La gran apuesta
6.8
36,532
Drama. Comedia
Tres años antes de la crisis mundial del 2008 originada por las hipotecas subprime que hundió prácticamente el sistema financiero global, cuatro tipos fuera del sistema fueron los únicos que vislumbraron que todo el mercado hipotecario iba a quebrar. Decidieron entonces hacer algo insólito: apostar contra el mercado de la vivienda a la baja, en contra de cualquier criterio lógico en aquella época... Adaptación del libro “La gran ... [+]
25 de enero de 2016
25 de enero de 2016
185 de 341 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como no dispongo de ningún famoso que se preste a ello, déjenme que les explique yo mismo, sin regodeos ni tecnicismos, de tú a tú, y a poder ser con mi mejor sentido del humor y de la estética, en qué consiste la burbuja cinematográfica. Imaginen por un momento una película con una puntuación media de tres, que es el valor real de La gran apuesta, pero que de repente empieza a experimentar, mediante una serie de especulaciones e incentivos en forma de nominaciones, un súbito e inexplicable aumento en su calificación. Las expectativas sobre el filme van subiendo como la espuma, Brad Pitt y compañía se frotan las manos, hasta que un buen día el populacho acude al cine y se echa las manos a la cabeza. Les han vendido gato por liebre. La cinta está muy por encima de su valor real, aunque los portavoces oficiales manifiesten lo contrario, y la sensación de estafa se adueña del espectador. Una vez más, Hollywood, ese Wall Street cultural, nos la ha colado.
¿Recuerdan cuando todos tuvimos que familiarizarnos con conceptos como la prima de riesgo, las hipotecas subprime y demás jerga económica? Eran tiempos en los que la terminología habitual de unos pocos se acercó a la calle como recompensa por el sacrificio prestado. Pues bien, ahora todos aquellos conocimientos de economía para dummies se quedan cortos y obsoletos para entender una mínima parte del embrollo que nos narra Adam McKay, nominado al Oscar como mejor director por adaptar un best-seller de Michael Lewis partiendo de un contexto –la crisis económica actual- ya rodado con maestría anteriormente y emulando el nervio de directores como David O. Russell o Martin Scorsese. El resultado es un mejunje que abofetea violentamente a todas sus influencias precedentes. Un batiburrillo de ideas prestadas que quiere, y vaya si lo consigue, dejarnos con la boca abierta.
Ya sé lo que estarán pensando, avispados lectores. “Este tío no se ha enterado de nada y echa pestes sobre la película para camuflar su colosal analfabetismo”. Tienen parte de razón, lo confieso. Se me escapa el significado de conceptos como CDO o de swap, no los asimilo ni aunque me los explique Sofía Vergara dando vueltas sobre sí misma con un vestido despampanante (¿recuerdan las críticas sobre machismo?). Pero lo que no se me escapa es el argumento central de La gran apuesta, que una pandilla de inversores anticiparon la debacle mundial y, lejos de hacer saltar las alarmas, decidieron aprovecharse de la ceguera capitalista y forrarse a su costa. Tan tremendo planteamiento convierte a todos sus protagonistas en auténticos psicópatas. A todos menos a Brad Pitt, que se reserva, como buen productor, la frase más demagoga de la cinta, no vaya a ser que la imagen impoluta de Brangelina se disuelva.
La verborrea ininteligible es intencionada, tanto en la economía como en la película. En una sirve para esconder prácticas moralmente reprobables y en la otra para camuflar cada una de las estupideces que ha cometido McKay en su toma de decisiones. El montaje esquizofrénico (nominado también al Oscar) nos zarandea convulsivamente de un plano a otro, muchas veces sin coherencia ni conexión, valiéndose de una banda sonora maltratada y de alteraciones supuestamente ingeniosas, como la rotura ya no tan sorprendente de la cuarta pared o la sobreimpresión de citas “oídas en una cafetería”. Y es que el humor por el que ‘La gran apuesta’ ha sido catalogada como comedia roza por momentos el bochorno.
