La propuesta
5.5
19,472
Romance. Comedia
Margaret (Sandra Bullock), una famosa e influyente editora de Nueva York, debido a un problema con su visado, está a punto de ser deportada a Canadá, su país natal. Para evitarlo, la astuta ejecutiva declara que está comprometida con su joven ayudante Andrew (Ryan Reynolds), al que durante años ha sometido a todo tipo de humillaciones. Andrew está dispuesto a participar en la farsa, pero imponiendo algunas condiciones. Así, ambos viajan ... [+]
9 de junio de 2014
9 de junio de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que con el título lo digo todo...Clásica película que te convence para ver tu pareja y la aceptas a ver porque sabes que es una excusa para estar juntos... Algún momento divertido...no esperen mucho más.
2 de febrero de 2010
2 de febrero de 2010
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película para ver en tu casa, nada de ir al cine porque no vale la pena. Y si es posible, en versión original con subtítulos para mayor entretenimiento.
Es la típica comedia romántica, pero típica típica, de las cientos que hay parecidas. Sin ir más lejos, puede parecerse bastante a "La boda de mi novia" en su tercio final.
Es la típica comedia romántica, pero típica típica, de las cientos que hay parecidas. Sin ir más lejos, puede parecerse bastante a "La boda de mi novia" en su tercio final.
3 de junio de 2012
3 de junio de 2012
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La proposición" como estudio de marketing es todo un éxito que ya podría aprender más de un ministro de economía. Claro que se puede gastar, siempre que sepas que vas a poner algo en el mercado que se puede vender. Juntar a una actriz conocida y consagrada en el género como Sandra Bullock, que luce muy bien en su madurez y a un jovencito como Ryan Reynolds que sabe exactamente lo que se pide a su personaje, ya es un buen punto a favor.
Después metes tu poquito de picante (el desnudo de la Bullock, en una situación forzada pero que hará las delicias de más de uno y de una), situaciones una y mil veces vistas (el matrimonio de conveniencia que se termina convirtiendo en una prueba de amor) y todas las fórmulas y canciones que Hollywood sabe que en una comedia romántica, quedan bien.
Puedes olvidar tranquilamente que el argumento va tan rápido como alternando gags, en ocasiones ridículos, mientras unos se preguntan porque se ha desperdiciado la siempre alentadora presencia de Malin Akerman en un rol tan marginal. Quien da lo que tiene, ni quita ni pone Reynolds, aquí hecho un pedazo de pan que vale para un roto que un descosido.
Mientras, la silenciosa minoría suspira porque algún día gente con Anne Fletcher intenten arriesgar un poquito más, tratar de darle más inteligencia e ingenio a estos entretenimientos tan dignos como vacíos y de innegable éxito en taquilla.
Claro que la pregunta que me hago es, ¿le sacarían tanta renta con ese riesgo? Y ante la respuesta, sigo pensando que sí que saben como vender algo... aunque a mí no termine de gustar.
Después metes tu poquito de picante (el desnudo de la Bullock, en una situación forzada pero que hará las delicias de más de uno y de una), situaciones una y mil veces vistas (el matrimonio de conveniencia que se termina convirtiendo en una prueba de amor) y todas las fórmulas y canciones que Hollywood sabe que en una comedia romántica, quedan bien.
Puedes olvidar tranquilamente que el argumento va tan rápido como alternando gags, en ocasiones ridículos, mientras unos se preguntan porque se ha desperdiciado la siempre alentadora presencia de Malin Akerman en un rol tan marginal. Quien da lo que tiene, ni quita ni pone Reynolds, aquí hecho un pedazo de pan que vale para un roto que un descosido.
Mientras, la silenciosa minoría suspira porque algún día gente con Anne Fletcher intenten arriesgar un poquito más, tratar de darle más inteligencia e ingenio a estos entretenimientos tan dignos como vacíos y de innegable éxito en taquilla.
Claro que la pregunta que me hago es, ¿le sacarían tanta renta con ese riesgo? Y ante la respuesta, sigo pensando que sí que saben como vender algo... aunque a mí no termine de gustar.
22 de junio de 2009
22 de junio de 2009
5 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. El pavo es el de Van Wilder, con lo cual la tipología de gamberrín no da para más, lo siento.
