y cada toma para emitir sensaciones, sentimientos, tormentos, angustia, una ambientación memorable, donde la clásica tragedia de Shakespeare queda atomizada por la superlativa dirección, saca el jugo de cada lugar, de la luz, de las sombras, de las angulaciones, un prodigio creando atmósferas enrarecidas. La cinta en principio, como casi todas las adaptaciones de obras hiperconocidas, debe luchar contra lo previsible del relato, debe apostar sus bazas en otros recursos y a fe que OW sale victorioso creando cuadros en movimiento de una belleza superlativa, quedando como esas pinturas que por muy vistas que estén no te cansas de admirar, ello apoyado en unos actores en estado de gracia, que componen un universo de personajes matizados, con un protagonista poderoso, un villano exuberante (como todos los malvados creados por Shakespeare), y unos secundarios que aportan mucho vigor.

El guión es de los no acreditados OW y Jean Sacha, hacen una extraordinaria síntesis de la obra teatral, tratando con punzante hondura dramática de temas universales como los celos, la envidia, la ambición, la manipulación psicológica, las falsas apariencias, el amor puro, el sacrificio, sobre la pasión desmedida, aunando el exacerbado lirismo de las palabras del dramaturgo inglés con una escenografía sublime, todo encaminado a radiografiar con bisturí envenenado la ambigua Condición Humana, de cómo del amor se puede pasar al odio y de ahí a la locura, ello desarrollado de modo fluido y ágil, siendo el eje el modo en que el antagonista es capaz de ejercer un juego perverso sobre Othello, haciéndole arraigar sutilmente la llama tóxica de los celos, que poco a poco lo va carcomiendo, esto expresado visualmente de modo tremendo, acentuado por la meliflua voz en off que nos sumerge en la convulsa psique del protagonista.

La puesta en escena es un alarde de manejo extraordinario de los recursos de Orson Welles, de cómo el caos de producción fue capaz de ser coherente y sólida tras pasar por las manos del omnímodo director, con una labor grandiosa del director artístico Alexandre Trauner (“Rififi”), y del no acreditado Luigi Scaccianoce (“Edipo Rey”), haciendo cohesionado y creíble los escenarios, en el castillo de El Jadida (los bajos de la fortaleza), en Mogador, Safi, Magagan, Essaouira, estos lares en marruecos, en el palacio de los Papas (Viterbo), Lazio (Roma), en la Plaza San marcos (Venecia), en la toscana, todos estos sitios en Italia, recreando de modo sibarita la época, se suma el hermoso vestuario de vestuario Maria De Matteis (“Guerra y Paz” o “Barrabas”), una lección de cómo a través de las ropas expresar, y el milagro asimismo es que un film con varios directores de fotografía, GR Aldo (“Milagro en Milán”), Anchise Brizzi (“El limpiabotas”), George Fanto, Alberto Fusi, y Oberdan Troiani, en glorioso b/n sea tan pétreo y uniforme en su goticismo, sin duda gracias a las instrucciones del realizador, con la marca OW por todos lados, con su manejo punzante de la iluminación, creando tomas lúgubres, jugando con las sombras, con los reflejos, con los claroscuros, con la penumbra, con el vapor, maximizando de modo superlativo el expresionismo gótico, con planos holandeses que inquietan, con picados y contrapicados, con penetrantes primeros planos que extraen lo mejor de las interpretaciones. Reseñable es la música de Angelo Francesco Lavagnino (“Falstaff”) y Alberto Barberis, de resonancias sacras con trémulos sonidos de coros que atomizan la intensidad en momentos claves, aportando dramatismo, hondura, inquietud, y evocando solemnemente el tiempo de la acción.

Orson Welles encarna con un carisma arrollador a Othello, lo impregna de profundidad, de carácter, de un arco de desarrollo que nos cala emocionalmente, sentimos su descenso al averno, con un lenguaje gestual poderoso, con una mirada que te atraviesa, su fuerte carácter deja traslucir vulnerabilidad, ayudando la fotografía que conforme se hunde en las tinieblas de los celos, su imagen se va oscureciendo más y más, sobresaliente. Suzanne Cloutier como Desdémona resulta una presencia encantadora, enternecedora, sensible, transmitiendo una dulzura y fragilidad sublime, candor, inocencia belleza, su dolor se nos introduce en los huesos, parece flotar de modo etéreo por la pantalla, sobresaliente.... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... Micheál MacLiammoir glorioso como el sibilino y malvado Yago, comadreja sutil, venenosa, artera, manipuladora, claro antecedente del Joker encarnado por Heath Ledger, tipo que disfruta creando el caos. Fay Compton como Emilia está muy bien, destacando la charla final que tiene con Desdémona, cargada de feminismo y de rabia. Robert Coote como Rodrigo, demasiado caricatura. Michael Laurence como Casio está un tanto desdibujado.

