A propósito de Llewyn Davis
2013 

6.7
26,250
Drama
Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
11 de enero de 2014
11 de enero de 2014
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se convierte en una canción repleta de sentimiento, ironía y desventura encapsulada sobre líneas y más líneas circulares, sobre un gran telón negro que acaba siendo un vinilo con la portada de la vida soñada del protagonista. “A propósito de Llewyn Davis” es el futuro para acabar con todas las toneladas de mala suerte y negror en surcos que realmente atrapan su objetivo. El destino de la desgracia está grabado y mezclado, estampado en una sola cara y es el patrón de cada día de adversidad. ¿Conseguirá Llewyn Davis escapar de su propio disco, vida y película? ¿Logrará expulsar todo ese sentimiento pulido milimétricamente en líneas circulares que giran alrededor de un mecanismo inamovible y que sentencian su destino?
Los hermanos Coen son esa afilada aguja suspendida sobre la que pasa un guión hecho vinilo, hecho canción, en la que todo aquello que es la vida gira todavía en un lugar a determinar, sin saber si entre la elipsis existencial despertaremos en el mañana o el ayer. El (mal)vivir pasa por un sofá, por desconectar de un mundo gélido en que no hay ningún enlace con sus habitantes incluso por encima de la biología o el supuesto amor, caminando por unas calles que no son suyas con un gato sin nombre (ni sexo), cabalgando por estaciones y carreteras desconocidas con extraños forasteros y en el que solamente queda la música para exorcizar esos demonios interiores. Aunque no queda nada porque no hay nada que contar en una canción que quedó atrapada dentro de un sueño que ella misma construyó, donde el artista da la impresión de estar por encima de todo cuando sobresale de ese escenario que marca un pulido y afilado guión, montaje y dirección.
Que “A propósito de Llewyn Davis” conecte con “O Brother!” (T. Bone Burnett y Ulises) no es de extrañar en esa filmografía también circular donde se dan cita paralelismos de “Barton Fink” y de cualquiera de sus road-movies y singulares pasajeros. Podemos situarnos en el punto de vista del productor, el Sr. Grossman (F. Murray Abraham), y mirar directamente a la cara de ‘la película’ y decir no vemos mucho dinero en todo el asunto. Es arte es estado puro y puede ser diseccionado, mutilado y enmascarado para fines comerciales y conectarlo directamente con el público; enlatado para el disfrute de esa audiencia entregada a letras frívolas, pasajeras y cegado por sonrisas, destellos y mitos. Y precisamente al final de todo aparece un gran cuento de invierno, donde nuestro trovador nos cuenta su historia mientras canta y da el relevo a aquel que será leyenda. Él no es el protagonista de su propia historia, es el Tony Wilson de esta década cinematográfica. No hay ninguna concesión emocional en ese punto muerto en el que estará atascado perpetuamente su antihéroe, como si toda la cinta fuera consciente de ser ese vinilo que se repetirá una y otra vez a lo “La rosa púrpura del Cairo”, como si la vida y muerte fueran las dos caras del mismo disco, de esa melancólica, carretera sin ruta y, en definitiva, canción de folk.
Los hermanos Coen son esa afilada aguja suspendida sobre la que pasa un guión hecho vinilo, hecho canción, en la que todo aquello que es la vida gira todavía en un lugar a determinar, sin saber si entre la elipsis existencial despertaremos en el mañana o el ayer. El (mal)vivir pasa por un sofá, por desconectar de un mundo gélido en que no hay ningún enlace con sus habitantes incluso por encima de la biología o el supuesto amor, caminando por unas calles que no son suyas con un gato sin nombre (ni sexo), cabalgando por estaciones y carreteras desconocidas con extraños forasteros y en el que solamente queda la música para exorcizar esos demonios interiores. Aunque no queda nada porque no hay nada que contar en una canción que quedó atrapada dentro de un sueño que ella misma construyó, donde el artista da la impresión de estar por encima de todo cuando sobresale de ese escenario que marca un pulido y afilado guión, montaje y dirección.
