La chispa de la vida
2011 

5.5
10,935
Drama. Comedia
Roberto (José Mota) es un publicista en paro que alcanzó el éxito cuando se le ocurrió un famoso eslogan: "Coca-Cola, la chispa de la vida". Ahora es un hombre desesperado que, intentando recordar los días felices, regresa al hotel donde pasó la luna de miel con su mujer (Salma Hayek). Sin embargo, en lugar del hotel, lo que encuentra es un museo levantado en torno al teatro romano de la ciudad. Mientras pasea por las ruinas, sufre un ... [+]
13 de octubre de 2015
13 de octubre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores son capaces de generar un culto en torno a su filmografía en tan poco tiempo. Álex de la Iglesia es uno de ellos, a quien le bastó una década y cinco títulos consecutivos para consagrarse como uno de los genios de la comedia en español. Desde “Acción Mutante” (1993) hasta “La Comunidad” (2000), pasando por su gran película, “El Día de la Bestia” (1995), el humor negro tomo forma y, con ello, el crecimiento de un gran cuenta cuentos, con un sentido del humor único y dueño de una creatividad muy particular.
“La Chispa de la Vida” forma parte de la “segunda etapa” de su extensa carrera, donde se acerca a historias con mayor peso dramático, pero sin dejar de lado el sarcasmo y la exageración. El eje central de la cinta es Roberto (José Mota) y su fracaso laboral. Sin trabajo como publicista, pero convencido de sus capacidades, cae en desgracia cuando, de manera fortuita, se ve implicado en un insólito accidente: tras caer al vacío se entierra una barra de metal que le atraviesa la cabeza, dejándolo completamente consciente pero sin movilidad. Lo que parece una tragedia, Roberto lo convierte en la oportunidad de su vida para ganar dinero de manera fácil: vender su accidente a los medios, lo que pondrá en jaque a Luisa (Salma Hayek), su esposa, entre la vida de su marido y la estabilidad económica de su familia.
Si bien la cinta gira en torno a este argumento, la crítica y análisis recae sobre el rol de los medios de comunicación y cuan lejos estos pueden llegar con tal de contar con la exclusiva. No es primera vez que se aborda este tema. Desde “Network” (1976) de Sidney Lumet, hasta “No” (2012) de Pablo Larraín y la reciente “Nightcrawler” (2014) de Dan Gilroy, ya conocimos la influencia del quinto poder y su capacidad de crear realidades más allá de lo moralmente correcto, lo que impacta negativamente en la audiencia, pero de forma muy positiva en el rating y el bolsillo de la cadena televisiva.
En ese sentido, en “La Chispa de la Vida”, el director tiene muy claro qué es lo que quiere contar y cómo lo va a hacer, pero es esto último uno de los puntos débiles de la cinta, ya que la excesiva sátira y ridiculización de ciertos personajes y elementos claves dentro de la narración, terminan por alejarnos de la seriedad del tema de fondo, sin lograrse de manera completa la conjunción entre el drama y la comedia. Si bien esto lo logró de manera brillante De la Iglesia durante su “primera etapa” como director, llevar ahora el relato al punto de muerte termina por dejarnos incompletos, tanto de un lado (diversión) como del otro (empatía y dolor), oscilando entre una línea que no es capaz de equilibrar.
Llama la atención además la gran cantidad de inexactitudes médicas, geográficas y temporales que la cinta da por sentado y que sólo logran sacarnos del foco, algo imperdonable en un director de su categoría.