Otro de los activos más destacados del filme es el de las interpretaciones, destacadas tras las sucesivas nominaciones hacia un Christian Bale que emula en todo momento al Matthew McConaughey de El lobo de Wall Street. De hecho, podría considerarse La gran apuesta como una fotocopia movida de la obra maestra de Scorsese, con flecos de cintas que sí encontraron el tono para denunciar la crisis inmobiliaria, como Margin call con el thriller o Inside Job en forma de documental. Para evitarse la lluvia de críticas por banalizar asunto tan serio, McKay se asegura, eso sí, un discurso final plagado de mensajes que ya llegan tarde. El rescate financiero por parte de todos y la ausencia de culpables oficiales ya han sido asimilados, incluso olvidados, por todos nosotros. Ya estamos inmersos en una nueva burbuja repleta de nuevos incentivos crediticios y de teles curvas 4K. Si queremos que alguien nos la reviente, ya llamaremos a Michael Moore, el que para muchos es lo más parecido a un crédito basura de alto riesgo. Él al menos le echa morro, se la juega y, lo más importante, tiene chispa.
¿Recuerdan cuando todos tuvimos que familiarizarnos con conceptos como la prima de riesgo, las hipotecas subprime y demás jerga económica? Eran tiempos en los que la terminología habitual de unos pocos se acercó a la calle como recompensa por el sacrificio prestado. Pues bien, ahora todos aquellos conocimientos de economía para dummies se quedan cortos y obsoletos para entender una mínima parte del embrollo que nos narra Adam McKay, nominado al Oscar como mejor director por adaptar un best-seller de Michael Lewis partiendo de un contexto –la crisis económica actual- ya rodado con maestría anteriormente y emulando el nervio de directores como David O. Russell o Martin Scorsese. El resultado es un mejunje que abofetea violentamente a todas sus influencias precedentes. Un batiburrillo de ideas prestadas que quiere, y vaya si lo consigue, dejarnos con la boca abierta.
Ya sé lo que estarán pensando, avispados lectores. “Este tío no se ha enterado de nada y echa pestes sobre la película para camuflar su colosal analfabetismo”. Tienen parte de razón, lo confieso. Se me escapa el significado de conceptos como CDO o de swap, no los asimilo ni aunque me los explique Sofía Vergara dando vueltas sobre sí misma con un vestido despampanante (¿recuerdan las críticas sobre machismo?). Pero lo que no se me escapa es el argumento central de La gran apuesta, que una pandilla de inversores anticiparon la debacle mundial y, lejos de hacer saltar las alarmas, decidieron aprovecharse de la ceguera capitalista y forrarse a su costa. Tan tremendo planteamiento convierte a todos sus protagonistas en auténticos psicópatas. A todos menos a Brad Pitt, que se reserva, como buen productor, la frase más demagoga de la cinta, no vaya a ser que la imagen impoluta de Brangelina se disuelva.
La verborrea ininteligible es intencionada, tanto en la economía como en la película. En una sirve para esconder prácticas moralmente reprobables y en la otra para camuflar cada una de las estupideces que ha cometido McKay en su toma de decisiones. El montaje esquizofrénico (nominado también al Oscar) nos zarandea convulsivamente de un plano a otro, muchas veces sin coherencia ni conexión, valiéndose de una banda sonora maltratada y de alteraciones supuestamente ingeniosas, como la rotura ya no tan sorprendente de la cuarta pared o la sobreimpresión de citas “oídas en una cafetería”. Y es que el humor por el que ‘La gran apuesta’ ha sido catalogada como comedia roza por momentos el bochorno.
Otro de los activos más destacados del filme es el de las interpretaciones, destacadas tras las sucesivas nominaciones hacia un Christian Bale que emula en todo momento al Matthew McConaughey de El lobo de Wall Street. De hecho, podría considerarse La gran apuesta como una fotocopia movida de la obra maestra de Scorsese, con flecos de cintas que sí encontraron el tono para denunciar la crisis inmobiliaria, como Margin call con el thriller o Inside Job en forma de documental. Para evitarse la lluvia de críticas por banalizar asunto tan serio, McKay se asegura, eso sí, un discurso final plagado de mensajes que ya llegan tarde. El rescate financiero por parte de todos y la ausencia de culpables oficiales ya han sido asimilados, incluso olvidados, por todos nosotros. Ya estamos inmersos en una nueva burbuja repleta de nuevos incentivos crediticios y de teles curvas 4K. Si queremos que alguien nos la reviente, ya llamaremos a Michael Moore, el que para muchos es lo más parecido a un crédito basura de alto riesgo. Él al menos le echa morro, se la juega y, lo más importante, tiene chispa.
