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6.0
7,017
8
24 de octubre de 2024
24 de octubre de 2024
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parker Finn regresa con la secuela de Smile, y no decepciona. Esta vez seguimos a Skye Riley, una estrella del pop mundial a punto de embarcarse en una gira cuando sucesos aterradores e inexplicables comienzan a desmoronar su vida. La película arranca con un plano secuencia impactante, que no solo te mete de lleno en la historia, sino que establece el tono de lo que está por venir: una espiral de horror que sigue de cerca a su protagonista.
La dirección de Finn es impecable, centrando la cámara en Skye durante todo el metraje, lo que crea una sensación de agobio constante. El espectador se convierte en una sombra que acompaña a la protagonista en su descenso al miedo y la paranoia. Este recurso estilístico es clave para transmitir la intensidad emocional y la vulnerabilidad de Skye, atrapada no solo por el terror sobrenatural, sino también por la presión de la fama y un pasado oscuro que amenaza con consumirla.
Las escenas de terror están brillantemente construidas, con momentos de gore bien dosificados que no caen en lo gratuito, pero que saben impactar cuando es necesario. Hay secuencias que generan una atmósfera asfixiante, logrando que el público sienta el mismo terror que experimenta la protagonista. Y es que, si algo hace bien esta secuela, es mantener la tensión en todo momento, sin perder el ritmo.
A nivel de actuación, la protagonista brilla. Su interpretación es convincente y llena de matices, capturando a la perfección la mezcla de miedo, confusión y desesperación que su personaje atraviesa. No es fácil estar a la altura de una película que ya de por sí fue exitosa, pero ella consigue elevar esta secuela, dotándola de una profundidad emocional que no siempre se ve en el género.
En definitiva, esta segunda parte no tiene nada que envidiar a la primera. Finn no solo mantiene el nivel, sino que lo lleva un paso más allá, entregándonos una película que mezcla el horror psicológico con una narrativa visual efectiva y momentos de puro terror. Si te gustó Smile, esta secuela te dejará al borde del asiento. ¿Las segundas partes nunca fueron buenas? Parker Finn acaba de romper esa regla.”
La dirección de Finn es impecable, centrando la cámara en Skye durante todo el metraje, lo que crea una sensación de agobio constante. El espectador se convierte en una sombra que acompaña a la protagonista en su descenso al miedo y la paranoia. Este recurso estilístico es clave para transmitir la intensidad emocional y la vulnerabilidad de Skye, atrapada no solo por el terror sobrenatural, sino también por la presión de la fama y un pasado oscuro que amenaza con consumirla.
Las escenas de terror están brillantemente construidas, con momentos de gore bien dosificados que no caen en lo gratuito, pero que saben impactar cuando es necesario. Hay secuencias que generan una atmósfera asfixiante, logrando que el público sienta el mismo terror que experimenta la protagonista. Y es que, si algo hace bien esta secuela, es mantener la tensión en todo momento, sin perder el ritmo.
A nivel de actuación, la protagonista brilla. Su interpretación es convincente y llena de matices, capturando a la perfección la mezcla de miedo, confusión y desesperación que su personaje atraviesa. No es fácil estar a la altura de una película que ya de por sí fue exitosa, pero ella consigue elevar esta secuela, dotándola de una profundidad emocional que no siempre se ve en el género.
En definitiva, esta segunda parte no tiene nada que envidiar a la primera. Finn no solo mantiene el nivel, sino que lo lleva un paso más allá, entregándonos una película que mezcla el horror psicológico con una narrativa visual efectiva y momentos de puro terror. Si te gustó Smile, esta secuela te dejará al borde del asiento. ¿Las segundas partes nunca fueron buenas? Parker Finn acaba de romper esa regla.”

6.2
3,194
7
20 de noviembre de 2024
20 de noviembre de 2024
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Te imaginas enfrentarte a tus propios demonios en una época donde la fe, la superstición y el aislamiento dictan tu destino? Esta película de folk horror te llevará al límite.
Ambientada en la Austria rural del siglo XVIII, esta historia sigue a Agnes, una joven profundamente religiosa que, tras casarse, comienza a sentirse atrapada por pensamientos oscuros. Pero... ¿es todo producto de su mente o hay algo más acechándola?
