El verdugo
1963 

8.2
42,686
Comedia
José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
6 de noviembre de 2011
6 de noviembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a Berlanga esta película estará en mi lista de mejores películas españolas, y es que El Verdugo es una buenísima crítica a la pena de muerte (algo muy común por aquella época gracias al régimen) y a la sociedad española por aquel entonces, para poder salir adelante tendrás que hacer lo que haga falta, aunque no te guste para nada hacerlo.
Los actores han estado muy bien, sobre todo José Isbert en el papel de verdugo retirado, esa madurez con la que intenta convencer a su yerno para que afronte la realidad de su trabajo.
Los actores han estado muy bien, sobre todo José Isbert en el papel de verdugo retirado, esa madurez con la que intenta convencer a su yerno para que afronte la realidad de su trabajo.
30 de diciembre de 2011
30 de diciembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia en la cual un español que quiere irse a trabajar a Alemania ya que socialmente el trabajo que realiza en una funeraria cree que le perjudica a la hora de encontrar amistades, y todo se tuerce aún más al conocer a y al hija de verdugo, persona que sufre su mismo problema, ya que su padre quiere que sea quien le suceda, y eso aterra al protagonista. Película que no solo entretiene, sino que divierte, y eso es difícil ya que pasaron más de 50 años de su estreno. Buena realización, dirección y actuaciones, y además muestra la repulsión social que tiene la gente hacia los verdugos, y el extraño curiosismo de otros. Es difícil resistirse al destino. Lo malo es que no apasiona, no pasa de una buena comedia con un mínimo contenido social.
4 de noviembre de 2015
4 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis García Berlanga, uno de los genios del siglo XX, presenta con "El Verdugo" sus credenciales. No estamos hablando de un mero director, este es uno de los más grandes del cine español, ese tipo de gente que cambia la historia y hace grande su leyenda. Poco más hay que decir de este genial valenciano.
El verdugo es un clásico, una de las mejores películas de Berlanga junto a Plácido (1961) o ¡Bienvenido, Míster Marshall! (1953), un gran Torino, un motor alemán sobre cuatro ruedas como los coches que quiere reparar José Luis Rodríguez (Nino Manfredi), nuestro protagonista. El verdugo narra la historia de José Luis, un empleado de funeraria cuya novia y futura esposa, Carmen (Emma Penella), es hija de un verdugo profesional, Amadeo (José Isbert). Cuando los encuentra en su casa en plena intimidad, les obliga a casarse y debido a las carencias económicas de los recién casados, José Luis con el pavor que le tiene al oficio de su suegro se ve obligado a trabajar de verdugo tras la jubilación de su suegro.
Una comedia clásica para tiempos modernos, Berlanga era un genio y lo demuestra en este largometraje. Trata los temas con una delicadeza casi milimétrica. Temas como el matrimonio, el precio excesivo de la vivienda, la diferencia de clases, el amor, el indulto, la lentitud de los trámites públicos entre otros, todos estos aún presentes en la sociedad actual española. En resumen, una crítica o sátira con tintes de humor negro basada en la España de los años sesenta, época en la que el film está rodado pero que tampoco se diferencia mucho con el estado actual de la sociedad española a día de hoy. Cuenta con un toque sobradamente atrevido por parte del gran director por la situación en la que se encontraba el país en dicho momento, inmerso en un periodo de dictadura. Berlanga, de nuevo, lo vuelve a conseguir, una comedia hecha y derecha en la que el humor rebosa a lo largo de la misma con autoridad, potencia y coraje.
En resumen, el tiempo ha pasado y como el buen vino la película se ha convertido en un gran reserva, siendo una de las películas del cine clásico español por excelencia.
El verdugo es un clásico, una de las mejores películas de Berlanga junto a Plácido (1961) o ¡Bienvenido, Míster Marshall! (1953), un gran Torino, un motor alemán sobre cuatro ruedas como los coches que quiere reparar José Luis Rodríguez (Nino Manfredi), nuestro protagonista. El verdugo narra la historia de José Luis, un empleado de funeraria cuya novia y futura esposa, Carmen (Emma Penella), es hija de un verdugo profesional, Amadeo (José Isbert). Cuando los encuentra en su casa en plena intimidad, les obliga a casarse y debido a las carencias económicas de los recién casados, José Luis con el pavor que le tiene al oficio de su suegro se ve obligado a trabajar de verdugo tras la jubilación de su suegro.
Una comedia clásica para tiempos modernos, Berlanga era un genio y lo demuestra en este largometraje. Trata los temas con una delicadeza casi milimétrica. Temas como el matrimonio, el precio excesivo de la vivienda, la diferencia de clases, el amor, el indulto, la lentitud de los trámites públicos entre otros, todos estos aún presentes en la sociedad actual española. En resumen, una crítica o sátira con tintes de humor negro basada en la España de los años sesenta, época en la que el film está rodado pero que tampoco se diferencia mucho con el estado actual de la sociedad española a día de hoy. Cuenta con un toque sobradamente atrevido por parte del gran director por la situación en la que se encontraba el país en dicho momento, inmerso en un periodo de dictadura. Berlanga, de nuevo, lo vuelve a conseguir, una comedia hecha y derecha en la que el humor rebosa a lo largo de la misma con autoridad, potencia y coraje.
