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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5,202
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de mayo de 2024
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102/20(28/04/24) Sugestivo film italiano con un gran sentido feminista adelantado a su tiempo, una bella carta de amor al espíritu de la mujer, un ataque contra el culto a las falsas apariencias, un torpedo contra el fariseísmo de la hipocresía puritana, arremetiendo incisivamente contra la opresión de las féminas. Dirige Antonio Pietrangeli con guión propio junto a Ruggero Maccari (“Una jornada particular” o “La familia”), Ettore Scola (“La sala de baile” o “Nos habíamos amado tanto”) y Tullio Pinelli (“La Strada” o “La Dolce Vita”). Trata sobre las consecuencias de la Ley Merlín, conocida por el nombre de la promotora y primera firmante de la ley, la senadora socialista Lina Merlín, abolió la prostitución legalizada en Italia, gracias a la ley del 20 de febrero de 1958, n. 75, que obligó a cerrar todos los burdeles. La película nos cuenta la peripecia de cuatro prostitutas que, forzadas a dejar el prostíbulo que hasta entonces había sido su hogar, intentan montar un restaurante en un pueblo de provincias. Narrado con un tono agridulce, se hace hincapié en las dificultades de reinserción de estas mujeres, que obligadas a dejar el ‘meretriazgo’, no se les da libertad para rehacer sus vidas, tenido que llevar el ‘estigma’ de su antigua profesión, tratadas como ganado, como bien la protagonista Adua, interpretada por una gran Simone Signoret. Una cinta que embiste con acidez contra las instituciones sociales como los políticos-capitalistas (corruptos) reflejado en el artero Ercoli, contra el buenismo reflejado en el gañan encarnado por Marcello Mastroianni, contra el matrimonio ello en la figura de un novio de una de las protagonistas o en el tipo casado que pretende sexo con una de las cuatro, e incluso contra la Iglesia reflejado en ese monje que se lava las manos. Ello desarrollado con dosis agrias de humor, haciéndonos empatizar con las mujeres que quieren escapar de su aciago destino, con ello emocionándonos en varios momentos, enterneciendo, y enfureciéndonos por el trato vejatorio en que en algunos casos son sometidos. Todo mostrado si n simplones sentimentalismos, con crudeza, sin atisbo de acomodarse, llegando a un final nada complaciente y muy seco, de esos que recuerdas por la carga de profundidad que conlleva.


En 1958, la ley Merlín declaró ilegales los burdeles en Italia. Adua (Simone Signoret), Lolita (Sandra milo), Marilina (Emmanuelle Riva) y Milly (Gina Rovere) son cuatro prostitutas cuyo burdel en Roma es cerrado. Bajo la dirección de Adua, reúnen sus ahorros, dos millones de liras cada una, para abrir una trattoria en las afueras, que servirá de tapadera para un burdel ilegal. Alquilan un edificio en ruinas y contratan trabajadores para arreglarlo, pero, cuando solicitan un permiso para abrir el restaurante, su solicitud es rechazada debido a su historial de prostitución. Uno de los antiguos clientes de Adua, Ercoli (Claudio Gora), acepta comprar el edificio y utilizar sus contactos para obtener el permiso a su nombre, a cambio de un alquiler de un millón de liras al mes.

Tiene un ritmo muy fluido en como vemos las diferentes fases por las que pasan la odisea de estas mujeres, desde que son expulsadas del burdel, su llegada a esta casa en el campo desvencijada, como la adecentan, sus problemas para obtener licencia, las dudas de unas y otras sobre si tendrán éxito (con huidas, como la de Marilina que ebria vuelve al burdel romano), el noviazgo de una de ellas, los chantajes (el del viscoso Ercoli), con sorpresas (la aparición de una de las cuatro con un hijito del que nadie sabía) o el liderazgo de la más veterana. Todo ello, en realidad, intentando escapar de la otra salida que les da su vida, la prostitución callejera, formando en la residencia una singular familia cargada de sororidad, atomizada por el tramo hermoso y entrañable del bautismo en la iglesia. Un sinfín de contratiempos con esperanzas mientras surcan esta aventura, para llegar aun rush final de los que marcan por su tono punzante.

