Por la gracia de Dios
2018 

6.6
2,559
Drama
Alexandre vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard ... [+]
16 de diciembre de 2019
16 de diciembre de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No por tratado y denunciado es tomado en la consideración que merece el tema de la pederastia dentro de la Iglesia. Por lo tanto, bienvenido sea este nuevo alegato de François Ozon: mesurado pero certero en su exposición.
Los pedófilos con sotana parecen disfrutar de un especial estatus cuando son descubiertos, como es el caso de Bernard Preynat, un depredador que se dedicó durante muchos años a la educación de niños. Suele ser también habitual que solo salgan a la luz cuando ya son muy mayores o, incluso, después de muertos; tal es la capacidad de ocultamiento y el corporativismo corrupto de las autoridades eclesiásticas. De hecho, la mayoría de las veces, nada se descubriría si las propias víctimas, haciendo de tripas corazón o llevando a cabo prácticas catárticas no empeñaran un gran esfuerzo en esclarecer estas prácticas criminales.
En Gracias a Dios, podemos seguir este proceso de búsqueda de la justicia, inspirado precisamente en el socerdote (está bien escrito) antes citado.
El director huye de lo escabroso y dejando claro que la incidencia futura de los abusos no actúa en todos los individuos por igual, es patente su indignación ante quienes patean la inocencia y se aprovechan cobardemente de una posición ventajosa para sus felonías.
Los pedófilos con sotana parecen disfrutar de un especial estatus cuando son descubiertos, como es el caso de Bernard Preynat, un depredador que se dedicó durante muchos años a la educación de niños. Suele ser también habitual que solo salgan a la luz cuando ya son muy mayores o, incluso, después de muertos; tal es la capacidad de ocultamiento y el corporativismo corrupto de las autoridades eclesiásticas. De hecho, la mayoría de las veces, nada se descubriría si las propias víctimas, haciendo de tripas corazón o llevando a cabo prácticas catárticas no empeñaran un gran esfuerzo en esclarecer estas prácticas criminales.
En Gracias a Dios, podemos seguir este proceso de búsqueda de la justicia, inspirado precisamente en el socerdote (está bien escrito) antes citado.
El director huye de lo escabroso y dejando claro que la incidencia futura de los abusos no actúa en todos los individuos por igual, es patente su indignación ante quienes patean la inocencia y se aprovechan cobardemente de una posición ventajosa para sus felonías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ante un tema tan actual, como eterno, quedan en el aire las preguntas: ¿Si uno ha de demostrar capacidad para cualquier labor, cómo se cuelan los enfermos psíquicos en la formación de las criaturas más indefensas?; ¿porqué sus jefes les cambian de aires, a sabiendas de que son incorregibles?; ¿no es verdad que a todos nos parece que se hace poco y se tarda mucho en asignar culpabilidades?; ¿porqué estas bestias de comportamiento diabólico siguen utilizando el escudo de Dios para justificar sus fechorías?...
Las respuestas deberían darlas quienes demuestran poco interés en aportar soluciones; pues una vez hecho el mal, las consecuencias, salvo en espíritus fuertes, carecen de cura.
Las respuestas deberían darlas quienes demuestran poco interés en aportar soluciones; pues una vez hecho el mal, las consecuencias, salvo en espíritus fuertes, carecen de cura.
14 de abril de 2019
14 de abril de 2019
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en formato documental, pero con actores. Aunque es cierto que el tema no es nuevo, no he visto otra película que lo trate con tanta verosimilitud. La primera parte está contada desde dentro de la Iglesia y la segunda desde fuera. Aparecen personajes de todo tipo (creyentes, ateos, etc.), todos ellos interpretados magistralmente. Una mirada muy humana, que te hace ponerte en la piel de cada personaje. Absolutamente recomendable.
17 de mayo de 2019
17 de mayo de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon es probablemente un director infravalorado o que no sabe promocionarse bien, puesto que en el mundo del cine de autor el marketing es tan fundamental como en Hollywood. Ozon es prolífico y hace una película anual, no vende la moto de que le ha llevado tres años perfeccionar el guión de su última obra; no tiene un comportamiento excéntrico ni tics de divo ni suelta comentarios fuera de tono que le hagan ser trending topic en redes sociales; es tremendamente versátil, aborda diferentes géneros y narra historias desde tonos muy distintos en lugar de repetir una y otra vez la misma película; y tiene un estilo visual muy rico y variado en lugar de hacer planos estáticos de siete minutos y de limitarse a un abanico corto de recursos narrativos que permita identificar fácilmente que la película es suya. Ozon no tiene lo que se entiende por marca de autor, sino que es una cajita de sorpresas con quien uno no sabe de antemano lo que uno se va a encontrar en su siguiente trabajo; esto es un handicap fuerte a la hora de ganar un festival internacional o de encabezar los rankings de mejores películas de la cartelera, pero algunos lo encontramos muy estimulante.
