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Armonías de Werckmeister

Drama. Intriga A la ciudad llega un espectáculo ambulante que promete exhibir a la ballena más grande del mundo. Despierta también una gran curiosidad una figura misteriosa e imprevisible a la que llaman "el Príncipe"... (FILMAFFINITY)
Críticas 48
Críticas ordenadas por utilidad
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3
27 de enero de 2009
63 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algo más de tras años que vi esta película; fue en el festival de cine de Sevilla donde, además, unos pocos privilegiados pudimos charlar con Bela Tarr, invitado de renombre. Y aunque ocurrió en noviembre de 2005, aún recuerdo que tuve un episodio de paranoia, como si la mayoría de la sala, con el director a la cabeza, se estuviesen burlando de mí. Tras la proyección, en el turno de réplicas, unos pocos osados le preguntamos a Bela Tarr por el significados de algunos aspectos del film. A lo que el húngaro contestaba que no existían ni simbolismos ni metáforas en el film, y agregaba respuestas tópicamente ambiguas. Sinceramente, a mí me sonaron como “ni yo mismo sé lo que significa, pero si divago y nadie me entiende, pensaréis que soy un genio”. En Armonías de Werckmeister aprecié demasiada pretenciosidad; y si ha sido calificada como obra maestra, en más de un caso ha sido simplemente por temor a parecer un ignorante si se reconoce que no se ha entendido nada. A día de hoy, ni mis compañeros del festival ni nadie me ha otorgado una explicación convincente de dónde radica la genialidad de Bela Tarr.

Estéticamente la cinta tiene algunos “momentos” bellos, pero nada del otro mundo. Los interminables planos (me torturó sobre todo un plano fijo de varios minutos, que dicho parece poco, pero vivido en una sala de cine se hace una eternidad, de unos obreros saliendo de una fábrica, creo recordar) y lo insulso de su argumento hacen que el metraje de está película sea prescindible en el 90%. Soy de los que piensan que el cine debe expresar algo, o simplemente divertir. Esto último está claro que no (realmente creo que a nadie en el mundo), y en lo segundo, al menos a mí no me dijo nada. Aún así es un cine arriesgado, algo siempre digno de elogiar, y por tanto se debe corresponder con un visionado (jeje, qué son 145 minutos en la vida de un ser humano?) y que cada uno juzgue por sí mismo. Pero para ilustrar la situación, diré a los que hayan visto Ghost World (Terry Zwigoff, 2001): fue como en la clase de Arte, donde Thora Birch se queda anonada de que es la única que está percibiendo que la proyección del corto realizado por la profesora es una solemne memez. Bela Tarr es uno de esos realizadores que juguetean en la delgada línea entre el genio y el fraude. Y me temo que tiene los dos pies en lo segundo.
7
6 de octubre de 2015
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo un local alquilado con unos amigos a un par de kilómetros de mi casa. En él me reúno casi todas las noches para ver cine, cine de todo tipo, como la peli que nos ocupa. Cuando me marcho a mi casa (a intenpestivas horas y en estado de dudosa embriaguez) en ocasiones el camino se me hace largo, muy largo, pero no por ello menos entretenido.
Con este film me pasa algo parecido.
Menudo ladrillo más bueno.
Me gustó mucho. Me hizo divagar sobre muchas de sus facetas varios días, algo inusual en el cine de hoy.
SI señor, que ladrllo más bueno.
10
20 de diciembre de 2006
90 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bien, sé que esto no es un foro, pero me gustaría desde aquí defender Sátántangó, hacer mi análisis de Armonías de Werckmeister y no malgastar mucho mi tiempo intercambiando opiniones con personas que recurren a la grosería y a lo soez para expresarse, porque, una cosa es estar en un bar con tus colegas, y otra muy diferente hacer una crítica, y me parece la opción blanda y un poco triste acudir a este tipo de lenguaje no teniendo más que ofrecer que un par de tacos; y alguien que escribe "deberían fusilar a Béla Tarr" o "ésta película es una puta mierda" sin ningún tipo de argumentos deja mucho que desear de su capacidad intelectual, o de su capacidad en general.
Para empezar, Sátántangó dura siete horas y media, que no digo que sea poco. Luego, resulta un poco bochornoso ponerle un 9 o un 10 a una película cuando a uno no le ha gustado, y os aseguro que ese no es mi caso. Ahora, con respecto a lo del Sevilla Festival de Cine 100% Europeo, estoy de acuerdo con que la organización es bastante mala (estamos en Sevilla…), pero muchas de las propuestas que nos ofrece son muy interesantes.
Por culpa de reaccionarios cuadriculados Van Gogh se pegó un tiro, ¿y no decían que Mozart era “demasiado elaborado” y lo enterraron en una fosa común como a un perro?, ¿y qué fue de Modigliani?, bien, pues ahora todo el mundo los adora.
El arte vanguardista en general peca de esa debilidad: o se odia, o se ama. Yo intenté ser honesto y reconocí que me quedé dormido viendo Sátántangó, y que en algunas escenas uno se pregunta si le están tomando el pelo o no, pero todas esas dudas se disuelven cuando uno ve la secuencia que abre Armonías de Werckmeister: en ese momento entiendes que Béla Tarr es un genio, y su cine, una experiencia única.
El director húngaro, comprometido radicalmente con el arte, o comprometido con un arte radical, nos narra aquí una historia (basada en el libro "Melancolía de la Resistencia" de László Krasznahorkai) demencial, absurda, apabullante, tremenda, triste, mágica, devastadora, desoladora, pese a su dureza y aspereza hermosísima (qué música Dios mío la de Mihály Víg; qué rostro impagable el de Lars Rudolph), salvajemente lírica… una obra de arte absoluta.