Una oda a la liberación de la mujer, exhibida en la valiente y audaz Adua. Una soñadora segura de sí misma, sabe lo que quiere y lo que es mejor, debe superar las trabas que les ponen. Tiene un pasado duro, estuvo en el Norte de África durante la WWII dando alivio (sexual) a soldados antes de las batallas, esto la maravillosa actuación de la francesa (doblada al italiano) lo expresa en un amargo monólogo en la cama en primer plano. Ello en una interpretación cargada de sensibilidad en cada gesto y mirada en la zozobra que sabe está viviendo. Apoteósica en dos escenas claves enardecedoras, me refiero al clímax del enfrentamiento final con Ercoli, donde le sale toda la bilis, una fuerza de la naturaleza incontenible, la otra es la coda en esa noche lluviosa romana (no quiero spoilear), estremece; Entre medias encuentra el amor en un bon vivant, Piero Salvagni, charlatán mujeriego que entre negocio de vender coches busca seducir a mujeres. Brillante el tramo en que Piero intenta seducirla en el coche descapotable que le enseña, y ella se las sabe todas y rechaza su acercamiento, solo para a continuación ser ella la que le besa, dejando claro que es Adua la que lleva la iniciativa empoderada. Mastroianni borda su papel sin aparente esfuerzo, era su encasillamiento y da lustre a su rol con encanto natural.

Las otras tres ilusionadas mujeres: Lolita a la que da vida con gran sentido ingenuo Sandra Milo, notable; Emmanuelle Riva como Marilina, otra cándida fémina, convulsa, con ataques de dudas constantes, notable; Gina Rovere como la recatada Milly, cree haber encontrado el cambio ‘formal’ de su vida, notable.
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TOM REGAN
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5
30 de abril de 2024
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104/22(30/04/24) Muy simplista corto silente en formato comedia que solo tiene el aliciente cinéfilo de ver al Icono más grande del Séptimo Arte en sus inicios en cine, cuando aún no era, no ya director, si ni tan siquiera protagonista de sus películas. Aquí en su cuarta actuación en la gran pantalla, dirigido por última vez por Henry Lehrman (Pasaría otro mes antes de que realmente empezara a hacer sus propias películas) dentro de su contrato en los Keystone Studios, teniendo de compañeros de pantalla a Ford Sterling, Emma Clifton y Chester Conklin.

Filmada con originalidad para su tiempo en exteriores en Los Ángeles, en unas pocas horas cerca de los estudios de la compañía cinematográfica Keystone. Sennett era famoso por utilizar hechos reales como escenario de sus películas, y aquí el hecho real es unas lluvias en Los Ángeles que dejan las calles inundadas de agua. Sterling y Charlie pelean, de manera divertida, por el derecho de ayudar a Emma Bell Clifton (sucedáneo de la posterior actriz fetiche de Chaplin, Edna Purviance) a cruzar un charco. Emma termina siendo asistida por un guardia y termina quedándose el paraguas de Sterling.

Por vez primera el rol del ‘Little Tramp’ es un rol de carácter noble, valiente, y pendenciero, en lo que se puede ver como una delineación del mítico Vagabundo. Asimismo, tenemos por vez primera el clásico tic de encogimiento de hombros del vagabundo, el derrape, el "caminar del vagabundo", el pulgar en la nariz y la risa adolescente de pasar la mano sobre la boca.

Son apenas diez minutillos de una sencillez supina, no hay trama, solo un puñado de encontronazos, golpes, caídas, peleas, el argumento parece improvisado sobre la marcha. Lo más destacable en el desarrollo de esta anécdota de corto es la buena química que hay entre los dos antagonistas Chaplin y Sterling, bien compenetrados en sus enfrentamientos. Por lo demás, todo es de enorme ligereza, no hay nada especial en su evolución, en la acción o en su previsible final.

