Breve encuentro
8.0
13,649
Romance. Drama
Laura Jesson es un ama de casa algo aburrida de la rutina que vive con su marido y familia. Una vez a la semana, suele ir a la ciudad de compras. En uno de esos viajes rutinarios, Laura coincide con el Dr. Alec Harvey en la sala de espera de la estación de ferrocarril. Ambos son de mediana edad, casados y tienen dos hijos cada uno. Comienzan a hablar, y tras disfrutar cada uno de la compañía del otro, ambos continúan reuniéndose ... [+]
10 de mayo de 2013
10 de mayo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breve encuentro de David Lean, es una perfecta historia de amor imposible. Dirigida de forma inteligente, el director utiliza el flash back para enlazar el principio de la historia con el final, y además lo realiza de manera, que el espectador no sospeche que ocurrirá.
Musicalmente bella e inspiradora, nos evoca en los momentos oportunos la emotividad que sienten los protagonistas. Además, las actuaciones ayudan a ello por ser naturales, honestas y sobre todo sentidas, expresando gran impotencia por no poder cumplir los dictados del corazón, o de la naturaleza.
El guión está bien hilado, y el argumento es realista al plasmar una situación bastante verosímil. Pero lo más destacable por encima de todo, es una narrativa perfecta, totalmente subjetiva, según los sentimientos y la acción de la protagonista, ya sea pasión, amor, pesimismo o realismo.
Por lo que, en líneas generales, es un clásico recomendable para los amantes del buen cine, que busquen historias posibles con finales reales, nada de adornos, solo actuaciones creíbles, y una narrativa sencilla pero insuperable a la vez.
Musicalmente bella e inspiradora, nos evoca en los momentos oportunos la emotividad que sienten los protagonistas. Además, las actuaciones ayudan a ello por ser naturales, honestas y sobre todo sentidas, expresando gran impotencia por no poder cumplir los dictados del corazón, o de la naturaleza.
El guión está bien hilado, y el argumento es realista al plasmar una situación bastante verosímil. Pero lo más destacable por encima de todo, es una narrativa perfecta, totalmente subjetiva, según los sentimientos y la acción de la protagonista, ya sea pasión, amor, pesimismo o realismo.
Por lo que, en líneas generales, es un clásico recomendable para los amantes del buen cine, que busquen historias posibles con finales reales, nada de adornos, solo actuaciones creíbles, y una narrativa sencilla pero insuperable a la vez.
3 de septiembre de 2014
3 de septiembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean dirigió en 1945 uno de los grandes clásicos del mundo del cine, y que se convertiría en el precedente de todas las películas románticas que se conocen actualmente.
La historia nos narra el encuentro fortuito de dos personas en una estación de tren. Ambos tienen su vida formada y asentada; pero ese cruce de caminos les hará plantearse su futuro. ¿Serán capaces de dejar a sus parejas y su familia por empezar una vida nueva con ese desconocido que han encontrado?
La película está narrada en flashback, haciendo que uno sepa el final de la historia desde el principio. Pero, ¿cómo comenzó todo? ¿Qué les ocurre para tomar la decisión que toman?
Uno se deja acompañar fácilmente por esa estación de tren que es el rincón de estos dos enamorados. Un rincón que intentan mantener para así no dejar descubrir su pasión. Pero las mentiras tienen las patas muy cortas, y pronto la pareja comienza a confiarse, y salen de su escondite. Esto provoca que su pasión tome más libertad, pero también mayores peligros de ser descubiertos y que peligre la relación con sus parejas respectivas.
Celia Johnson y Trevor Howard son los encargados de dar vida a estos dos enamorados que no son capaces de controlar sus pasiones. Unos jóvenes que no entiende muy bien porque les está pasando eso, y que están aterrados por lo que el futuro les pueda deparar. Pero que tienen claro una cosa; se aman y no puede evitar verse cada jueves.
Sin lugar a dudas es una de las películas románticas más bonitas que ha dado el cine, y una de las primeras. El cine romántico ha bebido mucho de "Breve encuentro" alimentándose de su magia y su pasión; haciendo que tomaran como patrón su historia para hacer las numerosas variantes que conocemos hoy en día.
En fin, es un clásico imprescindible de ver que nos regala una historia de amor prohibido. Un amor nacido de un hecho puntual e insignificante, pero que fue capaz de dañar los muros firmes de un par de matrimonios. El amor surge en el sitio menos inesperado y en el momento más extraño. La cuestión es, ¿merece la pena perder todo lo que se tiene por un futuro incierto?