2. La pava, sin embargo, es Sandra Bullock, máquina calientanabos, sexual, producebebés, emparanoiadora Cavelliana.
Los dos pav@s están yuppy como para que enrollarse merezca la pena. La pava hace 4 años que no la mojan. El pavo no va mejor. A la pava la deportan, con lo cual se inventa que estaba a punto de casarse con su secretario, el ex-Van Wilder éste. Sandra es máquina productora de bebés Cavelliana, que es el pavo que dijo que los ovarios de Katharine Hepburn eran la subjetividad inventada por Henry David Thoreau. Hablando en cristiano, esto es cuando la peña te pregunta tu opinión y tú respondes aunque te la suda, porque no tienes pasta, o quizá no tengas pasta, o estás completamente emparanoiado con que igual en treinta años no tendrás pasta, o porque eres joven y los jóvenes son pobrezuelos que, como clase o tipo, no suelen tener pasta, el cambio de la aristocracia a la burguesía, y la segunda es mucho más paranoica e híbrida, movediza, siempre tiene opinión sobre todo en el momento y siempre habla en serio. Cualquier becario de noche pide Mario Bava en Cavell. Thomas Wartenberg, allá por los años 90, paseaba entre orgía y orgía por su cámpus universitario decidió escribir un libro en respuesta a Cavell. Se llamó Unlikely Couples: Movie Romance as Social Criticism. Pero de manera tan tautológicamente burguesa, como Cavell, lo que venía a decir era que la peña se enrolla cuando son de diferente clase social. Esto era una tontería suprema; las máquinas Cavellianas son máquinas de producción bebuna, todo lo contrario que Naomi Kleins; les interesa lo que cualquier productor en una cita, que el otro esté en labores productivas, 3000 euros el metro cuadrado. El equivalente de Wartenberg, sin quererlo, en el cine son Appatow y Ferrell, que se dedican a fumar porros y hacer muecas. La Sandra/Wilder son enrollados como Dios manda, aunque, detalle, él es millonetis y ella la Super Gróver de la producción editorial. Pero ella no le van los hombres Canadienses y él quiere seguir en su vida híbrida, un poco a la inversa total y repulsiva del millonetis del Easy Living de Mitchell Leisen. Ergo es a lo Indio, dónde los padres son tus propietarios y te casan, sin la subjetividad y la hibridación. Además el motivo se repite, con la abuela o madre (a saber) viejorra falseando un ataque de corazón para que el Van Wilder vaya al aeropuerto a enrollarse. Y no me refiero a Casino Indio, sino a los, Lisa Lampanelllinianos Slurpy Indians que nunca se enrollarían con Pakistaníes. Los Casino Indios, y esto es la repera, también aparecen en una ceremonia, a lo Mallick, al canto Indio de la viejorra- que además es la madre del a. condenado b. Italiano de King of Queens- por los ovarios de Sandra, que, asimismo, es pillada in media res en un paseo asexual Kantiano por el bosque cuando la incantación a la pérdida de subjetividad la obliga a cantar un rap.
2. La pava, sin embargo, es Sandra Bullock, máquina calientanabos, sexual, producebebés, emparanoiadora Cavelliana.
Los dos pav@s están yuppy como para que enrollarse merezca la pena. La pava hace 4 años que no la mojan. El pavo no va mejor. A la pava la deportan, con lo cual se inventa que estaba a punto de casarse con su secretario, el ex-Van Wilder éste. Sandra es máquina productora de bebés Cavelliana, que es el pavo que dijo que los ovarios de Katharine Hepburn eran la subjetividad inventada por Henry David Thoreau. Hablando en cristiano, esto es cuando la peña te pregunta tu opinión y tú respondes aunque te la suda, porque no tienes pasta, o quizá no tengas pasta, o estás completamente emparanoiado con que igual en treinta años no tendrás pasta, o porque eres joven y los jóvenes son pobrezuelos que, como clase o tipo, no suelen tener pasta, el cambio de la aristocracia a la burguesía, y la segunda es mucho más paranoica e híbrida, movediza, siempre tiene opinión sobre todo en el momento y siempre habla en serio. Cualquier becario de noche pide Mario Bava en Cavell. Thomas Wartenberg, allá por los años 90, paseaba entre orgía y orgía por su cámpus universitario decidió escribir un libro en respuesta a Cavell. Se llamó Unlikely Couples: Movie Romance as Social Criticism. Pero de manera tan tautológicamente burguesa, como Cavell, lo que venía a decir era que la peña se enrolla cuando son de diferente clase social. Esto era una tontería suprema; las máquinas Cavellianas son máquinas de producción bebuna, todo lo contrario que Naomi Kleins; les interesa lo que cualquier productor en una cita, que el otro esté en labores productivas, 3000 euros el metro cuadrado. El equivalente de Wartenberg, sin quererlo, en el cine son Appatow y Ferrell, que se dedican a fumar porros y hacer muecas. La Sandra/Wilder son enrollados como Dios manda, aunque, detalle, él es millonetis y ella la Super Gróver de la producción editorial. Pero ella no le van los hombres Canadienses y él quiere seguir en su vida híbrida, un poco a la inversa total y repulsiva del millonetis del Easy Living de Mitchell Leisen. Ergo es a lo Indio, dónde los padres son tus propietarios y te casan, sin la subjetividad y la hibridación. Además el motivo se repite, con la abuela o madre (a saber) viejorra falseando un ataque de corazón para que el Van Wilder vaya al aeropuerto a enrollarse. Y no me refiero a Casino Indio, sino a los, Lisa Lampanelllinianos Slurpy Indians que nunca se enrollarían con Pakistaníes. Los Casino Indios, y esto es la repera, también aparecen en una ceremonia, a lo Mallick, al canto Indio de la viejorra- que además es la madre del a. condenado b. Italiano de King of Queens- por los ovarios de Sandra, que, asimismo, es pillada in media res en un paseo asexual Kantiano por el bosque cuando la incantación a la pérdida de subjetividad la obliga a cantar un rap.
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