Cónclave
7.0
19,798
Drama. Thriller. Intriga
Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, el cardenal Lawrence es designado como responsable para liderar uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección de un nuevo Papa. Cuando los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, Lawrence se ve atrapado dentro de una compleja conspiración a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia. (FILMAFFINITY) [+]
18 de febrero de 2025
18 de febrero de 2025
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fuimos a verla un grupo de católicos de una parroquia de Barcelona, con la idea de ver qué imagen se da en la peli de lo que es un cónclave, de la Iglesia, etc, y posteriormente hacer un debate al respecto. Lo del pensamiento crítico que tan de moda está, vamos. Pensar un poco antes de tragarse cualquier porquería.
Sobre decir que la película, en cuanto a producción y valor narrativo y visual, es brutal. No me explayaré al respecto, que para eso la crítica está siendo bastante unánime. Te mantiene atrapado y está todo muy bien llevado, desde los actores, los encuadres, los silencios, las miradas, etc.
Voy a utilizar varios fragmentos de la entrevista a Edward Berger, el director, concedida al diario Público (uno de los medios que con más alegría se lanzan sobre cualquier producto anti-clerical).
Dice el director: "Para mí, el cónclave o la iglesia son solo el envoltorio exterior. Se trata de conocer a un grupo de hombres que sucumbe a la seducción de la ambición. Son hombres que quieren esa posición poderosa. Eso es interesante porque es universal. Podría tener lugar en muchos sitios". Eso hay que tenerlo en cuenta, ya que es una película de base hipotética, no basada en hechos reales que hayan tenido lugar en un cónclave de verdad.
Un apunte sobre dicha entrevista. Ojo con el morbo infantil del supuesto poder temporal del Papa (en oposición al "poder espiritual", por hacer la distinción clásica). Dice el director de la entrevista que se trata de "la elección más secreta de la persona más poderosa del mundo". Vamos a ver. "La persona más poderosa del mundo" podría haber sido el Papa, aun con reservas, en ciertos momentos de la Edad Media, cuando el Pontífice estaba a cargo de un imperio y era un estratega más en el mapa geopolítico europeo. Son episodios poco luminosos en este sentido, pero nada más lejos de la realidad del siglo XXI. ¿Alguien puede afirmar, sin hacer el ridículo más absoluto, que el Papa Francisco tiene más "poder" que Trump, Jinping, Putin, Musk, o cualquier presidente del gobierno de un país desarrollado, o de una multinacional, o de un conglomerado de comunicación? Por favor. Ojalá fuera así, también te digo, porque el Papa no hace más que pedir que se terminen las guerras y las injusticias sociales, y ya vemos cómo está el panorama. No dejes que te tomen el pelo, hazte ese favor.
ASPECTOS CONSTRUCTIVOS DE LA PELÍCULA (también para un católico):
- La batalla espiritual se libra, en primer lugar, en el corazón de todo hombre. Esto se percibe, sobre todo, en el personaje protagonista del Cardenal Lawrence, quien en todo momento intenta hacer "lo correcto" según le indica su conciencia.
- El ser humano, herido por el pecado, puede ser profundamente mezquino, de ahí la necesidad de ser salvados y redimidos por la sangre de Jesucristo.
- Todos, absolutamente todos, hasta el más "santo y virtuoso", somos capaces de corrompernos y caer en las actitudes que se reflejan en la película, dejarnos seducir por la avaricia o cualquier otro pecado capital.
- La Iglesia, en su dimensión de "organización humana" (sin dejar de lado la guía del Espíritu Santo), puede ser (y por desgracia ha sido muchas veces, y seguirá siendo en la medida en que los hombres somos pecadores) escenario de situaciones penosas, como las retratadas en la película. Dicho lo cual, es más interesante tratar de construirla humilde y activamente, y rezar por ella y por el Papa, que limitarse a apuntar dichas debilidades (que es, por otro lado, el recurso fácil).
FACTORES QUE, TRISTEMENTE, LA PELÍCULA NO TE CUENTA
- Al Espíritu Santo apenas se le nombra, y es el propio Espíritu de Dios, al que los cardenales se acogen y que, de una forma misteriosa y que nunca alcanzaremos a entender del todo, asiste a la Iglesia incluso en los momentos más oscuros, también en la elección de un Pontífice, sirviéndose de las distintas libertades de los hombres implicados en ello. Baste ver que la Iglesia siga viva y llena de obras buenas 2.000 años después de que Jesús pisara esta tierra, con todo lo que ha llovido desde entonces (si lo de "obras buenas" te ha arrancado una sonrisa sarcástica y descreída, busca en Youtube la serie "Hagan Lío" o cualquier web o documental sobre la obra social de la Iglesia actualmente).
