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El héroe anda suelto

Thriller Cuando el viejo actor Byron Orlock comprueba que la vida real supera con creces la violencia de sus películas de terror, decide abandonar el cine. Sin embargo, el joven y ambicioso director Sammy Michaels lo convence para interpretar un último papel, muy distinto a los habituales. Mientras tanto, un veterano del Vietnam, que había sido siempre un hombre amable y cordial, empieza a sentir una enfermiza fascinación por las armas. En un ... [+]
Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
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9
16 de mayo de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de revisitar este film y me ha gustado igual o más que cuando lo vi hace mucho. Targets: blancos, o dianas. Y aquí decidieron ponerle ese título estúpido donde los hay, con el que ya tenemos que cargar para siempre. Habría que hacer un dossier de buenas películas con un título original correcto, para las que algún distribuidor (le había puesto un adjetivo pero lo he borrado para no insultar a nadie) buscó un título idiota para su exhibición en España: hay bastantes.

Esta película, de impecable pulso narrativo y sin estridencias musicales de las que tantísimo se abusó y se abusa hasta ser cargante y llegar a tapar a veces los diálogos, se basó en el personaje real de Charles Whitman, un ex-marine de Texas, asesino múltiple. Parece que la película es bastante fiel en su fondo. La elección del actor Tim O'Kelly, que está excelente, obedeció también al perfil físico de aquel asesino, con su amigable cara de buen chico. Sobre el personaje real de Charles Whitman, cuando fue abatido por la policía en la misma torre de la Universidad de Texas en Austin, donde había asesinado a 19 personas y herido a muchas otras en aquel uno de agosto de 1966, parece que en su autopsia se le encontró un glioblastoma, tumor cerebral que dicen pudo ser causante de la falta de control sobre sus emociones y acciones. Pero desde entonces ha habido, sobre todo en Estados Unidos, muchos asesinos que disparan indiscriminadamente y no tenían tumor.

Yo más bien creo que la posesión de un arma da un sentimiento de poder que en algunas personas, según su psicología y situación, debe provocar el deseo irresistible de matar. Si, además, se vive en un país donde cualquiera puede conseguir armas de fuego sin problema ninguno, el horror está servido como se ha demostrado desde entonces con demasiada frecuencia, y parece que cada vez más; incluso se está extendiendo a otros países. La película te dice que estos son algunos de los verdaderos monstruos (y son bien reales), y no el inocente fantaterror que tantas veces interpretó Boris Karloff, excelente aquí en su última película.
6
22 de julio de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Bogdanovich antes de dar el pelotazo con su segunda película 'La última película', debutó con este filme en el año 1968 contando ya con una leyenda del cine clásico como es Boris Karloff en su reparto a quien el realizador neoyorquino le da uno de sus últimos grandes papeles en el séptimo arte poco antes de fallecer en 1969 a la edad de 81 años.

Bogdanovich ya apostaba fuerte en un guion escrito por él mismo donde tocaba el tema de cine dentro del cine mediante un actor ya veterano asqueado de que el terror esté más fuera de la pantalla que dentro de ella, siendo aquí donde entra Karloff interpretando a Byron Orlock, quien después de rodar una película decide dar carpetazo de forma repentina a su carrera ante la sorpresa de la gente que le rodea en el estudio.

Lo que Orlock no sabe es que un hombre de apariencia inofensiva llamado Bobby Thompson (Tim O'Kelly) con padre y novia abraza el mal que hay dentro de él y decide sembrar el caos contando con su gran conocimiento en armas como baza. Y es aquí donde sus caminos se unirán en algún momento mientras Orlock disfruta de sus primeras horas de retiro y Thompson la emprende a tiros en diversos rincones.

El filme es toda una declaración de intenciones por temática, forma de rodar y narración (algunas transiciones en el montaje son muy ingeniosas y su tramo final tiene mucho suspense hasta el final), si bien es verdad que le falta algo más de fuerza para que aguantase más tiempo en la memoria, al menos en mi caso. Para un filme que dura hora y media se tarda demasiado en que salte todo por los aires y los dos protagonistas abarcan demasiado tiempo por separado. No está mal que la narrativa se tome su tiempo, mas en un largometraje de duración tan exigua hay que ir un poco más al grano.