La puesta en escena es simplemente espectacular. Las casas austeras, las colinas cubiertas de bosques y la iluminación tenue de velas hacen que todo se sienta asfixiante. Es un mundo donde la naturaleza y la superstición pesan tanto como los silencios que rodean a Agnes. Cada rincón parece cargado de amenaza, pero al mismo tiempo, de belleza melancólica. Los colores apagados – tonos grises – refuerzan esta sensación de decadencia y aislamiento.
Esta no es una película para quienes buscan sustos rápidos. Es un relato que se cocina a fuego lento, donde cada escena y cada plano contribuyen a una atmósfera opresiva. La fotografía trabaja con planos amplios para mostrar lo pequeña que es Agnes frente al mundo que la rodea, y planos cerrados para enfatizar el peso de su desesperación. Aquí el terror no grita, pero susurra… y esos susurros te persiguen.
Más allá del horror, esta película explora la lucha entre la fe y los oscuros rincones de la mente humana. La ejecución inicial de una mujer en la colina actúa como una advertencia y un presagio que guía la historia de Agnes, cuestionando cómo el control religioso y la superstición pueden convertirse en el verdadero monstruo.
Ambientada en la Austria rural del siglo XVIII, esta historia sigue a Agnes, una joven profundamente religiosa que, tras casarse, comienza a sentirse atrapada por pensamientos oscuros. Pero... ¿es todo producto de su mente o hay algo más acechándola?
La puesta en escena es simplemente espectacular. Las casas austeras, las colinas cubiertas de bosques y la iluminación tenue de velas hacen que todo se sienta asfixiante. Es un mundo donde la naturaleza y la superstición pesan tanto como los silencios que rodean a Agnes. Cada rincón parece cargado de amenaza, pero al mismo tiempo, de belleza melancólica. Los colores apagados – tonos grises – refuerzan esta sensación de decadencia y aislamiento.
Esta no es una película para quienes buscan sustos rápidos. Es un relato que se cocina a fuego lento, donde cada escena y cada plano contribuyen a una atmósfera opresiva. La fotografía trabaja con planos amplios para mostrar lo pequeña que es Agnes frente al mundo que la rodea, y planos cerrados para enfatizar el peso de su desesperación. Aquí el terror no grita, pero susurra… y esos susurros te persiguen.
Más allá del horror, esta película explora la lucha entre la fe y los oscuros rincones de la mente humana. La ejecución inicial de una mujer en la colina actúa como una advertencia y un presagio que guía la historia de Agnes, cuestionando cómo el control religioso y la superstición pueden convertirse en el verdadero monstruo.
6
24 de octubre de 2024
24 de octubre de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar vuelve a la gran pantalla con La habitación de al lado (2024), su primer largometraje rodado íntegramente en inglés, protagonizado por dos gigantes del cine: Tilda Swinton y Julianne Moore. Almodóvar, que nos ha dado joyas como Todo sobre mi madre, Hable con ella y Volver, trae un drama que homenajea nada menos que a Dublineses, la última obra de John Huston.
La película sigue a Ingrid y Martha, dos viejas amigas que, tras años sin contacto, se reencuentran en una situación inesperada y emocionalmente intensa.
Swinton y Moore están impresionantes, cargando con el peso emocional de la película. Sus interpretaciones son sutiles, elegantes, y perfectamente orquestadas por la mano firme de Almodóvar. Se sienten como personajes que han vivido miles de historias antes de que las conozcamos, lo que añade una dimensión casi palpable a sus roles.
Como en todas sus películas, el uso del color vuelve a ser uno de los protagonistas. Almodóvar juega con paletas vibrantes, resaltando los estados emocionales de los personajes, aunque esta vez hay un toque más contenido, reflejando tal vez esa frialdad que permea la trama.
Los encuadres y planos son absolutamente simétricos, cada detalle está donde debe estar. Nada está fuera de lugar, y eso da una sensación de control total sobre el espacio y los personajes. Sin embargo, a pesar de esta perfección técnica, debo confesar que la historia me dejó algo frío. El drama, aunque fuerte, se siente distante, casi impersonal. Es una narrativa que, aunque impactante, no logra del todo transmitir la carga emocional de la que es capaz.
