Amor sin barreras
6.7
11,277
Musical. Romance. Drama
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
4 de marzo de 2022
4 de marzo de 2022
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West Side Story - 2021
Sólo tres películas en la historia del cine superan los diez Oscar que la “West Side Story” de Robert Wise consiguió en 1961. Y hace falta atrevimiento, mucho valor y seguridad en uno mismo para reproducir 60 años después un musical imbatible, icónico y el más deslumbrante que, probablemente, jamás hayamos visto.
Y quién sino Steven Spielberg, conocido como el rey Midas -innecesario aclarar por qué-, uno de los más grandes directores de cine, habría de aventurarse en un proyecto cuyo resultado, por arriesgado, bien podría haber empañado el final de su brillante trayectoria. Sin embargo Spielberg sale triunfante de tan incierta como peligrosa empresa.
Tony Kushner se permite algunos ligeros cambios en el guion que no colisionan con la primera versión. Como la aparición de Valentina, ahora viuda de Doc, un nuevo personaje interpretado por la inolvidable y sensual Rita Moreno que dio vida a Anita, la novia de Bernardo, en la versión original.
Spielberg respeta escrupulosamente la música de Leonard Bernstein y la letra de Stephen Sondheim, pero le imprime una tonalidad, ritmo y coloratura distintas, más vibrante y envolvente al capitalizar con enorme acierto las posibilidades que le brinda la tecnología actual. Misma que le permite ampliar la profundidad de campo, utilizar vertiginosos desplazamientos de cámara, increíbles tomas cenitales con drones altamente sofisticados, travellings impensables hace unos años y planos secuencia -como el que inicia la película- que se deslizan con la suavidad de un bailarín sobre una pista de hielo.
Spielberg toma algunas calles de la Gran Manzana para convertirlas en un grandioso espectáculo escénico con números musicales que, al ser rodados en exteriores amplios y luminosos, ganan en fastuosidad y colorido.
Los personajes de Spielberg son más creíbles, más reales, menos estereotipados y más acordes con el tiempo en que vivimos.
Rachel Zegler me enamora desde el primer instante, es la mejor María imaginable, enternecedora, fotogénica, más de carne y hueso, no tan ingenua, igual de soñadora pero menos cándida y almibarada, siete años más joven que Natalie Wood cuando hizo el mismo papel, por lo tanto una joven adolescente más próxima a la Julietta shakespeariana que canta y baila como los mismísimos ángeles.
Y aunque nada de esto hubiera sido posible sin su predecesora, espero que muchos adoradores de la mítica “West Side Story”, enemigos recalcitrantes de cualquier versión que modifique, aún levemente, la sagrada e intocable producción de Weise, cambien de opinión cuando vean la maravilla que el mago Spielberg se ha sacado de la chistera. Es la misma película de antaño pero distinta. Pura magia.
Larga vida al cine y larga vida a un director capaz de hacernos soñar y vibrar de nuevo 60 años después.
Emilio Castelló Barreneche
Sólo tres películas en la historia del cine superan los diez Oscar que la “West Side Story” de Robert Wise consiguió en 1961. Y hace falta atrevimiento, mucho valor y seguridad en uno mismo para reproducir 60 años después un musical imbatible, icónico y el más deslumbrante que, probablemente, jamás hayamos visto.
Y quién sino Steven Spielberg, conocido como el rey Midas -innecesario aclarar por qué-, uno de los más grandes directores de cine, habría de aventurarse en un proyecto cuyo resultado, por arriesgado, bien podría haber empañado el final de su brillante trayectoria. Sin embargo Spielberg sale triunfante de tan incierta como peligrosa empresa.
Tony Kushner se permite algunos ligeros cambios en el guion que no colisionan con la primera versión. Como la aparición de Valentina, ahora viuda de Doc, un nuevo personaje interpretado por la inolvidable y sensual Rita Moreno que dio vida a Anita, la novia de Bernardo, en la versión original.
