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El gabinete del Dr. Caligari

Terror Sentado en un banco de un parque, Francis anima a su compañero Alan para que vayan a Holstenwall, una ciudad del norte de Alemania, a ver el espectáculo ambulante del doctor Caligari. Un empleado municipal que le niega al doctor el permiso para actuar, aparece asesinado al día siguiente. Francis y Alan acuden a ver al doctor Caligari y a Cesare, su ayudante sonámbulo, que le anuncia a Alan su porvenir: vivirá hasta el amanecer. (FILMAFFINITY) [+]
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10
5 de abril de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director alemán Robert Wiene ha realizado una película que dejaría una gran marca en el mundo del cine y que se ha ganado muchos títulos: la primera película de horror auténtica, el primer thriller, la primera película de culto, la primera película del cine de arte, la primera película de horror psicológico o thriller psicológico, la primera película de zombis, etc. El título más grande que Das Cabinet Des Dr. Caligari se ha ganado es sin duda ser la primera película del expresionismo alemán por ser considerada una excelente obra de dicho arte. Es una película que ha hecho que figuras como Frederick Murnau o Fritz Lang impulsaran el expresionismo en el cine alemán. Además, esta película terminaría siendo una fuerte inspiración para el cine de terror, el cine gótico y el cine neo-noir. Sin olvidar mencionar que inspiraría a figuras como Orson Welles, Alfred Hitchcock, Nicolas Cage y Rob Zombie.

La película es una obra de arte por su estética visual que muestra una realidad completamente deformada que va de acuerdo al ambiente y la perspectiva psicológica de quien narra la historia. Se trata de algo realmente único con un concepto que muy difícilmente ha podido ser replicado en otras películas. La banda sonora va variando debido a que la película ha tenido distintas varias sonoras según las regiones en que se estrenó, pero la mayoría logran cuadrar con el ambiente de la película. Al principio se trata de un thriller sobrenatural, pero eso cambia a un thriller psicológico cuando se trata de explicar quién es Caligari.

Lo que remata bastante no es el giro argumental sobre la identidad de Caligari, la película ofrece dos giros argumentales. El segundo se vuelve muy inesperado por derrumbar lo que ya se tenía claro sobre la trama y llega a un punto en que no se sabe nada de lo contado sucedió realmente o fue una versión deformada de los acontecimientos. La película termina dejando cuestiones que quedan bajo la libre interpretación del espectador y además deja en claro porque la psicología se vuelve algo fundamental. El segundo desenlace sugiere que la realidad deformada que esta película muestra es un factor psicológico. La psicología termina jugando bastante con lo que esta película nos muestra y deja la incógnita de sí lo que narra es una realidad con hechos distorsionados o una fantasía inventada por un demente.

Eso hace que Das Cabinet Des Dr. Caligari sea una pesadilla surrealista llena de misterio y una gran obra de arte que cualquier amante del cine o del arte tiene la obligación de ver. Mi calificación final para esta película es un 10/10.
10
15 de septiembre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente, junto a Nosferatu, la mejor representante del expresionismo alemán en la tierra.

Sus decorados que parecen salidos de una pesadilla y que, si no me equivoco, le debe mucho ambos Bitelchus en sus escenas del más allá, su sorprendente final, fotografía (de ahí salieron iluminadores cuya aportación no seria la misma a películas como el Drácula de Browning o la momia de Freund que beben mucho de este expresionismo en cuanto a fotografía) por no hablar del surrealismo y momentos oníricos, aunque aquí no me atrevería a decir quien imita a quien, pero toda la alucinógena forma de contar la película y la alucinógena escena del sueño de Recuerda por Dalí son hermanas. Claro que quien fue antes?

Por cosas como esta, la película es una de las mejores experiencias cinematográficas que uno se puede encontrar (siempre dentro de su estilo). Y si la primera vez no le pillas el truco ¡A mí me pasó¡ No lo dudes y dale otra oportunidad, verás como entras en el mundo del doctor Caligari y ya no querrás salir.
8
4 de febrero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre las sombras emerge una figura terrible de un poder inimaginable. La mente queda en estado de letargo. Las formas de la realidad se revelan y retuercen.
¿Cuál es la realidad en esta confusión y qué provoca su distorsión? La figura no es, sin embargo, un vampiro, ni un monstruo, sino un hombre, normal y corriente; y eso es tal vez lo más aterrador.

