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Los santos inocentes

Drama España franquista. Durante la década de los sesenta, una familia de campesinos vive miserablemente en un cortijo extremeño bajo la férula del terrateniente. Su vida es renuncia, sacrificio y y obediencia. Su destino está marcado, a no ser que algún acontecimiento imprevisto les permita romper sus cadenas. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes. (FILMAFFINITY)
Críticas 189
Críticas ordenadas por utilidad
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8
15 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco se puede decir que no se haya dicho ya sobre esta joya del cine español, que se merece toda su reputación. Un gran guión simple pero muy eficaz con ese gran final para la historia, dirección magistral dónde se pone el foco en lo realmente importante, la gran profundidad de los personajes y la ruta que toma la historia para justificar ese final.

Las interpretaciones de ésta película nunca han sido superadas en el cine español, gigantes Alfredo Landa y Terele Pávez dotando a sus personajes de una inocencia y realismo impresionantes. Juan Diegu esta tremendo, haciendo de señorito insoportable y cabrón, le coges mucha rabia de lo bien que lo hace. Ahora bien, lo que hace Francisco Rabal es sobrehumano, obra de arte interpretativa, como para aplaudirle después de cada escena en la que sale. Posiblemente no he visto más de 8 interpretaciones de este nivel en la historia del cine, no solo del cine español, de esas realmente viscerales dónde el personaje se come al actor, hay alguna escena que hasta emociona, alguna escena con la milana o triste.

Que gran retrato de la España franquista, en concreto de los cortijos dónde el terrateniente hacía lo que quería. Los campesinos a callar y obedecer a cualquier cosa. Una película inolvidable, impactante por las inmensas interpretaciones que te meten de lleno y por el realismo muy cuidado. Obra maestra y de las mejores del cine español.

Nota: 8.5
8
23 de marzo de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia española vive subordinada a la clase que posee la tierra, domina los recursos y manda sobre ellos. Su vida es renunciar y obedecer. Su destino está marcado... La sinopsis de la obra de Camus, magistral adaptación de la imperecedera novela de Miguel Delibes, podría ser actual. Los "señoritos" de ahora llevan corbata. Podría tratarse de una familia de la España rural o clase media-baja, no sólo de posguerra, también de tiempos modernos. El terrible comportamiento de las personas, unas con otros, y esa especie de esclavitud consentida sigue vigente.

Incluida por derecho propio en todas las listas de mejores películas del cine español. Todo raya a un nivel francamente sobresaliente en esta película, desde las interpretaciones, a la crueldad del guión con esas personajes y el entorno, ambientación, dirección y montaje, hasta esa evocadora música.

La escritura de Delibes era sutil, no había palabras incendiarias pero sí generaban mucha ira en el lector, esencia traspasada envidiablemente a la pantalla. La naturaleza y ese mantra, "Milana, bonita", se convirtieron en santo y seña de esta formidable película.
8
7 de mayo de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años he tenido en muchos momentos el deseo de adentrarme en el cine de los años 80. Hoy ha pasado de ser un deseo a una realidad. Una década rebosante de incontables genios. Tornatore, Leone, De Palma, Kubrick, Scott, Scorsese, Lynch, Bergman… Pero, como es habitual en mí, mi foco de interés en el cine siempre tiende a lo nacional. Los 80 de Cuerda, Fernán Gómez, Erice, Camus..

Mario Camus, director cántabro, nos regala una película que sin duda alguna se encuentra entre las diez mejores de la historia de nuestro país. Debido a la desgraciada opinión negativamente estereotipada que se tiene y se propaga en España sobre nuestra cultura audiovisual, encontrar maravillas cinematográficas como esta sorprende aún más.

Los santos inocentes, una cinta de 1984 que me reafirma en mi idea de que el cine ejerce de huella, de espejo, de recordatorio. Para saber por donde pisamos y hacía donde ir (o más bien hacia donde no hacerlo), para saber donde mirarnos; para reflexionar sobre lo que fuimos y lo que somos. Para pedir perdón y dar las gracias. Me reafirma en esa idea de cine “necesario”.

Hasta ahora pensaba que el cine español que retrata realidades y momentos sociales desde un punto de vista hiperrealista, alejado del melodrama y de las estructuras del cine comercial, era algo relativamente reciente. Uno de los subgéneros que más me apasiona. Dónde entré de la mano de cineastas como Aranoa y Mañas o con los (más) actuales Lacuesta y Etxebarría. Y del que ahora entiendo a Camus como pionero y gran influyente en los films de esta índole posteriores a él.