En resumen, el tiempo ha pasado y como el buen vino la película se ha convertido en un gran reserva, siendo una de las películas del cine clásico español por excelencia.
1 de enero de 2019
1 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el espacio cinemático con un ademán de austerismo y crudeza, un escuadre cerrado nos deja constreñidos y ahogados. El plano de unas manos retorciendo un trozo de pan protagonizan la mirada, todo se concentra en esta pequeña acción, y el espíritu de Bresson se abre paso a paso, agigantando la toma —de escasos segundos, que nos recuerda la presencia de su cura rural—. Queda la acción en simple anécdota, o en recordatorio con acto referencial de lo que pudo ser y no parecía ser; no, Berlanga, aquí, nos propone una sátira capital sobre la pena de muerte, se aleja de su referencia y los planos comienzan a respirar presentando de forma velada la figura que hará valer todo su relato; con un susurro, casi inaudible, mascullándose “¿es el verdugo?” es como observamos la figura de un pequeño hombre cruzar el espacio, y es así, como por primera vez se abren las dos vías de acción, la de la crudeza mortal, y la de la risa reverencial, la que provoca ese afable hombrecillo que inexplicablemente es el brazo ejecutor de tan dolorosa acción. Es gracias a este personaje, o a su representación más bien, con la que Berlanga nos posiciona en un camino encrespado donde la mirada —social— se aparta de la ejecución y la huida constante se hace presente con la broma fúnebre como vehículo de esta ida hacia otro lado; primero con el anciano Amadeo (José Isbert), y después con su relevo, José Luis (José Isbert); ambos, parte del mismo elemento o paradigma, el de la inocencia prostituida por el estado, para vertebrar así su pena capital. Así pues, se van sucediendo de forma magistral las acciones con las que la huida se manifiesta: La noticia de un embarazo mientras de fondo, inamovible, crece la presencia de los negros coches funerarios; el funesto maletín, olvidado continuamente tanto por manos de Amadeo como de José Luis y la huida constante de éste de su inevitable deber. Es una huida hueca de esperanza, todo imposibilita la no acción y la sangre acaba manchando esa nueva pieza, puesta por relevo, inocente y trémula que, en una de las secuencias más representativas, atraviesa con más resignación que pena la estancia que precede su quehacer; el cemento blanco y la pulcritud de la estancia lo llenan todo, y allí, al fondo, vislumbramos la negra puerta por la que acaba cruzando José Luis. Se da por hecho, el crimen se ha cometido y la broma ha desaparecido. Solo queda la crudeza de la que al poco de empezar parecíamos habernos librado; la negra espalda social se muestra, se gira ante la injusticia y el film se cierra con una secuencia igualmente negra, la de los trajes de una sociedad ciega, surcando en un pequeño barco las aguas, ajenos a todo, ajenos a la muerte, incluso a la propia. Bresson no estaba tan lejos.
21 de abril de 2020
21 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me va a ser difícil hablar de ésta película, porque no concuerdo con el aplauso mayoritario (considerada por muchos como la mejor película española de la historia), es difícil matar a 'El Verdugo' (ni lo pretendo), pero bueno, vamos allá.
Pienso que se ha leído más allá de lo que hay con esta película. Una cosa es que exista censura y otra la sobre interpretación excesiva de lo que aquí se cuenta. Es decir, si uno no puede contar todo lo que querría o de la manera en que querría debido a la censura no significa que todo lo que queramos pensar que está aquí esté.
‘El Verdugo’ no es desde luego la crítica definitiva a la pena de muerte, ni al franquismo, ni la crítica más acida y acertada a la sociedad de la época. Otra cosa es que algunos la quieran imaginar así.
(Sigue en Spoiler)
Por otro lado, esa banalización que se hace del trabajo de verdugo no es diferente a la que se hace con cualquier otro trabajo de los que aparecen en la película, por lo que tampoco se puede sacar ninguna conclusión seria al respecto. Desde los curas a los que les importa un carajo su propia labor, enterradores a los que les da igual el muerto, etc. Y es que de eso habla el verdugo, de que uno cuando trabaja en algo acaba viendo de manera más prosaica a ese trabajo, siendo una actividad más.
‘El verdugo’ es un retrato más o menos acertado de una sociedad (según lo que opine cada uno), pero desde luego no es una crítica brillante, esa crítica ha sido creada por muchos espectadores que han querido ver mucho más allá de lo que se nos presenta.
Todo esto de lo que he hablado es aquello que separa a esta película de ser una película realmente importante y brillante. Pero por lo demás es una muy buena película, tiene grandes momentos, buena ambientación, buenas interpretaciones en general (en especial Pepe Isbert que está fantástico) y una película que invita a ciertas reflexiones, no sobre la pena de muerte y demás, a eso como dije no llega, pero sí a ciertas cosas de la sociedad española como la escalada social con la entrada de la sociedad aburguesa, la mitificación de Alemania, el impacto que supusieron los extranjeros en este país, especialmente de las mujeres, etc.