El Charlie Chaplin que conocemos y amamos hoy sólo comenzó a evolucionar más tarde en la carrera de Chaplin con Keystone. En 1915, firmó un nuevo contrato lucrativo con Essenay Studios y las películas mejoraron dramáticamente con Chaplin como director. Sin embargo, a veces estas películas todavía eran muy toscas y no especialmente memorables. No, Chaplin como el lindo vagabundo todavía estaba evolucionando. En 1916, cuando se cambió a Mutual Studios, sus películas volvieron a mejorar y se convirtió en el tipo agradable más reconocible; en muchas de las películas anteriores era simplemente un imbécil (ya sea emborrachándose mucho, golpeando a las mujeres, provocando peleas con gente inocente, etc.). La evolución final de su Pequeño vagabundo al estatus de clásico se produjo en la década de 1920 como resultado de sus largometrajes.

En 1913, Mack Sennett había contratado para producir tres comedias de un carrete por semana. A finales de 1913, eran tan populares que los contrató para producir cuatro. Producir 30 minutos de comedia cada semana era agotador. Todos en Keystone se sentían sobrecargados de trabajo. Ahora se les ordenó producir cuatro carretes. El comediante principal Fred Mace había renunciado en junio de 1913. Su reemplazo, Ford Sterling, le dijo a Sennett que estaba recibiendo mejores ofertas y que también renunciaría pronto. Sennett contrató al comediante de vodevil Charlie Chaplin para reemplazar a Ford. El problema era que Chaplin nunca antes había hecho una película. Estaba a punto de ingresar a una fábrica de comedia donde lo golpearían, abofetearían, patearían, empujarían y caerían una y otra vez durante 12 horas al día, seis días a la semana, 50 semanas al año. Ford tuvo la gentileza de quedarse unos meses para ayudar a Chaplin a acostumbrarse al ritmo. Esta es una película probablemente fue escrita para Sterling por Lehrman. Sterling tiene el papel protagonista. Si Chaplin no hubiera firmado con Keystone, probablemente el propio Lehrman o Eddie Dillon o media docena de otros actores de Keystone podrían haber interpretado el papel o el amante rival que interpreta Chaplin.

Este es un cortometraje solo recomendable a los completistas de Chaplin (entre los que me cuento). Gloria Ucrania!!!
TOM REGAN
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Lightyear
Estados Unidos2022
5.8
11,397
6
25 de abril de 2024
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99/17(23/04/24) Convencional y académico film infantil de animación por ordenador creado por la casa del logo del flexo saltarín, Pixar. Film de aventuras espaciales que es una especie de spin-off de la serie de películas Toy Story, pero no tiene lugar en el mismo universo ficticio que ellos, se presenta como la película ha visto Andy, por la que se hizo fan del personaje guardián espacial Buzz Lightyear uy por la que le regalaron este juguete, en esta película es un ser humano y no juguete. El prólogo nos informa que en 1995 el pequeño Andy recibió el muñeco de Buzz Lightyear luego de haber visto un film sobre el heroico guardián del espacio que se convirtió de inmediato en su título favorito, Lightyear es esa película. Dirige Angus MacLane (animador de Pixar en todas sus grandes producciones, desde films como “Bichos, Toy story 2, Buscando a Nemo, Cars, Monstruos, S.A., Los Increíbles, WALL·E, UP, o Toy Story 3), a partir de una historia propia y de Jason Headley, que coescribieron con Matthew Aldrich (“Coco”); Los grandes de la compañía Pete Docter y Andrew Stanton son los productores ejecutivos. Pixar parece haber perdido su lustroso brillo de antaño, y lo demuestra esta correcta cinta, tan entretenidilla, como olvidable, es ágil, con acción vistosilla, pero nunca termina de despegar (¿?), su historia resulta ajada, su tono es desequilibrado, pues es demasiado adulta para los niños y demasiado pueril para mayores, carece del encanto de la original, a al que es imposible no referirse, no hay roles que trasciendan la pantalla. Buzz en Toy Story es muy bueno por el contraste con los otros muñecos, pero aquí su personalidad mesiánica queda muy poco estimulante. Tampoco los secundarios son muy allá, ni tan siquiera el muy loado en algunas críticas gato Sox me ha sido especialmente simpático. Y cuando nos referimos al villano de turno, amén de tener un origen muy rebuscado en medio de paradojas temporales que pueden provocar taquicardias en los peques, resulta que es un torpedo grotesco al grandioso malo de Toy Story 2, al querer ser originales se pegan un tiro con bazuca en el pie.

