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El héroe anda suelto

Thriller Cuando el viejo actor Byron Orlock comprueba que la vida real supera con creces la violencia de sus películas de terror, decide abandonar el cine. Sin embargo, el joven y ambicioso director Sammy Michaels lo convence para interpretar un último papel, muy distinto a los habituales. Mientras tanto, un veterano del Vietnam, que había sido siempre un hombre amable y cordial, empieza a sentir una enfermiza fascinación por las armas. En un ... [+]
Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
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7
9 de noviembre de 2009
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bogdanovich habla cuando “El Terror” acaba.

En una especie de fundido encadenado interfímico, la mansión del varón Victor Frederick Vin Leppe se desmorona y su habitante huye. Los títulos de crédito anuncian la salida al aristócrata. La obra de Roger Corman se está extinguiendo, pero un nuevo “dirigido por” toma el relevo. El rostro del varón se ilumina. Es Boris Karloff, y decide saltar de celuloide en celuloide tras la sobreimpresión definitiva: “The End”.

En una sala de proyección, rebautizado como Byron Orlok, Karloff oye los últimos acordes musicales de la banda sonora de Ronald Stein (inseparable del explotation en los 60/70). Ya no lleva maquillaje ni viste de época, el personaje está más cercano a la persona pero no nos engañemos, sigue estando frente a una cámara. Un nuevo primer acto ha comenzado.

Es curioso cómo el génesis de la película está retratado en los primeros minutos de la misma. Roger Corman, durante la proyección de su último éxito de terror gótico, ofrece a Bogdanovich la producción de su primer largometraje conocedor de su trayectoria como crítico. Se produce entonces la colisión de dos tradiciones, la del auteur francés (secundada en las américas por Bogdanovich y todo un ejército de nuevos cineastas) y la del guerrillero de la factoría Corman (con el género y la eficacia económica por bandera). El parto de este polvo exprés rompe aguas después de un rodaje de sólo tres semanas (siguiendo la filosofía Corman). “Targets” abría la carrera potencial de un nuevo director. Otros como Coppola (con “Dementia 13”) ya habían dado las gracias a Corman por lo mismo. Bogdanovich, marcado por su carácter presuntuoso, decidió con este título tomar el relevo generacional a Corman. Robó el testigo: Boris Karloff, y creó un panfleto que reflexiona sobre toda la producción de terror característica de su “padrino”.
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“Los monstruos maquillados ya no asustan”, reclama Orlok. Y es que “Targets” reivindica constantemente el nuevo horror. Ya no hay lugar para los clásicos de la Universal, de la Hammer ni de sus versiones de bajo presupuesto (algo similar ocurre en nuestro país con los infravalorados Paul Nashy o Armando de Ossorio). El terror gótico queda para los románticos y los nostálgicos. Y Sammy Michaels (interpretado por el mismo Bogdanovich) reclama a Orlok para interpretar su último guión, renovador en tema, estética y forma. Tan renovador en la forma que se inmiscuye en la misma trama.

Orlok está indeciso, quiere retirarse fuera del estrés, Sammy está convencido de que conseguirá que acepte el papel y, mientras, como si de una trama paralela se tratara, el propio guión de Sammy insufla el “nuevo terror” en la realidad, pues es un terror que surge de las portadas de los periódicos. Así, la historia escrita por el alter ego de Bogdanovich se concede la licencia de entremezclarse indirectamente con la ficción real de nuestros personajes hasta coincidir desde, literalmente, una pantalla de cine, atacando al espectador con sus novedosas crueldades (violentas y anónimas).

El guión de Sammy es una película de contención que tensa con su intranquila calma un turbador sentimiento de violenta premonición. Bobby Thompson es feliz, pero está harto de ello. Se cargará hasta las cejas de armas y municiones y romperá su rutina y la de los suyos. Impresionante la continuidad en una especie de cámara flotante que lo sigue en el momento de la “decisión” (ve la televisión con los padres, habla con su mujer y vuelve al comedor con sus padres; sin pronunciar ningún ultimátum sabemos que los matará a todos).

Que la historia de Bobby sea la del guión de Sammy no es definitivo, pero las pistas invitan a creerlo.

La confrontación de la dicotomía del género de terror se produce al final del filme. Dos extraños se cruzan en un artificioso pero inmortal acorralamiento tras la matanza en el “drive-in”. El varón Victor Frederick Vin Leppe camina por la gigantesca pantalla, Byron Orlok se acerca lentamente con su bastón, Bobby Thompson, confundido, recibe varias bofetadas de alguno de los dos y se acurruca en el suelo como un niño desconsolado. La arrugada mirada de Boris Karloff es inmortal, Bobby Thompson y su cine aún tienen que madurar.

Parece que Bogdanovich tiene aún algún respeto por Roger Corman.