Momentos recordables: Su escalofriante arranque, con un plano cenital vemos el rostro sin hálito vital de Othello, su cuerpo es llevado por un cortejo fúnebre por el exterior de una fortaleza, en un contrapicado vemos al fondo moverse las nubes, y recortadas las siluetas de los monjes que trasladan el féretro, ello con una melodía sacra de coros, luego vemos otro féretro, es el de Desdémona, cubierta con una velo negro, de pronto aparecen unos soldados arrastrando a un preso (Yago), esto con un plano holandés (oblicuo) y lo meten en una pequeña jaula que elevan con una cadena a las alturas para ser expuesto, mientras este observa el funeral, todo muy gótico, una operística coreografía; El bello tramo en Venecia, con la primera presencia viva de Desdémona, la vemos tras varios cristales enrejados, en consonancia con la cárcel psicológica en la que se a hundir; con el cuasi-juicio a Othello, con la rabia del padre de Desdémona, inquiriendo sin saberlo la llama de la muerte de su hija, cuando le dice al moro que si la ha engañado a su padre, puede engañarle a él; La persecución a Rodrigo por las catacumbas de la fortaleza chipriota, con ese fascinante entramado de bóvedas, de arcos que parecen enredarse unos en otros; Yago envenenando la mente del moro con falsas sospechas sobre una supuesta infidelidad de su esposa, el rostro de Othello se va desencajando, esto mientras se refleja alegóricamente en un espejo en el que no se ve el insidiador, símil de cómo Yago ha roto la coraza del protagonista y se ha apoderado de su sentido; El tramo en los baños en que Yago con la ayuda de Rodrigo intentará asesinar a Casio, espléndidamente filmada, con tensión creciente entre las brumas. Curiosamente esta escena fue fruto de exprimir la frugalidad de medios, de hecho en la obra teatral no es así, y es que como no tenían el vestuario de época para filmar OW decidió prescindir de él y rodar en los baños, una genialidad; Otelo, en uno de sus parlamentos fundamentales, dice que es el conocimiento –el saberse cornudo- lo que verdaderamente lo destruye, y no la intensidad de la falta; El clímax del asesinato de Desdémona, de cómo Othello le habla a ella cual espectro que emerge entre la oscuridad, y ella lo hace desde la luz que se refleja en sus rubios cabellos, los dos en una actuación escalofriante, y llega el momento en que él la asfixia con un velo, de un modo líricamente perverso; Otelo en su final, en una visión cuasi-fantasmal de su rostro entre la oscuridad “…Os lo suplico, cuando en vuestras cartas narréis estos desgraciados acontecimientos, hablad de mí tal como soy, no atenuéis nada, pero no añadáis nada por mi malicia. Si obráis así, trazaréis entonces el retrato de un hombre que no amó con cordura, sino demasiado bien, de un hombre que no fue fácilmente celoso, pero que una vez inquieto, se dejó llevar hasta las últimas extremidades...”

Spoiler:

El director ha tomado una serie de libertades con la obra original, cambios hechos con habilidad, enriqueciendo el resultado final. Las secuencias de funerarias, que Welles ha añadido a la historia en su principio y al final, no eran así en la obra original teatral, son fascinantes y despiertan sentimientos de tristeza trágica.

En conjunto una Obra maestra Universal y Atemporal, una infravalorada película que gana a cada visionado, poniendo contra el espejo la contradictoria Condición Humana. Fuerza y honor!!!

Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en. http://tomregan.blogspot.com/2016/06/othello-orsonwelles-1952-9717280516.html
9
27 de enero de 2007
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kane al margen, la considero la obra más redonda de Welles.

La historia y los diálogos son los que son. Habría que ser muy cafre para destrozar los textos de Shakespeare. El tema de los celos es el motor de la narración, lo que permite bucear en todo un juego de engaños, instintos, inseguridades y reacciones imprevisibles de los personajes.

La interpretación del personaje de Yago es brillantísima. Welles, como casi siempre, está bastante sobreactuado, pero a mí personalmente me encanta porque se come la pantalla y contribuye a esa dosis de teatralidad que exige el film.

Pero sin duda lo que eleva está película a un lugar privilegiado en la historia del cine es la imagen. A medio camino entre el expresionismo y el cuento gótico, Welles nos regala un repertorio de planos y secuencias de una grandísima belleza plástica. El uso que hace de la sombra y la luz, de las columnas, las rejas, los espejos... es como si en todo momento hubiera una narración paralela de los sentimientos de los personajes.
5
6 de abril de 2009
19 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shakespeare es uno de mis autores de cabecera. De cabecera de cama me refiero, porque en periodos de insomnio funciona mucho mejor que cualquier pastillita para dormir. Es tan genial, tiene un lenguaje tan rico y unas historias tan magníficas que me aburre. Que conste que esto no es una declaración de intenciones. Hamlet no me disgusta y Falstaff es magnífica, además de ser una de las mejores películas de Welles.

Pero esta obra no versa sobre el escritor inglés. Esta obra va sobre Orson. Y hete aquí el problema. Porque cuando un director se endiosa, no hay obra original que valga. La película es pretenciosa hasta la náusea. No recuerdo ninguna otra que posea más cambios de plano por minuto. Y claro, uno se acaba mareando. Pero no sólo son los cambios de plano, son los encuadres, la exagerada cantidad de contrapicados (algún usuario se quejaba de Mr. Arkadin...pues ni te cuento en esta), los primeros planos...todo resalta la genialidad de Welles. Que sí Orson, que eres muy bueno, pero centrate en la historia y deja en un segundo plano las florituras técnicas.

Si bien la iluminación y el juego de sombras es magnífico, así como la recreación de la época, la historia...pues ni fu ni fá. Un culebrón medieval y poco más que rascar. La apruebo porque el Palacio Ducal y la Plaza San Marcos de Venecia son dos de las cosas más bellas que he visto en mi vida.
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