Los temas de saber aceptar la realidad para no intentar querer cambiar lo que tal vez esté bien, la loa a la amistad, los sueños perdidos, el saber disfrutar de la vida en el día a día, y querer buscar otros caminos, cuando la felicidad puede ser el camino y no la meta, o el canto a los marginados. Todo ello abordado tantas veces en Pixar, y lo que es peor aquí, se da sin chispa alguna, nada sorprende, los pretendidos giros se quedan (sobre todo el referido del villano) en fuegos de artificio que en el mejor de los casos te hacen arquear la ceja, siendo una de sus taras que se toma demasiado en serio a sí misma. Un producto que parece hecho solo para alargar la explotación de la franquicia Toy Story, un afiche sin fuste para tener poso de permanencia. Puede que el momio se este agotando, pues esta peli con un cuantioso presupuesto de 200 millones (Toy Story tuvo 30 millones), y ha recaudado 150 millones en el mercado internacional (Toy Story, recaudó 363 millones en la taquilla internacional), teniendo grandes pérdidas, estimadas en más de 100 millones. La plata gastada está en la puesta en escena, en la escenografía del planeta y de la base, en las escenas espaciales, pero nada de esto marca algo novedoso o arriesgado lo más mínimo, todo, aunque bueno, solo funcional. Tanto como la música de Michael Giacchino (“Perdidos” o “Los Increíbles), que se amolda bien, pero sin ser recordable.

Con su clásico tic de hablarle a un supuesto grabador que está en su brazo a modo de relato y su famoso ‘Hasta el infinito y más allá’, Buzz es un space ranger aplicado que intenta reparar un error cometido cuando una de sus exploraciones espaciales sale mal y obliga a la tripulación de su nave a quedarse un extraño planeta habitado por peligrosas criaturas sin poder salir de allí. Para reparar su error, Buzz se obsesiona con viajar superando la velocidad de la luz, pero al regresar sin poder lograrlo se da cuenta que en su poco tiempo de viaje pasaron cuatro años en la colonia humana que se fue formando ahí. Y así sigue, el hombre, intentando conquistar el tiempo mientras toda su gente –incluyendo su gran amiga Alisha Hawthorne– envejece, tiene hijos y muere. Y eso es solo el principio de la historia, ya que Buzz termina conectándose con Izzy, su nieta, y su grupo de torpes ayudantes cuando una enorme nave espacial aparece sobre ellos y envía amenazantes robots a liquidarlos. Todos comandados por Zorg, personaje conocido ya de la saga TOY STORY.

Tiene guiños a Toy Story en su inicio cuando se dicen que no nos mataremos con pistolas comienza como si fuera un wéstern (claramente refiriéndose a al muñeco pistolero Woody), también se pueden atisbar otros a Star Wars , Alien , 2001: A Space Odyssey, e incluso Gravity.