Las actuaciones principales tampoco aportan al desarrollo de la historia. El reconocido comediante español José Mota no consigue hacernos partícipe de su absoluta frustración y obsesiva necesidad económica, y Salma Hayek realiza quizás la peor interpretación de su carrera, sobreactuada y poco convincente, probablemente por su poca experiencia en el género de la tragicomedia. La neutralidad en su voz también resulta inexplicable e innecesaria. Como excepción, destacar el trabajo de todos los secundarios, encargados de representarnos dentro de la película: Fernando Tejero (Emilio en “Aquí No Hay Quien Viva”), que sorprende, de manera opuesta a la mexicana, en un rol mucho más dramático al acostumbrado, siendo el punto de inflexión y quien termina conectando al espectador con la historia; además de una mención para Carolina Bang (“Balada Triste de Trompeta”) y la ganadora del Goya, Nerea Camacho (“Camacho”), quienes le otorgan el peso de sensibilidad a la cinta, incluso por sobre la pareja protagónica.
Más allá de los desaciertos mencionados (a entender de quien escribe, fundamentales), el trabajo técnico, tanto de sonido como en montaje, y el creciente ritmo narrativo, nos permiten hacer de “La Chispa de la Vida” una película disfrutable y fácil de seguir.
Un mundo donde la sociedad piensa con los pies, la humillación y el desagravio puede llegar a tocar fondo con tal de sobrevivir, y la labor de la prensa, en función de la necesidad económica por sobre cualquier principio valórico, es finalmente el mensaje que la cinta se esmera en entregar. Probablemente, si se tratara de una sátira de principio a fin, o bien, de una tragedia de deshumanización, estaríamos hablando de un triunfo redondo, sin embargo, “La Chispa de la Vida” se consume intentando dominar ambos escenarios, sin poder cumplir con ninguno.
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www.elotrocine.cl
“La Chispa de la Vida” forma parte de la “segunda etapa” de su extensa carrera, donde se acerca a historias con mayor peso dramático, pero sin dejar de lado el sarcasmo y la exageración. El eje central de la cinta es Roberto (José Mota) y su fracaso laboral. Sin trabajo como publicista, pero convencido de sus capacidades, cae en desgracia cuando, de manera fortuita, se ve implicado en un insólito accidente: tras caer al vacío se entierra una barra de metal que le atraviesa la cabeza, dejándolo completamente consciente pero sin movilidad. Lo que parece una tragedia, Roberto lo convierte en la oportunidad de su vida para ganar dinero de manera fácil: vender su accidente a los medios, lo que pondrá en jaque a Luisa (Salma Hayek), su esposa, entre la vida de su marido y la estabilidad económica de su familia.
Si bien la cinta gira en torno a este argumento, la crítica y análisis recae sobre el rol de los medios de comunicación y cuan lejos estos pueden llegar con tal de contar con la exclusiva. No es primera vez que se aborda este tema. Desde “Network” (1976) de Sidney Lumet, hasta “No” (2012) de Pablo Larraín y la reciente “Nightcrawler” (2014) de Dan Gilroy, ya conocimos la influencia del quinto poder y su capacidad de crear realidades más allá de lo moralmente correcto, lo que impacta negativamente en la audiencia, pero de forma muy positiva en el rating y el bolsillo de la cadena televisiva.
En ese sentido, en “La Chispa de la Vida”, el director tiene muy claro qué es lo que quiere contar y cómo lo va a hacer, pero es esto último uno de los puntos débiles de la cinta, ya que la excesiva sátira y ridiculización de ciertos personajes y elementos claves dentro de la narración, terminan por alejarnos de la seriedad del tema de fondo, sin lograrse de manera completa la conjunción entre el drama y la comedia. Si bien esto lo logró de manera brillante De la Iglesia durante su “primera etapa” como director, llevar ahora el relato al punto de muerte termina por dejarnos incompletos, tanto de un lado (diversión) como del otro (empatía y dolor), oscilando entre una línea que no es capaz de equilibrar.
Llama la atención además la gran cantidad de inexactitudes médicas, geográficas y temporales que la cinta da por sentado y que sólo logran sacarnos del foco, algo imperdonable en un director de su categoría.