Pocas veces la interpretación nunca fue tan contradictoria, controvertida y fascinante en la Historia del cine como la que prevalece sobre una de sus obras esenciales. El ilusionista, el horror, el hombre-marioneta, el futuro, la identidad, la visión, de todo ello se reflexiona en el manicomio del dr. Caligari. Es muy significativo cómo la ambigüedad, la incongruencia, el conflicto y el misterio alimentan la leyenda de su "Cabinet" del mismo modo que aquella convulsa Alemania que se revolvía bajo la nueva Constitución de Weimar, aprobada unos meses antes de iniciarse el rodaje del film.
También es inconcebible que el cine, que precisaba de grandes recursos, prosperara en una sociedad destrozada por la derrota de la Gran Guerra, la imparable inflación, la lucha continua entre partidos políticos, los movimientos obreros y la violencia de los grupos militares renegados. Pero el arte y la vanguardia prosperan. <<Das delirium eines geisteskranken>>. Mientras todo esto sucedía, Hans Janowitz y Carl Mayer discutían furiosos los cambios que les estaban obligando a hacer los productores de su historia, concebida sobre muchas ideas y estados de ánimo, desde el desprecio a las autoridades, la amargura traída de la guerra y la desconfianza en el poder de los líderes hasta curiosas experiencias personales.

Fritz Lang andaba por medio, la conexión entre ambos escritores con el productor Erich Pommer, quien se adjudicó el guión y el derecho de hacer con él lo que le viniera en gana. Tiempo más tarde estas decisiones dañarían bastante la intención de la idea original, pero como cambia el orden de los hechos y la acción de los implicados según quien cuente la historia es más interesante dejarla a la especulación y la imaginación. El periplo de "Caligari", con todo lo vanguardista que es, empieza en unos jardines de estilo simple y naturalista aunque bajo un halo de inquietud cuando una muchacha aparece cual sonámbula ante la mirada atónita de un anciano y un joven, Franzis, que observan sentados.
"Estamos rodeados de fantasmas", anuncia el primero. En la República de Weimar y con los muertos de la guerra rondando por todas partes desde luego. Se quiebra el presente y con un "flashback", técnica novedosa entonces, viajamos a un tiempo pasado, tal vez real, o tal vez no. La sutileza visual del prólogo se distancia de toda lógica en un imaginario de delirante deformación, donde las ventanas se retuercen en edificios que se curvan al límite de derrumbarse, pero ahí se mantienen, sobre calles perdidas en laberintos serpenteantes e infinitos...¿a qué clase de esfera hemos cruzado?

Como todo esto se refiere a una historia relatada desde los recuerdos de Franzis parece más aceptable; no es la realidad como tal, sino la de su mente...así que, ¿hemos de dudar de las imágenes que se nos muestran? Los artistas Walter Reimann y Walter Röhrig, entusiasmados con las sugerencias del decorador Hermann Warm, acuerdan crear un universo inédito que se ajuste a las emociones y el tono del guión, a partir del uso excesivo de un arte que rompiera las líneas de expresión realistas en una fantasía siniestra y alegórica, a lo que Pommer y el director Robert Wiene, en reemplazo de Lang, aceptaron de buena gana.
También puede que aceptaran por la considerable reducción de presupuesto de la que se iban a beneficiar; pintar los escenarios sobre los mismos decorados ahorraba a la productora construirlos, así que este sería un factor importante. Pero ya fuera por motivos puramente económicos o de aspiración artística más elevada, y a pesar de que Janowitz no sentía mucho aprecio por Reimann y Röhrig, ayudó a definir la estética única de la película, que sigue al dueño de un espectáculo ambulante, el "Dr. Caligari", en su demostración de control mental sobre un hombre aparentemente sonámbulo, o en coma.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Wiene modela a una criatura de vida propia y exhibición ensombrecida por lo anecdótico. Tras su estreno en Berlín fue un gran éxito, por el contrario Pommer dijo que fue un fracaso, luego reactivado gracias a su campaña de publicidad; la reacción varía, desde la de un público entusiasmado que acude a los cines en masa a la de la pareja de guionistas, quienes estallan en cólera después de ver el montaje final.
El resultado es el mismo. Una obra que, siguiendo una corriente, fue a contracorriente, logrando su propia revolución narrativa y estética, influyente y visionaria en todos los aspectos (artísticos, técnicos y sociales), y que nos ha dejado algunas de las imágenes más icónicas y poderosas de todos los tiempos. Una en concreto a título personal: el autómata Cesare deslizándose por la habitación de Jane para, cual monstruo de cuento gótico, raptarla y huir con ella por la ventana. Nosferatu tuvo aquí un claro referente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Werner Krauss aparece personificado como uno de esos científicos locos con una apariencia desaliñada y grotesca, cuyos detalles registra Wiene a base de primeros planos de una poderosa fuerza visual y psicológica. Es curiosa la posición de este "Caligari": un hombre capaz de robar la voluntad y la identidad a otro, hacer de él un autómata y expresar a través suya sus obsesiones más profundas y malvadas.
Pero al mismo tiempo un hombre que se enfrenta a una sociedad marcada por un feroz autoritarismo (el funcionario del ayuntamiento, sentado en su altísimo banco) y pésimamente defendida ante las grandes amenazas (las incompetentes fuerzas del orden).