La historia nos narra el encuentro fortuito de dos personas en una estación de tren. Ambos tienen su vida formada y asentada; pero ese cruce de caminos les hará plantearse su futuro. ¿Serán capaces de dejar a sus parejas y su familia por empezar una vida nueva con ese desconocido que han encontrado?
La película está narrada en flashback, haciendo que uno sepa el final de la historia desde el principio. Pero, ¿cómo comenzó todo? ¿Qué les ocurre para tomar la decisión que toman?
Uno se deja acompañar fácilmente por esa estación de tren que es el rincón de estos dos enamorados. Un rincón que intentan mantener para así no dejar descubrir su pasión. Pero las mentiras tienen las patas muy cortas, y pronto la pareja comienza a confiarse, y salen de su escondite. Esto provoca que su pasión tome más libertad, pero también mayores peligros de ser descubiertos y que peligre la relación con sus parejas respectivas.
Celia Johnson y Trevor Howard son los encargados de dar vida a estos dos enamorados que no son capaces de controlar sus pasiones. Unos jóvenes que no entiende muy bien porque les está pasando eso, y que están aterrados por lo que el futuro les pueda deparar. Pero que tienen claro una cosa; se aman y no puede evitar verse cada jueves.
Sin lugar a dudas es una de las películas románticas más bonitas que ha dado el cine, y una de las primeras. El cine romántico ha bebido mucho de "Breve encuentro" alimentándose de su magia y su pasión; haciendo que tomaran como patrón su historia para hacer las numerosas variantes que conocemos hoy en día.
En fin, es un clásico imprescindible de ver que nos regala una historia de amor prohibido. Un amor nacido de un hecho puntual e insignificante, pero que fue capaz de dañar los muros firmes de un par de matrimonios. El amor surge en el sitio menos inesperado y en el momento más extraño. La cuestión es, ¿merece la pena perder todo lo que se tiene por un futuro incierto?
3 de julio de 2016
3 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El británico David Lean inició su carrera de director de cine en simbiosis con el afamado dramaturgo Noël Coward con el que realizó sus cuatro primeros films desde el 42 al 45. La que puso fin a su relación artística fue esta adaptación de una pequeña pieza de Coward "Still Life" (1936). La cosa no pudo salir mejor compartiendo la Palma de Oro en la primera edición del festival de Cannes.
El guión a tres manos es milimétrico y ejemplar, escrito por el propio Coward, Lean y Anthony Havelock Allan. Así como las sinceras y estupendas interpretaciones de un novato Trevor Howard y la experimentada actriz teatral Celia Johnson que ya venía colaborando anteriormente con Coward y Lean.
Este fortuito encuentro entre dos burgueses de mediana edad casados y con hijos, en la estación donde toman el tren todos los jueves, supone un terremoto en su vida emocional acotado por responsabilidades y prejuicios sociales que hará tambalear sus vidas y pondrá sobre la mesa el dilema moral de hasta donde y a quienes estamos dispuestos a sacrificar si el tren de la pasión, la felicidad o el amor nos dan la oportunidad de subirnos en marcha antes de que quizás los perdamos para siempre, aún a sabiendas de que dicho tren pueda ser un espejismo y que tales dichas absolutas no existan en realidad. La implicaciones y consecuencias son apasionantes y vertiginosas, más en los años cuarenta y Coward y Lean, sobre todo Lean nos lo muestra con una contención y un cariño por sus personajes que no limitan ni un ápice la tensión centrada en una espléndida Celia Johson cuya narración en off de lo que va ocurriendo no impide que Lean de un recital de dirección, con un montaje ejemplar y un aprovechamiento fantástico de la estación y su entorno de estudio donde se desarrolla la mayoría de la acción. La fotografía de Robert Krasker se luce con las sombras igual que en los exteriores y Rachmaninov hace lo propio con la música.
Capitulo aparte el contrapunto y desahogo cómico de los secundarios en el bar de la estación a los que Lean les concede todo el tiempo y mimo necesarios y los amigos que ejercen la presión social, todos estupendos.
Más tarde llegarán títulos míticos junto al río Kwai, la Rusia de Zhivago o la arenas de Lawrence todos ellos con trenes que nos llevarán de vuelta a la inmortal y ficticia estación de Milford Junction donde la arenilla desprendida de cualquier tren puede obrar un milagro.