P.D.: Me parece patético hacer un análisis sin haber visto la película entera.
7
3 de marzo de 2012
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) EXORDIO

Bela Tarr afirma no ofrecer alegoría alguna en su cine. Sin embargo, el comentarista debe superar la explicación lógica que el autor da de su obra. El análisis nos (me) obliga al paralelismo y la interpretación.

De esa forma, siempre teniendo en cuenta que en estos cines nos movemos en terrenos resbaladizos y que la opinión nunca es cerrada, certera y única, sino una visión concreta desde un punto de vista concreto (caben siempre nuevas opciones de acercamiento a lo ya dicho), hablaré del film desde algo parecido a la alegoría sin intención alguna de arrojar luz. En todo caso, con intención de arrojar sombra.

Es así es como, quizás, János (protagonista) resuena a Jano-Ianus (Dios romano bifronte inventor del dinero y la agricultura). Dos caras de postura ambivalente. Y es así como rastreamos dualidades contrapuestas en este film húngaro.


2) DUALIDAD

Contrasta el orden sinfónico-planetario de la introducción (manual, imperfecto, pero de enorme candor) con el enfrentamiento terrícola al que vamos a asistir. El pensamiento cosmogónico del protagonista choca con el desorden de hombres en la plaza de la ballena. Una disposición de cuerpos de humanidad parasitaria. El frío y la comida. La espera y el tabaco. La ballena y el dinero.


3) EL CONFLICTO

Luego se desarrolla otra lucha:

– El sistema político de ejército, helicóptero y delación.
– La ballena y el príncipe de vitalismo y frenesí popular.

Ambas opciones parecen fracasar. Tarr acusa sin lugar a la esperanza porque la dualidad es ambigua y no permite iluminar las aristas de la propia historia. Su agitada y convulsa Hungría evoca esa falta de conclusión ("De todos los estados de la Europa de entreguerras, es probable que Hungría fuese quien tuviera la mayor diversidad per cápita de grupos y movimiento varios de tipos fascista, semifascista, radicales de derecha o simplemente nacionalistas autoritarios". Stanley G. Payne, 'El fascismo').


4) PROMETEO

Esa incapacidad para la esperanza es consecuencia de la desconfianza en el hombre y su actuación racional. Las armonías como técnica prometeica que no abarca lo celestial pese a tratar de dar orden y forma apolínea a lo natural (el instinto, lo humano) mediante la política, el militarismo y la Nación en enormes construcciones “civilizadoras” (proclamas de niño germen de dogmatismos, jerarquías, tanques).


5) LIBERTÉ, ÉGALITÉ, FRATERNITÉ

Contra la racionalidad política tampoco sale bien parada la opción contraria de espíritu popular que desemboca en una “oeuvre de combat” de insurgencia romántica (Volksgeist alemán; guillotina francesa; sóviets). El levantamiento es un cetáceo enfermo, un amotinamiento despersonalizado y autómata espoleado por un príncipe extranjero que reparte consignas. El orgullo natural se opone al artificio imperial de la nación; orgullo primitivista instigador de humanos embrutecidos que malinterpretan y destruyen movidos por corrientes irracionales (solo cesan cuando se enfrentan a su propia naturaleza caduca y envejecida –anciano–). La ballena disecada ve sustituido su efecto mágico por una destrucción asamblearia de exaltación comunal.


6) NADIE ES PERFECTO

Ninguna de las caras janitas parecen recomendables (comunismo, levantamiento popular, capitalismo, industrialismo… Elijan nombre). No son recomendables porque son hombres los que viven la historia y la realizan (hombres de arrumaco baboso y obeso; humano de botella y uniforme). Y eso lleva irremediablemente al estropicio.