¿Un individuo capaz de utilizar un poder mayor que el poder que domina a la sociedad?, ¿de qué lado está o lucharía de extrapolarse este concepto a la realidad de la Alemania de Weimar? Mientras persiste esta ambigüedad Janowitz y Mayer se transmutan en Franzis y Alan, sus contrapartes burguesas, que, al igual que ellos tiempo atrás, quedan impresionados con la sesión de hipnosis y adivinación de la que hace gala el horrendo prestidigitador con su autómata, contemplado por una muchedumbre de clase pobre que se apiña en esas calles-decorados, ávida de entretenimiento para olvidar su miseria social (el circo ambulante del relato es el cine en la Alemania de entonces).
Cuando los personajes, los escenarios y la estética están establecidos lo que queda es una trama más convencional, dividida en varios actos, de suspense y crimen, pretendiéndose Franzis un héroe detectivesco dispuesto a desenmascarar al asesino de su amigo sin ayuda de los torpes policías; Wiene filma con ritmo las persecuciones por la calle, hay una muchacha en peligro (esa es la única función de Jane, objeto del amor de los dos amigos), incluso hay un falso culpable. Pero el guión posee el ingrediente novedoso de que Cesare, el sonámbulo, no actúa por su propia voluntad.

Ni los personajes gozan de introspección (reaccionan a las situaciones dramáticas y poco más) ni la historia parece presentar más giros. Lo sorprendente es que todo este "whodunit" se desarrolla en un entorno de tinieblas y seres terroríficos, también de ángulos y perspectivas imposibles, aceptadas por todo el mundo; hasta que de repente el guión se saca de la manga una notable vuelta de tuerca convirtiendo al ilusionista en el director de un manicomio. Allí, desde las tripas de un microcosmos enloquecido, débil y perdido quiere este tipo establecer su nuevo poder, que no hace sino remitir, como averiguan Franzis y los médicos del centro, a otro suceso histórico igualmente terrible.
La reacción del pueblo alemán ante la República instaurada tras la Constitución de 1.919 fue la de no considerarla más que otra forma de Imperio con un nombre distinto. El símil es evidente si uno observa la imitación que pretende llevar a cabo el director del manicomio de aquel monje que siglos antes también practicaba la hipnosis; suplantación que, con el paso del tiempo, de haber logrado su cometido, se habría alzado como el nuevo amo de la sociedad, el hipnotizador de las masas, llevándolas a cometer actos de destrucción para dominar el Mundo.

No es extraño que el crítico y autor Siegfried Kracauer teorizase sobre la visión de un tirano controlador del pueblo alemán a partir de la imagen de "Caligari", un futuro nacionalsocialismo, una amenaza subconsciente y latente. En este caso el guión, igual que Cesare, también supo predecir el futuro. Por desgracia los productores impusieron a dicho guión un epílogo horroroso.
Al proponerse otro giro narrativo donde Franzis no ha estado recordando sucesos reales, sino dando rienda suelta a una fantasía alocada, la película echa por tierra todas las intenciones y el discurso es despojado de su credibilidad. Es decir: que haya una fuerza tiránica esperando en lo más profundo del pueblo alemán es una estúpida paranoia. La Historia demostraría lo contrario.
9
8 de febrero de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El expresionismo alemán en su máximo esplendor.
Muy difícil de hacer, pero ellos lo hacían tan fácil como pelar una patata...
Nadie podría decir tanto sin literalmente, no decir nada, aunque ya sabemos lo que se dice “mas vale una imagen que mil palabras”...
Menudas historias eh, deberían hacerle un remake en condiciones a muchas de estas películas, son un tesoro perdido.