La habitación de al lado es una obra que muestra a un Almodóvar más comedido, donde la técnica y la estética sobresalen, pero donde quizás el corazón se queda un poco en un segundo plano.
La película sigue a Ingrid y Martha, dos viejas amigas que, tras años sin contacto, se reencuentran en una situación inesperada y emocionalmente intensa.
Swinton y Moore están impresionantes, cargando con el peso emocional de la película. Sus interpretaciones son sutiles, elegantes, y perfectamente orquestadas por la mano firme de Almodóvar. Se sienten como personajes que han vivido miles de historias antes de que las conozcamos, lo que añade una dimensión casi palpable a sus roles.
Como en todas sus películas, el uso del color vuelve a ser uno de los protagonistas. Almodóvar juega con paletas vibrantes, resaltando los estados emocionales de los personajes, aunque esta vez hay un toque más contenido, reflejando tal vez esa frialdad que permea la trama.
Los encuadres y planos son absolutamente simétricos, cada detalle está donde debe estar. Nada está fuera de lugar, y eso da una sensación de control total sobre el espacio y los personajes. Sin embargo, a pesar de esta perfección técnica, debo confesar que la historia me dejó algo frío. El drama, aunque fuerte, se siente distante, casi impersonal. Es una narrativa que, aunque impactante, no logra del todo transmitir la carga emocional de la que es capaz.
La habitación de al lado es una obra que muestra a un Almodóvar más comedido, donde la técnica y la estética sobresalen, pero donde quizás el corazón se queda un poco en un segundo plano.

6.8
17,389
9
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Eggers demuestra una vez más por qué es uno de los cineastas más fascinantes de nuestra era. Nosferatu (2024) no es solo un remake del clásico de Murnau; es una reinvención cargada de atmósfera, visualmente deslumbrante y profundamente inquietante.
Eggers, fiel a su estilo, no se limita a contar la historia de un vampiro; construye una narrativa gótica donde la obsesión y el deseo se convierten en auténticos protagonistas. Su dirección es impecable, cuidando cada detalle para sumergir al espectador en un mundo sombrío y opresivo. Jarin Blaschke, su habitual director de fotografía, entrega aquí su trabajo más ambicioso: cada plano es una obra de arte. Los claroscuros, las sombras y la textura visual remiten al expresionismo alemán, con algún que otro destello del impresionismo francés recordando a directores como Dreyer. Mientras que los paisajes naturales y las arquitecturas decadentes amplifican esa sensación de pesadilla. Y aunque bebe del expresionismo alemán, aquí vemos una puesta en escena mas gótica, nada que ver con el Drácula de Bram Stoker que dirigió Coppola, que tiraba mas por lo romántico y barroco.
Bill Skarsgård encarna a Nosferatu con una intensidad que hiela la sangre. Su interpretación no es solo terrorífica, sino también trágica, añadiendo una capa de profundidad al personaje. Lily-Rose Depp sorprende con una actuación cargada de vulnerabilidad y fuerza, mientras que Nicholas Hoult, Willem Dafoe y Aaron Taylor-Johnson enriquecen la historia con interpretaciones que no pasan desapercibidas.
El diseño de producción y la música, a cargo de Robin Carolan, elevan la experiencia. Las composiciones sonoras no solo acompañan las imágenes, las potencian, logrando que cada escena te mantenga al filo del asiento. Eggers construye un universo gótico tan inmersivo que es imposible no sentir la amenaza constante que impregna cada rincón de la pantalla.
Aunque Nosferatu rinde homenaje al cine clásico, no se queda atrapada en el pasado. Eggers aporta una visión contemporánea y visceral que hace que este remake sea una obra imprescindible, incluso me atrevo a decir que hay planos que ya son HISTORIA DEL CINE. Es una obra tanto para los amantes del terror como para los fanáticos del buen cine.
En definitiva, Nosferatu (2024) es más que una película; es una experiencia visual y emocional que consolida a Robert Eggers como uno de los grandes directores de nuestra generación.
