Pacto siniestro
1951 

7.8
22,488
Intriga. Thriller. Cine negro
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
28 de septiembre de 2017
28 de septiembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos completos desconocidos coinciden en un tren. Uno es un famoso tenista, el otro un "viva la virgen" que está más pa' llá que pa' cá.
Uno roza la punta de los zapatos al otro al sentarse frente a él y la cortesía inunda sus frases hasta que el primero propone una idea de crimen perfecto, claro está si cada uno de ellos comete el del otro, un crimen para librarse de ciertas personas que sobran en sus vidas...
No me importa si la novela de Patricia Highsmith, en la cual se basa la película, está mejor o peor o si deberían haberse incluido ciertos momentos de la misma, el caso es que a mí "Extraños en un Tren" me atrapa de principio a fin, cada vez que la veo, y eso dice mucho de ella. Sí, una de las primeras que descubrí del sr. Alfred Hitchcock (tras "Vértigo", "Atrapa a un Ladrón" y "Psicosis") y que realmente me dejó impresionado el ver cómo se desarrollaba la historia de aquel pobre tenista Guy Haines.
Un hombre torturado por una esposa que le había engañado con otro hombre, que además se niega a divorciarse para que él puda continuar con su vida (una pedazo de zorra, con todas las letras) y que para colmo de males se ve acorralado por el descerebrado de Bruno, un hombre caprichoso, más niño de mamá que hombre, que no está muy bien de la cabeza y vive obsesionado con matar a su padre.
Una trama oscura, pesimista, violenta, aunque llena de humor negro, y que explora el tenebroso lado del ser humano con la idea del "doppelgänger", que se expresa durante todo el metraje. La idea de verse materializada en la realidad dos caras de la misma persona, ya que Bruno parece mostrarse como la encarnación del deseo oculto que tiene Guy por acabar con su maldita esposa Miriam. Los dos parecen actuar al unísono aunque se encuentren en lugares distintos, como si fuese una simbiosis perfecta: uno pregunta por la hora y el otro mira el reloj, uno piensa en estrangular a su esposa y el otro lo realiza físicamente.
El propio Hitchcock comentó a Truffaut que "aquél era un concepto fascinante, que uno podría estar estudiándolo por siempre"...desde luego que sí. Segundo film de su recién iniciada década de los '50 (mi favorita del cineasta) tras "Pánico en la Escena", esta "Extraños en un Tren" pasó por un proceso de elaboración arduo desde el principio, desde que se adquirieron, por menos dinero de lo que debería, los derechos de la novela. Para el guión fue contratado el mismísimo Ray Chandler, y la historia principal volteó en muchas ocasiones hasta mutar en algo completamente diferente (bueno, como suele pasar con todas las novelas que el británico ha llevado a la pantalla).
Pero con el guión en las manos y los actores, que también fueron difíciles de elegir, el rodaje ya podía comenzar. Y marcó, como muchos pensaron, algo así como el renacimiento del director, quien, durante tantos años de haber estado tras las cámaras sin pasión alguna (los '40 le dejaron marcado), por fin se vio ante un proyecto con el que se sentía motivado. Lo demostró con creces, siendo esta película, hoy por hoy, una de las mejores de toda su carrera, donde en ella todo es perfecto: la maravillosa fotografía de Robert Burks, el montaje del que se encarga Will Ziegler, esas escenas puramente "hitchcockianas" de las que se podrían estar horas hablando, como el estrangulamiento visto a través de las gafas, la bajada de Guy por las escaleras con Bruno detrás apuntándole o el espectacular final en el tiovivo.
Impactantes, realmente, así como esos planos únicos que el director se inventa para enfatizar los elementos del crimen (las manos de Bruno, las gafas, la pistola...). También merece mención el apartado artístico del film, donde disfrutamos de las grandes interpretaciones de Farley Granger, Ruth Roman, Patricia Hitchcock, la mismísima hija del director que ya hizo acto de presencia en "Pánico en la Escena" (y que a mí me hace gracia que sea el personaje más perspicaz de la historia), Laura Elliott, que resulta odiosa en su papel de Miriam, y Robert Walker, el más memorable de todos haciendo del extraño Bruno, al mismo tiempo repelente y que, aunque uno quiera, cae condenadamente simpático.
Lo dicho, la disfruto cada vez que la veo y me sube la adrenalina con ella como pocas del director logran hacer. Retorcida, perversa, dramática, muy entretenida y emocionante de principio a fin. Joya inmortal de Hitchcock y de la Historia del cine.