Que “A propósito de Llewyn Davis” conecte con “O Brother!” (T. Bone Burnett y Ulises) no es de extrañar en esa filmografía también circular donde se dan cita paralelismos de “Barton Fink” y de cualquiera de sus road-movies y singulares pasajeros. Podemos situarnos en el punto de vista del productor, el Sr. Grossman (F. Murray Abraham), y mirar directamente a la cara de ‘la película’ y decir no vemos mucho dinero en todo el asunto. Es arte es estado puro y puede ser diseccionado, mutilado y enmascarado para fines comerciales y conectarlo directamente con el público; enlatado para el disfrute de esa audiencia entregada a letras frívolas, pasajeras y cegado por sonrisas, destellos y mitos. Y precisamente al final de todo aparece un gran cuento de invierno, donde nuestro trovador nos cuenta su historia mientras canta y da el relevo a aquel que será leyenda. Él no es el protagonista de su propia historia, es el Tony Wilson de esta década cinematográfica. No hay ninguna concesión emocional en ese punto muerto en el que estará atascado perpetuamente su antihéroe, como si toda la cinta fuera consciente de ser ese vinilo que se repetirá una y otra vez a lo “La rosa púrpura del Cairo”, como si la vida y muerte fueran las dos caras del mismo disco, de esa melancólica, carretera sin ruta y, en definitiva, canción de folk.
5 de enero de 2014
5 de enero de 2014
76 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
[HIPSTER MODE: ON] Esta nueva y preciosa obra de los (casi mainstream) hermanos Coen nos demuestra que porque una vida sea simple, mundana y carente de cualquier emoción no tiene por qué dejar de ser narrada. Atrás quedaron las historias con personajes interesantes, ¡lo ordinario es lo que ahora se lleva!
[HIPSTER MODE: OFF] Sosa, insípida, insulsa, insustancial, apática, vacua, anodina, desaborida, sosaina, soseras, malaje, malasombra, monótona, apagada (gracias por la ayuda, diccionario de Sinónimos y Antónimos)... Los hermanos Coen al parecer pensaron que para que una película resultase novedosa tenían que cambiar algo totalmente nuevo. ¿Cómo hacerlo? Muy fácil, ¿en qué se basa el cine? En entretener, así que hacemos la película lo menos entretenida posible. La película no puede ser más cotidiana, no pasa absolutamente NADA en las casi dos horas de metraje, y la lenta música folk no ayuda precisamente a que se nos pase rápido la película. Y que quede claro, si alguien espera una comedia dramática que se olvide, pues la película como máximo nos podrá hacer esbozar una sonrisa en algún momento puntual (si no nos hemos dormido antes, claro), pero que nadie espere reírse a carcajadas en ningún momento
[HIPSTER MODE: OFF] Sosa, insípida, insulsa, insustancial, apática, vacua, anodina, desaborida, sosaina, soseras, malaje, malasombra, monótona, apagada (gracias por la ayuda, diccionario de Sinónimos y Antónimos)... Los hermanos Coen al parecer pensaron que para que una película resultase novedosa tenían que cambiar algo totalmente nuevo. ¿Cómo hacerlo? Muy fácil, ¿en qué se basa el cine? En entretener, así que hacemos la película lo menos entretenida posible. La película no puede ser más cotidiana, no pasa absolutamente NADA en las casi dos horas de metraje, y la lenta música folk no ayuda precisamente a que se nos pase rápido la película. Y que quede claro, si alguien espera una comedia dramática que se olvide, pues la película como máximo nos podrá hacer esbozar una sonrisa en algún momento puntual (si no nos hemos dormido antes, claro), pero que nadie espere reírse a carcajadas en ningún momento
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
38 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que la película surgió del chispazo creativo de uno de los hermanos. "¿Por qué no hacemos una película que empieza con una paliza a Dave Van Ronk en el callejón de un garito?". Dicho y hecho, así empezó la génesis creativa del primer fin que veo este año. Dave van Rock fue un músico folk que pateó todas las calles de Nueva York inasequible al desaliento. Justo antes de la llegada de Dylan, que revolucionó el género y lo llevó a su esplendor. Dave van Rock es el trasunto loser de Dylan, el que preparó el caldo, pero Dylan puso la guinda, los fans y el éxito millonario. Obviamente al tratarse de una película de los hermanos Coen asistimos por enésima vez a la epopeya lírica y humorística del descenso a los abismos de un personaje, un perdedor, claro, que carece de familia, solidas relaciones o éxito profesional. Este es el personaje que, cuando los Coen son creadores de sus propios guiones, nos cuentan una y otra vez. Ellos mismos reconocen que cuando adaptan novelas, suelen ser fieles a ellas. Por eso las han elegido. De ahí surgen películas como Muerte entre las flores, No es país para viejos o Valor de ley, que parten de un género, pero lo subvierten con la mirada Coen. En cambio, cuando ellos son los autores absolutos vuelven a cantarnos la balada de un perdedor. A mi estas historias -Un tipo serio, El gran Levobsky, El hombre que nunca estuvo allí- me producen un efecto vitalizante. Mi vida es infinitamente mejor que la de esos personajes.
