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Soñadores

Drama París, 1968. Isabelle (Eva Green) y su hermano Theo (Louis Garrel), solos en la ciudad mientras sus padres están de viaje, invitan a su apartamento a Matthew (Michael Pitt), un joven estudiante americano, al que han conocido en un cine. Una vez en casa, establecen unas reglas para conocerse mutuamente, explorando emociones y erotismo a través de una serie de juegos extremadamente arriesgados. (FILMAFFINITY)
Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
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9
28 de marzo de 2006
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sedujo esta película, personalmente me produjo un morbo hasta entonces no encontrado que aún retumba en mis pensamientos. La relación entre personas, un maravilloso mundo inacabable.
Destaco la manera de conducir la cámara en esta película, ayuda a la seducción.
9
17 de octubre de 2012
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día leí que el gran director italiano Bernardo Bertolucci hacía la película que le apetecía y está lo demuestra. Fue la película que lanzó a la fama a Eva Green, y sólo por ello deberían tenerla todos los cinéfilos del mundo en sus bibliotecas. Más que nada, porque hay escenas memorables.

Un estudiante americano está en la Francia del mayo del 68 y conoce a dos hermanos que viven en una gran casa en París y le invitan a vivir con ellos, vivirá unas experiencias increíbles como las que sufrirá el telespectador de esta película, está realmente bien hecha, Betolucci hace lo que le apetece, los actores son muy buenos, la dirección es genial, el guión está fuera de lo común, es insólito pero el contexto social y político solo es una excusa por lo que no está tan claro que quiera reivindicar nada, es una visión onírica del Mayo del 68 que tantas veces he oído nombrar.

Hay algunas escenas que se quedan en la retina para siempre, puede que también haya alguna muy desagradable. Si estás cansado de ver siempre el mismo tipo de cine comercial, sólo tienes que ver Soñadores y estoy convencido de que te va a encantar. Es cine de una gran calidad, también te entenderé si te parece una castaña que vende humo, pero entonces te recordaré que ¡es el mayo del 68 onírico de Bernardo Bertolucci!.

¡Atrévete a verla!
7
5 de noviembre de 2009 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película. Todo en ella es hermoso, desde las caras de los protagonistas, sus cuerpos, sus mentes... Con una banda sonora perfectamente tildada para recordar una época que se recuerda más bonita y rompedora de lo que quizás fue.

Pero de eso trata esta película, de la idealización. De la idealización de la política, de la música y del cine, sobretodo del cine. Un sentido tributo al séptimo arte de ese gran maestro que es Bertolucci. Quizás peque un poco de tópica, pero ahí también radica su encanto.
No es una película de paz y amor, es más bien una película de odio y resentimiento, de juventud pero hecha con el corazón.

En definitiva preciosa ilusión, preciosa idealización. Precioso sueño.
10
1 de junio de 2012 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas las revoluciones, en tanto que éticas y estéticas, han de acabar fracasando para cumplir su papel histórico. Es aquello de "hay barcos que necesitan ser mirados para poder hundirse tranquilamente" lorquiano.
Ahora, que hay un solo camino, deshabitarse, despojarse, vaciarse. Necesitaba que esta película llegara a mi vida como un emblema egregio, emblema ético y absolutamente estético.
Jim Morrison, la masturbación, cultura, la nueva ola, Janis Joplin, Mao, Mayo del 68, Bob Dylan, una nueva manera de hacer cine, es decir, una nueva manera de hacer la vida. Bertolucci está sublime. Una habitación parece un mundo, la cámara no molesta porque ¡oh! somos nosotros.
Theo, Isabelle, Mathew. Tres jóvenes, para siempre jóvenes, encerrados en una casa que emana libertad, cuando la libertad litigaba fuera contra el orden, pasillos que se comunican, reproducciones de Delacroix, Eva Green y su desnudez, su explosiva carnalidad.
Nos hemos desviado tanto del sueño que aspiramos a cosas tangibles, nos convencieron de que los paradigmas venían en otro tren, de otra estación, de qué tren, de qué estación no importa.
Y nos queda vivir en la irrealidad más incoherente, quijotesca y alejada que podemos abarcar. Nos queda el cine, nos quedan los libros, algunas ciudades, nos quedan poemas, abuelos que nos cuentan la guerra perdida, padres que nos cuentan las posguerras arrancadas del almanaque, hijos que esperan que no nos suban la prima de riesgo, que confían en el Banco Central Europeo.
Abandonarse... así dice Luis García Montero:" estoy por afirmar que ahora vivo en un libro de poemas", cualquier cosa menos aceptar y callar.
En cualquier caso valoro esta película como receptáculo de la ironía, siempre cínica, que aspira a una serenidad como una obligación vital, el cansancio de los cuerpos, escritura automática, impensada, carteles como agitación de muros que miran las mismas cosas durante demasiado tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y dos regalos, la escena donde Mathew reprocha a Theo que la revolución está fuera mientras él sólo toma una postura fingida, entra Isabelle y con los tres en la cama, entrambos, habla con su hermano. Es para siempre ¿verdad? ¿Qué es para siempre? Nosotros dos. Lo prometo.
Y otro la escena final, dos maneras de afrontar el conflicto, en mitad de ese universo cómodo configurado con veleidades hermosas, llega una piedra desde la calle, llega la auténtica revolución, violenta como una cama vacía, para salir fuera, definitivamente, y ya ahí cada uno será quién es, sin saber qué camino es el correcto, quién tenía razón, quién hubiera llegado más lejos, quién hubiera conseguido más cosas, así que el plano final es el del poder que aplaca todo, con su fuerza gris. Yo sigo aquí, con una rosa, que necesita más agua y una pluma que necesita más tinta.
9
5 de julio de 2013 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película que se convierte en el más tierno homenaje a quienes crecimos mirando películas y soñando que esas realidades que veíamos en pantalla, podían convertirse en nuestras realidades.

Bertolucci explota al máximo toda su capacidad artística en este film, que no solo entretiene, sino que también nos deleita con su fotografía exquisita y nos hace reflexionar sobre el amor al cine, a la vida y lo que hacemos con nuestras vidas para transformar la realidad que nos rodea.
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