La escenografía es realmente buena. parece que está todo distorsionado, y da sensación de profundidad, de que las cosas están muy lejos cuando en realidad no lo están.
La fotografía también está muy bien, aunque en gran parte es por la escenografía.
Las actuaciones muy bien también, el Dr. Caligari, y Cesare dan un miedo de cojones.

Me ha gustado mucho lo que han hecho para representar en que momento de la película es de día, o de noche.

Le debemos mucho al expresionismo alemán, el cine evolucionó mucho gracias a ellos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es histórico, jamás lo habría adivinado, me ha encantado.
8
10 de mayo de 2025 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que se recuerdan por lo que cuentan, y otras que se graban en la piel por cómo lo cuentan. El gabinete del Doctor Caligari es de estas últimas. No es solo una pieza clave del cine expresionista alemán; es el esqueleto de buena parte del cine de terror psicológico que se hace hoy en día, también en España.
Robert Wiene no dirige una película: construye un delirio. Con decorados que parecen dibujados por un niño con pesadillas, luces imposibles y una puesta en escena teatral, crea un mundo que no se parece a nada real… pero que refleja perfectamente la psique humana. Es como si el espacio estuviera enfermo, como si los muros gritaran lo que los personajes callan.
Esa atmósfera que te aprieta el pecho recuerda inevitablemente a obras como Los otros (Alejandro Amenábar, 2001), donde el espacio (esa casa oscura, silenciosa) es un personaje más. Incluso El orfanato (J. A. Bayona, 2007) hereda algo de ese espíritu: la sensación de que lo sobrenatural y lo psicológico se confunden, que nada es lo que parece.
En un cine sin sonido, todo depende del cuerpo. Conrad Veidt como Cesare (el sonámbulo) no necesita hablar para transmitir angustia; su simple presencia en pantalla pone la piel de gallina. Werner Krauss como Caligari mezcla lo grotesco con lo autoritario. El miedo no nace del grito, sino de la mirada y el gesto.
En nuestro cine actual, actores como Luis Tosar en Celda 211 o Eduard Fernández en Mientras dure la guerra muestran esa misma intensidad corporal. Aunque con técnicas modernas, logran que sus personajes impongan sin necesidad de exagerar, igual que los actores de Caligari, pero adaptados al lenguaje sonoro.
La paranoia, la pérdida de control, la duda sobre lo real: son temas que Caligari exploró antes que nadie, y que hoy siguen muy vivos en el cine español. Películas como Tesis (Amenábar, 1996) o Los ojos de Julia (2010) también utilizan el juego visual y psicológico para atrapar al espectador en una espiral de incertidumbre.
Incluso obras más recientes como La abuela (Paco Plaza, 2021) o Cerdita (Carlota Pereda, 2022) heredan ese gusto por el horror que nace de lo íntimo, de lo que no se dice. Puede que no tengan las sombras pintadas sobre el suelo, pero sí un miedo igual de estilizado, igual de personal.
Ver El gabinete del Doctor Caligari en pleno siglo XXI no es solo un ejercicio cinéfilo: es una experiencia única, casi ritual. En tiempos de sobreestimulación visual, tramas predecibles y sustos fáciles, esta joya de 1920 nos recuerda que el cine puede ser mucho más que entretenimiento. Puede ser arte, símbolo y espejo.
Esta película no busca asustarte con monstruos, sino inquietarte con preguntas: ¿qué es la locura? ¿Dónde está el límite entre realidad y ficción? ¿Y si el monstruo no es un ser sobrenatural, sino la figura de autoridad que todos obedecemos sin cuestionar?
En una época donde el terror suele ser explícito y rápido, Caligari nos invita a un terror más sutil, más psicológico. Es una película que no envejece, porque habla de miedos que no cambian: los que llevamos dentro.
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