No obstante, hay en A propósito de Llewyn Davis mucha lírica. Los hermanos reconocen que no hay que verla como un biopic de Dave von Ronk, porque Oscar Isaac, el protagonista absoluto, que está en cada plano de la película, la ha hecho suya y se ha mimetizado con el personaje. En principio buscaban un músico que supiese actuar, pero dado que la película dependía tanto de la capacidad actoral del protagonista, decidieron invertir la premisa. Buscaron a un actor que supiera cantar. Y ahí destacó Oscar de manera clara. De hecho, algunos han calificado la película como musical folk. Aunque otros prefieren definirla como road movie circular. Porque la película acaba y empieza en un bucle. Como si el protagonismo estuviera condenado a eternizar su legado a base de bolos y noches en sofás ajenos.
No obstante, hay en A propósito de Llewyn Davis mucha lírica. Los hermanos reconocen que no hay que verla como un biopic de Dave von Ronk, porque Oscar Isaac, el protagonista absoluto, que está en cada plano de la película, la ha hecho suya y se ha mimetizado con el personaje. En principio buscaban un músico que supiese actuar, pero dado que la película dependía tanto de la capacidad actoral del protagonista, decidieron invertir la premisa. Buscaron a un actor que supiera cantar. Y ahí destacó Oscar de manera clara. De hecho, algunos han calificado la película como musical folk. Aunque otros prefieren definirla como road movie circular. Porque la película acaba y empieza en un bucle. Como si el protagonismo estuviera condenado a eternizar su legado a base de bolos y noches en sofás ajenos.
14 de marzo de 2014
14 de marzo de 2014
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las principales claves de un buen guión radica en la evolución de sus personajes a lo largo de la historia, principalmente de su protagonista. De hecho, uno de los más distinguidos modelos estructurales de guión, conocido como “El viaje del héroe”, se basa principalmente en la evolución del protagonista a través de una serie de etapas, las cuales le harán adoptar al personaje un nuevo conocimiento que deberá interiorizar para acabar convirtiéndose en un “héroe” al final del trayecto.
En la mayoría de películas que se precien, con independencia del género, estilo o generación, se desarrolla una evolución en el protagonista. Desde héroes propiamente dichos como Neo en Matrix hasta antihéroes puramente dramáticos como Walt en Gran Torino, casi siempre se puede atisbar un arco de transformación en el personaje principal. Dicho arco de transformación comienza cuando el protagonista es incitado a abandonar su denominado “mundo ordinario” para adentrarse en un universo hostil, el llamado “mundo especial”, en el que una serie de obstáculos le dificultará alcanzar un objetivo asociado a una metamorfosis de su persona.
Trasladando estos conceptos a la sinopsis de la película, el “mundo ordinario” de Llewyn Davis se empieza a desmoronar cuando sus problemas profesionales se agravan hasta el punto de perder cualquier tipo de estabilidad económica. Es entonces cuando Llewyn se ve forzado a tomar la decisión de abandonar su situación para adentrarse en el “mundo especial”: el del viaje a Chicago con el objetivo de ascender en su carrera musical.
