El Reino
2018 

7.3
32,386
Thriller. Intriga. Drama
Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
15 de octubre de 2018
15 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más Sorogoyen nos ofrece una película sin pausa. La corrupción mostrada desde un punto de vista frenético donde no sorprende lo que se ve sin dejar de entretener.
Actuaciones de facha y comportamiento asquerosos logran hacer creer al espectador lo que son: escoria. Permite crear un ambiente que llega a producir, en ocasiones, hasta pena por estos catetos trajeados. Los personajes muestran ese amiguismo tan típico del parásito que no tiene más que ofrecer que su codicia. Tal vez, un Antonio de la Torre poco creíble entre toda esa basura debido a su aspecto de niño bueno. Aunque puede ser que ése sea uno de los propósitos de la peli. Bárbara Lennie muy desenvuelta como suele ser habitual pese a su corta participación, aunque clave para el guión.
No pretende señalar a esferas concretas del poder que caen en estas actividades, sino que apuesta por un enfoque global donde no queda nada susceptible de no pudrirse.
Actuaciones de facha y comportamiento asquerosos logran hacer creer al espectador lo que son: escoria. Permite crear un ambiente que llega a producir, en ocasiones, hasta pena por estos catetos trajeados. Los personajes muestran ese amiguismo tan típico del parásito que no tiene más que ofrecer que su codicia. Tal vez, un Antonio de la Torre poco creíble entre toda esa basura debido a su aspecto de niño bueno. Aunque puede ser que ése sea uno de los propósitos de la peli. Bárbara Lennie muy desenvuelta como suele ser habitual pese a su corta participación, aunque clave para el guión.
No pretende señalar a esferas concretas del poder que caen en estas actividades, sino que apuesta por un enfoque global donde no queda nada susceptible de no pudrirse.
23 de octubre de 2018
23 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de su primer largometraje en solitario, el estupendo “Stockholm”, Rodrigo Sorogoyen dio un gran salto con el thriller “Que Dios nos perdone” y el cortometraje “Madre”. Este año ha presentado este film estrenado en salas en que Manuel, un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale indemne. Manuel es expulsado, señalado por la opinión pública y traicionado por los que hasta hace unas horas eran sus amigos. Aunque el partido pretende que cargue con toda la responsabilidad, Manuel no se resigna a caer solo. Con el único apoyo de su mujer y de su hija, y atrapado en una espiral de supervivencia, Manuel se verá obligado a luchar contra una maquinaria de corrupción que lleva años engrasada, y contra un sistema de partidos en el que los reyes caen, pero los reinos continúan.
Este es un solvente thriller político sobre la corrupción en España que recuerda a casos como los del Partido Popular en la Comunidad Valenciana y, en concreto, el de Luis Bárcenas. Así como en su día el film “B” de David Ilundain, se agradece que en nuestro país se hable de ciertos temas delicados como este, a cargo de una de las productoras, Atresmedia cine. Es una vergüenza ver cómo algunos políticos se aprovechan de su posición para embolsarse dinero público y tener una posición de vida elevada. La película arriesga desde el principio al seguir la cámara al protagonista y que el espectador se identifique con un político corrupto pero que quiere proteger a su esposa e hija y está dispuesto a lo que sea con tal de no ser el único cabeza de turco. Después de situarnos a los personajes, el film te mantiene atento y en tensión durante las dos horas de metraje, utiliza varios planos secuencia que contribuyen a ello, tiene logradas escenas como la visita en la casa de Andorra y la persecución nocturna en coche del último tramo. Además, la música electrónica, aunque quizás se abusa un poco de ella, está en consonancia con el ritmo ágil, la tensión y el personaje principal que se mueve para conseguir su propósito. Manuel está muy bien interpretado por Antonio de la Torre en un papel complicado, de trabajo físico y explosivo, que seguramente le haga ganar por fin el premio Goya a mejor actor protagonista. A su lado está un gran plantel de actores como Josep Maria Pou como el presidente autonómico Frías, Nacho Fresneda como Paco, Ana Wagener como una política que puede recordar a una real, Mónica López como la esposa de Manuel, Luis Zahera y Sonia Almarcha como compañeros de partido y Bárbara Lennie como una periodista a la que se le ha comparado con Ana Pastor, importante en el controvertido final.