15 de enero de 2016
15 de enero de 2016
35 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La gran apuesta" lanza tantas ideas por segundo y con un empaque visual tan atolondrado que a media película estas tan confuso que corres el riesgo de perder el interés por cuanto cuenta, yo lo perdí incluso a pesar de esas explicaciones para niños que se dosifican a lo largo del metraje. Y esta perdida de interese sucede porque el concepto de película que se han inventado ha consistido en coger un "gran" tema (que nos toca a todos como es la crisis económica) e incorporan a grandes actores dentro en un entorno a medio camino entre el docudrama y un publirreportaje. Y a mi, no me convence en absoluto, puede resultar atractivo en muchos momentos, pero como película no me convence en absoluto.
Vayamos por partes, ese gran tema ya ha sido tratado antes y con mucho mas acierto ("El capital", "Inside Job", "The Company Men" o "Margin Call"), además esos grandes actores están tan sobreactuados que algunas escenas parecen recién salidos de una despedida de soltero (¿que diablos pretenden Steve Carrell y Christian Bale con esas interpretaciones?). "La gran apuesta" tiene momentos interesantes, no lo niego, pero están demasiado aislados. Escenas geniales en un contexto irregular. en un empaque visual que es al mismo tiempo lo mejor y lo peor de la película. En algunos momentos es brillante y combina de manera acertada imágenes reales con ficción. El problema comienza cuando el director abusa de ese recurso y lo convierte en algo que pierde valor (como el hecho de que los actores rompan la cuarta pared). Adam McKay no sabe dosificar lo bueno que tiene entre manos y se limita a arrojarlo contra un espectador que espera otro tipo de película.
Con la excusa de esa gran apuesta ideada por el doctor Burry se nos intenta explicar el germen del gran colapso económico de la burbuja económica de hace unos años. El problema también es que no sabemos si nos están contando la historia de cuatro tipos (demasiado) listos o la historia de la crisis, el foco está desenfocado en todo momento, tanto los personajes como la crisis parecen una mera excusa para construir unas cuantas escenas ocurrentes y originales. Puede que me crea la historia pero no me creo los personajes porque no están bien explicados e incluso algunos están mal interpretados, parecen una parodia de si mismos. Son demasiado estúpidos para una trama tan compleja.
Como explicación de un hecho real (la crisis económica), "La Gran Apuesta" puede resultar entretenida pero la realidad es que la película solo funciona cuando explica la amoralidad de quienes, sabiendo lo que sucedía, abocaron a la sociedad a la crisis, y eso tampoco ocupa gran parte de las mas de dos horas de metraje. Como película (y por lo tanto, ficción), "La Gran Apuesta" es un auténtico caos narrativo y resulta atolondrada y confusa para cualquier espectador medio. No os dejéis engañar por los actores o por el trailer. Esta película es otra cosa diferente, no es mala pero dista mucho de ser una película redonda.
Vayamos por partes, ese gran tema ya ha sido tratado antes y con mucho mas acierto ("El capital", "Inside Job", "The Company Men" o "Margin Call"), además esos grandes actores están tan sobreactuados que algunas escenas parecen recién salidos de una despedida de soltero (¿que diablos pretenden Steve Carrell y Christian Bale con esas interpretaciones?). "La gran apuesta" tiene momentos interesantes, no lo niego, pero están demasiado aislados. Escenas geniales en un contexto irregular. en un empaque visual que es al mismo tiempo lo mejor y lo peor de la película. En algunos momentos es brillante y combina de manera acertada imágenes reales con ficción. El problema comienza cuando el director abusa de ese recurso y lo convierte en algo que pierde valor (como el hecho de que los actores rompan la cuarta pared). Adam McKay no sabe dosificar lo bueno que tiene entre manos y se limita a arrojarlo contra un espectador que espera otro tipo de película.
Con la excusa de esa gran apuesta ideada por el doctor Burry se nos intenta explicar el germen del gran colapso económico de la burbuja económica de hace unos años. El problema también es que no sabemos si nos están contando la historia de cuatro tipos (demasiado) listos o la historia de la crisis, el foco está desenfocado en todo momento, tanto los personajes como la crisis parecen una mera excusa para construir unas cuantas escenas ocurrentes y originales. Puede que me crea la historia pero no me creo los personajes porque no están bien explicados e incluso algunos están mal interpretados, parecen una parodia de si mismos. Son demasiado estúpidos para una trama tan compleja.
Como explicación de un hecho real (la crisis económica), "La Gran Apuesta" puede resultar entretenida pero la realidad es que la película solo funciona cuando explica la amoralidad de quienes, sabiendo lo que sucedía, abocaron a la sociedad a la crisis, y eso tampoco ocupa gran parte de las mas de dos horas de metraje. Como película (y por lo tanto, ficción), "La Gran Apuesta" es un auténtico caos narrativo y resulta atolondrada y confusa para cualquier espectador medio. No os dejéis engañar por los actores o por el trailer. Esta película es otra cosa diferente, no es mala pero dista mucho de ser una película redonda.