- El famoso sermón de Lawrence, afirmando que "la certeza es el mayor enemigo de la tolerancia, porque incluso Cristo dudó en la cruz". Ante todo, aclaremos que el citado "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" corresponde al Salmo 22, y Jesucristo lo pronuncia en la Cruz para "cumplir las escrituras", en un momento en que está sufriendo lo indecible, pero en ningún caso duda de la voluntad de Dios Padre. Dicho esto, cuidado con la falacia y el relativismo resultantes de rechazar cualquier posible certeza. Una cosa es tener una actitud de acogida y misericordia con el que piensa o actúa diferente (nada más cristiano que eso), pero dar un salto mortal y decir que "cualquier opción es igualmente válida" es una soberana estupidez (y ni siquiera la gente más progre te lo compra, ¿en qué consiste, sino, el feminismo o la oposición unánime a los famosos "discursos del odio"?). Cristo dijo de sí mismo que es "EL Camino, LA Verdad y LA Vida", no "un camino tan bueno como cualquier otro, una verdad que está bien si encaja en tu modo de vida, etc". Cristo abrazaba y miraba con ternura y perdón hasta al más pecador, pero siempre animándole a dejar atrás todo pecado que le separase de Él, no validándolo. No existe, por tanto, la oposición entre "certeza y tolerancia", sí la existe entre "intolerancia" y "tolerancia", como las propias palabras indican. De nuevo; una herramienta efectista a nivel de guion, pero intrínsecamente engañosa.
Sobre decir que la película, en cuanto a producción y valor narrativo y visual, es brutal. No me explayaré al respecto, que para eso la crítica está siendo bastante unánime. Te mantiene atrapado y está todo muy bien llevado, desde los actores, los encuadres, los silencios, las miradas, etc.
Voy a utilizar varios fragmentos de la entrevista a Edward Berger, el director, concedida al diario Público (uno de los medios que con más alegría se lanzan sobre cualquier producto anti-clerical).
Dice el director: "Para mí, el cónclave o la iglesia son solo el envoltorio exterior. Se trata de conocer a un grupo de hombres que sucumbe a la seducción de la ambición. Son hombres que quieren esa posición poderosa. Eso es interesante porque es universal. Podría tener lugar en muchos sitios". Eso hay que tenerlo en cuenta, ya que es una película de base hipotética, no basada en hechos reales que hayan tenido lugar en un cónclave de verdad.
Un apunte sobre dicha entrevista. Ojo con el morbo infantil del supuesto poder temporal del Papa (en oposición al "poder espiritual", por hacer la distinción clásica). Dice el director de la entrevista que se trata de "la elección más secreta de la persona más poderosa del mundo". Vamos a ver. "La persona más poderosa del mundo" podría haber sido el Papa, aun con reservas, en ciertos momentos de la Edad Media, cuando el Pontífice estaba a cargo de un imperio y era un estratega más en el mapa geopolítico europeo. Son episodios poco luminosos en este sentido, pero nada más lejos de la realidad del siglo XXI. ¿Alguien puede afirmar, sin hacer el ridículo más absoluto, que el Papa Francisco tiene más "poder" que Trump, Jinping, Putin, Musk, o cualquier presidente del gobierno de un país desarrollado, o de una multinacional, o de un conglomerado de comunicación? Por favor. Ojalá fuera así, también te digo, porque el Papa no hace más que pedir que se terminen las guerras y las injusticias sociales, y ya vemos cómo está el panorama. No dejes que te tomen el pelo, hazte ese favor.
ASPECTOS CONSTRUCTIVOS DE LA PELÍCULA (también para un católico):
- La batalla espiritual se libra, en primer lugar, en el corazón de todo hombre. Esto se percibe, sobre todo, en el personaje protagonista del Cardenal Lawrence, quien en todo momento intenta hacer "lo correcto" según le indica su conciencia.
- El ser humano, herido por el pecado, puede ser profundamente mezquino, de ahí la necesidad de ser salvados y redimidos por la sangre de Jesucristo.
- Todos, absolutamente todos, hasta el más "santo y virtuoso", somos capaces de corrompernos y caer en las actitudes que se reflejan en la película, dejarnos seducir por la avaricia o cualquier otro pecado capital.
