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A propósito de Llewyn Davis

Drama Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
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7
10 de enero de 2014
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que hay consenso entre los críticos ‘serios’ y ‘sesudos’ que estamos ante una de las grandes películas de los hermanos Coen y una de las grandes películas del 2013. Con ese juicio previo fui al cine y he visto una buena película sobre un músico folk que no encuentra ni el éxito en su profesión ni un lugar en su vida y va dando tumbos y cayendo cada vez más hondo y de forma patética a un pozo sin fondo ni salida. Y la película, sin duda, se sigue con interés – salvo una ristra interminable de canciones folk que resulta rancia y soporífera (en su mayoría) y son por completo ajenas a nuestro ámbito cultural – pero en todo momento tuve la sensación de que faltaba ‘algo’ que convirtiera el filme en algo realmente memorable.

Y concluí que lo que le falta a esta cinta es autenticidad y vida. Me parece una trama muy impostada, muy literaria y ‘de guión’, donde las cosas – los sinsabores, ya que SOLO hay penalidades y disgustos – ocurren porque así han sido escritas por los guionistas, pero no porque realmente surja de forma espontánea ni natural de los personajes que se está retratando. Tanto determinismo fatalista – ayuno por completo de sentido del humor, salvo que se considere la congoja o la desdicha ajena, de alguna perversa forma, motivo de hilaridad – y acaba cansando al espectador que siente que lo que ve está ‘bien’, pero que le están hurtando la complejidad, riqueza y arbitrariedad de la vida donde se suelen mezclar quebrantos y algazaras en inestable cantidad y ritmo. Pero en esta película TODO es negativo.

Tanto inmotivado abuso del personaje principal – que con su inmensa cara de pena está presente durante todo el metraje – acaba fatigando al espectador, que si bien reconoce que todo está ‘bien’ (unos solventes actores, una fotografía que envuelve la penalidad con cierta dignidad) se dice, no sin sorna, que quizás habría hecho mejor yendo a ver alguna otra película que fuera más rica en matices y menos maniquea en su planteamiento. Porque ni siquiera unos actores vistosos y diestros pueden hacer mucho con unos personajes que huelen a naftalina y cartón-piedra (especialmente insoportable resulta Carey Mulligan, en un papel carente de sentido).

En definitiva, interesante pero bastante prescindible. Si no la ven, no se pierden nada, salvo que disfruten morbosamente solazándose con las desgracias ajenas…
7
9 de enero de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo arranca con un Macguffin de libro. Un embarazo del que nadie se acuerda a la media hora. Aquel gordito de las pelis de suspense estaría orgulloso, hermanos.

Con la historia ya “arrancada”, el protagonista vive una serie de calamidades que el espectador no llega a ver como negativas. La manera que tiene Llewyn de aferrarse a su estilo de vida, mísero para los que lo contemplan, hace que sus deambulantes saltos de casa (o más bien de sofá) los veamos con cierta normalidad. Nada choca, nada irrita, a pesar de ciertas conversaciones subidas de tono. ¿Qué pasa con este tío? ¿Es que acaso no tiene sangre?

El único repunte del film, porque llamarlo giro me parecería exagerar, consiste en un periplo homérico via highway que le lleva a su supuesto destino. Llewyn ha tocado fondo (aquella escena en el bar, con los pies helados y húmedos por el temporal). Ya no queda más remedio que ir hacia arriba. No hay otra dirección. ¿O sí?.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La cosa se tuerce en aquella audición en Chicago, pero aún así nada parece alterar a Llewyn. Su intento de dejar la música y embarcarse en la marina mercante suena más a broma que a otra cosa. Todos sabemos que no lo hará. Uno no cambia de vida si no quiere. Y esta claro que no quiere. Sólo tiene que darse cuenta, como le dicen sus amigos.


Los Coen juegan a hacer una película plana y melancólica como una canción folk. Y la jugada les sale bien. Premio para la valentía y la fidelidad. Esperemos que algún día, dentro de unos años, alguien vea esta película y diga "si no es nueva y no envejece, se trata de una película folk".