Eggers, fiel a su estilo, no se limita a contar la historia de un vampiro; construye una narrativa gótica donde la obsesión y el deseo se convierten en auténticos protagonistas. Su dirección es impecable, cuidando cada detalle para sumergir al espectador en un mundo sombrío y opresivo. Jarin Blaschke, su habitual director de fotografía, entrega aquí su trabajo más ambicioso: cada plano es una obra de arte. Los claroscuros, las sombras y la textura visual remiten al expresionismo alemán, con algún que otro destello del impresionismo francés recordando a directores como Dreyer. Mientras que los paisajes naturales y las arquitecturas decadentes amplifican esa sensación de pesadilla. Y aunque bebe del expresionismo alemán, aquí vemos una puesta en escena mas gótica, nada que ver con el Drácula de Bram Stoker que dirigió Coppola, que tiraba mas por lo romántico y barroco.
Bill Skarsgård encarna a Nosferatu con una intensidad que hiela la sangre. Su interpretación no es solo terrorífica, sino también trágica, añadiendo una capa de profundidad al personaje. Lily-Rose Depp sorprende con una actuación cargada de vulnerabilidad y fuerza, mientras que Nicholas Hoult, Willem Dafoe y Aaron Taylor-Johnson enriquecen la historia con interpretaciones que no pasan desapercibidas.
El diseño de producción y la música, a cargo de Robin Carolan, elevan la experiencia. Las composiciones sonoras no solo acompañan las imágenes, las potencian, logrando que cada escena te mantenga al filo del asiento. Eggers construye un universo gótico tan inmersivo que es imposible no sentir la amenaza constante que impregna cada rincón de la pantalla.
Aunque Nosferatu rinde homenaje al cine clásico, no se queda atrapada en el pasado. Eggers aporta una visión contemporánea y visceral que hace que este remake sea una obra imprescindible, incluso me atrevo a decir que hay planos que ya son HISTORIA DEL CINE. Es una obra tanto para los amantes del terror como para los fanáticos del buen cine.
En definitiva, Nosferatu (2024) es más que una película; es una experiencia visual y emocional que consolida a Robert Eggers como uno de los grandes directores de nuestra generación.

6.5
33,122
8
12 de noviembre de 2024
12 de noviembre de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Coralie Fargeat, quien ya nos sorprendió con su potente Revenge, vuelve a la carga con La Sustancia, una mezcla fascinante de ciencia ficción, body horror, comedia negra y terror, que ha revolucionado el festival de Sitges. La película narra la historia de una actriz veterana, magistralmente interpretada por Demi Moore, que decide inyectarse una misteriosa sustancia para revertir el paso del tiempo y recuperar el lugar que la industria le ha arrebatado. Pero, lo que parece una solución milagrosa, se convierte en una pesadilla de clonación y autoexploración.
La dirección de Fargeat es impecable, con una precisión quirúrgica que se siente en cada plano detalle, en la cuidadosa simetría y en el uso del color. Todo esto subraya la potente sátira sobre el edadismo y los cánones de belleza. Además, La Sustancia no escatima en gore ni en sangre, con secuencias explícitas que nos llevan al límite de lo soportable, siempre con un propósito claro: incomodarnos y hacer visible el horror de la autodestrucción.
Demi Moore brilla en un papel diseñado a su medida, desafiando tanto los límites del género como los de la propia industria que critica. Fargeat ha logrado no solo incomodarnos visualmente, sino hacernos reflexionar sobre la obsesión por la perfección y la juventud, mientras nos sumerge en una pesadilla corporal digna de Cronenberg. La Sustancia es un golpe audaz y necesario al sistema, envuelto en una narrativa tan perturbadora como precisa."
La dirección de Fargeat es impecable, con una precisión quirúrgica que se siente en cada plano detalle, en la cuidadosa simetría y en el uso del color. Todo esto subraya la potente sátira sobre el edadismo y los cánones de belleza. Además, La Sustancia no escatima en gore ni en sangre, con secuencias explícitas que nos llevan al límite de lo soportable, siempre con un propósito claro: incomodarnos y hacer visible el horror de la autodestrucción.
Demi Moore brilla en un papel diseñado a su medida, desafiando tanto los límites del género como los de la propia industria que critica. Fargeat ha logrado no solo incomodarnos visualmente, sino hacernos reflexionar sobre la obsesión por la perfección y la juventud, mientras nos sumerge en una pesadilla corporal digna de Cronenberg. La Sustancia es un golpe audaz y necesario al sistema, envuelto en una narrativa tan perturbadora como precisa."
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