Una vez más admito que los '50 fue la mejor época para el británico.
Uno roza la punta de los zapatos al otro al sentarse frente a él y la cortesía inunda sus frases hasta que el primero propone una idea de crimen perfecto, claro está si cada uno de ellos comete el del otro, un crimen para librarse de ciertas personas que sobran en sus vidas...
No me importa si la novela de Patricia Highsmith, en la cual se basa la película, está mejor o peor o si deberían haberse incluido ciertos momentos de la misma, el caso es que a mí "Extraños en un Tren" me atrapa de principio a fin, cada vez que la veo, y eso dice mucho de ella. Sí, una de las primeras que descubrí del sr. Alfred Hitchcock (tras "Vértigo", "Atrapa a un Ladrón" y "Psicosis") y que realmente me dejó impresionado el ver cómo se desarrollaba la historia de aquel pobre tenista Guy Haines.
Un hombre torturado por una esposa que le había engañado con otro hombre, que además se niega a divorciarse para que él puda continuar con su vida (una pedazo de zorra, con todas las letras) y que para colmo de males se ve acorralado por el descerebrado de Bruno, un hombre caprichoso, más niño de mamá que hombre, que no está muy bien de la cabeza y vive obsesionado con matar a su padre.
Una trama oscura, pesimista, violenta, aunque llena de humor negro, y que explora el tenebroso lado del ser humano con la idea del "doppelgänger", que se expresa durante todo el metraje. La idea de verse materializada en la realidad dos caras de la misma persona, ya que Bruno parece mostrarse como la encarnación del deseo oculto que tiene Guy por acabar con su maldita esposa Miriam. Los dos parecen actuar al unísono aunque se encuentren en lugares distintos, como si fuese una simbiosis perfecta: uno pregunta por la hora y el otro mira el reloj, uno piensa en estrangular a su esposa y el otro lo realiza físicamente.
El propio Hitchcock comentó a Truffaut que "aquél era un concepto fascinante, que uno podría estar estudiándolo por siempre"...desde luego que sí. Segundo film de su recién iniciada década de los '50 (mi favorita del cineasta) tras "Pánico en la Escena", esta "Extraños en un Tren" pasó por un proceso de elaboración arduo desde el principio, desde que se adquirieron, por menos dinero de lo que debería, los derechos de la novela. Para el guión fue contratado el mismísimo Ray Chandler, y la historia principal volteó en muchas ocasiones hasta mutar en algo completamente diferente (bueno, como suele pasar con todas las novelas que el británico ha llevado a la pantalla).
Pero con el guión en las manos y los actores, que también fueron difíciles de elegir, el rodaje ya podía comenzar. Y marcó, como muchos pensaron, algo así como el renacimiento del director, quien, durante tantos años de haber estado tras las cámaras sin pasión alguna (los '40 le dejaron marcado), por fin se vio ante un proyecto con el que se sentía motivado. Lo demostró con creces, siendo esta película, hoy por hoy, una de las mejores de toda su carrera, donde en ella todo es perfecto: la maravillosa fotografía de Robert Burks, el montaje del que se encarga Will Ziegler, esas escenas puramente "hitchcockianas" de las que se podrían estar horas hablando, como el estrangulamiento visto a través de las gafas, la bajada de Guy por las escaleras con Bruno detrás apuntándole o el espectacular final en el tiovivo.
Impactantes, realmente, así como esos planos únicos que el director se inventa para enfatizar los elementos del crimen (las manos de Bruno, las gafas, la pistola...). También merece mención el apartado artístico del film, donde disfrutamos de las grandes interpretaciones de Farley Granger, Ruth Roman, Patricia Hitchcock, la mismísima hija del director que ya hizo acto de presencia en "Pánico en la Escena" (y que a mí me hace gracia que sea el personaje más perspicaz de la historia), Laura Elliott, que resulta odiosa en su papel de Miriam, y Robert Walker, el más memorable de todos haciendo del extraño Bruno, al mismo tiempo repelente y que, aunque uno quiera, cae condenadamente simpático.
Lo dicho, la disfruto cada vez que la veo y me sube la adrenalina con ella como pocas del director logran hacer. Retorcida, perversa, dramática, muy entretenida y emocionante de principio a fin. Joya inmortal de Hitchcock y de la Historia del cine.
Una vez más admito que los '50 fue la mejor época para el británico.