Spielberg respeta escrupulosamente la música de Leonard Bernstein y la letra de Stephen Sondheim, pero le imprime una tonalidad, ritmo y coloratura distintas, más vibrante y envolvente al capitalizar con enorme acierto las posibilidades que le brinda la tecnología actual. Misma que le permite ampliar la profundidad de campo, utilizar vertiginosos desplazamientos de cámara, increíbles tomas cenitales con drones altamente sofisticados, travellings impensables hace unos años y planos secuencia -como el que inicia la película- que se deslizan con la suavidad de un bailarín sobre una pista de hielo.
Spielberg toma algunas calles de la Gran Manzana para convertirlas en un grandioso espectáculo escénico con números musicales que, al ser rodados en exteriores amplios y luminosos, ganan en fastuosidad y colorido.
Los personajes de Spielberg son más creíbles, más reales, menos estereotipados y más acordes con el tiempo en que vivimos.
Rachel Zegler me enamora desde el primer instante, es la mejor María imaginable, enternecedora, fotogénica, más de carne y hueso, no tan ingenua, igual de soñadora pero menos cándida y almibarada, siete años más joven que Natalie Wood cuando hizo el mismo papel, por lo tanto una joven adolescente más próxima a la Julietta shakespeariana que canta y baila como los mismísimos ángeles.
Y aunque nada de esto hubiera sido posible sin su predecesora, espero que muchos adoradores de la mítica “West Side Story”, enemigos recalcitrantes de cualquier versión que modifique, aún levemente, la sagrada e intocable producción de Weise, cambien de opinión cuando vean la maravilla que el mago Spielberg se ha sacado de la chistera. Es la misma película de antaño pero distinta. Pura magia.
Larga vida al cine y larga vida a un director capaz de hacernos soñar y vibrar de nuevo 60 años después.
Emilio Castelló Barreneche
8 de marzo de 2022
8 de marzo de 2022
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En honor a la verdad, debo decir que en algunos aspectos Steven Spielberg ha logrado mejorar la West Side Story de 1961, inyectando en ella una mayor dosis de espectacularidad y brío. Y así, en esta nueva versión se favorecen las escenas rodadas en exteriores en detrimento de las artificiosas escenas rodadas estudio que abundaban en la película de 1961, destacando especialmente el fastuoso número de baile al ritmo de la famosa canción "América" en medio de soleadas y coloridas calles neoyorkinas abarrotadas de gente. Otra mejora muy publicitada ha sido la elección del reparto portorriqueño, más verosímil desde el punto de vista racial, y en el que se ha evitado, faltaría más, maquillar a casi todo el mundo de marrón, como se hizo ridículamente en la versión de 1961.
Pero en otros aspectos, acaso los más esenciales, el clásico de 1961 sigue siendo imbatible. Estoy pensando, sobre todo, en la desgarradora escena final, de la cual estuve viendo sucesivamente las dos versiones, con el fin de confirmar si esa impresión era o no cierta. Y lo era efectivamente a mi juicio. No voy a destripar los detalles, pero tras el acceso de cólera que se apodera del personaje encarnado por Natalie Wood al final, esta se derrumba y entra de pronto (poco antes de decir la memorable frase: "Te adoro Antón"), en un estado de dolor insondable, mezclado con una resignación desolada y una dulzura que encoje el corazón y provoca que las lágrimas acudan a nuestros ojos. En cambio, la por lo demás encantadora Rachel Zegler, en la versión de 2021, no logra conmovernos tanto; su interpretación en esa misma escena final no es que esté mal, pero resulta más convencional en su dramatismo, careciendo de la dulzura, sutileza, emotividad, y hondura que refulgía en la soberbia interpretación de Natalie Wood. Algo parecido, por cierto, se puede decir también de Ansel Algort, bastante menos conmovedor en esa icónica escena final que Richard Beymer en la película de 1961.
Nos encontramos, en definitiva, con un notable remake que ha sabido mejorar algunos aspectos de la película original. En lo más esencial, sin embargo, la película dirigida por Robert Wise me sigue pareciendo superior.
