Corazón rebelde
6.7
13,867
Drama
Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de música country que vive al margen de la sociedad, con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas, miles de millas recorridas y que con frecuencia se refugia en el alcohol. Cuando parece que apenas hay salvación para él, aparece Jean (Maggie Gyllenhall), una reportera que descubrirá quién es el verdadero Bad, al hombre detrás del músico. (FILMAFFINITY)
30 de noviembre de 2011
30 de noviembre de 2011
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Dirigido por el debutante Scott Cooper sigue los pasos de Bad Blake (Jeff Bridges), un maduro cantante de country en el ocaso de su carrera, que, como es habitual en este tipo de películas, ha conocido tiempos mejores. Sin embargo, pasada la cincuentena Blake, mientras fuma un cigarro tras otro, que intercala con un buen trago de alcohol, vive de tocar en tugurios en pequeños pueblos para una audiencia que todavía le recuerda. Pero un buen día, Blake conocerá a una joven periodista, Jean (Maggie Gyllenhaal), de la cual se enamorará, lo que hará replantearse su modo de vida.
Queda claro que el film de Scott Cooper no es nada innovador. Ni siquiera el camino de redención que inicia Blake de la mano del amor que siente por Jean, que le despierta incluso el sentimiento paternal desconocido para él (tiene un hijo al que no ve en más de 20 años), es algo novedoso. Sin embargo, varias son las cartas de Cooper que hacen que esta película, sin ser precisamente original, despierte un interés más allá del proceso autodestructivo de una persona, o mostrar su redención.
En primer lugar, y más evidente, la música. En segundo lugar, su apariencia de realismo. Parece que Cooper ha visto muchas películas, ya que esta historia, pese mantenerse dentro de los cauces habituales de otras similares, ha buscado una nueva vía que para no traicionar el espíritu claramente comercial del film tiende al “happy end”, pero que deja un cierto regusto amargo, ya que no acaba siendo pleno. Además, toda la historia está revestida de una cierta apariencia de film independiente, mostrando un realismo “sucio” que le va muy bien al tono del film. En tercer lugar, la excelente interpretación de un casi olvidado Jeff Bridges, el cual sabe darle en todo momento el tono adecuado, y al mismo tiempo aguantar él sólo todo el peso de la historia, dotando de mucha humanidad y múltiples matices al personaje de Bad Blake, lo que contribuye a esa imagen realista que el realizador quiere dar del film.
En el debe del realizador habría que señalar el desaprovechamiento del resto del reparto. La única que llega a tener un papel de cierta entidad es Maggie Gyllenhaal, la cual pese a las breves apariciones que tiene en el conjunto del film consigue mantener su presencia viva. La aparición de Collin Farrell y de Robert Duvall apenas pasa de la anécdota, ya que sus papeles son excesivamente marginales y como mucho se deberían considerar como meros cameos.
Quizás si el realizador (o guionista) hubieran dado algo más de entidad al resto de personajes que rodean al de Blake, podríamos estar hablando de un film mucho mejor, y seguramente hubiera enriquecido la gran interpretación de Jeff Bridges.
Queda claro que el film de Scott Cooper no es nada innovador. Ni siquiera el camino de redención que inicia Blake de la mano del amor que siente por Jean, que le despierta incluso el sentimiento paternal desconocido para él (tiene un hijo al que no ve en más de 20 años), es algo novedoso. Sin embargo, varias son las cartas de Cooper que hacen que esta película, sin ser precisamente original, despierte un interés más allá del proceso autodestructivo de una persona, o mostrar su redención.
En primer lugar, y más evidente, la música. En segundo lugar, su apariencia de realismo. Parece que Cooper ha visto muchas películas, ya que esta historia, pese mantenerse dentro de los cauces habituales de otras similares, ha buscado una nueva vía que para no traicionar el espíritu claramente comercial del film tiende al “happy end”, pero que deja un cierto regusto amargo, ya que no acaba siendo pleno. Además, toda la historia está revestida de una cierta apariencia de film independiente, mostrando un realismo “sucio” que le va muy bien al tono del film. En tercer lugar, la excelente interpretación de un casi olvidado Jeff Bridges, el cual sabe darle en todo momento el tono adecuado, y al mismo tiempo aguantar él sólo todo el peso de la historia, dotando de mucha humanidad y múltiples matices al personaje de Bad Blake, lo que contribuye a esa imagen realista que el realizador quiere dar del film.