Las actuaciones principales tampoco aportan al desarrollo de la historia. El reconocido comediante español José Mota no consigue hacernos partícipe de su absoluta frustración y obsesiva necesidad económica, y Salma Hayek realiza quizás la peor interpretación de su carrera, sobreactuada y poco convincente, probablemente por su poca experiencia en el género de la tragicomedia. La neutralidad en su voz también resulta inexplicable e innecesaria. Como excepción, destacar el trabajo de todos los secundarios, encargados de representarnos dentro de la película: Fernando Tejero (Emilio en “Aquí No Hay Quien Viva”), que sorprende, de manera opuesta a la mexicana, en un rol mucho más dramático al acostumbrado, siendo el punto de inflexión y quien termina conectando al espectador con la historia; además de una mención para Carolina Bang (“Balada Triste de Trompeta”) y la ganadora del Goya, Nerea Camacho (“Camacho”), quienes le otorgan el peso de sensibilidad a la cinta, incluso por sobre la pareja protagónica.
Más allá de los desaciertos mencionados (a entender de quien escribe, fundamentales), el trabajo técnico, tanto de sonido como en montaje, y el creciente ritmo narrativo, nos permiten hacer de “La Chispa de la Vida” una película disfrutable y fácil de seguir.
Un mundo donde la sociedad piensa con los pies, la humillación y el desagravio puede llegar a tocar fondo con tal de sobrevivir, y la labor de la prensa, en función de la necesidad económica por sobre cualquier principio valórico, es finalmente el mensaje que la cinta se esmera en entregar. Probablemente, si se tratara de una sátira de principio a fin, o bien, de una tragedia de deshumanización, estaríamos hablando de un triunfo redondo, sin embargo, “La Chispa de la Vida” se consume intentando dominar ambos escenarios, sin poder cumplir con ninguno.
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2 de agosto de 2019
2 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película trata temas inesperadamente relevantes como los choques de intereses en situaciones truculentas tanto por parte de instituciones, organizaciones como de los medios. Supone una crítica voraz al morbo presente todo el tiempo en nuestra sociedad, la cual se apoya en un reparto que borda sus respectivos papeles.
La película está muy bien dirigida, se siente muy cuidada. Respecto a la fotografía, está perfectamente ejecutado y se ve muy auténtica siendo una gran virtud para el presente metraje.
En cuanto a la trama, veo ciertas lagunas en el desarrollo de la trama que hay entre el encuentro para conseguir trabajo y el accidente que supone el arranque del acontecimiento principal de esta obra. Se siente difuso, hay gente de seguridad de un museo que no pinta nada y perjudican al conjunto... Es como que al principio todo iba bien encaminado y tras el accidente todo va perfectamente encaminado, pero las bases para que se llegue a producir el accidente son muy débiles y tienen poco sentido, cosa que le he tenido que perdonar por el interés de los temas que trata el metraje.
Las interpretaciones:
-Los seguratas del museo, fatal, no hay quien se los crea.
-José Mota y Salma Hayek están perfectos. Sus dos hijos también bordan perfectamente sus papeles.
-Antonio Garrado y Carolina Bang también hacen un trabajo estupendo.
-Fernando Tejero y Manuel Tallafé están aceptables en sus roles. Y Santiago Segura es como que sobra muchísimo, se nota que está más como cameo porque tiene amigos en producción que como un personaje que aporta algo a la historia.
-El resto cumplen bastante bien en favor de una ambientación muy potente en el lugar del accidente.
En definitiva; con buenas interpretaciones, grandes temas que tratar, críticas a la sociedad, organizaciones y al propio sistema... Incluso con una ambientación y un enfoque bastante potentes, esta película logra ser una obra bastante solvente y que logra merecer su visionado.
¿La recomiendo?
Su visionado deja un sabor muy agridulce, pero lo encontraréis interesante (o lo que es lo mismo: Sco pa tu manaa).
La película está muy bien dirigida, se siente muy cuidada. Respecto a la fotografía, está perfectamente ejecutado y se ve muy auténtica siendo una gran virtud para el presente metraje.