Pero en otros aspectos, acaso los más esenciales, el clásico de 1961 sigue siendo imbatible. Estoy pensando, sobre todo, en la desgarradora escena final, de la cual estuve viendo sucesivamente las dos versiones, con el fin de confirmar si esa impresión era o no cierta. Y lo era efectivamente a mi juicio. No voy a destripar los detalles, pero tras el acceso de cólera que se apodera del personaje encarnado por Natalie Wood al final, esta se derrumba y entra de pronto (poco antes de decir la memorable frase: "Te adoro Antón"), en un estado de dolor insondable, mezclado con una resignación desolada y una dulzura que encoje el corazón y provoca que las lágrimas acudan a nuestros ojos. En cambio, la por lo demás encantadora Rachel Zegler, en la versión de 2021, no logra conmovernos tanto; su interpretación en esa misma escena final no es que esté mal, pero resulta más convencional en su dramatismo, careciendo de la dulzura, sutileza, emotividad, y hondura que refulgía en la soberbia interpretación de Natalie Wood. Algo parecido, por cierto, se puede decir también de Ansel Algort, bastante menos conmovedor en esa icónica escena final que Richard Beymer en la película de 1961.
Nos encontramos, en definitiva, con un notable remake que ha sabido mejorar algunos aspectos de la película original. En lo más esencial, sin embargo, la película dirigida por Robert Wise me sigue pareciendo superior.
14 de marzo de 2022
14 de marzo de 2022
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Cuando no tienes nada que envidiarle a una de las obras maestras de la historia del cine y nadie puede reprocharte tu buen hacer y la excelencia cinematográfica en tu obra, sabes que el éxito está asegurado. No se puede poner en tela de juicio, a día de hoy, y tras una extensa carrera, que Spielberg es uno de los grandes directores de nuestra era. ‘West Side Story’ es puro color y sincronía aderezado con una banda sonora épica y unos personajes que trascienden el paso del tiempo. Todo ello, igual, pero a un mismo tiempo, muy distinto, sesenta años después.
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical ‘West Side Story’, a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de ‘Romeo y Julieta’, de Shakespeare.
Broadway puede dormir tranquilo. El escepticismo y la negatividad que podía haber en torno a la nueva versión de Spielberg desparece de un plumazo con solo ver cinco minutos de metraje. Si no fuese porque ya nos pilla lejos, bien podríamos decir que estamos en la Nueva York de los años 50, en plena efervescencia constructiva de la ciudad, donde jóvenes intentan sobrevivir a una ciudad que ni los espera ni cuenta con ellos en sus brillantes planes de futuro. Muchos de nosotros, es ahora cuando nos hemos acercado por vez primera a este clásico. Estas películas ya no se hacen, y quizá esa sea la magia innegable con la que cuenta ‘West Side Story’, que puede ser una reiteración, pero es una que ha hecho que un amplio público que no conocía a María o Tony y mucho menos sabía cuadrar a los Jets y Sharks ahora buceen en la historia de Hollywood y descubran el clásico, porque nunca es demasiado tarde si la película es buena.
‘West Side Story’ es una vieja historia sobre pobreza, racismo y personajes que viven dentro de ese mundo complejo en el que no encuentran amparo, protección o entendimiento. Nada es distinto a día de hoy. Las bandas han podido cambiar de nombre, pero el trasfondo es el mismo. El sistema no tiene intención de darle solución a una problemática que deja muertos en las calles, dolor en los corazones de quienes pierden a un ser querido y rencor y mucha rabia en quienes sobreviven a una guerra abierta que a nadie en el poder le interesa dar fin.
El nivel artístico y por ende técnico de ‘West Side Story’ roza lo magistral. Nada se le puede achacar en estos apartados a un director que con movimientos raudos y fluidos de cámara nos hace disfrutar de una fiesta de color y música ‘exótica’ en las que solo un paso en falso lo habría estropeado todo. Hay que quitarse el sombrero ante el enorme trabajo de un reparto colosal que ha debido de entrenar durante meses sin pausa para lograr la cohesión y sincronía que se puede ver en pantalla.
Las localizaciones están enormemente conseguidas, la Nueva York decadente que se nos presenta cumple con todas nuestras expectativas gracias al detallismo de unas calles cuyos negocios sobreviven a duras penas, pero en los que el color no falta. Spielberg nos muestra el día a día de los personajes adentrándonos en unos hogares corrientes de cuyos tendederos cuelgan prendas sencillas, pero coloridas, que contrastan enormemente con el ladrillo y el metal de edificios ruinosos. Nos lleva también a comercios de barrio y los pone en contraste con los grandes almacenes en los que nuestras protagonistas viven en las sombras, donde se dedican a limpiar cuando ya los clientes han marchado a casa, pasando, por supuesto, también, por una comisaría de policía y morgue que todos conocen demasiado bien.