El film se presentó en la sección World contemporary cinema del festival de Toronto, en la sección oficial del Zinemaldia donde se esperaba que fuera premiado en apartados como dirección o interpretación masculina, y aunque desgraciadamente no es muy taquillero en cines, seguramente sea reconocido en la temporada de premios y es un firme candidato a los Goya.
Valoración: 8,5
Lo mejor: el pulso de Sorogoyen en la dirección y el elenco de actores, en especial Antonio de la Torre.
Lo peor: en algún momento no se oyen bien voces de los personajes.
https://josh-cine.blogspot.com/
Este es un solvente thriller político sobre la corrupción en España que recuerda a casos como los del Partido Popular en la Comunidad Valenciana y, en concreto, el de Luis Bárcenas. Así como en su día el film “B” de David Ilundain, se agradece que en nuestro país se hable de ciertos temas delicados como este, a cargo de una de las productoras, Atresmedia cine. Es una vergüenza ver cómo algunos políticos se aprovechan de su posición para embolsarse dinero público y tener una posición de vida elevada. La película arriesga desde el principio al seguir la cámara al protagonista y que el espectador se identifique con un político corrupto pero que quiere proteger a su esposa e hija y está dispuesto a lo que sea con tal de no ser el único cabeza de turco. Después de situarnos a los personajes, el film te mantiene atento y en tensión durante las dos horas de metraje, utiliza varios planos secuencia que contribuyen a ello, tiene logradas escenas como la visita en la casa de Andorra y la persecución nocturna en coche del último tramo. Además, la música electrónica, aunque quizás se abusa un poco de ella, está en consonancia con el ritmo ágil, la tensión y el personaje principal que se mueve para conseguir su propósito. Manuel está muy bien interpretado por Antonio de la Torre en un papel complicado, de trabajo físico y explosivo, que seguramente le haga ganar por fin el premio Goya a mejor actor protagonista. A su lado está un gran plantel de actores como Josep Maria Pou como el presidente autonómico Frías, Nacho Fresneda como Paco, Ana Wagener como una política que puede recordar a una real, Mónica López como la esposa de Manuel, Luis Zahera y Sonia Almarcha como compañeros de partido y Bárbara Lennie como una periodista a la que se le ha comparado con Ana Pastor, importante en el controvertido final.
El film se presentó en la sección World contemporary cinema del festival de Toronto, en la sección oficial del Zinemaldia donde se esperaba que fuera premiado en apartados como dirección o interpretación masculina, y aunque desgraciadamente no es muy taquillero en cines, seguramente sea reconocido en la temporada de premios y es un firme candidato a los Goya.
Valoración: 8,5
Lo mejor: el pulso de Sorogoyen en la dirección y el elenco de actores, en especial Antonio de la Torre.
Lo peor: en algún momento no se oyen bien voces de los personajes.
https://josh-cine.blogspot.com/
30 de octubre de 2018
30 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel, interpretado por Antonio de la Torre, es el retrato de un político cualquiera, al que la vida le sonríe: un buen puesto en su partido, con amigos influyentes y una vida familiar acomodada con su mujer y su hija, hasta que una serie de filtraciones le salpican directamente, a él y a un compañero de partido, como culpables de una trama de corrupción.
A partir de este momento todos sus compañeros cargan contra él, utilizándolo como cabeza de turco ante los medios audiovisuales, y de esta forma lavarse las manos. Los que parecían sus amigos ya no lo son tanto, no quieren verse relacionados con el escándalo, y Manuel es apartado del partido.
Hasta aquí, la trama puede resultarnos familiar, es el pan de cada día en las noticias actuales, pero, lejos de resignarse, Manuel se resiste a callarse y cargar él con toda la culpa. Hará todo lo posible por inculpar a sus ex compañeros de partido, sin otro afán que el de destapar una trama organizada de corrupción que, como se suele decirse, no está formada por manzanas podridas, sino por una maquinaria perfectamente engrasada, con una escala piramidal, de la que todo el partido estaba al tanto, y se llevaba su pellizco al bolsillo.
El filme, que destaca sobre todo en su aspecto visual, pretende hacer reflexionar al espectador, más que sobre quienes nos gobiernan, sobre cómo es la mentalidad humana: la avaricia, la ambición y el egoísmo parecen ser los motores que mueven a los personajes de la película.