- La Iglesia, en su dimensión de "organización humana" (sin dejar de lado la guía del Espíritu Santo), puede ser (y por desgracia ha sido muchas veces, y seguirá siendo en la medida en que los hombres somos pecadores) escenario de situaciones penosas, como las retratadas en la película. Dicho lo cual, es más interesante tratar de construirla humilde y activamente, y rezar por ella y por el Papa, que limitarse a apuntar dichas debilidades (que es, por otro lado, el recurso fácil).
FACTORES QUE, TRISTEMENTE, LA PELÍCULA NO TE CUENTA
- Al Espíritu Santo apenas se le nombra, y es el propio Espíritu de Dios, al que los cardenales se acogen y que, de una forma misteriosa y que nunca alcanzaremos a entender del todo, asiste a la Iglesia incluso en los momentos más oscuros, también en la elección de un Pontífice, sirviéndose de las distintas libertades de los hombres implicados en ello. Baste ver que la Iglesia siga viva y llena de obras buenas 2.000 años después de que Jesús pisara esta tierra, con todo lo que ha llovido desde entonces (si lo de "obras buenas" te ha arrancado una sonrisa sarcástica y descreída, busca en Youtube la serie "Hagan Lío" o cualquier web o documental sobre la obra social de la Iglesia actualmente).
- El famoso sermón de Lawrence, afirmando que "la certeza es el mayor enemigo de la tolerancia, porque incluso Cristo dudó en la cruz". Ante todo, aclaremos que el citado "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" corresponde al Salmo 22, y Jesucristo lo pronuncia en la Cruz para "cumplir las escrituras", en un momento en que está sufriendo lo indecible, pero en ningún caso duda de la voluntad de Dios Padre. Dicho esto, cuidado con la falacia y el relativismo resultantes de rechazar cualquier posible certeza. Una cosa es tener una actitud de acogida y misericordia con el que piensa o actúa diferente (nada más cristiano que eso), pero dar un salto mortal y decir que "cualquier opción es igualmente válida" es una soberana estupidez (y ni siquiera la gente más progre te lo compra, ¿en qué consiste, sino, el feminismo o la oposición unánime a los famosos "discursos del odio"?). Cristo dijo de sí mismo que es "EL Camino, LA Verdad y LA Vida", no "un camino tan bueno como cualquier otro, una verdad que está bien si encaja en tu modo de vida, etc". Cristo abrazaba y miraba con ternura y perdón hasta al más pecador, pero siempre animándole a dejar atrás todo pecado que le separase de Él, no validándolo. No existe, por tanto, la oposición entre "certeza y tolerancia", sí la existe entre "intolerancia" y "tolerancia", como las propias palabras indican. De nuevo; una herramienta efectista a nivel de guion, pero intrínsecamente engañosa.
4 de enero de 2025
4 de enero de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Utilizando la astucia y un guion bien armado Edward Berger termina desarrollando un film de suspenso e intriga altamente recomendable. El disparador lo constituye la muerte del Papa siendo este hecho quien genere una madeja de conspiraciones, manipulaciones y entramados entre los cardenales postulados para sucederlo. El diacono a cargo de llevar adelante el cónclave se constituirá en una especie de H. Poirot con sotana e irá descubriendo hechos negativos (en donde el punto en común es la ambición por llegar a lo más alto sin importar nada) entre los principales candidatos al papado. Hay mucho misterio, un final casi irónico, pero sobre todo una actuación magistral de Ralph Fiennes, muy bien acompañado por Isabella Rosellini, Stanley Tucci y John Lithgow. Merece verse.
5 de enero de 2025
5 de enero de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas asépticas, y objetivas se están poniendo de moda.
Son ese tipo de películas que te cuentan una historia, una historia interesante, pero lo hacen desde un punto objetivo, o al menos, lo más aséptico posible. Es este el caso de esta cinta.
Las interpretaciones, con el elenco que nos ocupa son brillantes, la fotografía, teniendo en cuenta la historia del Vaticano y lo que representa como marco, es elegante y adecuada al tema que se está tratando.
Pero, lo que más me ha gustado, es la forma tan innovadora con la que se ha llegado al final de la cinta.
Era evidente que se tenía que tratar el tema del celibato,, crisis de fe, la ambición, el poder... en fin...,como si no lo hubiera en las demás religiones.
Pero el mensaje de los católicos, tal vez, no tanto el de la iglesia como institución, sí queda claro. Y esa, es la verdadera fuerza de la fe cristiana.