En cuanto a la trama, veo ciertas lagunas en el desarrollo de la trama que hay entre el encuentro para conseguir trabajo y el accidente que supone el arranque del acontecimiento principal de esta obra. Se siente difuso, hay gente de seguridad de un museo que no pinta nada y perjudican al conjunto... Es como que al principio todo iba bien encaminado y tras el accidente todo va perfectamente encaminado, pero las bases para que se llegue a producir el accidente son muy débiles y tienen poco sentido, cosa que le he tenido que perdonar por el interés de los temas que trata el metraje.
Las interpretaciones:
-Los seguratas del museo, fatal, no hay quien se los crea.
-José Mota y Salma Hayek están perfectos. Sus dos hijos también bordan perfectamente sus papeles.
-Antonio Garrado y Carolina Bang también hacen un trabajo estupendo.
-Fernando Tejero y Manuel Tallafé están aceptables en sus roles. Y Santiago Segura es como que sobra muchísimo, se nota que está más como cameo porque tiene amigos en producción que como un personaje que aporta algo a la historia.
-El resto cumplen bastante bien en favor de una ambientación muy potente en el lugar del accidente.
En definitiva; con buenas interpretaciones, grandes temas que tratar, críticas a la sociedad, organizaciones y al propio sistema... Incluso con una ambientación y un enfoque bastante potentes, esta película logra ser una obra bastante solvente y que logra merecer su visionado.
¿La recomiendo?
Su visionado deja un sabor muy agridulce, pero lo encontraréis interesante (o lo que es lo mismo: Sco pa tu manaa).
31 de mayo de 2020
31 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta verdaderamente escalofriante, y hasta desconcertante, revisar muchas de aquellas películas españolas que surgieron fruto de la crisis económica, aunque fuese de refilón, para comprobar con estupor como parecen clarividentes piezas que vaticinan la que se nos viene encima cuando pase, si es que pasa, la crisis del Coronavirus. "La chispa de la vida" es una de ellas.
Álex de la Iglesia ya tanteó los prolegómenos de un virus en la estupenda "El bar" (2017), y aquí merodea, a grandes rasgos ya que ese no es el tema central de la cinta, las postrimerías del ataque de dicho virus. En fin, no se si es que el cineasta bilbaíno es un visionario o es que la sociedad española olvida demasiado rápido. Y ya saben, quien olvida pronto su historia…
Roberto, un publicista en paro que antaño tocó el cielo pero que ahora vive en el infierno, sufre un accidente. Ahora yace inmóvil en mitad de un anfiteatro romano reconvertido en museo, con un hierro clavado en la cabeza, y con su vida pendiendo de un hilo. Es entonces cuando Roberto decide coger el toro por los cuernos, aprovechándose del circo mediático que se monta a su alrededor. Un variopinto muestrario de aves de rapiña se ciernen entonces sobre nuestro protagonista, poniendo en riesgo su integridad y en tela de juicio la más que dudosa moralidad de un ser humano entregado en cuerpo y alma al culto de ese falso ídolo llamado telebasura. Así radiografía Álex de la Iglesia, con más tino del que aparenta pero con menos mala leche de la que le caracteriza, todo lo que gira entorno al submundo mediático de la caja tonta, ya sea en su vertiente social o política. Erigiéndose todo ello como lupa que intenta desentrañar si queda algún atisbo de humanidad entre nosotros.
"La chispa de la vida" está llena a rebosar de simbolismo. Alguno más sutil, otro menos, pero llena a rebosar. Esa barra de metal que lobotomiza a Roberto cual ventrílocuo con su muñeco como ejemplo de esas efigies que nos guían, o esa escalera mecánica que escupe a Roberto hacia su desafortunado destino como representación de la dura lucha a contracorriente que es el día a día. Estas cositas engrandecen el film.
Resulta difícil encontrar una película de Álex de la Iglesia no escrita por él mismo, y más raro aún encontrar una en la que Jorge Guerricaechevarría no sea su partenaire en esas labores. "La chispa de la vida" es la obra que reúne ambos requisitos. Y no pienso negar que he echado de menos, si no a los dos, si como poco a uno. Al texto le falta esa rabia innata en el cine de Álex de la Iglesia.