Y es aquí donde empieza el viaje de nuestro héroe, pero…
En la mayoría de películas que se precien, con independencia del género, estilo o generación, se desarrolla una evolución en el protagonista. Desde héroes propiamente dichos como Neo en Matrix hasta antihéroes puramente dramáticos como Walt en Gran Torino, casi siempre se puede atisbar un arco de transformación en el personaje principal. Dicho arco de transformación comienza cuando el protagonista es incitado a abandonar su denominado “mundo ordinario” para adentrarse en un universo hostil, el llamado “mundo especial”, en el que una serie de obstáculos le dificultará alcanzar un objetivo asociado a una metamorfosis de su persona.
Trasladando estos conceptos a la sinopsis de la película, el “mundo ordinario” de Llewyn Davis se empieza a desmoronar cuando sus problemas profesionales se agravan hasta el punto de perder cualquier tipo de estabilidad económica. Es entonces cuando Llewyn se ve forzado a tomar la decisión de abandonar su situación para adentrarse en el “mundo especial”: el del viaje a Chicago con el objetivo de ascender en su carrera musical.
Y es aquí donde empieza el viaje de nuestro héroe, pero…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que me fascina de esta película es su estructura circular, ese cierre de la historia con la misma secuencia con la que empieza: con su protagonista tocando fondo, como el borracho que es noqueado en un callejón. Al acabar la película uno podría no saber si el inicio era un flashforward o si el final es un flashback. Surge una importante pregunta: La historia… ¿empieza como acaba, o acaba como empieza?
A Llewyn Davis en su viaje le surgen oportunidades que podría aceptar, como la del productor que le sugiere empezar un proyecto alternativo. Tiene elección en cada etapa de su historia. Siempre tiene una salida, como la salida de la autopista que le conducirá hacia aquella chica que finalmente sí tomo una decisión, la de quedarse con su bebé. Pero la decisión de Llewyn Davis es muy diferente: él decide no decidir.
Llevin Davis es uno de los contados personajes del cine que, a pesar de cargar con una profunda historia sobre sus hombros, decide no evolucionar. La pregunta sigue siendo la misma: ¿Llewyn Davis acaba como empieza. o empieza como acaba? La decisión de los Cohen de calcar la escena inicial con la final es toda una declaración de intenciones. Y por lo tanto, para mí, y para el propio Llewyn, la respuesta es clara: da igual.
A Llewyn Davis en su viaje le surgen oportunidades que podría aceptar, como la del productor que le sugiere empezar un proyecto alternativo. Tiene elección en cada etapa de su historia. Siempre tiene una salida, como la salida de la autopista que le conducirá hacia aquella chica que finalmente sí tomo una decisión, la de quedarse con su bebé. Pero la decisión de Llewyn Davis es muy diferente: él decide no decidir.
Llevin Davis es uno de los contados personajes del cine que, a pesar de cargar con una profunda historia sobre sus hombros, decide no evolucionar. La pregunta sigue siendo la misma: ¿Llewyn Davis acaba como empieza. o empieza como acaba? La decisión de los Cohen de calcar la escena inicial con la final es toda una declaración de intenciones. Y por lo tanto, para mí, y para el propio Llewyn, la respuesta es clara: da igual.
11 de enero de 2014
11 de enero de 2014
41 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, más allá del renombre de los directores y una fotografía y BSO muy bonitas no tiene absolutamente nada. El argumento es inexistente, el rito es lento a más no poder y salvo momentos puntuales de alguna carcajada (todo sea dicho, gracias a lo soez de algunos personajes) el resto de la película lo único que te inspira son ganas de mirar el reloj para ver cuánto le queda para terminar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y ya intentar que la película sea "profunda" con el juego este de cuento en el que te desvelamos el final y te hacemos llegar hasta él sin avisarte... en fin, podría resultar algo bonito y novedoso en una película en la que pasara algo y nos fuéramos dando cuenta poco a poco y al final... ¡pum! sorpresa. Pero como el argumento es inexistente, sólo queda en eso, en artificio.
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