Si estuvieses en el lugar de estos políticos, ¿Harías lo mismo?, ¿Alzarías la voz contra todo un organismo, a riesgo de quedarte sin carrera profesional? O, ¿quizás harías la vista gorda y pondrías la mano como el resto? Son preguntas morales, que el protagonista ni se plantea a lo largo de su vida, quizás, la mayor reflexión de la película es: Al estar metido en esa rueda, un acontecimiento te lleva a otro, no te paras a pensar y haces de lo inmoral, e incluso lo ilegal, lo cotidiano.
El director, Rodrigo Sorogoyen, es una de las perlas del cine español, demuestra que tiene potencial para hacer lo que quiera. Ya en su anterior película, “Que Dios nos perdone “, nos da muestras de su sello de identidad, pero en “El Reino” lo acentúa más si cabe.
Desde la primera escena, con ese plano secuencia siguiendo al protagonista desde su espalda, emulando los grandes planos secuencia de Martin Scorsese (me recuerda mucho al plano secuencia de Ray Liotta en “Uno de los nuestros”, entrando en el Copacabana), e incluso a los inicios de Paul Thomas Anderson, Sorogoyen da muestras de su eléctrica forma de rodar.
Utiliza continuamente el recurso del plano secuencia con la steady-cam, como un utensilio para sumergir al espectador en el sórdido ambiente.
A partir de este momento todos sus compañeros cargan contra él, utilizándolo como cabeza de turco ante los medios audiovisuales, y de esta forma lavarse las manos. Los que parecían sus amigos ya no lo son tanto, no quieren verse relacionados con el escándalo, y Manuel es apartado del partido.
Hasta aquí, la trama puede resultarnos familiar, es el pan de cada día en las noticias actuales, pero, lejos de resignarse, Manuel se resiste a callarse y cargar él con toda la culpa. Hará todo lo posible por inculpar a sus ex compañeros de partido, sin otro afán que el de destapar una trama organizada de corrupción que, como se suele decirse, no está formada por manzanas podridas, sino por una maquinaria perfectamente engrasada, con una escala piramidal, de la que todo el partido estaba al tanto, y se llevaba su pellizco al bolsillo.
El filme, que destaca sobre todo en su aspecto visual, pretende hacer reflexionar al espectador, más que sobre quienes nos gobiernan, sobre cómo es la mentalidad humana: la avaricia, la ambición y el egoísmo parecen ser los motores que mueven a los personajes de la película.
Si estuvieses en el lugar de estos políticos, ¿Harías lo mismo?, ¿Alzarías la voz contra todo un organismo, a riesgo de quedarte sin carrera profesional? O, ¿quizás harías la vista gorda y pondrías la mano como el resto? Son preguntas morales, que el protagonista ni se plantea a lo largo de su vida, quizás, la mayor reflexión de la película es: Al estar metido en esa rueda, un acontecimiento te lleva a otro, no te paras a pensar y haces de lo inmoral, e incluso lo ilegal, lo cotidiano.
El director, Rodrigo Sorogoyen, es una de las perlas del cine español, demuestra que tiene potencial para hacer lo que quiera. Ya en su anterior película, “Que Dios nos perdone “, nos da muestras de su sello de identidad, pero en “El Reino” lo acentúa más si cabe.
Desde la primera escena, con ese plano secuencia siguiendo al protagonista desde su espalda, emulando los grandes planos secuencia de Martin Scorsese (me recuerda mucho al plano secuencia de Ray Liotta en “Uno de los nuestros”, entrando en el Copacabana), e incluso a los inicios de Paul Thomas Anderson, Sorogoyen da muestras de su eléctrica forma de rodar.
Utiliza continuamente el recurso del plano secuencia con la steady-cam, como un utensilio para sumergir al espectador en el sórdido ambiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mención aparte la escena en la que el personaje de Antonio de la Torre entra en casa de uno de sus excompañeros para llevarse información que incrimine a todos los miembros del partido, en ella, se encuentra la hija de éste, menor de edad, dando una fiesta. 15 minutos de escena con un dinamismo hipnótico, montados de tal forma que parece estar rodada sin un solo corte. En esta escena Antonio de la Torre muestra el punto de no retorno de su personaje, a partir de ahí, llevado por la desesperación, estará dispuesto a hacer lo que sea por llevarse a todos por delante.