En definitiva, me encanta "La chispa de la vida". Y denle vueltas a esta cuestión: ¿vale más un ser humano vivo o muerto?…
Álex de la Iglesia ya tanteó los prolegómenos de un virus en la estupenda "El bar" (2017), y aquí merodea, a grandes rasgos ya que ese no es el tema central de la cinta, las postrimerías del ataque de dicho virus. En fin, no se si es que el cineasta bilbaíno es un visionario o es que la sociedad española olvida demasiado rápido. Y ya saben, quien olvida pronto su historia…
Roberto, un publicista en paro que antaño tocó el cielo pero que ahora vive en el infierno, sufre un accidente. Ahora yace inmóvil en mitad de un anfiteatro romano reconvertido en museo, con un hierro clavado en la cabeza, y con su vida pendiendo de un hilo. Es entonces cuando Roberto decide coger el toro por los cuernos, aprovechándose del circo mediático que se monta a su alrededor. Un variopinto muestrario de aves de rapiña se ciernen entonces sobre nuestro protagonista, poniendo en riesgo su integridad y en tela de juicio la más que dudosa moralidad de un ser humano entregado en cuerpo y alma al culto de ese falso ídolo llamado telebasura. Así radiografía Álex de la Iglesia, con más tino del que aparenta pero con menos mala leche de la que le caracteriza, todo lo que gira entorno al submundo mediático de la caja tonta, ya sea en su vertiente social o política. Erigiéndose todo ello como lupa que intenta desentrañar si queda algún atisbo de humanidad entre nosotros.
"La chispa de la vida" está llena a rebosar de simbolismo. Alguno más sutil, otro menos, pero llena a rebosar. Esa barra de metal que lobotomiza a Roberto cual ventrílocuo con su muñeco como ejemplo de esas efigies que nos guían, o esa escalera mecánica que escupe a Roberto hacia su desafortunado destino como representación de la dura lucha a contracorriente que es el día a día. Estas cositas engrandecen el film.
Resulta difícil encontrar una película de Álex de la Iglesia no escrita por él mismo, y más raro aún encontrar una en la que Jorge Guerricaechevarría no sea su partenaire en esas labores. "La chispa de la vida" es la obra que reúne ambos requisitos. Y no pienso negar que he echado de menos, si no a los dos, si como poco a uno. Al texto le falta esa rabia innata en el cine de Álex de la Iglesia.
En definitiva, me encanta "La chispa de la vida". Y denle vueltas a esta cuestión: ¿vale más un ser humano vivo o muerto?…
26 de julio de 2020
26 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película de Álex de la Iglesia, menos extravagante y mucho más natural que otras de su filmografía. Las buenas interpretaciones (geniales Mota y Hayek) son lo mejor de esta interesantísima historia que te atrapa desde que lees la premisa.
Es una radiografía de cómo somos los humanos y cómo el dinero es lo único que les importa a muchas personas, incluso cuando implica aprovecharse de alguien que se está jugando la vida.
Aún así, se me hizo extremadamente larga y muy reiterativa en sus elementos. El discurso es obvio y continuo, yo creo que hubiera funcionado mejor como un mediometraje.
Es una radiografía de cómo somos los humanos y cómo el dinero es lo único que les importa a muchas personas, incluso cuando implica aprovecharse de alguien que se está jugando la vida.
Aún así, se me hizo extremadamente larga y muy reiterativa en sus elementos. El discurso es obvio y continuo, yo creo que hubiera funcionado mejor como un mediometraje.
31 de enero de 2022
31 de enero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que transmite verdad y presenta perfectamente una crítica ante la sociedad actual. Personalmente, la actuación de José Mota en esta película me ha parecido espectacular y ese Goya es muy bien merecido; la recomiendo muchísimo.
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