En el debe del realizador habría que señalar el desaprovechamiento del resto del reparto. La única que llega a tener un papel de cierta entidad es Maggie Gyllenhaal, la cual pese a las breves apariciones que tiene en el conjunto del film consigue mantener su presencia viva. La aparición de Collin Farrell y de Robert Duvall apenas pasa de la anécdota, ya que sus papeles son excesivamente marginales y como mucho se deberían considerar como meros cameos.
Quizás si el realizador (o guionista) hubieran dado algo más de entidad al resto de personajes que rodean al de Blake, podríamos estar hablando de un film mucho mejor, y seguramente hubiera enriquecido la gran interpretación de Jeff Bridges.
16 de enero de 2012
16 de enero de 2012
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Si te gusta la música country seguramente te encantará esta película pero si te pasa como a mí, y como a la mayoría de humanos-no-estadounidenses, que el country ni fu ni fa... pues te sobrará más de un cuarto de peli, ya que Jeff Bridges se la pasa cantando. En cuanto al resto del largometraje... pues no es que sea malo, ni bueno, forma parte de esa inmensidad de películas que en una semana habrás olvidado. La actuación del protagonista está muy bien, claro que sí. Pero ni es la mejor de su carrera ni hubiera ganado el Óscar de haber competido en cualquier otro año contra otros rivales. Tuvo suerte el bueno de Jeff de pillar una edición en la que tuvo poca competencia.
6 de febrero de 2012
6 de febrero de 2012
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Bridges está aquí gordo según su médico, quien dice que le sobran 13 kilos, que debe dejar el alcohol y también el tabaco si no quiere morir de un infarto. Asistimos a la vida de un cantante de country abandonado al alcohol según recorre los pueblos donde ofrece su repertorio country, en hoteles de mala muerte y que sin embargo es admirado y querido por una buena madre soltera que vive en Nuevo México, la cual termina por dejarlo. No obstante, consigue rehabiltarse y triunfar.
La interpretación de Bridges es bastante buena y verosímil y el film constituye un homenaje a este tipo de música característica de las zonas rurales del vasto país que la vio nacer.
La interpretación de Bridges es bastante buena y verosímil y el film constituye un homenaje a este tipo de música característica de las zonas rurales del vasto país que la vio nacer.
13 de febrero de 2012
13 de febrero de 2012
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Si me hablaran de una película sobre un rockero y sus problemas con el alcohol y las mujeres, no sentiría ningún interés por verla.
No tengo especial predilección por las películas cuyo tema es la estrella de rock, con sus problemas con el alcohol y las drogas, amén de sus relaciones personales. Pero si me transformas eso en una cinta con cariz independiente, sobre un cincuentón, estrella del country, venido a menos y me pones de protagonista al mítico Bridges, iré preparando una copa de buen vino y me sentaré relajado a disfrutar de la sesión.
No me canso de pensar que el buen cine en la mayoría de las ocasiones se alimenta de una historia de amor y de unos personajes creados con consciente responsabilidad e interpretados con maestría. En este caso tenemos cubiertas de forma excelente esas dos premisas. La cinta es una historia de amor y Jeff Bridges le da forma y vida a este magnífico “Bad Blake”, que en manos de cualquier otro actor, se habría convertido posiblemente en un personaje mediocre.
Es obvio que este largo sería del montón si no lo protagonizara el actor que lo protagoniza. La primera vez que me emocionó Jeff Bridges fue viendo en TVE la escasamente carismática versión de “King Kong” de Guillermin, junto a la amazona Jessica Lange, mi edad preadolescente no me privaba de disfrutar de la actuación del carismático intérprete.
También es obvio que esta película no nos plantea comparaciones interesantes que aclaren las diferencias entre el country más puro y el más vulgar mainstream, sirvan de ejemplo Van Zandt y Tom Petty. Esto es claramente una historia de amor, del amor perdido y de la maravillosa esperanza que tenemos todos nosotros de ser felices. De las oportunidades perdidas y de las segundas, terceras y cuartas oportunidades que a veces te ofrece la vida.
