El Reino
2018 

7.3
32,386
Thriller. Intriga. Drama
Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
6 de octubre de 2018
6 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el inicio, ya estamos en la maratón, en la lucha.
Manuel López Vidal solo está recobrando el aliento, quizá por última vez en mucho tiempo.
Y el rumor de las olas no dura mucho, porque toca bailar al son de unos acordes que nadie sabe realmente cuáles serán.
'El Reino' es inmediatez, es inseguridad, es poder.
Durante un tiempo prudencial eres testigo de cómo una panda de hijos de puta arruinan su país sin vergüenza alguna, recreándose en comilonas y viajes de placer, bromeando impunemente sobre la desesperación del currito de a pie, y hablando casi en clave porque no se les puede oír una mísera palabra más alta que otra.
Nosotros nos hemos acoplado al viaje de Manuel, y por eso vemos con horror, a una distancia prudencial, cómo empieza a perder pie: el reino está en peligro y, cómo dicen en un momento, a él "le ha tocado estar en el lugar equivocado, en el momento peor".
Lo que sigue es básicamente una resistencia salvaje, animal, mantenida por Antonio de la Torre en un difícil juego de "por mis cojones que no me vais a dejar fuera" y "estoy aterrorizado al arriesgar mi vida entera".
Si hasta entonces habían abundado los halagos, o los comentarios de meadorio en petit comite asegurando su puesto, ahora se han sustituido por caras de póker, y la aplastante sensación de estar manteniendo presencia no grata en el partido. Las charlas bravuconas presumiendo todo lo vivido también han desaparecido, porque un tercer oído ha pasado a estar en todos lados: el que condena lo injusto, uno que todos habían olvidado.
Sin embargo, Manuel no ha perdido un ápice de su soberbia habitual, y es lo que hace su odisea tan interesante, porque eso también habla de un país, de una actitud, que se ha convertido en norma llevar por delante, por muy jodida que esté la situación, para que no me quiten lo mío.
Quizá así haya empezado todo, quizá no estamos tan lejos del reino animal y hemos cambiado el respeto de la manada por una serie de documentos o cargos proclamando que somos los de encima de los demás.
¿Qué pasa entonces con los que sí seguimos teniendo una idea de la sociedad más equilibrada, más bien gobernada, como la esposa e hija de López Vidal?
Que quieren a su esposo y padre, pero a cada noticiero la brecha es más grande. Que hasta ahora han vivido circunstancialmente la riqueza y el poder, pero la idea de "no haber sabido" de dónde venía se hace insoportable.
Manuel no se cansa de repetir que solo quería "que su familia viviera bien" pero la pregunta es... ¿hasta qué punto vives bien si estás todo el rato pendiendo de un hilo tan fino que cualquier grabadora mal situada puede romper?
Lo peor es poder entender perfectamente, tan claro como el cristal, lo que pasa por la cabeza de estos malnacidos.
Y que Sorogoyen nos meta de cabeza en sus comidas de langostino, primero de manera incómoda, y cave poquito a poco, sin descanso, hasta que la inercia de Manuel nos ha metido en el escalofrío que le provoca el ver que todo es más grande que él.
Me repugnaría identificarme con alguien así, pero no tenemos otra opción: raro será no respetar unos monumentales Ana Wagener y Josep María Pou también, y pensar que después de todo se puede coger más trozo de pastel que los demás y vivir bien.
Aunque el toque final, implacable e impactante, es poco a poco darse cuenta de que no es solo un partido, una reunión o un grupo de chorizos trajeados: es un estilo de vida, tan cimentado en las bases del sistema que cualquier intento de sabotearlo debe corregirse, por un bien común que nunca sabremos muy bien a quien beneficia.
Ese "no saber" era el derechazo final de un combate en el que apenas nadie sabe qué va a quedar una vez se gane.
Todo ello perfectamente cerrado con la pregunta que Amaia Marín, la voz de un pueblo que se niega a poner más medallas de barro, le suelta a López Vidal:
"¿En qué estaba pensando usted?"
Una pregunta que, en medio de la carrera, a todos se nos olvida responder.
Manuel López Vidal solo está recobrando el aliento, quizá por última vez en mucho tiempo.
Y el rumor de las olas no dura mucho, porque toca bailar al son de unos acordes que nadie sabe realmente cuáles serán.
'El Reino' es inmediatez, es inseguridad, es poder.
Durante un tiempo prudencial eres testigo de cómo una panda de hijos de puta arruinan su país sin vergüenza alguna, recreándose en comilonas y viajes de placer, bromeando impunemente sobre la desesperación del currito de a pie, y hablando casi en clave porque no se les puede oír una mísera palabra más alta que otra.
