Los abrazos rotos
2009 

6.3
26,687
Drama. Romance
Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
25 de marzo de 2009
25 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un momento, una escena, una imagen, que lo dice todo.
En Lanzarote, la estatua sirve como metáfora de la vida. Ésta gira, gira y vuelve a girar. Sube y baja. Rápida o lenta... pero ante todo, la vida sigue, pase lo que pase.
Eso es lo que, posiblemente, le pase a esta película.
"Los abrazos rotos" no está mal, una película donde sus actores son los que la hacen grande. Nada más. Sí es verdad que cuenta con una estupenda Banda Sonora, una fotografía magnífica y unas localizaciones de envidia (y demás aspectos técnicos maravillosos) pero le falla algo, y ese algo es que sea de Pedro Almodóvar.
La película pierde la característica del cine del manchego, la sorpresa.
La historia tarda en empezar, como todas, pero pierde emoción. Todo lo que sucede es "normal" , ya visto en otras películas, es la vida real. Desgraciadamente, el maltrato y los celos ya no nos sorprenden, es algo asumido en nuestra sociedad. Las "prohíbidas historias de amor" no son nuevas. Y es aquí donde Almodóvar falla.
Pero a "Los abrazos rotos" si. Es una historia de amor con protagonistas equivocados. Penélope Cruz borda su papel, al igual que Lluís Homar, pero el gran personaje es Judith (Blanca Portillo) de ella son los abrazos rotos.
La película no profundiza en el amor, ni en los celos, ni en la venganza...todo es superficial, se da a entender. Es ahí donde falla. Las cosas no son porque si. Solamente, en el final, con Camen Machí, se deja ver el verdadero Almodóvar, el que de una conversación saca lo mejor de una actriz y un diálogo divertido que te hace sentir dentro de la escena.
Me quedé con ganas de saber más de lo que me enseñan y me sobraron escenas/historias/ personajes que no son relevantes. Creo que pretende ser un gran drama, y no sabe aprovechar lo que tiene.
Las mejores de la película son las que menos papel tienen, a ellas me quedé con ganas de ver: Ángela Molina, Lola Dueñas y Carme Machí. Vale, alomejor no son personajes "dramáticos" pero de eso trata un gran drama, de mostrar que el/la más sonriente o la más extrovertida lleva tras de sí un gran drama. Una concejala de asuntos sociales que no es entendida por sus compañeros, sexualmente hablando, podría ser una historia bastante dramática en su cine.
La película será recordada por sus grandes interpretaciones (vuelvo a destacar a Blanca Portillo) y por algún premio más que le caiga, pero no lo hará como de lo mejor del director.
En Lanzarote, la estatua sirve como metáfora de la vida. Ésta gira, gira y vuelve a girar. Sube y baja. Rápida o lenta... pero ante todo, la vida sigue, pase lo que pase.
Eso es lo que, posiblemente, le pase a esta película.
"Los abrazos rotos" no está mal, una película donde sus actores son los que la hacen grande. Nada más. Sí es verdad que cuenta con una estupenda Banda Sonora, una fotografía magnífica y unas localizaciones de envidia (y demás aspectos técnicos maravillosos) pero le falla algo, y ese algo es que sea de Pedro Almodóvar.
La película pierde la característica del cine del manchego, la sorpresa.
La historia tarda en empezar, como todas, pero pierde emoción. Todo lo que sucede es "normal" , ya visto en otras películas, es la vida real. Desgraciadamente, el maltrato y los celos ya no nos sorprenden, es algo asumido en nuestra sociedad. Las "prohíbidas historias de amor" no son nuevas. Y es aquí donde Almodóvar falla.
Pero a "Los abrazos rotos" si. Es una historia de amor con protagonistas equivocados. Penélope Cruz borda su papel, al igual que Lluís Homar, pero el gran personaje es Judith (Blanca Portillo) de ella son los abrazos rotos.