Pero sobre todo el cuasi guiño Pixar es a Up con su hermoso comienzo donde se resume con una poesía estremecedora una cariñosa vida en matrimonio. Aquí se da algo parecido con la compañera de Buzz, con la capitana Alisha Hawthorne, que vemos construye una familia a partir de la unión con su pareja, ello en cortantes elipsis de cuatro años, vemos en lapsos de tiempo a la parejita enamorados, besarse, tener hijos, y envejecer hasta morir, esto es de lo más salvable de la narración. Tiene además la particularidad de que la persona emparejada con la capitana (es negra) es una mujer y blanca, con lo que se da altavoz a uno de los mantras woke de visibilizar a las minorías, en este caso una pareja lesbiana interracial.
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TOM REGAN
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8
23 de abril de 2024
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88/07(12/04/24) Sugestivo y atractivo drama histórico estadounidense biopic sobre la zarina rusa Catalina la Grande y como llegó al trono. Dirigido y producido por el vienés Josef von Sternberg, guion de Manuel Konroff, y Eleanor McGeary, se inspira libre en el diario de Catalina II de Rusia encarnada aquí por la berlinesa Marlen Dietrich. Film que cumple este año el 90 aniversario de su estreno (15/09/1934), y se mantiene fresco en modernidad, en su forma mordaz de tratar esta disfuncional corte. Sexta de 7 colaboraciones entre von Sternberg y su musa Marlene Dietrich que convirtió su rostro en uno de los iconos inmortales del cine, en la que de nuevo la cámara se deleita en su belleza.

Destaca la cinta por la gótica estética recargada con que dota los atestados decorados (rodada íntegramente en los estudios Paramount en Hollywood), creados por la dirección artística del germano tri-oscarizado Hans Dreier (“Sunset Boulevard”), proyecta estado de ánimo malsano y retorcido, roza el escenario de terror salido de la mente de William Blake, hay constante presencia de grotescas figuras, el suizo Pete Babusch (“Una americano en París”) creó cientos de esculturas parecidas a gárgolas de figuras masculinas "llorando, gritando o sumidas en la miseria" que "se alinean en los pasillos, decoran los tronos reales e incluso aparecen en los platos para servir". Figuras que se retuercen y contorsionan sobre el trono, asientos, espejos, o sosteniendo candelabros, da impresión de envolver y poseer a los personajes en sus pesadillescas formas, con múltiples esculturas beatas, (cinco mártires macilentos y de gran tamaño custodian el lecho de Isabel), con esqueleto de anfitrión de la mesa banquete de bodas real, cofres reales con santos tallados en sus tapas, el trono imperial tiene forma de doble águila vengadora de las Rusias, hay un espejo curvado en forma de gárgola con cuernos y alas y una silla formada con la imagen de un santo mártir, para acomodar al modelo en el regazo del santo. Sinfín de mobiliario mastodóntico, tapices inmensos, puertas ‘kinkongnianas’ la pantalla no es capaz de abarcar, deben ser abiertas y cerradas por dos personas, todo inundado de fastuosa híper-realidad, con pasillos saturados de decoración; Ello iluminado por la expresionista lente en glorioso b/n de Bert Glennon (“La Diligencia”) con genuinos juegos de sombras lóbregas, juegos de reflejos en cristales, travellings incisivos, tomas de grúa, y acariciando en delicados primeros planos el rostro de Marlen, con filtros la hacen inalcanzable; punteado por la música clásica con arreglos de W. Franke Harling, John M. Leipold y Milan Roder, tomada de pasajes de los grandes Tchaicovsky, Mendelson y Wagner; En un palacio poblado de pomposos húsares de diseño cool, ataviados por exagerados vestuarios de abrigos creados por el diseñador Travis Banton (“El proceso Paradine”), también fascinante para los trajes de la Dietrich, destaca el del rush final de húsar blanco con sombrero ruso militar de marta.

Todo regido por el demente Duque Pedro encarnado por un maravilloso Sam Jaffe, con madre dominante y protectora en la emperatriz Isabel encarnada magistralmente por Louise Dresser, donde se retrata a Catalina en varias fases patentes por enunciados en pantalla marcan elipsis, en desarrollo de la protagonista desde ingenua muchacha, a lideresa de un golpe de estado, pasando por como su belleza sedujo a militares para remover cimientos de la nación más grande. Todo adornado por acentuado sentido del humor, las insinuaciones sexuales y diálogos con doble sentido están presentes, gracias a que el film fue estrenado previo al Codigo Hays de censura ("Catalina añadió fríamente el ejército a su lista de conquistas"). Nadie espere clase de Historia, aunque hay pinceladas (superficiales) de reflejar en bosquejos forzados la pobreza de la plebe rusa de mediados SXVIII, donde los hedonistas mandatarios viven en su burbuja mientras el pueblo está sumido en la miseria, esto queda como apunte a pie de página.