10 de julio de 2018
10 de julio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está basada en la novela homónima de Patricia Highsmith, mundialmente conocida por su serie del asesino Ripley. La idea es que la sofisticación de un crimen complica la efectiva resolución del mismo por parte de los investigadores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La fascinación de Hitchcock por los ribetes detrás de un crimen toma nueva forma en Strangers on a Train. Dos desconocidos se encuentran en un tren y uno de ellos le plantea al otro un plan bastante sofisticado. La idea es “intercambiar crímenes”. Guy (Farley Granger), un tenista con intenciones de casarse con la hija de un senador, debe resolver el divorcio con su ex esposa Miriam (Kasey Rogers), que ya ha escalado a terrenos mediáticos, mientras que Bruno (Robert Walker) quiere deshacerse de su padre. El primer problema es que Bruno lleva adelante el plan, estrangulando a Miriam en un parque de diversiones, sin pactar nada con Guy. A partir de este hecho, Guy será el principal sospechoso por el crimen de su ex esposa, considerando que fue visto el día anterior discutiendo y peleando con ella en su lugar de trabajo.
Durante el resto de la película, Bruno se paseará por la vida de Guy como un fantasma, a la espera de que Guy cumpla con su parte del plan. Bruno le dará instrucciones a Guy sobre la forma de asesinar a su padre, pero Guy se resistirá a hacerlo. Finalmente, en una escena con altas dosis de adrenalina, la policía descubre el macabro plan de Bruno, y Guy se libera definitivamente. Curiosamente para él, todo se resuelve, ya que es gracias a Bruno que Guy puede casarse con la hija del senador.
Cuando Bruno dice que “…todos somos asesinos en potencia…” se refiere a que para él no existe diferencia entre alguien que se imagina un crimen y alguien que efectivamente lo comete. Según su moral (enrarecida como un lente que deforma la realidad) el autor del crimen es Guy, él es sólo el ejecutor. La psicología se extiende hacia el terreno de la realidad cuando Guy le confiesa por teléfono a su pareja que “asesinaría a su ex” con sus propias manos, suerte de preludio de lo que sucederá después. El hecho de que lo que Guy desea termina convirtiéndose en realidad produce un efecto interesante: la película demuestra que detrás de un crimen lo más mortificante termina siendo la culpa, no de Bruno (el ejecutor), sino del propio Guy (¿el mentor?).
El plan original de Bruno es tan descabellado que pasa inadvertido hasta el final por su aparente falta de motivaciones. ¿Quién va a imaginar semejante trama detrás de un supuesto crimen pasional? En ese aspecto, Strangers on a Train tiene relación con Psycho, en donde las motivaciones de Norman Bates alcanzan el mismo nivel de complejidad.
Durante el resto de la película, Bruno se paseará por la vida de Guy como un fantasma, a la espera de que Guy cumpla con su parte del plan. Bruno le dará instrucciones a Guy sobre la forma de asesinar a su padre, pero Guy se resistirá a hacerlo. Finalmente, en una escena con altas dosis de adrenalina, la policía descubre el macabro plan de Bruno, y Guy se libera definitivamente. Curiosamente para él, todo se resuelve, ya que es gracias a Bruno que Guy puede casarse con la hija del senador.
Cuando Bruno dice que “…todos somos asesinos en potencia…” se refiere a que para él no existe diferencia entre alguien que se imagina un crimen y alguien que efectivamente lo comete. Según su moral (enrarecida como un lente que deforma la realidad) el autor del crimen es Guy, él es sólo el ejecutor. La psicología se extiende hacia el terreno de la realidad cuando Guy le confiesa por teléfono a su pareja que “asesinaría a su ex” con sus propias manos, suerte de preludio de lo que sucederá después. El hecho de que lo que Guy desea termina convirtiéndose en realidad produce un efecto interesante: la película demuestra que detrás de un crimen lo más mortificante termina siendo la culpa, no de Bruno (el ejecutor), sino del propio Guy (¿el mentor?).
El plan original de Bruno es tan descabellado que pasa inadvertido hasta el final por su aparente falta de motivaciones. ¿Quién va a imaginar semejante trama detrás de un supuesto crimen pasional? En ese aspecto, Strangers on a Train tiene relación con Psycho, en donde las motivaciones de Norman Bates alcanzan el mismo nivel de complejidad.
28 de agosto de 2019
28 de agosto de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra de Alfred Hitchcock, una película angustiosa en la linea del tipo de películas que hacia este gran director. Un juego con la cámara, los planos, la fotografía. Todo impecable, una clase sobre como hacer una obra maestra del celuloide.