Nosotros nos hemos acoplado al viaje de Manuel, y por eso vemos con horror, a una distancia prudencial, cómo empieza a perder pie: el reino está en peligro y, cómo dicen en un momento, a él "le ha tocado estar en el lugar equivocado, en el momento peor".
Lo que sigue es básicamente una resistencia salvaje, animal, mantenida por Antonio de la Torre en un difícil juego de "por mis cojones que no me vais a dejar fuera" y "estoy aterrorizado al arriesgar mi vida entera".
Si hasta entonces habían abundado los halagos, o los comentarios de meadorio en petit comite asegurando su puesto, ahora se han sustituido por caras de póker, y la aplastante sensación de estar manteniendo presencia no grata en el partido. Las charlas bravuconas presumiendo todo lo vivido también han desaparecido, porque un tercer oído ha pasado a estar en todos lados: el que condena lo injusto, uno que todos habían olvidado.
Sin embargo, Manuel no ha perdido un ápice de su soberbia habitual, y es lo que hace su odisea tan interesante, porque eso también habla de un país, de una actitud, que se ha convertido en norma llevar por delante, por muy jodida que esté la situación, para que no me quiten lo mío.
Quizá así haya empezado todo, quizá no estamos tan lejos del reino animal y hemos cambiado el respeto de la manada por una serie de documentos o cargos proclamando que somos los de encima de los demás.
¿Qué pasa entonces con los que sí seguimos teniendo una idea de la sociedad más equilibrada, más bien gobernada, como la esposa e hija de López Vidal?
Que quieren a su esposo y padre, pero a cada noticiero la brecha es más grande. Que hasta ahora han vivido circunstancialmente la riqueza y el poder, pero la idea de "no haber sabido" de dónde venía se hace insoportable.
Manuel no se cansa de repetir que solo quería "que su familia viviera bien" pero la pregunta es... ¿hasta qué punto vives bien si estás todo el rato pendiendo de un hilo tan fino que cualquier grabadora mal situada puede romper?
Lo peor es poder entender perfectamente, tan claro como el cristal, lo que pasa por la cabeza de estos malnacidos.
Y que Sorogoyen nos meta de cabeza en sus comidas de langostino, primero de manera incómoda, y cave poquito a poco, sin descanso, hasta que la inercia de Manuel nos ha metido en el escalofrío que le provoca el ver que todo es más grande que él.
Me repugnaría identificarme con alguien así, pero no tenemos otra opción: raro será no respetar unos monumentales Ana Wagener y Josep María Pou también, y pensar que después de todo se puede coger más trozo de pastel que los demás y vivir bien.
Aunque el toque final, implacable e impactante, es poco a poco darse cuenta de que no es solo un partido, una reunión o un grupo de chorizos trajeados: es un estilo de vida, tan cimentado en las bases del sistema que cualquier intento de sabotearlo debe corregirse, por un bien común que nunca sabremos muy bien a quien beneficia.
Ese "no saber" era el derechazo final de un combate en el que apenas nadie sabe qué va a quedar una vez se gane.
Todo ello perfectamente cerrado con la pregunta que Amaia Marín, la voz de un pueblo que se niega a poner más medallas de barro, le suelta a López Vidal:
"¿En qué estaba pensando usted?"
Una pregunta que, en medio de la carrera, a todos se nos olvida responder.
19 de febrero de 2019
19 de febrero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El reino se enmarca dentro de esa grave crisis económica que los excesos, la corrupción y los vicios de algunos han provocado a todo un país. Sin embargo, sus protagonistas no son las personas que han de sufrir en sus propias carnes las nefastas consecuencias de los actos de otros. Sus protagonistas son los mismos que han generado esas crisis. Las clases pudientes, en este concreto caso, los que con más ahínco fingen luchar con la corrupción a base de promesas y palabras falseadas. Los políticos. Rodrigo Sorogoyen nos presenta a un personaje cualquiera; Manuel López Vidal, títere de turno de la corruptela que se ha dejado comprar por el poder y la ambición disfrutando de lujos y excentricidades a costa de saquear un país.
Pero Manuel representa solo a una pieza más en un juego mucho más grande que es ideado por otros y llevado a la práctica por cualquiera con la suficiente ambición. Y esto, nuestro protagonista lo descubrirá más tarde, cuando se convierta en el chivo expiatorio de su partido. Una cabeza de turco relativamente fácil mediante la que es posible expiar los pecadillos de miles.Con lo único que no cuenta el partido es con que Manuel decida vengarse. Porque si algo tiene claro es que no caerá solo. Hará caer al reino entero, pieza a pieza, jugada a jugada. Rodrigo Sorogoyen hace una radiografía exacta y preciosista de las flaquezas y males que aquejan España desde hace muchos años y por medio del thriller político consigue sacar a relucir más de lo que la premisa de la película anuncia.