7 de enero de 2016
7 de enero de 2016
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que vemos aquí es el famoso documental de 2010 con pequeños momentos de humor negro, se podría decir que es como un intento de hacer la versión "gamberra" y mas entretenida para el público en general que quizás no este dispuesta a ver documentales.
Entretenida o interesante es la definición perfecta para esta película. No te dice nada que no te dijeran en Inside Job, de hecho, con apariciones de famosas hacen pequeños cortes para explicar, desde las CDO hasta las hipotecas subprime, siempre dirigiendose al espectador y usando símiles para el correcto entendimiento.
Volvemos a encontrarnos con una película que busca nominaciones, reparto estelar, metiendo caña a los bancos, banda sonora con temas archiconocidos de Led Zeppelin, Metallica, Neil Young,etc, todo esto contado con un narrador que se dirige al espectador y con historias paralelas de gente que lo vió venir y que hizo dinero con ello.
Entretenida o interesante es la definición perfecta para esta película. No te dice nada que no te dijeran en Inside Job, de hecho, con apariciones de famosas hacen pequeños cortes para explicar, desde las CDO hasta las hipotecas subprime, siempre dirigiendose al espectador y usando símiles para el correcto entendimiento.
Volvemos a encontrarnos con una película que busca nominaciones, reparto estelar, metiendo caña a los bancos, banda sonora con temas archiconocidos de Led Zeppelin, Metallica, Neil Young,etc, todo esto contado con un narrador que se dirige al espectador y con historias paralelas de gente que lo vió venir y que hizo dinero con ello.
17 de diciembre de 2015
17 de diciembre de 2015
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa mezcla entre el lobo de Wall St. y Margin call, siendo bastante mejor que ambas, por lo menos más inteligente (y ojo que las otras dos también me gustaron). Cuenta la historia de un economista que descubre la crisis cuatro años antes de que sucediera, varios personajes escuchan la teoria y comienza a investigar el asunto.
Mención especial para el casting, un enorme reparto, compuesto de caras conocidas (con mucho maquillaje de por medio) como Ryan Gosling, Steve Carell, Christian Bale o Brad Pitt.
Lo mejor: El humor negro y la mala leche que tiene.
Lo peor: No todos los personajes tienen la misma fuerza.
Mención especial para el casting, un enorme reparto, compuesto de caras conocidas (con mucho maquillaje de por medio) como Ryan Gosling, Steve Carell, Christian Bale o Brad Pitt.
Lo mejor: El humor negro y la mala leche que tiene.
Lo peor: No todos los personajes tienen la misma fuerza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No pude dejar de mirar el ojo de Christian Bale :)
6 de febrero de 2016
6 de febrero de 2016
43 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que te deja como la crisis mundial, es decir, no entiendes nada de lo que te dicen unos tipos que hablan a una cámara, con vocabulario técnico que te cuesta entender, pese a que te ponen ejemplos prácticos cotidianos, a veces, un tanto sexistas de como fueron capaces de prevenir la crisis mundial y en vez de avisar a la población mundial, de que el mundo iba a explotar por la avaricia de los bancos, pues, decidieron hacerse ricos a costa de todos nosotros y te lo explican de una manera tan altruista, que prácticamente te la meten doblada con un vocabulario del que te fías, al igual que te fiabas de tu banquero cuando te vendía preferentes, por poner un ejemplo, pero que en realidad estan aprovechando tu ignorancia para engañarte y llenarse los bolsillos.
Pues lo mismo pienso de esta película, esta pensada para engañarte y hacerte ir al cine a pagar a unos tipos que te cuenta como te han engañado otros tipos, por lo que el engaño es doble.
Este experimento de película-documental no me ha llegado en absoluto y me ha parecido una película excesivamente larga y odiosa en la que parece que estén tomando al espectador por tonto, pues hay documentales mejores sobre ello.
Pues lo mismo pienso de esta película, esta pensada para engañarte y hacerte ir al cine a pagar a unos tipos que te cuenta como te han engañado otros tipos, por lo que el engaño es doble.
Este experimento de película-documental no me ha llegado en absoluto y me ha parecido una película excesivamente larga y odiosa en la que parece que estén tomando al espectador por tonto, pues hay documentales mejores sobre ello.
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