Rita Moreno, quien una vez diese vida a Anita y Ariana Debose quien es Anita en pleno siglo XXI se salen de la pantalla. La fuerza de ambas actrices traspasa la pantalla y nuestras expectativas. Cuando ellas están solo hay vida, fortaleza, carácter y presencia. Lo demás se dibuja solo de fondo reforzándolas enormemente. Rita Moreno da vida a Valentina, una mujer que siempre ha vivido entre dos mundos al ser latina y haberse casado con un americano. Impresiona, sobre todo, en un solo, en el que sentada, sola en su tienda, interpreta ‘Somewhere’, y mientras lo hace no puedes pensar en nada más. Spielberg demuestra, con esta escena y otras muchas a lo largo de la película que cada uno de sus personajes es una estrella relevante y que en ‘West Side Story’ no hay papel pequeño ni artista secundario.
Ariana Debose se ha ganado a pulso y con sudor su nominación a los Oscars 2022 y su estatuilla en los Bafta como mejor actriz secundaria. Ariana es un portento físico y vocal. Lo demuestra en cada escena que protagoniza, ella es el verdadero alma de ‘West Side Story’. A partir de ahora estarás deseosa de ver su rostro en pantalla a sabiendas de que te encontrarás con una interpretación de diez por su parte.
¿Quién no cae rendido ante una historia de amor trágica e imposible? ¿Cómo se escapa a la fatal atracción de un amor prohibido? Con todo eso que nos atrapa inexorablemente, como si fuésemos jóvenes e inocentes nuevamente, nos cautiva Spielberg. María y Tony son todo lo que una pareja joven nos recuerda nuestro imaginario colectivo, debe ser. Son soñadores e ilusos, y por supuesto egoístas, como solo alguien de su edad puede serlo, y así se crea una historia de amor llena de trabas y desgracias entre canciones y bailes que te dejan con la boca abierta.
Sigue leyendo en https://www.magazinema.es/west-side-story-steven-spielberg-2021-oscars-2022/
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Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical ‘West Side Story’, a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de ‘Romeo y Julieta’, de Shakespeare.
Broadway puede dormir tranquilo. El escepticismo y la negatividad que podía haber en torno a la nueva versión de Spielberg desparece de un plumazo con solo ver cinco minutos de metraje. Si no fuese porque ya nos pilla lejos, bien podríamos decir que estamos en la Nueva York de los años 50, en plena efervescencia constructiva de la ciudad, donde jóvenes intentan sobrevivir a una ciudad que ni los espera ni cuenta con ellos en sus brillantes planes de futuro. Muchos de nosotros, es ahora cuando nos hemos acercado por vez primera a este clásico. Estas películas ya no se hacen, y quizá esa sea la magia innegable con la que cuenta ‘West Side Story’, que puede ser una reiteración, pero es una que ha hecho que un amplio público que no conocía a María o Tony y mucho menos sabía cuadrar a los Jets y Sharks ahora buceen en la historia de Hollywood y descubran el clásico, porque nunca es demasiado tarde si la película es buena.
‘West Side Story’ es una vieja historia sobre pobreza, racismo y personajes que viven dentro de ese mundo complejo en el que no encuentran amparo, protección o entendimiento. Nada es distinto a día de hoy. Las bandas han podido cambiar de nombre, pero el trasfondo es el mismo. El sistema no tiene intención de darle solución a una problemática que deja muertos en las calles, dolor en los corazones de quienes pierden a un ser querido y rencor y mucha rabia en quienes sobreviven a una guerra abierta que a nadie en el poder le interesa dar fin.
El nivel artístico y por ende técnico de ‘West Side Story’ roza lo magistral. Nada se le puede achacar en estos apartados a un director que con movimientos raudos y fluidos de cámara nos hace disfrutar de una fiesta de color y música ‘exótica’ en las que solo un paso en falso lo habría estropeado todo. Hay que quitarse el sombrero ante el enorme trabajo de un reparto colosal que ha debido de entrenar durante meses sin pausa para lograr la cohesión y sincronía que se puede ver en pantalla.