Dicho esto, no resulta tan extraño que el nuevo trabajo del director de Ocho mujeres o En la casa tenga un tono de docudrama frío, sin humor, sin ninguna concesión al sensacionalismo ni al melodrama, para denunciar los abusos sexuales sistemáticos a menores por parte de algunos sacerdotes, y sobre todo la complicidad de la jerarquía eclesiástica con los mismos.
Gracias a Dios es una ficción tratada como un documental, desnuda de artificios dramáticos, en la que el director ha disimulado su virtuosismo, que no obstante está ahí presente y se muestra en la manera en que la historia hace transiciones entre sus tres protagonistas, cuyas historias no se cuentan en paralelo sino una detrás de otra pero con cruces entre ellas, de forma similar a como lo hace Tarantino.
La principal virtud de Gracias a Dios es tratarse de un ejercicio de estilo en el que Ozon explora las posibilidades del documental pero dejando en primer plano la denuncia de unos hechos desde el total respeto a las víctimas. Los tres personajes principales representan tres formas de impacto de los abusos en la vida adulta, desde la superación sin gran trauma aparente hasta el destrozo absoluto y la caída en el patetismo y el autoodio, pasando por la herida interna que va haciendo fricción hasta obligar a la víctima a la denuncia de los hechos muchos años después; también la postura ante la religión y la iglesia católica puede ser muy variable entre las víctimas, desde el rechazo y la apostasía hasta la crítica interna dentro de la institución. El guión habla de cómo este impacto varía en función de muchas circunstancias, como el entorno familiar y social, y también de la actitud de encubrimiento y de poca o nula empatía de las autoridades eclesiásticas.
Para ello se van narrando las diferentes etapas del proceso, la bola de nieve que va creciendo a partir de una denuncia aislada y construyendo una plataforma de afectados, con un enfoque muy centrado en la vivencia personal y asociativa de las víctimas, podríamos decir que desde dentro y no desde fuera; Hollywood habría preferido probablemente llevar la historia hacia el morbo de centrarse en el pederasta, que aquí se presenta como un psicópata que no produce ninguna fascinación sino únicamente desprecio, o de lo contrario abordarla desde el punto de vista de un investigador externo a los hechos y construir un drama judicial o periodístico, como de hecho hicieron con la plana y poco interesante Spotlight hace unos años. El único defecto que ambos títulos comparten es un metraje excesivo teniendo en cuenta las limitaciones propias de un relato basado en hechos reales.
https://cines.com/criticas/critica-de-gracias-a-dios/
Dicho esto, no resulta tan extraño que el nuevo trabajo del director de Ocho mujeres o En la casa tenga un tono de docudrama frío, sin humor, sin ninguna concesión al sensacionalismo ni al melodrama, para denunciar los abusos sexuales sistemáticos a menores por parte de algunos sacerdotes, y sobre todo la complicidad de la jerarquía eclesiástica con los mismos.
Gracias a Dios es una ficción tratada como un documental, desnuda de artificios dramáticos, en la que el director ha disimulado su virtuosismo, que no obstante está ahí presente y se muestra en la manera en que la historia hace transiciones entre sus tres protagonistas, cuyas historias no se cuentan en paralelo sino una detrás de otra pero con cruces entre ellas, de forma similar a como lo hace Tarantino.
La principal virtud de Gracias a Dios es tratarse de un ejercicio de estilo en el que Ozon explora las posibilidades del documental pero dejando en primer plano la denuncia de unos hechos desde el total respeto a las víctimas. Los tres personajes principales representan tres formas de impacto de los abusos en la vida adulta, desde la superación sin gran trauma aparente hasta el destrozo absoluto y la caída en el patetismo y el autoodio, pasando por la herida interna que va haciendo fricción hasta obligar a la víctima a la denuncia de los hechos muchos años después; también la postura ante la religión y la iglesia católica puede ser muy variable entre las víctimas, desde el rechazo y la apostasía hasta la crítica interna dentro de la institución. El guión habla de cómo este impacto varía en función de muchas circunstancias, como el entorno familiar y social, y también de la actitud de encubrimiento y de poca o nula empatía de las autoridades eclesiásticas.