El ya consagrado Antonio de la Torre (“Que Dios nos perdone”, “La isla mínima”, “Grupo 7”); hace méritos para el Goya, en una interpretación de un personaje con el que no empatizas por su forma de ser, pero que te atrapa por la aparente seguridad en sí mismo que tiene, un nerviosismo levemente contenido, para acabar soltando toda la rabia en unos treinta minutos finales trepidantes.
La banda sonora acompaña de forma casi perfecta el ritmo de la película, con un tono agobiante que sigue en todo momento los pasos del protagonista.
En mi opinión, se trata de película notable, por momento sobresaliente; si hay que ponerle algún pero, no me termina de convencer la escena final, con la conversación entre Manuel y la reportera en el programa en directo. Algo perdonable, por regalarnos unos minutos que le preceden para el recuerdo.
El ya consagrado Antonio de la Torre (“Que Dios nos perdone”, “La isla mínima”, “Grupo 7”); hace méritos para el Goya, en una interpretación de un personaje con el que no empatizas por su forma de ser, pero que te atrapa por la aparente seguridad en sí mismo que tiene, un nerviosismo levemente contenido, para acabar soltando toda la rabia en unos treinta minutos finales trepidantes.
La banda sonora acompaña de forma casi perfecta el ritmo de la película, con un tono agobiante que sigue en todo momento los pasos del protagonista.
En mi opinión, se trata de película notable, por momento sobresaliente; si hay que ponerle algún pero, no me termina de convencer la escena final, con la conversación entre Manuel y la reportera en el programa en directo. Algo perdonable, por regalarnos unos minutos que le preceden para el recuerdo.
10 de diciembre de 2018
10 de diciembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si a día de hoy me preguntaran quién es, en mi opinión, el director español que más cine de calidad ha aportado en el último lustro o década, mi respuesta no requeriría mucho tiempo de reflexión. Para mí no hay debate. Ese es Rodrigo Sorogoyen.
Desde su debut en la gran pantalla con la sorprendente, inteligente y elaborada Stockholm (Idem, 2013, España) -con unos Javier Pereira y Aura Garrido brillantes-, su crecimiento como autor ha sido exponencial. En 2016 ya compitió con algunos de los grandes realizadores nacionales como Alberto Rodríguez, Pedro Almodóvar o Juan Antonio Bayona por los principales premios del año, con un thriller de ritmo trepidante como Que Dios nos perdone (Idem, 2016, ESP), con algunas similitudes -salvando las distancias- con Se7en (Idem, David Fincher, 1995, USA). Solo un año después, se alzó con su primer busto de Goya con su terrorífico cortometraje, Madre (Idem, 2017, ESP), rodado íntegramente en un solo plano secuencia.
Probablemente, uno de los grandes atractivos de El reino, sea el oportuno momento en el que ha llegado. La corrupción es el pan de cada día en la prensa nacional -el caso Bárcenas, la trama Gürtel, los ERE de Andalucía- y poder vivir desde tan cerca cómo se gestan todos esos escándalos de los que tanto eco se hace en los medios es una auténtica experiencia muy meritoria que nos ofrece el realizador. La maquinaria de robar en las arcas públicas está tan desarrollada y evolucionada que su engranaje no echa en falta la ausencia de una de sus piezas. Y eso es lo que viene a representar el lema con el que se vende esta película: "los reyes caen; los reinos continúan".
Analizando un poco más en profundidad este intenso thriller, uno se percata de que no hay ningún personaje bueno. Todos son villanos y buscan salvar su propio pellejo o alcanzar la gloria personal a costa de otros. Nadie se salva en la criba. La soberbia, la avaricia, la ira, la gula, la envidia, la lujuria... Sus personajes bien podrían ser la personificación de todos y cada uno de los pecados capitales y esto está magistralmente representado por su brillante e interminable lista de intérpretes de primer nivel, partiendo de un sublime Antonio de la Torre en el papel protagonista, seguido de Nacho Fresneda, Josep Maria Pou, Ana Wagener, y sin olvidar las apariciones estelares de una gélida Bárbara Lennie y un descomunal Luis Zahera -quien por cierto será protagonista de uno de los mejores diálogos de la película-.
Desde el punto de vista técnica, llama la atención desde las primeras escenas esa incesante y taladrante banda sonora repetitiva que irá poniendo a prueba los nervios de acero con su ritmo de martillo pilón. Una fotografía bien estudiada, con muchos planos secuencia posteriores, efectos especiales que poco tienen que envidiar a los de la industria estadounidense... Pequeños detalles que si se van sumando, hacen pensar en que El reino estará a la cabeza de todas las quinielas para hacerse con un gran número de estatuillas en la próxima gala de los Goya en febrero de 2019 -que, por cierto, este año se desarrollará en Sevilla-. Un "must-see".