La película no profundiza en el amor, ni en los celos, ni en la venganza...todo es superficial, se da a entender. Es ahí donde falla. Las cosas no son porque si. Solamente, en el final, con Camen Machí, se deja ver el verdadero Almodóvar, el que de una conversación saca lo mejor de una actriz y un diálogo divertido que te hace sentir dentro de la escena.
Me quedé con ganas de saber más de lo que me enseñan y me sobraron escenas/historias/ personajes que no son relevantes. Creo que pretende ser un gran drama, y no sabe aprovechar lo que tiene.
Las mejores de la película son las que menos papel tienen, a ellas me quedé con ganas de ver: Ángela Molina, Lola Dueñas y Carme Machí. Vale, alomejor no son personajes "dramáticos" pero de eso trata un gran drama, de mostrar que el/la más sonriente o la más extrovertida lleva tras de sí un gran drama. Una concejala de asuntos sociales que no es entendida por sus compañeros, sexualmente hablando, podría ser una historia bastante dramática en su cine.
La película será recordada por sus grandes interpretaciones (vuelvo a destacar a Blanca Portillo) y por algún premio más que le caiga, pero no lo hará como de lo mejor del director.
28 de marzo de 2009
28 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De poco me sirven las criticas leídas en los periódicos, escuchadas por la radio o vistas por televisión, porque aunque me haga una idea de lo que me depara la última de Almodovar, se me descuadra al primer cuarto de hora.
La primera parte, que yo divido en tres, es excepcional, puro Almodóvar de “Hable con ella”. Pone orden en un aparente caos y muestra los personajes de tal modo que enseguida interesa saber qué hacen y qué lazos les unen. Los saltos de tiempo no son incómodos como otros dicen, y la historia discurre suave y sin estridencias. Penélope tiene mil registros y Lluis Homar es frío y pragmático, como su ceguera le deja ser.. Me pregunto si a estas alturas Almodóvar tiene algún compromiso con alguien influyente al poner a Kira Miró, Alejo Sauras o Rubén Ochandiano, que a ratos resulta gracioso y los más es un poste.
La película avanza y se teje una historia de amor entremezclada con otra de sexo, la diferencia está clara y el simulado burka con las sábanas da muestra de ello. Pero es una historia sin historia, pues no es nada más especial que la atracción de ambos. La obsesión de Ernesto no se palpa y no existe la tensión que la música requiere. Viene el desconcierto porque la historia pide mucho más y se desaprovecha totalmente. El momento de la lectora de labios es bueno, lejos de ser el mejor como muchos dicen. Lanzarote es preciosa y Almodóvar lo sabe bien y nos lo muestra, y si además hay música de CatPower pues mejor que mejor. Para mí uno de los mejores momentos.
Entonces algo ocurre y la película se vierte a ratos en monólogos llenos de una forzada profundidad (Blanca Portillo hace lo que le mandan hacer) y una forzada frivolidad: “¡Anda, Mateo es mi padre! jo, ¡pues no lo sabia! Y se nos cuenta la historia de lo que ocurrió en la post producción de “chicas y maletas” una historia sin interés alguno que deviene en aburrimiento con bostezos en la sala de cine.
En definitiva, una buena pelicula en la primera mitad y desaprovechada con impotencia y aburrida en la segunda. Almodóvar puede más y se le ha olvidado.
La primera parte, que yo divido en tres, es excepcional, puro Almodóvar de “Hable con ella”. Pone orden en un aparente caos y muestra los personajes de tal modo que enseguida interesa saber qué hacen y qué lazos les unen. Los saltos de tiempo no son incómodos como otros dicen, y la historia discurre suave y sin estridencias. Penélope tiene mil registros y Lluis Homar es frío y pragmático, como su ceguera le deja ser.. Me pregunto si a estas alturas Almodóvar tiene algún compromiso con alguien influyente al poner a Kira Miró, Alejo Sauras o Rubén Ochandiano, que a ratos resulta gracioso y los más es un poste.