Para ello se van narrando las diferentes etapas del proceso, la bola de nieve que va creciendo a partir de una denuncia aislada y construyendo una plataforma de afectados, con un enfoque muy centrado en la vivencia personal y asociativa de las víctimas, podríamos decir que desde dentro y no desde fuera; Hollywood habría preferido probablemente llevar la historia hacia el morbo de centrarse en el pederasta, que aquí se presenta como un psicópata que no produce ninguna fascinación sino únicamente desprecio, o de lo contrario abordarla desde el punto de vista de un investigador externo a los hechos y construir un drama judicial o periodístico, como de hecho hicieron con la plana y poco interesante Spotlight hace unos años. El único defecto que ambos títulos comparten es un metraje excesivo teniendo en cuenta las limitaciones propias de un relato basado en hechos reales.
https://cines.com/criticas/critica-de-gracias-a-dios/
25 de abril de 2019
25 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo drama de Fraçois Ozon ha llegado a nuestras carteleras sin alzar demasiado revuelo, algo inevitablemente sorprendente para cualquier seguidor de sus trabajos. No tanto por su casi millón de espectadores en las pantallas francófonas –sumado a su calidad se encuentra el posible efecto llamada tras los intentos de los responsables eclesiásticos retratados por frenar su distribución-, sino más bien por sus elogios en el Festival de Berlin (Gran Premio del Jurado) y la afinidad habitual del director de Frantz (2015) con los cinéfilos vecinos, a quienes él mismo define como especialmente interesados por su cine. Ninguno de sus logros hasta ahora están exentos de mérito. Ozon construye en esta ocasión un drama distanciado de su habitual deleite por la retórica y la circunstancial radiografía social, centrado en la exposición veraz y prácticamente aséptica de unos hechos detestables.
Una alarma despierta dentro de Alexandre, un padre de familia católica y aburguesada de Lyon, cuando conoce por casualidad que los abusos que sufrió de niño por parte de un párroco no fueron algo aislado, sino constante, y que, por si fuera poco, este desgraciado aún sigue trabajando con niños. En apenas unos minutos la narración ha comenzado a estructurarse en forma de engrasado diálogo epistolar sin un objetivo inicial definido, al menos no más allá de la búsqueda de la dignidad que fue mancillada y la necesidad de alejar a un lobo de los rebaños de carneros indefensos. Ante las indignas estridencias de la diócesis de Lyon llegaremos a la decisión judicial que llevará consigo la creación de la asociación “La Parole Libérée“, entorno a la cual girará el resto del periplo.
Se agradece en todo momento la firmeza y la templanza de la dirección: existe en ella una gélida contención intencionada frente al que hubiera sido el sendero fácil ligado al enjuiciamiento moral y la crítica anti-eclesiástica. Ozon demuestra en la ficción una brillante postura lógica y expositiva de los hechos reales donde el melodrama sensiblero no tiene cabida y la emoción debe brotar de forma natural desde el dolor compartido con la víctima. Aunque ficcionada, la tragedia se decanta tan amarga como podríamos descubrirlo en un documental; precisamente el formato que el director pretendía desarrollar justo antes de dar forma a esta historia. Una historia sobre David y Goliat: una débil víctima interpretada por el silencio, los traumas y los actos de los tres protagonistas de la narración, pero también las miradas, los recuerdos o la negación de los secundarios que les rodean, contra un verdugo sacro de enormidad centenaria, inmutable en su concepción e intocable por su robusto caparazón de poder e influencias.
En su temática, incluso aspecto en ocasiones, aparecen comparaciones inevitables con Spotlight (2015), y es que la película de Thomas McCarthy fue inspiración clave durante la evolución del proyecto, como ha señalado el propio Ozon en diversas entrevistas o de una forma más divertida y sutil: colgando el póster de la película americana en la pared de la comisaría durante una de las escenas más devastadoras. Si bien la inspiración pudo ser clave, el gran acierto aquí se encuentra en el enfoque: es el amplio y detallado espectro de sufrimiento y aflicción, esbozado durante los 137 minutos de incómodo metraje, el que pone el foco de atención sobre este infame episodio, abriendo al mundo crímenes silenciados durante décadas, ahora –por fin- juzgados ante la justicia.
CarlosDL - Colaboración en http://redrumcine.com/
Una alarma despierta dentro de Alexandre, un padre de familia católica y aburguesada de Lyon, cuando conoce por casualidad que los abusos que sufrió de niño por parte de un párroco no fueron algo aislado, sino constante, y que, por si fuera poco, este desgraciado aún sigue trabajando con niños. En apenas unos minutos la narración ha comenzado a estructurarse en forma de engrasado diálogo epistolar sin un objetivo inicial definido, al menos no más allá de la búsqueda de la dignidad que fue mancillada y la necesidad de alejar a un lobo de los rebaños de carneros indefensos. Ante las indignas estridencias de la diócesis de Lyon llegaremos a la decisión judicial que llevará consigo la creación de la asociación “La Parole Libérée“, entorno a la cual girará el resto del periplo.