La película trata de la relación entre dos extraños que se conocen en un tren, el titulo no deja nada a la imaginación, la relación entre ellos. Aunque el verdadero protagonista es uno de ellos, Bruno Antony, un perturbado que se cruza en el camino de un tenista famoso y que se obsesiona con él, con una amistad falsa. Un psicópata interpretado por Robert Walker.
El maestro Hitchcock tubo la genialidad de dar ese papel protagonista a un actor que tenia problemas psicológicos en la realidad, un acierto casual o no. El actor falleció el mismo año que se estreno esta película en circunstancias poco claras.
El personaje de Bruno da mas miedo que muchos villanos del cine. Un hombre solitario a la sombra de su padre y con una madre demente que pinta cuadros espeluznantes.
La pareja formada por Farley Granger y su prometida en la ficción Ruth Roman completan esta historia sobre la locura de un hombre capaz de asesinar, un viaje por la mente de un loco que Hitchcock rodó con maestría en blanco y negro, en los años cincuenta, cuando ya se rodaban películas en technicolor.
La película trata de la relación entre dos extraños que se conocen en un tren, el titulo no deja nada a la imaginación, la relación entre ellos. Aunque el verdadero protagonista es uno de ellos, Bruno Antony, un perturbado que se cruza en el camino de un tenista famoso y que se obsesiona con él, con una amistad falsa. Un psicópata interpretado por Robert Walker.
El maestro Hitchcock tubo la genialidad de dar ese papel protagonista a un actor que tenia problemas psicológicos en la realidad, un acierto casual o no. El actor falleció el mismo año que se estreno esta película en circunstancias poco claras.
El personaje de Bruno da mas miedo que muchos villanos del cine. Un hombre solitario a la sombra de su padre y con una madre demente que pinta cuadros espeluznantes.
La pareja formada por Farley Granger y su prometida en la ficción Ruth Roman completan esta historia sobre la locura de un hombre capaz de asesinar, un viaje por la mente de un loco que Hitchcock rodó con maestría en blanco y negro, en los años cincuenta, cuando ya se rodaban películas en technicolor.
6 de septiembre de 2023
6 de septiembre de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que a los 12 años ya admiraba apasionadamente todo el cine de Hitchcock. De hecho, no recuerdo a nadie que no lo admirara. Hitchcock era un ídolo de la cinematografía, se le ensalzaba en los periódicos y en los programas de televisión, en cuantos medios se hablara de él. Y a mí, tan jovencito, y a toda mi generación, le fascinaba ese señor gordo y calvo, tan genial, tan interesantes sus películas, tan atractivo "le suspense" que poco menos había inventado él...
Han pasado los años. Ya no tengo la inocencia de aquellos años, qué pena. Ahora estoy más revenido, me he viciado más, no me conformo fácilmente. El hecho es que acudí a mi cita con el cine para contemplar "Extraños en un tren". Ya me había dado cuenta que Hitchcock no era el crack que me había imaginado de joven, pero con todo aún confiaba en poder rascar "high quality". Por eso escogí esta película, porque es de la época temprana, porque tenía un 7,8, y porque no recordaba nada de ella.
La realidad se me mostró desnuda, sin ñoñerías, sin falsos filtros: El cine del Sr. Hitchcok está realmente sobrevalorado. O lo han aupado a los altares intencionadamente, ni idea.
En mi opinión, un 7,8 se lo deben llevar películas que trascienden el tiempo, que nos dejan poso de algo profundo o imborrable, que están por encima del mero entretenimiento... sí, "Extraños en un tren" es entretenimiento puro, entretenimiento de la época, entretenimiento para mentes juveniles que se tensan con guiones de temática de intriga no muy trabajados... perdónenme los fans más acérrimos.
Hitchcock dominaba la técnica, no cabe duda. Manejaba los símbolos con maestría, estudiaba bien cada plano para saber como sacar jugo a las diferentes secuencias. Era bueno en eso, y también en el manejo de la cámara, en el dominio de los ritmos... ¡Joer, si el tío se movía como pez en el agua en el terreno fílmico!
El problema es que debajo de esta fachada de ensueño no hay nada. Que todo es entretenimiento vacuo e intrascendente. Que si tienes cierta edad, las sorpresas no son tales, se ven venir los desenlaces, los trucos, las maniobras engañosas. Que bajo el manto de la belleza de su blanco y negro, te desilusiona ver las infantilidades en el guion, los momentos exagerados, los arreglos argumentales imposibles.