La película avanza y se teje una historia de amor entremezclada con otra de sexo, la diferencia está clara y el simulado burka con las sábanas da muestra de ello. Pero es una historia sin historia, pues no es nada más especial que la atracción de ambos. La obsesión de Ernesto no se palpa y no existe la tensión que la música requiere. Viene el desconcierto porque la historia pide mucho más y se desaprovecha totalmente. El momento de la lectora de labios es bueno, lejos de ser el mejor como muchos dicen. Lanzarote es preciosa y Almodóvar lo sabe bien y nos lo muestra, y si además hay música de CatPower pues mejor que mejor. Para mí uno de los mejores momentos.
Entonces algo ocurre y la película se vierte a ratos en monólogos llenos de una forzada profundidad (Blanca Portillo hace lo que le mandan hacer) y una forzada frivolidad: “¡Anda, Mateo es mi padre! jo, ¡pues no lo sabia! Y se nos cuenta la historia de lo que ocurrió en la post producción de “chicas y maletas” una historia sin interés alguno que deviene en aburrimiento con bostezos en la sala de cine.
En definitiva, una buena pelicula en la primera mitad y desaprovechada con impotencia y aburrida en la segunda. Almodóvar puede más y se le ha olvidado.
30 de marzo de 2009
30 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con ciertas películas me imagino que hubiese ocurrido, y que resultado tendría, si la acción cambiase de prioridad, y diera paso a otros personajes secundarios, o directamente irrelevantes, (algo parecido a lo que hizo Robert Altman en “Vidas Cruzadas”, pero más radical aún porque, al fin y al cabo, en su caso respondía a un recurso de estilo para poder “cruzar” las diferentes historias que estaban en los relatos de R.Carver en los que se basa el guión).
Pues bien en “los abrazos rotos”, me ocurre con el personaje que interpreta Blanca Portillo (Judith)que, aunque importante, no es el centro de la película, pero para mi es de ella el abrazo roto , la única que me emociona, y la que de verdad tiene una historia que contar, pero se queda a medias, una lástima…
Por lo demás no voy a hacer más leña del árbol caído de la que ya se hecho (de eso ya se encarga “El Pope Boyero”, él sabrá…) más bien al contrario, la voy a defender, y por varios motivos:
-La portentosa fotografía de Rodrigo Prieto.
-Las estupendas interpretaciones de Blanca Portillo y Rubén Ochandiano.
-El logrado homenaje al cine en general y en particular a directores como Douglas Sirk.
-Porque después de las malogradas “Hable con Ella”y “La mala educación”, por fin aparece ese otro Almodóvar que esperábamos , al menos yo, aunque debe seguir puliendo su estilo para terminar de emocionarnos y de convencernos.
-Y por último un guiño especial para la deliciosa escena de Carmen Machi devorando una magdalena, toda una profesional.
Pues bien en “los abrazos rotos”, me ocurre con el personaje que interpreta Blanca Portillo (Judith)que, aunque importante, no es el centro de la película, pero para mi es de ella el abrazo roto , la única que me emociona, y la que de verdad tiene una historia que contar, pero se queda a medias, una lástima…
Por lo demás no voy a hacer más leña del árbol caído de la que ya se hecho (de eso ya se encarga “El Pope Boyero”, él sabrá…) más bien al contrario, la voy a defender, y por varios motivos:
-La portentosa fotografía de Rodrigo Prieto.
-Las estupendas interpretaciones de Blanca Portillo y Rubén Ochandiano.
-El logrado homenaje al cine en general y en particular a directores como Douglas Sirk.
-Porque después de las malogradas “Hable con Ella”y “La mala educación”, por fin aparece ese otro Almodóvar que esperábamos , al menos yo, aunque debe seguir puliendo su estilo para terminar de emocionarnos y de convencernos.
-Y por último un guiño especial para la deliciosa escena de Carmen Machi devorando una magdalena, toda una profesional.
