Pacto siniestro
1951 

7.8
22,486
Intriga. Thriller. Cine negro
Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
1 de noviembre de 2006
1 de noviembre de 2006
156 de 184 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coleccionista de virtudes en lo principal, Hitchcock no pudo evitar un pequeño defecto en lo secundario. Y ni aún así se le puede echar en cara, en tanto que provenía del exterior. Concretamente, del sistema de Hollywood.
Este defecto no es otro que el cliché moral.
El maestro ya lo había padecido en dos películas anteriores a ésta. Los efectos de este incómodo invitado suelen convertir al film en previsible, pero aquéllos son más graves cuando afectan al valor dramático y la profundidad semántica de la película.
“Extraños en un tren”, con su potente imaginación visual y un primer tercio brillante, no pudo evitar su molesta incidencia.
spoiler:
Guy, en la novela original, es efectivamente culpable: sucumbe a la presión y comete el asesinato. Toda la carga semántica y tensional del libro se basaba en este hecho: cualquier hombre es un asesino potencial, el dilema moral del egoísmo contra los principios, la circustancia arrebatadora de la máscara. Lo que el prota se encuentra en el tren son sus monstruos llamando a la puerta.
Guy, en la película, no sólo no es un asesino, sino que es un héroe: acude en ayuda del padre de Bruno. El tormento interior se cambia por simple sufrimiento debido a la presión externa, al no permitir que Granger fuese un criminal. En el film, Guy es un santiño y esto reduce ligeramente el interés.
Es curioso comprobar cómo incluso la calidad de las escenas es mayor en la parte fiel a la novela: no hay más que comparar la escena inicial o la memorable persecución por el parque con la escena final o la del partido de tenis.
Este defecto no es otro que el cliché moral.
El maestro ya lo había padecido en dos películas anteriores a ésta. Los efectos de este incómodo invitado suelen convertir al film en previsible, pero aquéllos son más graves cuando afectan al valor dramático y la profundidad semántica de la película.
“Extraños en un tren”, con su potente imaginación visual y un primer tercio brillante, no pudo evitar su molesta incidencia.
spoiler:
Guy, en la novela original, es efectivamente culpable: sucumbe a la presión y comete el asesinato. Toda la carga semántica y tensional del libro se basaba en este hecho: cualquier hombre es un asesino potencial, el dilema moral del egoísmo contra los principios, la circustancia arrebatadora de la máscara. Lo que el prota se encuentra en el tren son sus monstruos llamando a la puerta.
Guy, en la película, no sólo no es un asesino, sino que es un héroe: acude en ayuda del padre de Bruno. El tormento interior se cambia por simple sufrimiento debido a la presión externa, al no permitir que Granger fuese un criminal. En el film, Guy es un santiño y esto reduce ligeramente el interés.
Es curioso comprobar cómo incluso la calidad de las escenas es mayor en la parte fiel a la novela: no hay más que comparar la escena inicial o la memorable persecución por el parque con la escena final o la del partido de tenis.
17 de noviembre de 2010
17 de noviembre de 2010
86 de 92 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcta cinta de Alfred Hitchcock, sin llegar al nivel de obra maestra como otras de sus muchas películas. “Extraños en un tren” adaptación de una novela de Patricia Highsmith, está basada en la idea de un crimen sin móviles, sencillamente un crimen perfecto: dos desconocidos acuerdan asesinar cada uno al enemigo del otro y así proporcionarse una coartada infalible.
Guy (Farley Granger) tenista famoso, coincide en un viaje en tren con Bruno (Robert Walker, el cual realiza una actuación portentosa) alcohólico, con problemas edípicos, narcisista y homosexual latente, éste último conoce al dedillo la vida del tenista por las revistas, sabiendo así que desea divorciarse de su mujer infiel y poder casarse con la hija de un senador, para lo que le propone un plan a simple vista perfecto: intercambiar los papeles. Bruno liquidará a la mujer de Guy, y éste hará lo mismo con el padre de Bruno, al que odia, y poder quedarse con la herencia. Y aunque Guy rechaza tan absurdo plan e intenta olvidarlo, Bruno realiza su parte con verdadera sangre fría, y le reclama al horrorizado Guy que cumpla con el suyo…
Hitchcock, maestro del suspense, aquí lo es más por la técnica narrativa. En esta cinta el maestro Hitchcock vuelve a uno de sus temas preferidos: el hombre inocente acusado de un crimen que no ha cometido y el ciudadano aparentemente modélico tras el que se esconde un asesino. La originalidad de la película reside en que el inocente no es perseguido por la policía, sino por el verdadero asesino. El maestro nos recuerda que cualquier cosa de la vida cotidiana puede causarte graves problemas o incluso la muerte: Una ducha, una canción, un pájaro o, en este caso, un desconocido que se sienta a tu lado en un tren.