El guión a tres manos es milimétrico y ejemplar, escrito por el propio Coward, Lean y Anthony Havelock Allan. Así como las sinceras y estupendas interpretaciones de un novato Trevor Howard y la experimentada actriz teatral Celia Johnson que ya venía colaborando anteriormente con Coward y Lean.
Este fortuito encuentro entre dos burgueses de mediana edad casados y con hijos, en la estación donde toman el tren todos los jueves, supone un terremoto en su vida emocional acotado por responsabilidades y prejuicios sociales que hará tambalear sus vidas y pondrá sobre la mesa el dilema moral de hasta donde y a quienes estamos dispuestos a sacrificar si el tren de la pasión, la felicidad o el amor nos dan la oportunidad de subirnos en marcha antes de que quizás los perdamos para siempre, aún a sabiendas de que dicho tren pueda ser un espejismo y que tales dichas absolutas no existan en realidad. La implicaciones y consecuencias son apasionantes y vertiginosas, más en los años cuarenta y Coward y Lean, sobre todo Lean nos lo muestra con una contención y un cariño por sus personajes que no limitan ni un ápice la tensión centrada en una espléndida Celia Johson cuya narración en off de lo que va ocurriendo no impide que Lean de un recital de dirección, con un montaje ejemplar y un aprovechamiento fantástico de la estación y su entorno de estudio donde se desarrolla la mayoría de la acción. La fotografía de Robert Krasker se luce con las sombras igual que en los exteriores y Rachmaninov hace lo propio con la música.
Capitulo aparte el contrapunto y desahogo cómico de los secundarios en el bar de la estación a los que Lean les concede todo el tiempo y mimo necesarios y los amigos que ejercen la presión social, todos estupendos.
Más tarde llegarán títulos míticos junto al río Kwai, la Rusia de Zhivago o la arenas de Lawrence todos ellos con trenes que nos llevarán de vuelta a la inmortal y ficticia estación de Milford Junction donde la arenilla desprendida de cualquier tren puede obrar un milagro.
19 de diciembre de 2017
19 de diciembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me acecha el pánico al intentar plasmar con palabras, en estas ridículas y cortas críticas, todo lo que aúnan ciertas películas para ser consideradas obras capitales del cine. En el caso de "Breve encuentro", ese temor se disipa ante la manifiesta maestría de este drama romántico. David Lean demuestra, ya en uno de sus primeros trabajos, un dominio absoluto del lenguaje cinematográfico haciendo de esta película un compendio de composición y angulación de planos, narración en off, iluminación y otras tantas características inconfundibles del filme.
Por otra parte, Celia Johnson y Trevor Howard ofrecen todo su potencial a estos dos personajes sumidos en su amor prohibido. Cada mirada, cada roce está cargado de un romanticismo subyacente más poderoso que cualquier palabra dicha. Es un amor verdadero el que se muestra, nada empalagoso ni falso. Todo es sinceridad en esta preciosa película, ambientada, acertadamente, en una estación de tren, construyendo una formidable metáfora en segundo plano. Realmente me apasionó, no sabría ni como expresar lo que me hizo sentir esa doble admiración; tanto hacía la historia que se narraba como a la capacidad cinematográfica del autor. Brillante.
Por último, remarcar que como es costumbre en el cine (incluido el actual), la figura de la mujer se desdibuja en favor de convertirla en un mero objeto del hombre. Afortunadamente, esta película, aun incluyendo desaciertos del estilo, ahonda en la mente femenina de la protagonista y la trata como una persona, compleja y natural, como cualquier otro ser humano.
Por otra parte, Celia Johnson y Trevor Howard ofrecen todo su potencial a estos dos personajes sumidos en su amor prohibido. Cada mirada, cada roce está cargado de un romanticismo subyacente más poderoso que cualquier palabra dicha. Es un amor verdadero el que se muestra, nada empalagoso ni falso. Todo es sinceridad en esta preciosa película, ambientada, acertadamente, en una estación de tren, construyendo una formidable metáfora en segundo plano. Realmente me apasionó, no sabría ni como expresar lo que me hizo sentir esa doble admiración; tanto hacía la historia que se narraba como a la capacidad cinematográfica del autor. Brillante.
Por último, remarcar que como es costumbre en el cine (incluido el actual), la figura de la mujer se desdibuja en favor de convertirla en un mero objeto del hombre. Afortunadamente, esta película, aun incluyendo desaciertos del estilo, ahonda en la mente femenina de la protagonista y la trata como una persona, compleja y natural, como cualquier otro ser humano.
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