Sí, película para mentes juveniles. Que no exijan un guion bien calzado para poder entrar en el tenso atrapante ritmo hitchcockiano. Que no le pidan credibilidad ni veracidad al argumento. Que no le pidan peras al olmo. Un cine para soñar con asesinos, para coquetear con homicidios y pervertidos, para enamorarse de los-as buenos-as buenísimos-as, eléctrico, inquietante en su juego de cabriolas, para tener el corazón en un puño y la mano en el envase de palomitas...
Sí, le reconozco una gran factura en la realización. Pero, debe ser la edad, se me hizo todo blando, ante la original propuesta inicial el desarrollo no se correspondía en imaginación, la partida de tenis me resultó un recurso fallido y pesado, la película genera una tensión que no me llena por falta de enjundia del movimiento narrativo, las actuaciones están bien pero acartonadas en sus roles, abundan las absurdidades e incoherencias de guion hasta unos límites insospechados... todo son defectos propios de un cine hecho para la taquilla, para que aplaudas al final sin saber porqué, para que pases por alto sus abundantes incongruencias.
Una película con tantos parches argumentales no merece el ensalzamiento que se le ha hecho, hay que ponerla en su sitio. Un 5 trémulo.
Han pasado los años. Ya no tengo la inocencia de aquellos años, qué pena. Ahora estoy más revenido, me he viciado más, no me conformo fácilmente. El hecho es que acudí a mi cita con el cine para contemplar "Extraños en un tren". Ya me había dado cuenta que Hitchcock no era el crack que me había imaginado de joven, pero con todo aún confiaba en poder rascar "high quality". Por eso escogí esta película, porque es de la época temprana, porque tenía un 7,8, y porque no recordaba nada de ella.
La realidad se me mostró desnuda, sin ñoñerías, sin falsos filtros: El cine del Sr. Hitchcok está realmente sobrevalorado. O lo han aupado a los altares intencionadamente, ni idea.
En mi opinión, un 7,8 se lo deben llevar películas que trascienden el tiempo, que nos dejan poso de algo profundo o imborrable, que están por encima del mero entretenimiento... sí, "Extraños en un tren" es entretenimiento puro, entretenimiento de la época, entretenimiento para mentes juveniles que se tensan con guiones de temática de intriga no muy trabajados... perdónenme los fans más acérrimos.
Hitchcock dominaba la técnica, no cabe duda. Manejaba los símbolos con maestría, estudiaba bien cada plano para saber como sacar jugo a las diferentes secuencias. Era bueno en eso, y también en el manejo de la cámara, en el dominio de los ritmos... ¡Joer, si el tío se movía como pez en el agua en el terreno fílmico!
El problema es que debajo de esta fachada de ensueño no hay nada. Que todo es entretenimiento vacuo e intrascendente. Que si tienes cierta edad, las sorpresas no son tales, se ven venir los desenlaces, los trucos, las maniobras engañosas. Que bajo el manto de la belleza de su blanco y negro, te desilusiona ver las infantilidades en el guion, los momentos exagerados, los arreglos argumentales imposibles.
Sí, película para mentes juveniles. Que no exijan un guion bien calzado para poder entrar en el tenso atrapante ritmo hitchcockiano. Que no le pidan credibilidad ni veracidad al argumento. Que no le pidan peras al olmo. Un cine para soñar con asesinos, para coquetear con homicidios y pervertidos, para enamorarse de los-as buenos-as buenísimos-as, eléctrico, inquietante en su juego de cabriolas, para tener el corazón en un puño y la mano en el envase de palomitas...
Sí, le reconozco una gran factura en la realización. Pero, debe ser la edad, se me hizo todo blando, ante la original propuesta inicial el desarrollo no se correspondía en imaginación, la partida de tenis me resultó un recurso fallido y pesado, la película genera una tensión que no me llena por falta de enjundia del movimiento narrativo, las actuaciones están bien pero acartonadas en sus roles, abundan las absurdidades e incoherencias de guion hasta unos límites insospechados... todo son defectos propios de un cine hecho para la taquilla, para que aplaudas al final sin saber porqué, para que pases por alto sus abundantes incongruencias.
Una película con tantos parches argumentales no merece el ensalzamiento que se le ha hecho, hay que ponerla en su sitio. Un 5 trémulo.
26 de mayo de 2024
26 de mayo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock escabecha el libro de Patricia Highsmith alterando el argumento y el desenlace. Los actores son de renombre en la época pero no consiguen transmitir bien la personalidad que en el libro sí traslucen los protagonistas. Creo que es una mala adaptación (alteraciones muy relevantes) y que podría tener sentido un buen remake respetando la novela, mucho más rica en matices que lo que este clásico nos depara.
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