Ya que la fotografía de esta película es de Tonino Delli Colli, habitual de Pasolini, recordar que ese sí creó películas (y libros, y poemas) realmente profundos y potentes sobre el ser humano ya en esa época (también es verdad que Italia no estaba bajo una dictadura durante esos años).
Pienso que se ha leído más allá de lo que hay con esta película. Una cosa es que exista censura y otra la sobre interpretación excesiva de lo que aquí se cuenta. Es decir, si uno no puede contar todo lo que querría o de la manera en que querría debido a la censura no significa que todo lo que queramos pensar que está aquí esté.
‘El Verdugo’ no es desde luego la crítica definitiva a la pena de muerte, ni al franquismo, ni la crítica más acida y acertada a la sociedad de la época. Otra cosa es que algunos la quieran imaginar así.
(Sigue en Spoiler)
Por otro lado, esa banalización que se hace del trabajo de verdugo no es diferente a la que se hace con cualquier otro trabajo de los que aparecen en la película, por lo que tampoco se puede sacar ninguna conclusión seria al respecto. Desde los curas a los que les importa un carajo su propia labor, enterradores a los que les da igual el muerto, etc. Y es que de eso habla el verdugo, de que uno cuando trabaja en algo acaba viendo de manera más prosaica a ese trabajo, siendo una actividad más.
‘El verdugo’ es un retrato más o menos acertado de una sociedad (según lo que opine cada uno), pero desde luego no es una crítica brillante, esa crítica ha sido creada por muchos espectadores que han querido ver mucho más allá de lo que se nos presenta.
Todo esto de lo que he hablado es aquello que separa a esta película de ser una película realmente importante y brillante. Pero por lo demás es una muy buena película, tiene grandes momentos, buena ambientación, buenas interpretaciones en general (en especial Pepe Isbert que está fantástico) y una película que invita a ciertas reflexiones, no sobre la pena de muerte y demás, a eso como dije no llega, pero sí a ciertas cosas de la sociedad española como la escalada social con la entrada de la sociedad aburguesa, la mitificación de Alemania, el impacto que supusieron los extranjeros en este país, especialmente de las mujeres, etc.
Ya que la fotografía de esta película es de Tonino Delli Colli, habitual de Pasolini, recordar que ese sí creó películas (y libros, y poemas) realmente profundos y potentes sobre el ser humano ya en esa época (también es verdad que Italia no estaba bajo una dictadura durante esos años).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El principal impedimento para que esto hubiese sido una crítica potente hacia la pena de muerte es José Luis (Nino Manfredi), que es un auténtico pusilánime en todos los sentidos, un enterrador muerto en vida que no tiene decisión ni capacidad para nada en la vida. Un auténtico blandengue al que todo le cuesta y le angustia desde el minuto uno de película, por lo tanto, su negativa a ejecutar al hombre no es una negativa moral a ejecutar a un hombre, ya que durante la película hemos visto que se niega a todo y no tiene decisión en nada; también se habría negado a comprar el pan llorando agarrado a una farola si se diese el caso.
La decisión de ser o no un verdugo no se da en la propia cárcel, es mucho antes. Cuando llega todo el tema de la casa es cuando tiene que decidir entre las opciones que se le presentan, renunciar a la casa dimitiendo o convencer a su suegro de que se retirase tres meses antes y así conservar la casa (la más lógica en mi opinión), o quedarse con la casa a condición de convertirse en verdugo.
Yo no voy a decir cuál es la opción que tiene que elegir, ni digo que sean decisiones fáciles, pero sí que no puede ser que se comporte como una acelga sin voz ni voto en nada que tenga que ver con su vida, porque sería una equivocación (repito) pensar que este hombre no quiere ser verdugo por algo que no sea complicarse y pasar un mal rato en esa vida mejor encaminada que está llevando. Ese es el verdadero motivo de su negativa a ser verdugo y no otro, su puro interés personal, su falta de carácter y que no le baje nada ni nadie de la nube en la que está, con un personaje como él no se puede crear ningún alegato serio contra la pena de muerte ni sobre absolutamente nada.
La decisión de ser o no un verdugo no se da en la propia cárcel, es mucho antes. Cuando llega todo el tema de la casa es cuando tiene que decidir entre las opciones que se le presentan, renunciar a la casa dimitiendo o convencer a su suegro de que se retirase tres meses antes y así conservar la casa (la más lógica en mi opinión), o quedarse con la casa a condición de convertirse en verdugo.
Yo no voy a decir cuál es la opción que tiene que elegir, ni digo que sean decisiones fáciles, pero sí que no puede ser que se comporte como una acelga sin voz ni voto en nada que tenga que ver con su vida, porque sería una equivocación (repito) pensar que este hombre no quiere ser verdugo por algo que no sea complicarse y pasar un mal rato en esa vida mejor encaminada que está llevando. Ese es el verdadero motivo de su negativa a ser verdugo y no otro, su puro interés personal, su falta de carácter y que no le baje nada ni nadie de la nube en la que está, con un personaje como él no se puede crear ningún alegato serio contra la pena de muerte ni sobre absolutamente nada.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here