Son ese tipo de películas que te cuentan una historia, una historia interesante, pero lo hacen desde un punto objetivo, o al menos, lo más aséptico posible. Es este el caso de esta cinta.
Las interpretaciones, con el elenco que nos ocupa son brillantes, la fotografía, teniendo en cuenta la historia del Vaticano y lo que representa como marco, es elegante y adecuada al tema que se está tratando.
Pero, lo que más me ha gustado, es la forma tan innovadora con la que se ha llegado al final de la cinta.
Era evidente que se tenía que tratar el tema del celibato,, crisis de fe, la ambición, el poder... en fin...,como si no lo hubiera en las demás religiones.
Pero el mensaje de los católicos, tal vez, no tanto el de la iglesia como institución, sí queda claro. Y esa, es la verdadera fuerza de la fe cristiana.
6 de enero de 2025
6 de enero de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué sucede cuando el centro del poder espiritual del mundo se convierte en un campo de batalla político y moral? Edward Berger sale de las trincheras en el remake de SIN NOVEDAD EN EL FRENTE para llevarnos al corazón del Vaticano, cerrando un 2024 con broche de oro con su nueva película, CÓNCLAVE.
El director nos adentra en los misteriosos pasillos de la iglesia, donde, tras la muerte del Sumo Pontífice, los cardenales deben elegir a su sucesor en medio de intrigas, secretos y una conspiración que amenaza con derrumbar los cimientos de la Iglesia Católica. El films combina la solemnidad de una tradición milenaria con la crudeza de las luchas de poder, ofreciendo un espectáculo que, como espectador, no puedes apartar la mirada.
La dirección de Berger es casi sacramental, con una puesta en escena tan eclesiástica como sobrecogedora. El diseño de producción y la fotografía de Stéphane Fontaine son una auténtica delicia visual, jugando con las sombras y los espacios cerrados para reflejar el conflicto interno de los personajes y el peso de los secretos que cargan. Y con espacios abiertos para mostrar la inmensidad y el poder que tiene la iglesia sobre nosotros.
Y hablando de personajes, Ralph Fiennes lidera el reparto y luce como el cardenal Lawrence. Su interpretación transmite autoridad, pero también humanidad, haciéndonos partícipes de sus dudas y de la lucha por mantener su integridad en un mundo lleno de hipocresías y traiciones. También podemos ver el carisma de Stanley Tucci que domina la pantalla incluso en las escenas más corales, logrando que el espectador empatice con su dilema y viva cada revelación junto a él. Es una actuación que equilibra con maestría lo contenido y lo explosivo, lo humano y lo divino.
El guion de Peter Straughan, basado en la novela de Robert Harris, sabe cuándo jugar sus cartas, dejando que el suspense y las revelaciones impacten en el momento justo. Y ese final… mejor prepárate, porque dará mucho de qué hablar. Sin caer en spoilers, digamos que es tan valiente como divisivo.
Conclave brilla por su capacidad de desnudar los trapos sucios de una institución que, aunque es sagrada, no está exenta de pecado. La película se siente como una llamada de atención al poder y sus sombras, envuelta en un thriller absorbente
¿Mi veredicto? Una cinta imperdible, tanto para amantes del cine de intriga como para quienes disfrutan de relatos que no temen cuestionar a las instituciones más poderosas.
El director nos adentra en los misteriosos pasillos de la iglesia, donde, tras la muerte del Sumo Pontífice, los cardenales deben elegir a su sucesor en medio de intrigas, secretos y una conspiración que amenaza con derrumbar los cimientos de la Iglesia Católica. El films combina la solemnidad de una tradición milenaria con la crudeza de las luchas de poder, ofreciendo un espectáculo que, como espectador, no puedes apartar la mirada.
La dirección de Berger es casi sacramental, con una puesta en escena tan eclesiástica como sobrecogedora. El diseño de producción y la fotografía de Stéphane Fontaine son una auténtica delicia visual, jugando con las sombras y los espacios cerrados para reflejar el conflicto interno de los personajes y el peso de los secretos que cargan. Y con espacios abiertos para mostrar la inmensidad y el poder que tiene la iglesia sobre nosotros.
Y hablando de personajes, Ralph Fiennes lidera el reparto y luce como el cardenal Lawrence. Su interpretación transmite autoridad, pero también humanidad, haciéndonos partícipes de sus dudas y de la lucha por mantener su integridad en un mundo lleno de hipocresías y traiciones. También podemos ver el carisma de Stanley Tucci que domina la pantalla incluso en las escenas más corales, logrando que el espectador empatice con su dilema y viva cada revelación junto a él. Es una actuación que equilibra con maestría lo contenido y lo explosivo, lo humano y lo divino.