Las localizaciones están enormemente conseguidas, la Nueva York decadente que se nos presenta cumple con todas nuestras expectativas gracias al detallismo de unas calles cuyos negocios sobreviven a duras penas, pero en los que el color no falta. Spielberg nos muestra el día a día de los personajes adentrándonos en unos hogares corrientes de cuyos tendederos cuelgan prendas sencillas, pero coloridas, que contrastan enormemente con el ladrillo y el metal de edificios ruinosos. Nos lleva también a comercios de barrio y los pone en contraste con los grandes almacenes en los que nuestras protagonistas viven en las sombras, donde se dedican a limpiar cuando ya los clientes han marchado a casa, pasando, por supuesto, también, por una comisaría de policía y morgue que todos conocen demasiado bien.
Rita Moreno, quien una vez diese vida a Anita y Ariana Debose quien es Anita en pleno siglo XXI se salen de la pantalla. La fuerza de ambas actrices traspasa la pantalla y nuestras expectativas. Cuando ellas están solo hay vida, fortaleza, carácter y presencia. Lo demás se dibuja solo de fondo reforzándolas enormemente. Rita Moreno da vida a Valentina, una mujer que siempre ha vivido entre dos mundos al ser latina y haberse casado con un americano. Impresiona, sobre todo, en un solo, en el que sentada, sola en su tienda, interpreta ‘Somewhere’, y mientras lo hace no puedes pensar en nada más. Spielberg demuestra, con esta escena y otras muchas a lo largo de la película que cada uno de sus personajes es una estrella relevante y que en ‘West Side Story’ no hay papel pequeño ni artista secundario.
Ariana Debose se ha ganado a pulso y con sudor su nominación a los Oscars 2022 y su estatuilla en los Bafta como mejor actriz secundaria. Ariana es un portento físico y vocal. Lo demuestra en cada escena que protagoniza, ella es el verdadero alma de ‘West Side Story’. A partir de ahora estarás deseosa de ver su rostro en pantalla a sabiendas de que te encontrarás con una interpretación de diez por su parte.
¿Quién no cae rendido ante una historia de amor trágica e imposible? ¿Cómo se escapa a la fatal atracción de un amor prohibido? Con todo eso que nos atrapa inexorablemente, como si fuésemos jóvenes e inocentes nuevamente, nos cautiva Spielberg. María y Tony son todo lo que una pareja joven nos recuerda nuestro imaginario colectivo, debe ser. Son soñadores e ilusos, y por supuesto egoístas, como solo alguien de su edad puede serlo, y así se crea una historia de amor llena de trabas y desgracias entre canciones y bailes que te dejan con la boca abierta.
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23 de agosto de 2023
23 de agosto de 2023
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No doy crédito a lo que he sentido viéndola: no puedo dejar de preguntarme quién le pidió a Steven Spielberg que la hiciera, cuándo entendió él que era necesario versionar una película nacida perfecta y parte de la historia del cine, qué necesidad había y quién no le advirtió que las comparaciones son odiosas. Realmente prescindible y olvidable, supone un enorme borrón en su filmografía. No es ni sombra de la original. Es uno de los más graves errores de Spielberg porque su “West Side Story” no era necesaria y no llega ni al tobillo a la magistral cinta original, una de las grandes películas de la historia del cine que dirigiera Robert Wise en 1961 para convertirse en un clásico instantáneo.
Ni tan siquiera el virtuosismo estético tras la cámara de su autor redime esta cinta llamada a ser consumida y olvidada con enorme facilidad. Ni el magistral plano secuencia con el que comienza me produce ganas de salvarla. Nada trasciende en un producto meramente comercial, muy bien empaquetado a través de una producción carísima para contar lo ya contado de una forma más convencional y peor. Porque, sin la menor duda, la cinta adolece de dos talones de Aquiles especialmente acusados:
1.El flojísimo guión de Tony Kushner, que sólo copia algunas virtudes del original y que, cuando decide apartarse mínimamente del mismo, lo hace para desvariar y quitarle coherencia al conjunto.