Porque Sorogoyen nos viene a decir que la corrupción en España esta tan terriblemente arraigada que afecta a casi todos los escalafones de la sociedad. Nadie está a salvo en este análisis crítico y mordaz. Todos pueden caer bajo el embrujo del capital. Y la respuesta a este enigma es demasiado simple. Lo hacen porque pueden. Lo hacen porque les resulta demasiado fácil. El poder corrompe y pudre todo lo que encuentra a su alcance. Hasta las luchas y causas que debieran ser más nobles y justas.
Actuaciones excelentes de Antonio de la Torre Martin y Barbara Lennie. Consiguen lucirse y sobresalir en esta película. Más que recomendable. Y si me apuras se podría decir que es de lo mejorcito de cine español que he visto últimamente…
Pero Manuel representa solo a una pieza más en un juego mucho más grande que es ideado por otros y llevado a la práctica por cualquiera con la suficiente ambición. Y esto, nuestro protagonista lo descubrirá más tarde, cuando se convierta en el chivo expiatorio de su partido. Una cabeza de turco relativamente fácil mediante la que es posible expiar los pecadillos de miles.Con lo único que no cuenta el partido es con que Manuel decida vengarse. Porque si algo tiene claro es que no caerá solo. Hará caer al reino entero, pieza a pieza, jugada a jugada. Rodrigo Sorogoyen hace una radiografía exacta y preciosista de las flaquezas y males que aquejan España desde hace muchos años y por medio del thriller político consigue sacar a relucir más de lo que la premisa de la película anuncia.
Porque Sorogoyen nos viene a decir que la corrupción en España esta tan terriblemente arraigada que afecta a casi todos los escalafones de la sociedad. Nadie está a salvo en este análisis crítico y mordaz. Todos pueden caer bajo el embrujo del capital. Y la respuesta a este enigma es demasiado simple. Lo hacen porque pueden. Lo hacen porque les resulta demasiado fácil. El poder corrompe y pudre todo lo que encuentra a su alcance. Hasta las luchas y causas que debieran ser más nobles y justas.
Actuaciones excelentes de Antonio de la Torre Martin y Barbara Lennie. Consiguen lucirse y sobresalir en esta película. Más que recomendable. Y si me apuras se podría decir que es de lo mejorcito de cine español que he visto últimamente…
13 de julio de 2019
13 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para todo aquel que siga más o menos las noticias no le costará gran trabajo observar las coincidencias entre la supuesta "ficción" de El Reino y cierta trama de corrupción con nombre alemán y protagonistas muy españoles y mucho españoles. Pero no es de lo argumental de lo que quiero hablar, que por supuesto retrata de forma inmejorable el funcionamiento de la maquinaria del poder, sino de lo formal. Sorogoyen lleva a su máxima expresión la máxima formalista de que la forma es el contenido. Desde el minuto uno El Reino te agarra las tripas y no te suelta, te deja en tensión, como la más adictiva de las drogas. El sonido está cuidado al milímetro. Las imágenes son inmejorables. Los planos donde aparece Manuel López Vidal andando de espaldas, el ritmo auditivo y visual, los cortes de música justo cuando menos lo esperas. Toda la película es una maquinaria perfectamente engrasada (como una trama corrupta) para recrear el descenso a los infiernos del poder. Y para que tú desciendas también. El Reino no te cuenta una historia, te la construye a base de sonidos electrónicos, pasos acelerados, conversaciones entre despachos y la sordidez en penumbra de la otra cara del juego político.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sorogoyen prepara otra sorpresa en el final. Cuando piensas que ha caído en las redes del discursito fácil, del moralismo, el monólogo y la moraleja, se acaba la película. Sin que hayas podido digerir aún bien dicho discurso. La reflexión final es tuya. En El Reino no hay moral, no hay buenos ni malos, tan solo sombras. Puro cine. Puro puro cine.
19 de marzo de 2023
19 de marzo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Somos muchos los que contemplamos el panorama político actual, al menos el español (aunque en la mayoría de países es la misma mierda) y nos encontramos con una situación de frustración y desazón, de preguntarnos que hemos hecho mal, hacia dónde vamos, de dónde salen los políticos y hasta cuando vamos a aguantar esta mierda.
Cuidado, que cada uno está en su derecho de votar a quién quiera y de ser gobernado por cualquier buen tipo que tarde o temprano, ya sea por drogas, dinero o sexo, venda sus principios al mejor postor.
En otras palabras, admito que soy la clase de persona a la que El Reino gusta. Soy la clase de persona que va a cuadrar y que va a salir contento de la película. Por lo menos como toque de atención. No es que el filme en cuestión vaya a resolver el Caso Berni, pero me alegra saber que nuestro dinero no solo contribuye a chuparle los zapatos a los políticos.