12 de abril de 2009
12 de abril de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Abrazos rotos es un magnífico ejercicio de estilo autoreferencial que si bien no es perfecto alcanza cotas deslumbrantes y de gran hondura. Más allá de los posibles altibajos, Los Abrazos rotos, contiene una de las reflexiones sobre el cine y su trascendencia, sobre su influencia en la vida que el cine español ha dado en rarísimas ocasiones. No entiendo las críticas demoledoras contra esta obra singular que por un lado parece finalizar y abrir etapa en la carrera de Almodóvar. Y de la siguiente sólo me cabe intuir lo mejor. Gracias Pedro!!!!
31 de mayo de 2009
31 de mayo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los aspectos negativos que comporta el ser un director consagrado es que cada nueva película es esperada con unas expectativas que muy raramente se ven cumplidas. El caso de Pedro Almodóvar sería un buen ejemplo y particularmente esta, su última película se ajusta perfectamente a lo expuesto anteriormente. Y no es que “Los abrazos rotos” sea una mala película. Seríamos injustos si la calificáramos como tal, y si se tratara, por ejemplo, de la opera prima de algún joven director estaríamos alabándola como el prometedor principio de una probable brillante carrera. El problema de “Los abrazos rotos” es que de Almodóvar se espera algo más que una buena historia, que un guión sin fisuras, que un ejercicio de academicismo. Se espera que sorprenda, que emocione, que los personajes traspasen la pantalla y toquen la fibra sensible del espectador. Y lamentablemente esto no pasa en “Los abrazos rotos”. Y a mi modo de ver no pasa principalmente por la poca sintonía que se adivina entre su pareja protagonista. Dos excelentes actores como Penélope Cruz y Lluís Homar, sorprendentemente no funcionan como pareja en pantalla. No transmiten la pasión que se les supone a sus personajes, no hay química entre ellos y esto, que hubiera golpeado mortalmente a cualquier otra película, queda compensado con la potente historia con la que Almodóvar nos vuelve a sumergir en el mundo de las bajas pasiones que han caracterizado siempre el melodrama clásico, si bien impide que esta película llegue a ser la obra maestra que en un principio podía esperarse.
Y aun con todo, el sello Almodóvar sigue estando presente a lo largo del metraje, tanto para lo bueno (aunque casi todo el mundo destaca la inspirada escena del auto-doblaje de Penélope Cruz, un servidor se queda con el plano de las manos de Lluís Homar tocando la pantalla de televisión, intentando visualizar ese “último beso”)como para lo malo (ese guiño que nos lanza Almodóvar en forma de película cómica, aunque se agradece como ejercicio de nostalgia, no deja de resultar un parche que rompe el tono melodramático del resto de la historia).
En definitiva, un Almodóvar menor, una película que nos habla de los límites de la pasión, del amor y la obsesión, nada nuevo en el universo almodovariano, pero lastrado por la poca cohesión de sus ingredientes principales, incapaces de insuflar las dosis de intensidad y emoción que una película como esta pedía a gritos.
Lo mejor: el inconfundible sello Almodóvar.
Lo peor: el personaje de Rubén Ochandiano.
Y aun con todo, el sello Almodóvar sigue estando presente a lo largo del metraje, tanto para lo bueno (aunque casi todo el mundo destaca la inspirada escena del auto-doblaje de Penélope Cruz, un servidor se queda con el plano de las manos de Lluís Homar tocando la pantalla de televisión, intentando visualizar ese “último beso”)como para lo malo (ese guiño que nos lanza Almodóvar en forma de película cómica, aunque se agradece como ejercicio de nostalgia, no deja de resultar un parche que rompe el tono melodramático del resto de la historia).
En definitiva, un Almodóvar menor, una película que nos habla de los límites de la pasión, del amor y la obsesión, nada nuevo en el universo almodovariano, pero lastrado por la poca cohesión de sus ingredientes principales, incapaces de insuflar las dosis de intensidad y emoción que una película como esta pedía a gritos.
Lo mejor: el inconfundible sello Almodóvar.
Lo peor: el personaje de Rubén Ochandiano.
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