2.Su reparto, ciertamente infame y uno de los mayores errores de casting del cine contemporáneo: ninguna de sus actrices funciona; ninguno de sus actores funcionan; nadie otorga credibilidad a unos personajes que se muestran de cartón piedra en todo momento y que me llegan a indignar por comparación con los de la cinta original. Todo es un despropósito. Su pareja protagonista, Rachel Zegler como María y Ansel Elgort como Tony resultan carentes de verosimilitud y unos pardillos al lado de su pareja protagonista original.
Sólo se salva, como es obvio, la partitura original de Leonard Bernstein y las letras de Jerome Robbins (pura referencia cultural atemporal para la historia de la humanidad) y una notable dirección de fotografía de Janusz Kaminski, el magistral fotógrafo de cabecera de Spielberg y autor de una de las más icónicas imágenes del cine de nuestro tiempo en “La lista de Schlinder”.
Hazte un favor y revisa la de Robert Wise en lugar de perder el tiempo y las dioptrías con ésta.
Ni tan siquiera el virtuosismo estético tras la cámara de su autor redime esta cinta llamada a ser consumida y olvidada con enorme facilidad. Ni el magistral plano secuencia con el que comienza me produce ganas de salvarla. Nada trasciende en un producto meramente comercial, muy bien empaquetado a través de una producción carísima para contar lo ya contado de una forma más convencional y peor. Porque, sin la menor duda, la cinta adolece de dos talones de Aquiles especialmente acusados:
1.El flojísimo guión de Tony Kushner, que sólo copia algunas virtudes del original y que, cuando decide apartarse mínimamente del mismo, lo hace para desvariar y quitarle coherencia al conjunto.
2.Su reparto, ciertamente infame y uno de los mayores errores de casting del cine contemporáneo: ninguna de sus actrices funciona; ninguno de sus actores funcionan; nadie otorga credibilidad a unos personajes que se muestran de cartón piedra en todo momento y que me llegan a indignar por comparación con los de la cinta original. Todo es un despropósito. Su pareja protagonista, Rachel Zegler como María y Ansel Elgort como Tony resultan carentes de verosimilitud y unos pardillos al lado de su pareja protagonista original.
Sólo se salva, como es obvio, la partitura original de Leonard Bernstein y las letras de Jerome Robbins (pura referencia cultural atemporal para la historia de la humanidad) y una notable dirección de fotografía de Janusz Kaminski, el magistral fotógrafo de cabecera de Spielberg y autor de una de las más icónicas imágenes del cine de nuestro tiempo en “La lista de Schlinder”.
Hazte un favor y revisa la de Robert Wise en lugar de perder el tiempo y las dioptrías con ésta.
31 de diciembre de 2023
31 de diciembre de 2023
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Parto de la base que nadie necesitaba una nueva versión de "West Side Story", por lo que empezamos mal. Y seguimos peor. Steven Spielberg rodará como Dios, pero aquí no hay alma ni fuerza ni nada de nada. Para ser franco, me ha parecido tan anodina que no la he terminado.
Ese es su mayor problema: que es sosa. Tremendamente sosa. Nada se sale de la línea, se percibe que es una obra de teatro rodada para cine, dónde los escenarios son de cartón, los actores actúan y los espectadores tenemos que hacer como que nos lo creemos. Pero no lo conseguimos.
Los personajes, además, son meros estereotipos. Son lo que parecen, literalmente. A pesar de unos buenos actores, como Elgort, Zegler o Stoll, el director no logra sacarles partido. A ellos ni a nadie, pues es verdaderamente difícil realizar una obra más insulsa. Ejercicio crematístico de Spielberg que sale mal. Punto.
Ese es su mayor problema: que es sosa. Tremendamente sosa. Nada se sale de la línea, se percibe que es una obra de teatro rodada para cine, dónde los escenarios son de cartón, los actores actúan y los espectadores tenemos que hacer como que nos lo creemos. Pero no lo conseguimos.
Los personajes, además, son meros estereotipos. Son lo que parecen, literalmente. A pesar de unos buenos actores, como Elgort, Zegler o Stoll, el director no logra sacarles partido. A ellos ni a nadie, pues es verdaderamente difícil realizar una obra más insulsa. Ejercicio crematístico de Spielberg que sale mal. Punto.
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