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Valerie and Her Week of Wonders

Fantástico. Drama Al pueblo de Valerie, una muchacha de catorce años que vive con su abuela, llega una compañía de cómicos ambulantes, entre los que se encuentra un hombre capaz de las más diversas metamorfosis. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
17 de enero de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es puro arte, arte precioso y tétrico a la vez. Una película totalmente simbólica, muy muy surrealista, donde la pérdida de la inocencia de la protagonista se mezcla con una trama de vampirismo familiar, y donde la fantasía y el terror se mezclan en una especie de cuento, que al mismo tiempo hace una crítica bestial a la sociedad de la época.

Es una película que hoy día, obviamente, no se podría rodar de ninguna manera (no se ni como se pudo en su tiempo), donde el morbo se mantiene presente en todo momento, donde la jovencísima protagonista de 13 años (reales) es pretendida y abusada contínuamente, donde podemos ver lesbianismo, pederastia y cosas así, aunque ni de lejos es lo importante de la historia.

Una película de puro culto digna de verse y disfrutarse, el que te enteres o no de algo es bastante secundario.
TANOMUERTO
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22 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me animo a opinar porque veo mucho enfadado con esta película, que con unas notas tan bajas la ponen a un nivel más bajo que una peli de esas americanas para adolescentes. Tampoco vería una de estas todos los días...
A mí me parece una propuesta seria que intenta transmitir cosas, lo que sucede es que no es necesario esforzarse en buscarle la lógica o el sentido. No todo tiene que encajar en nuestros esquemas, o si no se tira a la papelera. Esta narración es más como un sueño donde pueden suceder muchas cosas al mismo tiempo, aunque sean incoherentes y no tengan un hilo argumental evidente.
Quizás a algunas personas pueda resultarles árido, al no estar muy familiarizadas con el lenguaje de la imaginación que tan pronto se nos arrebata desde pequeños, pero a mí me ha resultado muy disfrutable desde el momento en que he desconectado el aparato crítico y me he dejado llevar, como cuando escucho una canción que no sé qué es, qué dice, pero me transporta a algún lugar y luego me devuelve a casa al terminar.
El sexo, lo espantoso, el amor y el caos, tienen todo el sentido en este relato, al menos para mí, y específicamente en las edades que representa la protagonista, así que voy a darle un 9, por la historia y por la ejecución técnica, que me ha gustado mucho.
gasetes
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20 de diciembre de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un canto divino, casi virginal, llama al sueño que está por llegar.
Labios que asoman sonrisas, miradas traviesas, frutos inocentemente mordidos, incipiente escote de sexualidad dudosa… fragmentos velados de quien lucha contra el dormir pero, poco a poco, plácidamente, se deja envolver por él.
Desaparece la cortina entre lo real y lo imaginado, todo se antoja una misma cosa, y sin pensar, sin racionalizar, las sensaciones inundan un corazón adolescente que empieza a dar sus primeros pasos en la turbiedad adulta.

‘Valerie y su Semana de las Maravillas’ es un bello cuento, indefinido y cambiante, narrado en la duermevela de un despertar sexual que intenta conciliar la infancia conocida por una chiquilla con los inesperados, atractivos y a veces terroríficos cambios que definirán una mujer.
Hasta ese momento decisivo, ella simplemente jugaba, risueña, ajena al vestido vaporoso que se deslizaba de sus hombros y llamaba la atención de los hombres, curiosa a las lujuriosas mujeres que lavaban en la fuente (mojadas, dejando notar su rotunda anatomía, orgullosas de ello) y preguntándose si acaso ese alegre forcejeo desnudo entre un hombre y una mujer pertenece a una religión que ella no practica.
La simbólica estética de su casa habla más de lo que parece: ahí asoma su abuela Elsa como espectro blanco, blanquísimo, que parece salir de entre los muebles antiguos, marchita su juventud en físico y espíritu, reprendiendo los impulsos de su nieta en habitaciones repletas de libros polvorientos que representan los dogmas de mil siglos; todo eso una pesadumbre que desaparece en la habitación de Valerie, puramente blanca y agradablemente sencilla, perfecto refugio para juegos que en la infancia siempre querremos que duren una vida.

Pero también hay algo más, una cripta escondida bajo la casa, el reino de una figura siniestra y oscura, que ha llegado con los misioneros y actores al pueblo medieval (¿casualidad de que lleguen a la vez y se confundan dos apariencias de la sociedad?), ocultando su espantosa sonrisa bajo máscaras y abanicos, a veces incluso bajo un rostro viril que pica la curiosidad de Valerie.
Como no podría picarla, sería la pregunta, cuando la dulce niña se encuentra en esa época en que los hombres la molestan por el placer de hacerlo, y ella contesta, divertida, porque en el fondo sigue pensando que todo no es más que un juego. Su amado Orlik es de esos: ladrón de sus especiales pendientes que luego devuelve porque en verdad la quiere ver contenta, no molesta, y eterno rescatado de múltiples cadenas y ataduras por Valerie; el único hombre bueno que ya parecía amarla antes de quedarse prendado por su cuerpo, si bien a veces le asoma la espantosa sonrisa de aquella figura porque, parece, la condición masculina no puede dejar aparcados los impulsos mucho tiempo.
Entre la atracción prohibida y la idealización romántica, asoma un tercer vértice de sexualidad: la repugnancia libertina, encarnada en el párroco local, soberbiamente orgulloso de sus logros “convirtiendo la fe” de mujeres desfavorecidas e invasor de alcobas blancas por la noche, el cual ha fijado sus ojos en la dulce chiquilla columpiándose, y le seduce la idea de que aún no tenga vergüenza para desnudarse.