El director hace de la peli vehículo para lucimiento de su amada Marlen, con ello un ejercicio de estilo visual impactante. Se le puede achacar falta de cohesión narrativa, falta información para tener cosmovisión de lo que acontece, así como los cambios de Catalina suceden por Imperativo del guion, en cortes demasiado abruptos en como vemos su cambio de carácter.

“Hace unos siglos, en un rincón del Reino de Prusia, vivía una pequeña princesa elegida por el destino para convertirse en el mayor monarca de su época: Zarina de todas las Rusias, la conocida como Mesalina del Norte”. Tras el enunciado vemos a la niña que será Catalina, convaleciente en cama, gimotea espetando: “No quiero ser una reina. Quiero ser bailarina”. Tras lo que la princesita escucha a su tutor un cuento infantil, donde narra las atrocidades cometidas por los zares Pedro el Grande e Iván el Terrible, mientras los vemos recreados en pantalla en un difuso pero aterrador encadenado de secuencias de torturas, donde se ven tomas de mujeres con los pechos desnudos (retortero que fue estrenada la obra antes de la censura del Codigo Hays), acabando con un reo utilizado como badajo para una gran campana, tras lo que simbólicamente la edición corta líricamente a la princesita columpiándose en el jardín. En una alegoría brillante de como la niña se verá enlazada entre la frivolidad y el horror en rusia.

Sobresale el humor tan bizarro que tiene, desde los pícaros encuentros entre Catalina y Alexei, la conversación entre Pedro y Catalina comiendo en una larga mesa a través de un criado, la escena donde Pedro agujerea una pared con un berbiquí para espiar un dormitorio ante la atónita mirada de Catalina, que observa como el agujero es sobre el ojo de un cuadro; la lectura familiar de la carta de Federico de Prusia, los besamanos de Sofía, Catalina con miriñaque en el vestidor, el encuentro entre Catalina y un húsar que desconoce quién es ella y juega con ella;... (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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7
21 de abril de 2024
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94/13(18/04/24) Divertido segundo episodio de la tercera temporada de la serie de televisión de la BBC Sherlock creada por Mark Gatiss (se reserva el papel de Mycroft, hermano de Sherlock) y Steven Moffat. Aquí la dirección es de Colm McCarthy (ha dirigido episodios de Black Mirror y de Peaky Blinders, y que había trabajado con Moffat en el episodio de Doctor Who, "Las campanas de Saint John"), con guion de los creadores más Stephen Thompson, anteriormente había sido autor de los episodios de Sherlock "The Blind Banker" y "The Reichenbach Fall", Moffat dijo que escribió gran parte del discurso del padrino de Sherlock. Por supuesto protagonizado por los dos magníficos Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Martin Freeman como el Dr. John Watson, título del episodio inspirado en “El signo de los cuatro” de Sir Arthur Conan Doyle, ambientada seis meses después del primer episodio de la temporada "The Vacuum Hearse", teniendo la particularidad el argumento que aparte de su desternillante prólogo, acontece en el día de la boda de Watson con Mary Morstan. Como es habitual en la serie marcada por su trepidante montaje cortando de un lado a otro con tremenda fluidez narrativa, apoyada en la fenomenal edición de Mark Davis (“Dr. Who”, “Taboo”, “Black Mirror” o “The Crown). Como siempre Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, están brillantes en sus roles, así como muy compenetrado en sus chispeantes ententes, un tándem ya Icono de la pequeña pantalla.