Ahí bien. La trama y los actores están en su mayoría estupendos (genial Luis Zahera) de la misma manera que las escenas de la vida personal del prota no chirrían. Son talentosas y dignas de mención.
La forma de rodar es genial y cuadra con el constante aroma de tensión y nerviosismo que se intenta impregnar la cinta. Si que es cierto que hay una parte que se alarga demasiado y hacia el final se desvaría un poco, pero la mayoría del metraje es de una alta calidad.
Los actores, todos ellos excelentes. Destacar a Zahera y Wagener.
Y es un filme muy, muy entretenido.
Ahora, lo curioso es que ante la ABRUMADORA cantidad de corruptos que pueblan nuestro panorama político uno puede sacar:
1) Nadie va a intentar matar a nadie. Todos se van a poner de acuerdo para engañar a la gente.
2) Van a culpar a otros partidos a diestro y siniestro.
3) Imposible que una periodista que probablemente esté también metida en el ajo vaya de vengadora.
Sobre todo en cuánto el partido, vendría le defensa de lo indefendible.
En otras palabras, la realidad supera a la ficción. Un filme sólido...y necesario.
Cuidado, que cada uno está en su derecho de votar a quién quiera y de ser gobernado por cualquier buen tipo que tarde o temprano, ya sea por drogas, dinero o sexo, venda sus principios al mejor postor.
En otras palabras, admito que soy la clase de persona a la que El Reino gusta. Soy la clase de persona que va a cuadrar y que va a salir contento de la película. Por lo menos como toque de atención. No es que el filme en cuestión vaya a resolver el Caso Berni, pero me alegra saber que nuestro dinero no solo contribuye a chuparle los zapatos a los políticos.
Ahí bien. La trama y los actores están en su mayoría estupendos (genial Luis Zahera) de la misma manera que las escenas de la vida personal del prota no chirrían. Son talentosas y dignas de mención.
La forma de rodar es genial y cuadra con el constante aroma de tensión y nerviosismo que se intenta impregnar la cinta. Si que es cierto que hay una parte que se alarga demasiado y hacia el final se desvaría un poco, pero la mayoría del metraje es de una alta calidad.
Los actores, todos ellos excelentes. Destacar a Zahera y Wagener.
Y es un filme muy, muy entretenido.
Ahora, lo curioso es que ante la ABRUMADORA cantidad de corruptos que pueblan nuestro panorama político uno puede sacar:
1) Nadie va a intentar matar a nadie. Todos se van a poner de acuerdo para engañar a la gente.
2) Van a culpar a otros partidos a diestro y siniestro.
3) Imposible que una periodista que probablemente esté también metida en el ajo vaya de vengadora.
Sobre todo en cuánto el partido, vendría le defensa de lo indefendible.
En otras palabras, la realidad supera a la ficción. Un filme sólido...y necesario.
3 de octubre de 2018
3 de octubre de 2018
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una escena el prota le pide cambio a un camarero, pero éste (que está despistado hablando de fútbol) en vez de devolverselo a él se lo da a otro hombre que sorprendido se lo queda.
No se puede decir más en menos. Señores! Que esto es España!
Un país de listillos o de pringaos no hay mas. Es triste pero es así 40 años de "democracia" no bastan para tener una digna sociedad, tenemos lo que nos merecemos.
Pero mas allá de discursos moralistas voy intentar hablar de la peli (aunque honradez y film aquí van de la mano).
No es una peli sólo para ti y para mí, es especialmente para todos los familiares de políticos y los susodichos.
Lo que mas asusta es pensar que en este film no haya ninguna dramatización y que la realidad sea así de dura.
Reparto, música, ritmo del film todo excelente. Cuando la trama parece que no avanza meten una escena de tensión dramática, y así varias veces... hasta que llega el final, ese sublime final a cámara. Que te hace gritar por dentro.
No se puede decir más en menos. Señores! Que esto es España!
Un país de listillos o de pringaos no hay mas. Es triste pero es así 40 años de "democracia" no bastan para tener una digna sociedad, tenemos lo que nos merecemos.
Pero mas allá de discursos moralistas voy intentar hablar de la peli (aunque honradez y film aquí van de la mano).
No es una peli sólo para ti y para mí, es especialmente para todos los familiares de políticos y los susodichos.
Lo que mas asusta es pensar que en este film no haya ninguna dramatización y que la realidad sea así de dura.
Reparto, música, ritmo del film todo excelente. Cuando la trama parece que no avanza meten una escena de tensión dramática, y así varias veces... hasta que llega el final, ese sublime final a cámara. Que te hace gritar por dentro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Grita, manifiestate, colapsa las redes, exige! que un votante no sólo ejerza el día de las urnas.
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