El ritmo del film no es siempre constante, y se nota mucho más cuando no tenemos en escena a Robert Walker, verdadero artífice de todas las escenas míticas de la película, que las hay. En resumen un film que se deja ver muy gratamente y del que debemos hacer notar la excelente fotografía de Robert Burks.
Guy (Farley Granger) tenista famoso, coincide en un viaje en tren con Bruno (Robert Walker, el cual realiza una actuación portentosa) alcohólico, con problemas edípicos, narcisista y homosexual latente, éste último conoce al dedillo la vida del tenista por las revistas, sabiendo así que desea divorciarse de su mujer infiel y poder casarse con la hija de un senador, para lo que le propone un plan a simple vista perfecto: intercambiar los papeles. Bruno liquidará a la mujer de Guy, y éste hará lo mismo con el padre de Bruno, al que odia, y poder quedarse con la herencia. Y aunque Guy rechaza tan absurdo plan e intenta olvidarlo, Bruno realiza su parte con verdadera sangre fría, y le reclama al horrorizado Guy que cumpla con el suyo…
Hitchcock, maestro del suspense, aquí lo es más por la técnica narrativa. En esta cinta el maestro Hitchcock vuelve a uno de sus temas preferidos: el hombre inocente acusado de un crimen que no ha cometido y el ciudadano aparentemente modélico tras el que se esconde un asesino. La originalidad de la película reside en que el inocente no es perseguido por la policía, sino por el verdadero asesino. El maestro nos recuerda que cualquier cosa de la vida cotidiana puede causarte graves problemas o incluso la muerte: Una ducha, una canción, un pájaro o, en este caso, un desconocido que se sienta a tu lado en un tren.
El ritmo del film no es siempre constante, y se nota mucho más cuando no tenemos en escena a Robert Walker, verdadero artífice de todas las escenas míticas de la película, que las hay. En resumen un film que se deja ver muy gratamente y del que debemos hacer notar la excelente fotografía de Robert Burks.
24 de abril de 2011
24 de abril de 2011
70 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
El prota es un pobre desgraciao. Su mujer gasta unas gafas horrendas y, para colmo, es un putón. Su novia parece un hombre con traje de fiesta. Y, sobre todas sus desgracias, cada vez que sube a un tren le da la chapa un extraño cualquiera. La primera ocasión un chiflado obsesionado con el intercambio de parejas y, la segunda, un tipo que canta canciones sobre cabras y luego lo niega para no reconocer que empina el codo más de lo aconsejable.
La peli merece la pena, sobre todo por la secuencia del tío-vivo. Realmente amena. Supongo que Don Alfredo aquí quería rodar una secuencia de intriga, pero le salió una cómica, inquietante, eso sí. Al pobre maquinista del artefacto le pegan un tiro que le deja seco, así, sin comerlo ni beberlo, y luego a nadie le importa una mierda. Cuando un señor muy mayor consigue frenar el despendolado cacharro a base de reptar cual dragón de komodo, todo el mundo se dedica a buscar un mechero y al pobre maquinista que le zurzan. Una injusticia.
La peli merece la pena, sobre todo por la secuencia del tío-vivo. Realmente amena. Supongo que Don Alfredo aquí quería rodar una secuencia de intriga, pero le salió una cómica, inquietante, eso sí. Al pobre maquinista del artefacto le pegan un tiro que le deja seco, así, sin comerlo ni beberlo, y luego a nadie le importa una mierda. Cuando un señor muy mayor consigue frenar el despendolado cacharro a base de reptar cual dragón de komodo, todo el mundo se dedica a buscar un mechero y al pobre maquinista que le zurzan. Una injusticia.