@Favio_Rossini
3
17 de febrero de 2014
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera película de los hermanos Coen que no me mueve nada. Más que aburrida, como muchos comentan, me ha parecido desvaída. No sé cuál ha sido su intención al hacerla. Claro que hay historias en la vida que no conducen a corto plazo a ninguna parte, pero no sé si son historias sobre las que hacer una película. Todo va quedando en el aire: la carrera profesional de Llewyn, su relación con Carey Mulligan, su relación anterior y el hijo que sabe que tiene en alguna parte, la muerte de su compañero musical... No pasa nada. Y que no pase nada no es necesariamente malo, pero hay formas de contarlo. Esta es la historia no solo de un tipo que tiene mala suerte en la vida, sino de un tipo plano, que canta canciones que no dicen ni evocan nada (en mí, al menos, y no sé si esto es intencionado o no), en la que no resalta nada, en la que no hay un guiño (y no digo ya al espectador, sino a la historia misma). Demasiada oscuridad para un relato tan anodino; creo que no se corresponde la estética con el argumento. Ningún personaje me ha parecido interesante. Todo es una especie de sinsentido... Demasiado sinsentido, demasiada vaguedad, demasiado misterio gratuito. He de reconcerle un par de escenas divertidas, la interpretación de John Goodman y la fotografía. Por lo demás, me ha dejado fría, un poco desilusionada, y con una sensación como de estómago revuelto sin siquiera recordar haber comido. Me deja una sensación como de trampa, de engaño. Igual es que no me he enterado de lo que me querían contar.
10
17 de noviembre de 2020
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva demoledora obra de los hermanos Coen. Una obra en la que no dejan de ocurrir cosas desde el inicio hasta el final, un final que muestra, como dijo Kipling, lo inmerso que estamos en la rueda de la vida. En esto del cine a veces no se trata de cómo encaras una película, sino de reconocer, y aquí hay que conocer y reconocer a este personaje, Llewyn Davis, cantante de folk ("Igual ustedes ya oyeron está canción"), un joven que te llevará a unas situaciones semi grotescas y surrealistas que te sumirán en esa confortable sensación de diversión por lo que vas viendo, aunque sientas algo de pena por el cantante, pero tampoco mucha. Llewyn es como alguien cercano, como si le conocieras y dijeras de él: Es que él es así. Ya se lo dice una de sus ex de un día, arrepentida de serlo, pero con ese extraño rescoldo en su alma.

Llewyn Davis está presente en todas la secuencias de la película; nos cuenta un tramo clave de su vida y le ocurre de todo. La exposición es perfecta, la presentación de los personajes, el ritmo, los sonidos (los del metro te sumergen y notas hasta el tambaleo), todo en general, también alcanza tu sensibilidad con delicadeza: Enternece la sonrisa de los niños negros en el metro viendo al gato en brazos de Llewyn. Llewyn no es un personaje impávido, apático, tiene su sorna, su orgullo, sus malas contestaciones... (atención a la pregunta sobre la longitud del bastón de John Goodman una vez metido por donde le sugiere).

La historia presenta segmentos de otras que hubo que no terminan de desaparecer, dando un aire de autenticidad total a los sucesos; una vida con caminos abandonados, como son las vidas de este mundo. Nosotros nos reconoceremos ahí. Original es poco decir. No se trata de convencer a nadie, la considero ya una comedia trágica mía, personal, una estrambótica historia inolvidable del ser humano existencialista al detall, individualista no beligerante; aquí no hay gags, aquí hay situaciones totalmente factibles dignas de su exposición en las pantallas, una actividad y unos escenarios imperecederos en los que el tiempo de los hechos no cuenta.

Puede ser una comedia negra o incluso de terror: Cuando el policía saca del coche al conductor y se lo lleva, es como el ataque de un vampiro en la noche que se lleva a su víctima y desaparece. Es fácil de explicar las sensaciones que la película crea en ti si conectas, sensaciones agradables. No se puede disfrutar más con la suerte cuesta arriba de un tío. Eso sí, nada más lejos que decir que es lenta y aburrida porque es primordial, vital y sincronizada. Su ritmo es la historia misma, hay multitud de personajes y cada uno tiene su modo de caminar. Y también tiene reflejos de otras obras, me ha parecido un reflejo el tipo del bigote del bar al del papel de Sam Elliott en El gran Lebowski. Atención al paralelismo del gato errático con el rumbo de la vida de Llewyn.

Y aunque de esos bares de música en directo salió Bob Dylan, por desgracia las canciones de Llewyn puede que no gusten; es igual, la verdad es que no darán mucho dinero, pero ahí le tienes tratando de triunfar, y merece la pena seguirle durante esa etapa de lucha por conseguir sus objetivos. O sus sueños.
3
2 de enero de 2014
27 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay que perdonar a los Coen cualquier cosa que hagan porque son ELLOS? Pues desde mi punto de vista es completamente al revés. A los que consideramos cineastas singulares, creadores de un estilo y una narración inteligente y diferente, debemos exigirles un producto más pensado, más trabajado y más sobresaliente. Pero hete aquí que los hermanos nos ofrecen una obra en consonancia con el título y cartel de la misma: tediosa y nihilista, pretenciosa y vacía a un mismo tiempo. Lejos quedan obras maestras de estos directores como Fargo o El Gran Lebowsky (quedando más cerca de la mediocre Ladykillers) Tras las canciones (algunas bellas y bien interpretadas por el actor) hay un quiero pero no puedo, unos personajes imposibles y huecos, un guión obtuso y triste, en definitiva, no es un viaje a Ítaca sino, más bien, un viaje hacia ninguna parte.
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