En su poético despertar, Valerie empieza a darse cuenta de que, lo que antes era conocido, ahora transparenta el velo establecido de normalidad, de bondad, para revelar mugrientas capas de vicio y perversidad, más terroríficas cuanto más tiempo han estado ocultas.
Antes el obispo no sermoneaba en el estrado sobre los senos de sus virginales palomas, y tampoco guardaba los colmillos de una sonrisa espantosa bajo la capucha (“obispito, que dientes más grandes tienes”).
Antes su amiga Hedvika se iba a casar con un rico granjero, iba a ser feliz, no empezaría a ser sepultada bajo un velo por muertas en vida, para acabar siendo la crucificada de una noche de bodas donde lo que menos importa es que llore por su infancia perdida, con tal de que cumpla su cometido en la cama. (Su breve paréntesis con Valerie es hermoso: carne joven que se comparte entre sábanas, curando estigmas con placer sentido y pasional)
Antes, no merodeaba por las calles un vampiro, que chupa la sangre de marchitos y resentidos, propone tratos para saltar por encima de los siglos, y acumula bajo el hogar las cáscaras humanas de sus delitos. Como un moderno Mefistófeles, su presencia es indicativo de otra: él jamás existiría si no existieran lujuriosos secretos que atisbar desde un agujero, no tendría nada de que alimentarse si las mujeres a las que reverdece el cuerpo dejaran de depender de él para romper su maduro tormento.

Valerie, ante este nuevo mundo surgiendo del que conocía, reacciona como siempre, con inocencia y juguetona sinceridad, siendo la única que permanece en la misa cuando todas las demás obedientes se han ido, evitando la violenta sexualidad de los hombres con el carácter de una niña que pide parar el juego y adentrándose más en la madriguera del conejo, sin miedo a ser declarada bruja, como todas las que antes de ella no han querido plegarse a la voluntad de los que supuestamente ofrecen “libertad”.

(Continúa en Spoiler, sin revelar nada hasta que lo indique)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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27 de enero de 2011
10 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta Valerie es como una Amelie menos cargante y más alucinógena. La cuestión es que por alguna razón me ha recordado a la película de Jeunet, quizá por lo rarita que me resulta.
Eso sí aquí la pedantería francesa no está presente. Es todo muy como de cuento centroeuropeo. Un cuento surrealista y alucinado, lleno de artificiosas metáforas, detalles sutiles y preciosistas, finas alegorías y gilipolleces como puños.

La cuestión es que en poco más de hora vemos como a partir de un hecho tan mundano como que le baje la regla a nuestra protagonista empiezan a suceder cosas muy fantásticas y empieza a aparecer gente muy, pero que muy chunga: vampiros, curas pedófilos, lesbianismo entre menores, brujería, curas pedófilos y gente muy rarita en general. Pero todo muy bonito y muy centroeuropeo, oiga. Y muy alegórico, sobretodo muy alegórico. Yo como no entendía nada me pasaba el rato diciendo “Oh!, una alegoría, que grande!”. Así todo el rato. En fin, una obra totalmente desubicada y trasnochada, aunque curiosa, eso no lo voy a negar.

Típica película que puede gustar a amantes de la música clásica o de la poesía francesa del siglo XIX pero que tú solo podrás aprovechar para hacerte el interesante con tus amigos (o aquí mismo en FA) o para ligar con alguna universitaria snob.
ojiblanco
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23 de noviembre de 2011
7 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
325/03/02/11/11) Producto checo de arte y ensayo, una plomiza y surrealista propuesta de las que deberían llevar un libro de instrucciones para interpretarla, un mejunje kafkiano donde desde la pretenciosidad más fatua se combina el romanticismo en imágenes, la lírica visual, el despertar de la inocencia, el terror vampírico, así como el erotismo juvenil más sensual, ello en una especie de adaptación bizarra de ‘Alicia en el País de las maravillas’, el Luis Buñuel más travieso la podría haber firmado, ello en lo que puede ser un anuncio de compresas o tampax, pues todo podría interpretarse como una alucinación de una chica que tiene su primer periodo y pasa la bucólica fase de niña a mujer. La protagonista es una huérfana de 13 años, Valerie (Jaroslava Schallerová), reside en un pueblo con su abuela en un clima ultrareligioso, al lugar llegan un grupo de artistas ambulantes que pondrán patas arriba el modus vivendi de Valerie y donde un par de pendientes mágicos serán de vital importancia. Es una historia donde las imágenes evocadoras se mezclan con lo grotesco en un cuento de hadas que para mí ha sido un caos, sin capacidad de emocionarme, sin empatizar con la protagonista, me importa un pimiento lo que le pase, me da la impresión que el realizador es una mente calenturienta que lo único que buscaba era el morbo, despelotar a bellas muchachitas, ponerlas a juguetear cándidamente dando lugar escenas elevadas de temperatura y todo lo demás es solo una excusa barata revestida de provocadora al sacar secuencias donde el cristianismo se funde con vampiros (hay que tener en cuenta que estamos en un país donde el comunismo llevaba 25 años instaurado), al parecer a habido muchos que le han comprado la moto de la pretenciosidad, de la petulancia vacía revestida de terror onírico fatuo, yo no, y con su escaso metraje me he aburrido más que con una video casero de una boda. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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