La abominable lluvia de lugares comunes, ideas preconcebidas y prejuicios que atesora, simplemente me aburren. Pero su idea de libertad y de búsqueda de la felicidad me atrae insoslayablemente.
Esa historia de amor entre el perdedor viejo y borracho y la joven cuyo corazón late cansado y herido, interpretado por una muy seductora Maggie Gyllenhaal, me resulta del todo atrayente, porque cualquiera de nosotros podría ser cualquiera de ellos, incluso sin haber escuchado una maldita canción country en nuestra vida. Es una historia sobre hacerse adulto, sobre la responsabilidad de amar y ser amado, sobre la maternidad y la paternidad y sobre todo sobre saber aprovechar las increíbles casualidades que nos depara el destino.
No tengo especial predilección por las películas cuyo tema es la estrella de rock, con sus problemas con el alcohol y las drogas, amén de sus relaciones personales. Pero si me transformas eso en una cinta con cariz independiente, sobre un cincuentón, estrella del country, venido a menos y me pones de protagonista al mítico Bridges, iré preparando una copa de buen vino y me sentaré relajado a disfrutar de la sesión.
No me canso de pensar que el buen cine en la mayoría de las ocasiones se alimenta de una historia de amor y de unos personajes creados con consciente responsabilidad e interpretados con maestría. En este caso tenemos cubiertas de forma excelente esas dos premisas. La cinta es una historia de amor y Jeff Bridges le da forma y vida a este magnífico “Bad Blake”, que en manos de cualquier otro actor, se habría convertido posiblemente en un personaje mediocre.
Es obvio que este largo sería del montón si no lo protagonizara el actor que lo protagoniza. La primera vez que me emocionó Jeff Bridges fue viendo en TVE la escasamente carismática versión de “King Kong” de Guillermin, junto a la amazona Jessica Lange, mi edad preadolescente no me privaba de disfrutar de la actuación del carismático intérprete.
También es obvio que esta película no nos plantea comparaciones interesantes que aclaren las diferencias entre el country más puro y el más vulgar mainstream, sirvan de ejemplo Van Zandt y Tom Petty. Esto es claramente una historia de amor, del amor perdido y de la maravillosa esperanza que tenemos todos nosotros de ser felices. De las oportunidades perdidas y de las segundas, terceras y cuartas oportunidades que a veces te ofrece la vida.
La abominable lluvia de lugares comunes, ideas preconcebidas y prejuicios que atesora, simplemente me aburren. Pero su idea de libertad y de búsqueda de la felicidad me atrae insoslayablemente.
Esa historia de amor entre el perdedor viejo y borracho y la joven cuyo corazón late cansado y herido, interpretado por una muy seductora Maggie Gyllenhaal, me resulta del todo atrayente, porque cualquiera de nosotros podría ser cualquiera de ellos, incluso sin haber escuchado una maldita canción country en nuestra vida. Es una historia sobre hacerse adulto, sobre la responsabilidad de amar y ser amado, sobre la maternidad y la paternidad y sobre todo sobre saber aprovechar las increíbles casualidades que nos depara el destino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ver a Robert Duvall en pantalla, cualquiera que fuera la circunstancia cinematográfica es siempre un sugestivo ejercicio.
Además nos ha ofrecido la oportunidad de escuchar unas cuantas canciones grabadas por el propio Bridges, hecho que me resulta del todo placentero.
Titular a esta cinta “Crazy Heart” me parece una decisión más que anodina, por el simple hecho de que trata un tema tan universal como la felicidad y su personaje está tan loco como cualquiera de los mortales.
Además nos ha ofrecido la oportunidad de escuchar unas cuantas canciones grabadas por el propio Bridges, hecho que me resulta del todo placentero.
Titular a esta cinta “Crazy Heart” me parece una decisión más que anodina, por el simple hecho de que trata un tema tan universal como la felicidad y su personaje está tan loco como cualquiera de los mortales.
23 de abril de 2012
23 de abril de 2012
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Es una película que se puede considerar pequeña, pero está enormemente engrandecida por la interpretación de Jeff Bridges. Por lo demás, a veces cae en tópicos, simplezas, ñoñería... y tal vez nos hace dudar entre el notable bajo o el bien alto. A mí me gusto, me encantó el actor principal que se atrevió a cantar los temas y lo hace muy bien. Ver mejor en versión original.
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