Los santos inocentes, un largometraje sobresaliente en todos sus aspectos. Un reparto tan magnífico como su dirección. Una banda sonora indispensable en la narrativa. Sin olvidarnos de su impecable ambientación. Y unos Buurman y Biurrún que con su fotografía y montaje respectivamente culminan la película.

Una película sobre personas, tan humana como los títulos de sus diferentes capítulos.

Una película que se atraganta por su crudeza. Unas imágenes que ejercen de cuerda ejerciendo presión en el cuello durante más de cien minutos de metraje.

Quizá lo más doloroso no son las condiciones indecorosas de vida de los protagonistas o sus desigualdades frente a sus caciques, (que también) sino ese sentimiento de resignación y habituación que llevan interiorizado.

La humilde familia está enjaulada, sin capacidad de volar. Probablemente les dispararon hace mucho tiempo, como a las perdices, arrebatandoles la vida. Un individuo que antes de persona es cazador.

Sus vidas son una lesión que no se puede curar con escayola, una lesión en el alma.

Un largometraje donde las dos personas con discapacidad gritan. Una de ellas en busca de auxilio, de una sociedad inaceptable; y la otra en forma de canto a la naturaleza, la única que le escucha, la única que le responde.
9
6 de junio de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película refleja las profundas desigualdades sociales de la época, donde los campesinos se muestran siempre serviles y obedientes a los nobles terratenientes, que se enorgullecen de asegurarles un porvenir y haberles sacado del analfabetismo, mientras que lo que sucede realmente es que les están condenando ser dependientes económicamente de ellos y les inculcan un sentimiento de inferioridad y falta de dignidad que tras muchos años han arraigado profundamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Paco trabaja desde hace muchos años para el señorito Iván, un terrateniente bien relacionado con las esferas del poder en la España rural de los años 60. Es su secretario de caza y le permite al señorito lucirse y pavonearse delante de la gente importante con quien va de cacería, y a cambio Paco y su familia disponen de vivienda y empleo en el cortijo. Azarías es el hermano de Régula, la mujer de Paco, y se encarga de hacer variadas labores rutinarias en la granja y el granero, y viven también con ellos los 3 hijos de la pareja: Reme, Quirce y la Niña Chica.

Viven humildemente sus pequeños dramas cotidianos, Paco y Régula querrían disfrutar de más intimidad de la que su pequeña vivienda les permite, y debaten si Reme debe estudiar o servir para la familia del señorito. El Quirce obedece con resignación cuando se le requiere, y la Niña Chica, en estado semi vegetal, sufre continuos ataques que la hacen gritar de forma diabólica. Mientras tanto Zacarías comienza a cuidar una milana por la que siente enorme cariño y preocupación. Sus vidas se ven sacudidas en el momento en el que Paco se rompe una pierna al caer de un árbol. Esto trastoca la agenda de caza del señorito Iván, quien a partir de entonces sacará su verdadera cara, demostrando un terrible egoísmo y crueldad hacia Paco, a quien conoce desde hace tantísimos años.
10
3 de agosto de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda película por la que no pasan los años. Al contrario, cada vez es mejor.
Toda en ella es brutal y perfecto: banda sonora, fotografía, ritmo, actuaciones, escenarios...
Esa misma subordinación, humillación, sometimiento, los tenemos nosotros hoy. No hay gobierno, sino una serie de corporaciones. Y lo que defienden es el dominio del capital. Es como una maldición. Sobrevivimos y convivimos con esas monstruosidades, como en la película.
En aquella España rural de los años 60 que retrata la película, los sometidos eran los campesinos, el matrimonio de Paco y Régula -Alfredo Landa y Terele Pávez- y el cuñado retrasado, Azarías -Paco Rabal-. El poder, altivo e insensible, residía en "el señorito" de la finca, encarnado en Juan Diego.
"Los santos inocentes" se estrenó un 4 abril de 1984. Ni siquiera Camus, que venía de triunfar con la adaptación de "La colmena" y de la serie "Fortunata y Jacinta", ni tampoco el productor, Julián Mateos, daban un duro por ella, pese a que sabían que allí había "una película formidable", pero fue un tremendo éxito que llegó a recaudar 500 millones de pesetas y triunfar en Cannes.
Auténtica obra maestra que revisionar una y otra vez.
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