Desde su debut en la gran pantalla con la sorprendente, inteligente y elaborada Stockholm (Idem, 2013, España) -con unos Javier Pereira y Aura Garrido brillantes-, su crecimiento como autor ha sido exponencial. En 2016 ya compitió con algunos de los grandes realizadores nacionales como Alberto Rodríguez, Pedro Almodóvar o Juan Antonio Bayona por los principales premios del año, con un thriller de ritmo trepidante como Que Dios nos perdone (Idem, 2016, ESP), con algunas similitudes -salvando las distancias- con Se7en (Idem, David Fincher, 1995, USA). Solo un año después, se alzó con su primer busto de Goya con su terrorífico cortometraje, Madre (Idem, 2017, ESP), rodado íntegramente en un solo plano secuencia.
Probablemente, uno de los grandes atractivos de El reino, sea el oportuno momento en el que ha llegado. La corrupción es el pan de cada día en la prensa nacional -el caso Bárcenas, la trama Gürtel, los ERE de Andalucía- y poder vivir desde tan cerca cómo se gestan todos esos escándalos de los que tanto eco se hace en los medios es una auténtica experiencia muy meritoria que nos ofrece el realizador. La maquinaria de robar en las arcas públicas está tan desarrollada y evolucionada que su engranaje no echa en falta la ausencia de una de sus piezas. Y eso es lo que viene a representar el lema con el que se vende esta película: "los reyes caen; los reinos continúan".
Analizando un poco más en profundidad este intenso thriller, uno se percata de que no hay ningún personaje bueno. Todos son villanos y buscan salvar su propio pellejo o alcanzar la gloria personal a costa de otros. Nadie se salva en la criba. La soberbia, la avaricia, la ira, la gula, la envidia, la lujuria... Sus personajes bien podrían ser la personificación de todos y cada uno de los pecados capitales y esto está magistralmente representado por su brillante e interminable lista de intérpretes de primer nivel, partiendo de un sublime Antonio de la Torre en el papel protagonista, seguido de Nacho Fresneda, Josep Maria Pou, Ana Wagener, y sin olvidar las apariciones estelares de una gélida Bárbara Lennie y un descomunal Luis Zahera -quien por cierto será protagonista de uno de los mejores diálogos de la película-.
Desde el punto de vista técnica, llama la atención desde las primeras escenas esa incesante y taladrante banda sonora repetitiva que irá poniendo a prueba los nervios de acero con su ritmo de martillo pilón. Una fotografía bien estudiada, con muchos planos secuencia posteriores, efectos especiales que poco tienen que envidiar a los de la industria estadounidense... Pequeños detalles que si se van sumando, hacen pensar en que El reino estará a la cabeza de todas las quinielas para hacerse con un gran número de estatuillas en la próxima gala de los Goya en febrero de 2019 -que, por cierto, este año se desarrollará en Sevilla-. Un "must-see".
11 de febrero de 2019
11 de febrero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera sorpresa del año y puede que de los últimos años, hacía mucho, demasiado, que una película no me tensionaba tanto como este Thriller Político basado en hechos tristemente reales y tristemente actuales.
Mención especial para la actuación de Antonio de la Torre que consiguió que empatizara por momentos ( mas de los que me hubiera gustado ) con su personaje, un corrupto. Pero véanla y veréis con que maestría la película nos lleva a su lado y con un poquito mas de la misma nos sacan de el, al final.
Creo que el Cine es esto, y ya era hora de que disfrutara de el y a pesar de que no tenía ningún interés en la película tras leer el argumento, me llevé, lo dicho, la primera gran sorpresa del año.
Mención especial para la actuación de Antonio de la Torre que consiguió que empatizara por momentos ( mas de los que me hubiera gustado ) con su personaje, un corrupto. Pero véanla y veréis con que maestría la película nos lleva a su lado y con un poquito mas de la misma nos sacan de el, al final.
Creo que el Cine es esto, y ya era hora de que disfrutara de el y a pesar de que no tenía ningún interés en la película tras leer el argumento, me llevé, lo dicho, la primera gran sorpresa del año.
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