Como curiosidad, señalar que me sorprendí al recordar la lectura de un libro titulado “Imágenes malditas” (“Ancient images”, Ramsey Campbell) ya que coincide tanto en el mensaje (apología del terror gótico) como en las referencias (el cita la película, testimonios de sus actores y una cinta coprotagonizada por Karloff y Lugosi perdida en una enrarecida conspiración); uno de los personajes (Roger, crítico de cine) tiene la misma biografía que Bogdanovich (incluso escribió su primer libro sobre Welles).
8
18 de marzo de 2014 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enorme thriller, sencillamente brutal, el testamento de una leyenda llamada Boris Karloff. Escalofriante la frialdad y la naturalidad con la que Bogdanovich nos muestra al asesino de masas que aparece paralelamente en el relato, quien a pesar de sus actos no pierde ese aspecto angelical que le caracteriza.

Aparte en la obra de Bogdanovich se nos transmite la disyuntiva de la violencia en la realidad y el cine, y donde un actor de terror ya no se ve capaz de transmitir miedo a los espectadores porque la realidad supera claramente la ficción. Se podría decir que es cine dentro del cine y un poco la manera de Karloff de verse a si mismo en su ocaso. Magnífica.
6
5 de septiembre de 2014 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reflejo del cambio general qué se daba en las sociedades occidentales, sobre todo las del primer mundo, a mediados y finales de los 60s, y en particular en Estados Unidos.
La historia se cuenta en forma paralela, por un lado un actor veterano, qué lo único qué quiere es retirarse, y por el otro, un muchacho promedio, qué no sabe bien lo qué quiere en la vida, y en el fondo de su cerebro, se esconde un sociópata a punto de estallar.
Tiene momentos muy logrados, ciertas escenas son bastante trascendentales, y diferentes a lo qué se solía hacer en el cine de la época.
El qué Boris Karloff, saliera de sus personajes góticos, para interpretarse de cierta forma a sí mismo, es un merito.
Los diálogos, son ambiguos, por un lado sufren el estar demasiado estructurados, o sea recuerdan a las comedias de situaciones en algunos momentos, cuando habla Boris Karloff con el director y con su secretaría, solo faltan las risas de fondo.
6
11 de agosto de 2019 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película transmite mal rollo durante gran parte de la misma, lo cual es un acierto. En una era donde se empezaba a ver que no había hueco para las viejas glorias del cine de terror y fántastico de años anteriores, Bogdanovich da a Boris Karloff la oportunidad de gozar de un papel protagónico casi autoparódico, haciendo de actor veterano harto de la deriva de su carrera, siendo además algo cascarrabias con quienes le rodean. El destino querrá que se enfrente a los cambios tanto en la forma de entender el cine como a las verdaderas amenazas existentes en la sociedad, que nada tienen que ver con lo que se muestran en la pantalla grande, lo cual las hace mucho más terroríficas al formar parte de nuestra cotidianidad.

Para mí, lo verdaderamente interesante de la película está en el villano del filme. Un joven de familia de clase media, en un entorno nada hostil pero que, sin embargo, oculta una locura que está latente en la idílica Norteamérica que han pretendido vendernos durante décadas. Casi como de una cinta grindhouse se tratase, la película tiene momentos de extrema violencia, cruda y desagradable, que no da concesión al humor. Es evidente que esta clase de cintas daban pie a un nuevo cine norteamericano que pretendía reflejar el descontento de las nuevas generaciones ante cuestiones como la guerra de Vietnam. Es así como nace una contracultura, así como un cine mucho más pesimista en contenidos.

Por lo comentado anteriormente resulta interesante ver esta película. Es cierto que a veces puede pecar de pesada, ya que el ritmo narrativo ha evolucionado con los años, con lo que ese toque más o menos documental que a veces parece tener la cinta, al menos en los momentos donde el villano es el protagonista, pueden sacarte un tanto del filme. De todos modos, resulta curiosa de ver.

Lo más lamentable es, sin duda, el absurdo título en español que le dieron a la película.
16 de marzo de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de Peter Bogdanovich no me ha convencido, pues proporciona una sensación tan extraña como la de estar viendo dos películas a la vez: una, la protagonizada por Boris Karloff, quien, con otro nombre (Byron Orlok) realmente se interpreta a sí mismo; y luego, otra película protagonizada por Tim O' Kelly, que justifica el título original en inglés (Targets) y es más interesante.

Peter Bogdanovich, que, como Boris Karloff, también se interpreta a sí mismo, trata de unir estas dos películas en una sola, pero le cuesta, y no le sale muy bien, tal vez porque la idea de enfrentar a un monstruo de la ficción con un monstruo de la realidad no está tan elaborada como debería estarlo.

Por cierto, el personaje de Tim O'Kelly no es un veterano de la Guerra del Vietnam: quien haya escrito la sinopsis de la ficha de Filmaffinity demuestra que no ha visto esta película.
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spoiler:
El desenlace final en el autocine es, o pretende ser, una sugestiva mezcla de cinefilia, violencia y horror que resume este film, un largometraje con algunos aspectos interesantes (la reflexión sobre la violencia) y ciertos momentos impactantes (el francotirador disparando a los coches que transitan por la autopista), pero claramente irregular.
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