El guion de Peter Straughan, basado en la novela de Robert Harris, sabe cuándo jugar sus cartas, dejando que el suspense y las revelaciones impacten en el momento justo. Y ese final… mejor prepárate, porque dará mucho de qué hablar. Sin caer en spoilers, digamos que es tan valiente como divisivo.
Conclave brilla por su capacidad de desnudar los trapos sucios de una institución que, aunque es sagrada, no está exenta de pecado. La película se siente como una llamada de atención al poder y sus sombras, envuelta en un thriller absorbente
¿Mi veredicto? Una cinta imperdible, tanto para amantes del cine de intriga como para quienes disfrutan de relatos que no temen cuestionar a las instituciones más poderosas.
7 de enero de 2025
7 de enero de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre ha sido para mí, la elección de un nuevo Papa, un motivo de gran curiosidad. No he tenido muchas ocasiones de oír la mítica frase “Habemus papam”, después o antes de la fumata blanca, ahora no sé. Normalmente, nadie tiene muchas ocasiones de hacerlo dada la longevidad de los ocupantes de la sede de Roma.
Dado el secretismo que rodea todo el proceso, mi ignorancia sobre el tema es supina. Tampoco es que haya investigado mucho, pero imagino que poco habrá trascendido. De todas formas, por muy Santos Padres que luego sean o se los suponga, son humanos, y los humanos nos dejamos guiar por la ambición, las debilidades, el compañerismo y otros sentimientos, nobles o no.
Por todas estas razones fui a ver esta película, en una sesión que para mi grata y gran sorpresa estaba tan llena de espectadores que diría que no había una butaca libre; todavía hay esperanza para el cine en las grandes salas.
El planteamiento del film está muy bien y está muy bien desarrollado, especialmente como va presentando a los posibles candidatos. Con el hilo conductor del decano que dirige, a su pesar, todo el Cónclave y sus procesos vamos viendo y, sobre todo, conociendo a los candidatos; por cierto, estupendo el actor que encarna al decano. Los hay de todas las tendencias y de todas las miserias humanas. En las dos horas ajustadas de la película nos hacemos una idea aparentemente bastante aproximada de lo que pueden suponer estos procesos de selección y posterior elección. No hace falta más tiempo, dos horas y punto, cosa a valorar en estos tiempos que corren de larguísimos largometrajes
Salimos de la sala sabiendo más de cuando entramos. Por otra parte, la película está en la modernidad de los tiempos que corren, y la elección del nuevo papa así lo confirma. ¿En qué consiste esta modernidad? Para su respuesta, aconsejaría mucho su visionado, pero adelantaré que ni defrauda ni me parece impostado.
Dado el secretismo que rodea todo el proceso, mi ignorancia sobre el tema es supina. Tampoco es que haya investigado mucho, pero imagino que poco habrá trascendido. De todas formas, por muy Santos Padres que luego sean o se los suponga, son humanos, y los humanos nos dejamos guiar por la ambición, las debilidades, el compañerismo y otros sentimientos, nobles o no.
Por todas estas razones fui a ver esta película, en una sesión que para mi grata y gran sorpresa estaba tan llena de espectadores que diría que no había una butaca libre; todavía hay esperanza para el cine en las grandes salas.
El planteamiento del film está muy bien y está muy bien desarrollado, especialmente como va presentando a los posibles candidatos. Con el hilo conductor del decano que dirige, a su pesar, todo el Cónclave y sus procesos vamos viendo y, sobre todo, conociendo a los candidatos; por cierto, estupendo el actor que encarna al decano. Los hay de todas las tendencias y de todas las miserias humanas. En las dos horas ajustadas de la película nos hacemos una idea aparentemente bastante aproximada de lo que pueden suponer estos procesos de selección y posterior elección. No hace falta más tiempo, dos horas y punto, cosa a valorar en estos tiempos que corren de larguísimos largometrajes
Salimos de la sala sabiendo más de cuando entramos. Por otra parte, la película está en la modernidad de los tiempos que corren, y la elección del nuevo papa así lo confirma. ¿En qué consiste esta modernidad? Para su respuesta, aconsejaría mucho su visionado, pero adelantaré que ni defrauda ni me parece impostado.
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