Un capítulo muy comediesco, donde la trama policiaca resulta bastante metida con calzador, pues aquí lo fundamental es proyectar la fuerte amistad entre Watson y Sherlock, y viceversa, sobre todo aquí exponiendo al mítico detective vulnerable, con defectos, falencias, mostrándonoslo como nunca, parece hasta humano, con dudas, con dilemas, como un pez fuera del agua en su sociopatía teniendo que dar un discurso de boda a su amigo, así como haciéndonos ver sutilmente que Sherlock no es asexual, pues mantiene un jueguecito de miraditas y algo más con una dama de honor, con la que muestra uno de sus secretos mejor guardados, su gusto por el baile.

El hábil guion coge una manida celebración matrimonial, y mediante el central discurso de Sherlock vemos unos humorísticos flash back para dar más contorno sentimental a la relación de estos legendarios amigos, regando de casos extraños, que solo parecen estar ahí como reclamo para sacarnos alguna sonrisa. Solaz como encadenan el experimento de Sherlock sobre lo que son capaces de beber alcohol antes de caer ebrios (con probeta!), con un montaje chancesco de ambos bebiendo hasta caer groguis. Para a la mañana siguiente ser contratados en un saso donde Sherlock llega a vomitar (sobre el escenario del caso) por los efectos de la jornada nocturna pasada. Tendremos también nuestra dosis de escenificación del Palacio Mental ‘sherlockiano’, aquí transmutado en una sala de juicio donde el investigador de Baker St. Ira haciendo un particular casting con mujeres (con las que un potencial criminal ha quedado a través de una red social), ello para intentar dar con un patrón de conducta, reuniendo a un grupo de candidatas a las que va haciendo unas preguntas, a las que una de ellas da una respuesta descojonante a cada cuestión. Aunque, como he dicho, el misterio aquí queda muy diluido en medio del humor, se nota una excusa sin fuste, para enfocarlo todo al clima de cariño.

Tiene un prólogo muy ingeniosamente divertido donde el DI Lestrade (buen Rupert Graves) y el sargento Donovan están a punto de arrestar al clan de ladrones Waters, vemos un montaje en que llevan varios años tras ellos, Lestrade obsesionado con su detención. Justo cuando ya los tiene acorralados, cuando la operación policial los tiene rodeados, Lestrade recibe un mensaje de texto con Sherlock pidiéndole ayuda. El Inspector creyendo a su amigo en peligro deja en manos de Donovan la operación, esta le comenta que todo el mérito se lo llevará otro, pero Lestrade se siente fiel a Sherlock, y corre a Baker Street, asumiendo que algo terrible le pasa, pero cuando llega al Sherlock lo que tiene es un bloqueo para escribir el discurso de padrino para la boda de John & María Morstan.

La mañana de la boda, la señora Hudson le recuerda a Sherlock que el matrimonio cambia a las personas. En la recepción, John está encantado de ver al Mayor James Sholto, su ex CO del ejército. Sholto (nombre es una referencia a un personaje de El signo de los cuatro) vive recluido, habiendo recibido amenazas de muerte y el escrutinio de los medios después de perder una unidad de Nuevos soldados en Afganistán. Sherlock llama a Mycroft , quien repite la sugerencia de la Sra. Hudson de que el matrimonio de John y Mary cambiará su vida. Sherlock se levanta para dar el discurso del padrino, pero inicialmente duda. Después de leer los telegramas de la boda, Sherlock expresa su profundo amor y respeto por John y se lanza a una narrativa incoherente, describiendo el papel de John en un caso de intento de asesinato, "El Guardia Sangriento"; Un guardia llamado Bainbridge se puso en contacto con Sherlock, temiendo lo estuvieran acosando. Cuando Sherlock y Watson entraron en las habitaciones de los Guardias, se supuso Bainbridge estaba muerto en una ducha por una herida de arma blanca, pero no se encontró ningún arma ni ruta de escape. Cuando Lestrade le pregunta, Sherlock admite de mala gana que el caso no se resolvió, pero lo cita como un ejemplo de la compasión de John; en lugar de intentar resolver el asesinato como lo hizo Sherlock, John examinó el cuerpo de Bainbridge y descubrió que todavía tenía pulso, por lo que solicitó una ambulancia y le salvó la vida.
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TOM REGAN
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