Se agradece en todo momento la firmeza y la templanza de la dirección: existe en ella una gélida contención intencionada frente al que hubiera sido el sendero fácil ligado al enjuiciamiento moral y la crítica anti-eclesiástica. Ozon demuestra en la ficción una brillante postura lógica y expositiva de los hechos reales donde el melodrama sensiblero no tiene cabida y la emoción debe brotar de forma natural desde el dolor compartido con la víctima. Aunque ficcionada, la tragedia se decanta tan amarga como podríamos descubrirlo en un documental; precisamente el formato que el director pretendía desarrollar justo antes de dar forma a esta historia. Una historia sobre David y Goliat: una débil víctima interpretada por el silencio, los traumas y los actos de los tres protagonistas de la narración, pero también las miradas, los recuerdos o la negación de los secundarios que les rodean, contra un verdugo sacro de enormidad centenaria, inmutable en su concepción e intocable por su robusto caparazón de poder e influencias.
En su temática, incluso aspecto en ocasiones, aparecen comparaciones inevitables con Spotlight (2015), y es que la película de Thomas McCarthy fue inspiración clave durante la evolución del proyecto, como ha señalado el propio Ozon en diversas entrevistas o de una forma más divertida y sutil: colgando el póster de la película americana en la pared de la comisaría durante una de las escenas más devastadoras. Si bien la inspiración pudo ser clave, el gran acierto aquí se encuentra en el enfoque: es el amplio y detallado espectro de sufrimiento y aflicción, esbozado durante los 137 minutos de incómodo metraje, el que pone el foco de atención sobre este infame episodio, abriendo al mundo crímenes silenciados durante décadas, ahora –por fin- juzgados ante la justicia.
CarlosDL - Colaboración en http://redrumcine.com/
25 de febrero de 2020
25 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo las criticas de Carlos Boyero de El Pais:"... la veo en estado tibio, ese argumento tan terrible no me otorga ni frío ni calor." Justamente lo veo como algo positivo, no hace uso de la desgracia ajena para manipular los sentimientos del espectador, el cine nos tiene muy acostumbrados a exagerar la realidad para producir efectos. Si le parece tibia evidentemente ni él ni alguien cercano fueron, por suerte, víctimas de abusos. O Luis Martinez de El Mundo:"...el punto de vista de Ozon es básicamente el más plano, mortecino y triste de todos los posibles. (...) un completo desvarío" No entiendo donde puede estar el desvarío del que habla. Quizás es ultra católico, y en su critica busca defender la iglesia. (No lo conozco).
Vi algunos videos que hay en Youtube de las víctimas hablando y del juicio y me dio la impresión que la película respeta hasta la ropa que usan. Se los puede identificar al instante a cada uno. El cine que me gusta son principalmente dos: El que tiene una búsqueda artística y el que deja testimonio o hace una denuncia. El testimonio y la denuncia hay que estar mas atento porque a veces responde a intereses ocultos en la trama (este no parece ser para nada el caso).
Acabo de leer la critica completa de Luis Martinez, no parece ser por católico sino por adicto a Hollywood. Da la impresión que esperaba cine pomposo y sentimentalista. Al final ese tipo de cine hace menos real la realidad y es mas entretenimiento que otra cosa. Termina siendo cine del prescindible. Es más, me causan rechazo las películas que usan un tema delicado con el objetivo de hacer una película exitosa.
Un aplauso para Ozon.
Vi algunos videos que hay en Youtube de las víctimas hablando y del juicio y me dio la impresión que la película respeta hasta la ropa que usan. Se los puede identificar al instante a cada uno. El cine que me gusta son principalmente dos: El que tiene una búsqueda artística y el que deja testimonio o hace una denuncia. El testimonio y la denuncia hay que estar mas atento porque a veces responde a intereses ocultos en la trama (este no parece ser para nada el caso).
Acabo de leer la critica completa de Luis Martinez, no parece ser por católico sino por adicto a Hollywood. Da la impresión que esperaba cine pomposo y sentimentalista. Al final ese tipo de cine hace menos real la realidad y es mas entretenimiento que otra cosa. Termina siendo cine del prescindible. Es más, me causan rechazo las películas que usan un tema delicado con el objetivo de hacer una película exitosa.
Un aplauso para Ozon.
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