Aún con todo, es un debut bastante interesante para el ya fallecido director, quien deja ver que buscaba ser algo más que un simple empleado dando órdenes en la silla y trascender, y lo consiguió en años posteriores. Quizás no con toda la fuerza que parecía, pero con el suficiente para recordar su legado.
9
1 de agosto de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Byron Orlock (Boris Karloff) es un veterano actor que desea retirarse, desaparecer de las pantallas, como quien siente que ya es una imagen caduca o siente que la muerte se avecina. En cierto, momento relata La muerte de Samarkanda, el relato del hombre que huyó a otra ciudad, Samarkanda, porque pensó que la muerte le señalaba, sin saber que realmente la muerte se sorprendía de verle en esa ciudad cuando tenía una cita con él en Samarkanda. En paralelo, Bobby (Tim O'Kelly), un joven agente de seguros, veterano de Vietnam, que vive con su esposa y sus padres, es alguien que está desapareciendo de su propia vida. En cierta, secuencia retorna a su casa, pero se pasea por las estancias, sin que se percaten los demás, como si fuera un visitante que contempla las fotografías de sí mismo como si fuera las de un extraño. En otro momento, practicando tiro al blanco junto a su padre, le apunta como si fuera un posible objetivo. ¿A quién mira realmente? Bobby mira la realidad, cual pantalla ajena, ya de otro modo, como si ya careciera de vínculo. Esos dilatados planos de seguimiento por estancias de Bobby, cual circulación por el vacío, parecieran anticipar los seguimientos de múltiples personajes en la magistral Elephant (2003), de Gus Van Sant, inspirado en otro caso real, la masacre que realizaron dos estudiantes en un colegio.

En la secuencia introductoria de El héroe anda suelto (1968), de Peter Bogdanovich, Byron es uno de los espectadores de la proyección de una película que protagonizó (imágenes de El terror, de Roger Corman, que Karloff protagonizó junto a Jack Nicholson en 1963). En el vacío que rezuma la existencia de ese fantasma en vida que es Bobby se gesta, camuflado en la más ordinaria apariencia, un terror. Inspirado en el caso de Charles Williams quien, el uno de agosto de 1966, tras apuñalar a su esposa y su madre, disparó a tres personas antes de apostarse, con múltiples armas, en la torre de la Universidad de Texas, desde donde, durante noventa y seis minutos, dispararía matando a once personas e hiriendo a treinta y una, Bobby realizará una acción semejante. En cierto momento, se cruzan. En la tienda de armas, Bobby prueba el punto de mira, y apunta a Byron que están el otro extremo de la calle, como si a la vez Bobby representara el ansia de desaparecer de Byron y este representara la perdida de visión de la realidad de Bobby. Bobby, quien en cierta secuencia preguntará a su esposa si no le cree capaz de realizar nada, casi no cambia el gesto, como si ya fuera un autómata, cuando come junto a su familia o cuando dispara contra su esposa y su madre. El terror brota de la vida con apariencia más rutinaria e intercambiable, sin que se advierta el cortocircuito en la mente de quien ha cambiado el paso y ya se desplaza por la realidad de un modo radicalmente distinto y decide desaparecer a través de la muerte de los que ejecuta, como si esos disparos fueran su borrado. Resulta tan elocuente que alguien que ya circula por la realidad como si fuera un extraño desajustado dispare, desde un tanque de almacenamiento, a quienes circulan en su coche, como que, en su periplo de francotirador, vaya perdiendo, progresivamente, munición o armas, como quien se va desposeyendo de sí mismo, en una progresiva desaparición.
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spoiler:
Bogdanovich consiguió realizar su opera prima, porque Karloff debía varios días de rodaje a Roger Corman y éste permitió a Bogdanovich dirigir su película si le utilizaba, siempre que fuera dentro de unos límites de presupuesto. Bogdanovich escribió el guion con la directora artística Polly Platt, a quien se le ocurrió que la secuencia climática aconteciera en un cine al aire libre, Bobby disparará a los espectadores apostado tras la propia pantalla, como si desde la ficción se disparara. Al fin y al cabo, Bobby es ya alguien que ha perdido toda consciencia de realidad, como quien ya no sabe cómo proseguir con un guion de vida y decide salirse de la pantalla de su vida descargando su entumecida furia. O como quien cambiara, meramente, de ficción (o fuera la supuración de una ficción de vida que se vive como realidad). Por eso, la conclusión no puede ser sino la confrontación con esa escisión. Ve cómo Byron se acerca a él, pero también desde la pantalla cómo se acerca el personaje que Byron/Karloff interpreta en la película. Bobby dispara a ambos porque no distingue cuál es real y cuál es ficticio, como ya había perdido esa capacidad en su propia vida. Su coche es el único elemento que queda en el cine al aire libro, como el residuo de la desaparición definitiva de un personaje que decidió salirse de escena disparando a la realidad que ya no sabía discernir si era ficción o realidad.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
7
22 de enero de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que hacer cosas contundentes, le dice el productor Marshall Smith (Monty Landis) a una muy mayor estrella , Byron Orlock (Boris Karloff) quién ha decidido retirarse de la actuación porque considera que su interpretación ya no es tan aterradora como lo es ahora la sociedad en general. Marshall y el director de la película Sammy Michaels (el cineasta Peter Bogdanovich) intentan convencerlo para que aparezca en su próxima película, pero Orlok se niega. Entonces, la envejecida estrella de terror a punto de jubilarse cuestiona su lugar en el Hollywood moderno. Orlok le dice a Sammy que se considera un anacronismo porque la gente ya no se asusta con las imágenes de terror. "El mundo pertenece a los jóvenes. Que lo tengan", dice Orlock. Un francotirador psicópata (Tim O'Kelly) en una autopista y en un autocine parecen demostrar que tiene razón. Así el francotirador loco ataca a cualquiera que ve con una vasta artillería de armas. Los objetivos son las personas... ¡y tú podrías ser uno de ellos!. ¿Por qué control de armas? "¡Notable! ¡Aterrador y emocionante! ¡Película completamente fascinante!" . "Acabo de matar a mi esposa y a mi madre. Sé que me atraparán. Pero antes de eso, muchos más morirán..."