20 de julio de 2012
20 de julio de 2012
77 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una idea inicial tan buena, es difícil imaginar un final peor. El desarrollo del argumento es de vergüenza ajena. Creo que es imposible aprobar esta película a menos que se obvien los fallos y sinsentidos de la trama.
Los errores de guión como la conclusión a la que llega Anne porque su hermana lleva gafas ya ha sido comentado en otra crítica pero yo voy a añadir dos mucho más importantes:
Los errores de guión como la conclusión a la que llega Anne porque su hermana lleva gafas ya ha sido comentado en otra crítica pero yo voy a añadir dos mucho más importantes:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cómo puede ser que Bruno busque a Guy todo el tiempo si lo único que puede fastidiar el plan es que los vean juntos. No tiene sentido. Si les ven juntos ya no hay posibilidad de doble asesinato perfecto.
Y segundo, y más importante, ¿Que diferencia hay entre ir a la policía al principio o al final? No cambia nada. Lo normal, al final de la película, sería que la policía pensara que Bruno mató a la mujer por orden de Guy, igual que la noche del asesinato. Este es el motivo por el que Guy no va a la policía enseguida, es el leitmotiv de la película. Y por arte de magia al final la policía deja de sospechar de Guy sin razón alguna.
Entonces podría haberlo contado todo desde el principio y se lo hubieran podido creer todo como al final. Esta película no tiene sentido.
Hitchcock quiere hacernos creer al final, que el problema es que crean que Guy es el asesino. Pero al principio, el problema no era ese, nadie creía que Guy era el asesino. El problema era que creyeran que Bruno recibía órdenes de Guy. Gracias al feriante, que es un crack, se demuestra que el asesino es Bruno. Pero sigue habiendo el mismo problema inicial, Bruno puede ser un asesino a sueldo de Guy igualmente.
No hay un desenlace coherente. Es un pez que se muerde la cola.
¡Que más da el mechero!
Y segundo, y más importante, ¿Que diferencia hay entre ir a la policía al principio o al final? No cambia nada. Lo normal, al final de la película, sería que la policía pensara que Bruno mató a la mujer por orden de Guy, igual que la noche del asesinato. Este es el motivo por el que Guy no va a la policía enseguida, es el leitmotiv de la película. Y por arte de magia al final la policía deja de sospechar de Guy sin razón alguna.
Entonces podría haberlo contado todo desde el principio y se lo hubieran podido creer todo como al final. Esta película no tiene sentido.
Hitchcock quiere hacernos creer al final, que el problema es que crean que Guy es el asesino. Pero al principio, el problema no era ese, nadie creía que Guy era el asesino. El problema era que creyeran que Bruno recibía órdenes de Guy. Gracias al feriante, que es un crack, se demuestra que el asesino es Bruno. Pero sigue habiendo el mismo problema inicial, Bruno puede ser un asesino a sueldo de Guy igualmente.
No hay un desenlace coherente. Es un pez que se muerde la cola.
¡Que más da el mechero!
2 de septiembre de 2009
2 de septiembre de 2009
45 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que acecha a Hitchkock como director luego de un sinfín de tramas de suspense (lo de menos es si las has visto en orden cronológico), es la pésima fama que le precede como narrador de películas con intríngulis y personajes con cara de "potencialmente soy el que perpetra el crimen" que serán descubiertos al inicio por los espectadores y, dentro de la trama por las autoridades competentes con la ayuda de Newman, Peck, Cary Grant, Monty Clift y Jimmi Stewart (que sufren lo indecible).
- Primero porque siempre hay crimen, nunca perfecto, plegándose a las consignas y felices finales de las productoras americanas que financiaron sus largometrajes. De otra forma no se explica el desenlace de "La Soga" (tres años anterior a "Extraños en un tren"), cuando hubiésemos apostado la mayoría de los aquí congregados, por la impunidad y por el crimen perfecto, como quisiéramos en tantos otros casos de su filmografía.
- Después, porque Alfred nos hace cómplices desde el principio, la más de las veces, del criminal y peor aún, consiguiendo que empaticemos y simpaticemos con él, dejándonos con la miel en los labios (porque es un auténtico cabrón) y porque además siempre responde al mismo esquema narrativo. Es decir: no se la juega.