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“Siempre que el hombre ha querido hacer del Estado su cielo, lo ha convertido en su infierno“. Hölderlin
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7) OTRA VEZ NIETZSCHE

Nietzsche murió cual mono de feria en pijama y enfermo (ballena varada) accesible para el que pagara entrada. Como el filósofo, el cetáceo del film se introduce troyano en el pueblo y sus creencias escondido en la parafernalia circense de charlatán apelando a un espíritu (dionisíaco, salvaje, orgulloso) que acaba siendo destrucción en boca del príncipe (“interpretador” popular; eco probable del comunismo que en Hungría sustituyó tras la II GM al colaboracionismo fascista de la Cruz y la Flecha de Szálasi). El príncipe alienta la destrucción desde el sentimiento cetáceo como Nietzsche, su sentido estético del mundo y su león fueron vendidos al nazismo.

Porque el espíritu ballenáceo esconde un sentimiento místico y ensoñador que el tonto del pueblo (Jacques Ranciére dice que “el personaje privilegiado (János) es un vidente“) vislumbra íntimamente en ese ojo saturado de espermaceti. El protagonista, al verlo, sufre de “fascinación”; quizás la única forma posible –o probable– de intelección. Ese mismo vitalismo de ballena azul será deformado por la muchedumbre desde lo “demasiado humano”. Esa misma inocencia de cuento fantástico (representada también en el interés de Eszter en los sonidos puros), esa armonía ballenácea, será destruida y recluida en el hospital. Reducido el mundo, y su magia, a las intrigas sociales.

(...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(...)

8) PUESTA EN ESCENA

La materialidad y realismo de Bela Tarr recurre a herramientas como la no-subjetividad narrativa en el punto de vista. La sensación en su cine es que vemos la trama desde fuera, sin inmiscuirnos demasiado en un personaje o sus motivaciones.

Por otro lado, formalmente el tiempo real e interno en la secuencia es llevado al límite. Rancière: “el plano-secuencia (…) respeta la naturaleza de la duración vivida“. El húngaro inserta así la imagen en un presente constante que preserva la continuidad del espacio y el tiempo de lo filmado. El realismo del realizador consiste en un escrupuloso respeto temporal por la durabilidad de lo mostrado y un abundante montaje sintético. No es el plano-secuencia de Tarr una cuestión efectista (como pueda ser el de Scorsese o sucedáneos*) sino moral. Su cine de realidad exacerbada necesita de ese presente constante. ¿Qué mayor crudeza que el tránsito permanente por un presente escrupulosamente retratado?

Un estilo que por supuesto será apurado, o desangrado, ética y estéticamente en 'El caballo de Turín'. Obra compendio del mundo creativo de Bela Tarr.

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* https://www.youtube.com/watch?v=s_HuFuKiq8U
9
22 de febrero de 2010
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice así el resumen que hace la editorial El Acantilado sobre “Melancolía de la Resistencia” de László Krasznahorkai “:

“Tragicómica y melancólica, esta novela nos presenta un mundo plúmbeo y totalitario, dominado por fuerzas ciegas e impersonales. Un escenario humano desolador en el que la inteligencia es anulado por la fuerza bruta y la violencia, y en el que el caos arrastra irremediablemente a unos personajes que, entre el conformismo y la insignificancia, no aciertan a crear un orden nuevo menos cruel y menos gris. El estallido de violencia no alcanza siquiera el rango de revolución y la vida transcurre, en esta pequeña y anónima ciudad húngara, sumida en una atmósfera de terror y amarga ironía. Melancolía de la resistencia es una obra maestra del humor negro.”

El director Béla Tarr adaptó la novela al cine en 2000, y desde luego sus lentas secuencias nos dejan huella. Lograr que con una sola cámara un grupo de borrachos desarrapados, en un espacio reducido, nos demuestren a ritmo pausado el fenómeno de los eclipses, el movimiento del cosmos, y que después de finalizar las más de dos horas de duración del film, salgas moviendo las manos imitando al sol es un logro significativo. Cuanto ganarían las escuelas si se lo explicaran así a los niños.

Hay dos secuencias fundamentales de la película que merecen nuestra reflexión: la llegada al pueblo del carromato con la ballena dentro del contenedor y esa multitud silenciosa que avanza con paso firme por las calles para llegar al hospital y apalear a los enfermos. Nada es la solución, ni la llegada del príncipe ni la generación de violencia. El cuerpo desnudo de un anciano encima de una bañera, hace retroceder a los manifestantes, y el orden, con la llegada del ejército y la policía se impone. La contemplación de la ballena destrozada en la plaza nos lleva al pesimismo, la armonía del mundo es afinada por los Werckmaister de la globalización, y el neoliberalismo.
La música excelente de Mihály Vig, que actuó en Satántango haciendo de Irimias.
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