El debut como director en el cine suspense de Bognadovich, que no sólo puso a Peter en el mapa como director, sino que también dio una nueva bienvenida a su protagonista, reviviendo la carrera de Boris Karloff , gracias a un carnoso carácter, como el inolvidable ícono del terror. Un thriller interesante y provocador, pero su preocupación por las leyes estadounidenses sobre armas, expresada a través de la historia de un francotirador, fue en gran medida desatendida. Targets (1968) rinde homenaje a Roger Corman con un fragmento de la película 'El Terror', la escena final de la climática inundación protagonizada por los actores Boris Karloff, Dick Miller, Jack Nicholson, etc. Boris Karloff es muy bueno como una anciana estrella de cine de terror que planea su retiro, convencido de que la vida real es demasiado aterradora para que sus películas tengan audiencia. Mientras que Tim O'kelly está decente como un joven loco y perturbado que se lanza a una criminal matanza. Algunas copias todavía tienen un prólogo anti-armas, que se añadió después del asesinato de Robert Kennedy. El resultado es un comentario fascinantemente complejo sobre la mitología estadounidense, que explora la relación entre el mundo interior de la imaginación y el mundo exterior de violencia y paranoia, ambos relevantes para los traumas estadounidenses contemporáneos.

Esta película ingeniosamente construida fue bien dirigida por Peter Bognadovich. Peter recibió el dinero para hacer la película de Roger Corman, quien también le permitió utilizar metraje extenso de la película de Poe 'El Terror' en las secuencias en el autocine donde tiene lugar el enfrentamiento. Fue la primera película de Bognadovich y, a pesar de su éxito posterior, todavía no dirigió nada que sea ni la mitad de notable, salvo el clásico The last picture show. Peter fue uno de los más grandes directores de Hollywood. Dirigió a 6 actores diferentes en actuaciones nominadas al Oscar: Ben Johnson, Jeff Bridges, Cloris Leachman, Ellen Burstyn, Tatum O'Neal y Madeline Kahn. Johnson, Leachman y O'Neal ganaron premios Oscar por sus actuaciones. Peter realizó algunas obras maestras y dirigió todo tipo de géneros con predilección por la Comedia. Dirigiendo notables ó aceptables films, tal como: The last Picture Show, Targets, Paper Moon, Daisy Miller, Saint jack, Everybody wanted, Mask, Illegally yours, Texasville, Noises off, Una cosa llamada Amor, A Saintly Switch, entre otros. A Bognadovich se le ofreció la oportunidad de dirigir El Padrino (1972) y Chinatown (1974), pero las rechazó. Definitivamente es una visita obligada para los entusiastas de Peter Bogdanovich. Es una película realmente atractiva que atraerá a los fanáticos de Boris Karloff.
7
27 de marzo de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debut de Peter Bogdanovich como director, sin contar su participación en una producción de serie B muy barata hecha con material de una película rusa de ciencia ficción y a la que se dio el prometedor título de “Viaje al Planeta de las Mujeres Prehistóricas” (Voyage to the Planet of Prehistoric Women, 1968). Un punto interesante y que resultó de clave en la gestación y el resultado final del filme, es que nos encontrásemos a Roger Corman ejerciendo funciones de productor, Bogdanovich