También en este caso. El de "Extraños en un tren" es un Hitchkock contenido que más tarde y a través de su extensa filmografía conseguirá ponernos los pelos de punta, si. Pero a base de guiones calcados. Creo, de hecho, que si alguna vez rompió moldes fue con "Los Pájaros" y "Psicosis". Es un novato, todavía, cuando rueda y dirige esta película, aunque apunte maneras desde mucho antes.
"Extraños en un tren" deja de ser una película extraña, de la que esperes un desenlace perturbador durante la primera secuencia o primeros 10 minutos de visionado. Es incluso torpe. No crea los momentazos de tensión tan característicos del director inglés.
Sabemos de Hitchkock que nos la colará antes o después pero estando predispuestos. ¿Cuál es el móvil? ¿una desavenencia matrimonial? ¿y la implicación del extraño? Ahí es dónde el cineasta se esmera consiguiendo casi siempre reírse del respetable y desacreditando nuestra intuición. Conocemos al asesino en menos de nada, presentándonos a la víctima además, como un personaje antipático (una mujer con gafas: hoy resulta inocente).
Lo que no sabemos es... ¿cómo se resolverá el final que ya todos conocemos? Hitctcock no es maquiavélico: siempre conoceremos antes sus fines. Rara vez sus medios. Ahí radica su arte.
En definitiva, para tratarse de una película del mago del suspense, no encuentro nada que destacar sobre "Extraños en un tren", (carente del factor sorpresa), a no ser su correcto guión, sus dos interpretaciones masculinas protagonistas y el entretenido partido de ténis.
Por lo demás y siendo consciente de que a Hitchcock NO se le mide por el mismo rasero que a otros (siempre se le pide más) la dejo, sintiéndolo mucho, entre un 6 y un 7. Depende del día.
- Primero porque siempre hay crimen, nunca perfecto, plegándose a las consignas y felices finales de las productoras americanas que financiaron sus largometrajes. De otra forma no se explica el desenlace de "La Soga" (tres años anterior a "Extraños en un tren"), cuando hubiésemos apostado la mayoría de los aquí congregados, por la impunidad y por el crimen perfecto, como quisiéramos en tantos otros casos de su filmografía.
- Después, porque Alfred nos hace cómplices desde el principio, la más de las veces, del criminal y peor aún, consiguiendo que empaticemos y simpaticemos con él, dejándonos con la miel en los labios (porque es un auténtico cabrón) y porque además siempre responde al mismo esquema narrativo. Es decir: no se la juega.
También en este caso. El de "Extraños en un tren" es un Hitchkock contenido que más tarde y a través de su extensa filmografía conseguirá ponernos los pelos de punta, si. Pero a base de guiones calcados. Creo, de hecho, que si alguna vez rompió moldes fue con "Los Pájaros" y "Psicosis". Es un novato, todavía, cuando rueda y dirige esta película, aunque apunte maneras desde mucho antes.
"Extraños en un tren" deja de ser una película extraña, de la que esperes un desenlace perturbador durante la primera secuencia o primeros 10 minutos de visionado. Es incluso torpe. No crea los momentazos de tensión tan característicos del director inglés.
Sabemos de Hitchkock que nos la colará antes o después pero estando predispuestos. ¿Cuál es el móvil? ¿una desavenencia matrimonial? ¿y la implicación del extraño? Ahí es dónde el cineasta se esmera consiguiendo casi siempre reírse del respetable y desacreditando nuestra intuición. Conocemos al asesino en menos de nada, presentándonos a la víctima además, como un personaje antipático (una mujer con gafas: hoy resulta inocente).
Lo que no sabemos es... ¿cómo se resolverá el final que ya todos conocemos? Hitctcock no es maquiavélico: siempre conoceremos antes sus fines. Rara vez sus medios. Ahí radica su arte.
En definitiva, para tratarse de una película del mago del suspense, no encuentro nada que destacar sobre "Extraños en un tren", (carente del factor sorpresa), a no ser su correcto guión, sus dos interpretaciones masculinas protagonistas y el entretenido partido de ténis.
Por lo demás y siendo consciente de que a Hitchcock NO se le mide por el mismo rasero que a otros (siempre se le pide más) la dejo, sintiéndolo mucho, entre un 6 y un 7. Depende del día.
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