tuvo que aceptar unas duras condiciones si quería gozar de esa oportunidad: contó con un reducidísimo presupuesto de tan solo 125.000$, tuvo que volver a aprovechar material de otra película de Corman, la estupenda “El terror” (The terror, 1963), y además debía contar con Boris Karloff, quien había terminado un trabajo con Corman pero al que aun le quedaban unos pocos días antes de que expirara la fecha límite de su contrato, por lo que solo podría trabajar con él hasta entonces; a pesar de todas estas dificultades aparentes para conjugar todos estos elementos, Bogdanovich supo encontrar una hábil forma de darle sentido y además convertirla en un auténtico homenaje a una de las figuras clave del cine de terror clásico.

Con un estilo sobrio tras la cámara, cercano al documental, que evita cualquier virtuosismo, el director americano realiza un acertado retrato psicológico del asesino en serie y una lúcida fotografía de la familia media americana que constata el fracaso del “american way of life” de los ‘50. La sombra oculta de la familia típica americana emerge a la superficie en forma de psicosis en el joven Bobby Thompson, que asesina indiscriminadamente y sin ningún motivo aparente a su propia familia, lo que resulta desalentador para el espectador, que no tiene ningún motivo claro que dé respuesta a la conducta del joven. Las razones por las que lo hace son invisibles o están ocultas tras la superficie de las cosas, siendo éste uno de sus máximos aciertos: el huir de explicaciones psicológicas de manual o de caracterizaciones excesivamente simplonas del psicópata, como la del loco inadaptado, nos encontramos con un individuo aparentemente normal víctima de una sociedad enferma, carente de valores sólidos más allá del consumismo, que esconde las fatales consecuencias de la guerra del Vietnam a sus ciudadanos y que se esconde de sí misma mediante la televisión, la ficción, la religión y la violencia (el culto a las armas).

En el otro extremo de la balanza, Orlok/Karloff es la figura de un tiempo que ya no existe, el último héroe de un mundo en descomposición. Es una figura de cera viviente, el residuo de un tipo de arte que a finales de los sesenta había pasado de moda, un cine poético y lírico, todo un homenaje a un actor desperdiciado como Karloff, quien apenas pudo demostrar su destreza como intérprete más allá de los ramplones papeles que le ofrecían. El mundo en el que vive Karloff, el de la industria del cine, también es un mundo extraño para él: se hospeda en elegantes hoteles, viaja en coche de un sitio a otro, se ve obligado a cumplir estúpidos contratos y se rodea de gente que sólo habla de cifras e ingresos, a excepción del joven director Sammy Michaels, alter ego de Bogdanovich, quien lo admira profundamente.

Un filme irresistible para cualquier buen cinéfilo que además nos permite disfrutar del gran Boris Karloff en su último gran papel. Bogdanovich no solo realiza un canto al cine dentro del cine sino que además reflexiona sobre el terror y muestra cómo ahora los protagonistas que van a dar miedo en las pantallas van a ser otros, como ya había adelantado Michael Powell en “El fotógrafo pánico” o William Wyler en “El coleccionista”.
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