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Pacto siniestro

Intriga. Thriller. Cine negro Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
Críticas 102
Críticas ordenadas por utilidad
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9
9 de marzo de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué mérito es de Alfred Hitchock y sus puntos suspensivos; cual el de Patricia Highsmith (novelista) y de los adaptadores de la obra (Raymond Chandler, entre ellos)? ¿Qué valor le asignarían a la inquietante música de Dimitri Tiomkin? ¿Podría una película de cine negro considerarse como tal sin una fotografía solvente (que enfoca más las sombras que la luz), como la que nos muestra Robert Burks en este carrusel frenético en el que la conspiración criminal parece imparable?
Extraños en un tren es, como sucede habitualmente en este oficio, la suma de varias artes al servicio del cine. Curiosa paradoja: las artes bajo la batuta de un grasiento mecánico montador.

Si aún no estás contaminado por las esencias del buen cine de suspense y si hace mucho que no viajas en tren; ahora tienes la impagable ocasión de matar dos pájaros de un tiro: empápate con la medrosa brisa del abismo y sácate alguna carbonilla de los ojos (que entonces no eran eléctricos) viendo esta fantástica obra de arte, a la que no califico con un 10 por los obligados finales.
3
25 de abril de 2015
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay cosas cabreantes que, en vez de cabrearme, me producen tristeza porque me hacen perder la fe. Entrar en FilmAffinity para comprobar la nota que tiene “Extraños en un tren” y encontrarme con que se le endosa casi un 8 me produce tanta perplejidad como tristeza, y me tienta de perder la fe en esta página. Y esta vez lo tengo claro: no soy yo. “Extraños en un tren” es mala hasta decir basta. Y que no me venga nadie con el cuento del traje del emperador: ¡aquí no hay traje alguno, señores!
Tiene una magnífica fotografía en blanco y negro y algunas imágenes extraordinarias que revelan el poderío de Hicthcok tras el objetivo de la cámara (el asesinato reflejado en el cristal de una gafas caídas entre la hierba, el personaje que huye a rastras entre las patas de los caballos de un tiovivo en movimiento, el personaje que se arrastra bajo el suelo en movimiento de ese mismo tiovivo…), pero, más allá de eso, la intriga de esta película es un truño: está construida mediante una sucesión infame de escenas impostadas carentes del más mínimo crédito, sin sentido, sin lógica alguna. En ese aspecto, ¡no hay por donde coger la película! ¡Es inverosímil e improbable desde el principio! Y además roza el ridículo más irrisorio en algunas escenas.
No. No me vale que esté firmada por Hitchcok. No me vale su envoltorio técnico y artístico. Si me quieres contar una buena historia, no puedes destrozarla alegremente y escudarte en la maestría de sus aspectos técnicos. Para eso ponte a hacer un video musical y no engañas a nadie. Si la ecuación de una buena película es A + B = C, no puedes obviar uno de los dos sumandos por muy completo que sea el otro. Para mí eso es querérmela dar con queso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Nadie se ha dado cuenta cómo “vuela” al final protagonista agarrado a las barras del tiovivo por el impulso del tiovivo sin control? ¡Señor, ¿a qué velocidad puede llegarse a poner un tiovivo?! Jajaja ¿Y la alegría con la que la policía dispara sin ton ni son sobre el tiovivo lleno de niños? ¡Poco pasa al cargarse sólo al inocente dueño de la atracción y provocar el consiguiente estropicio en el cacharro! ¡Es que no daba crédito a lo que veía! ¡Con policías así no hacen falta terroristas! ¿Y a causa de qué muere el asesino de pronto? ¿Por qué está tan malherido? ¿Es el único que ha causado el impacto final del tiovivo? ¿Y la manera en que de pronto un transeúnte reconoce con certeza al asesino? ¿Por qué? ¿Porque estuvo en la feria el mismo día del asesinato nada más? Más cosas: si el principal sospechoso del crimen sólo puede ser el tenista desde el principio, ¿por qué éste se deja convencer por el asesino de que no le denuncie con el argumento de que, si lo hace, parecerá él mismo el principal sospechoso? ¿Cómo consigue el asesino tantos teléfonos y tantas direcciones sin costarle el menor esfuerzo? ¿Cómo puede ser tan descuidado el tenista para contar tantas cosas de su vida privada a un desconocido, siendo encima una persona famosa? ¿No le leyeron nunca el cuento de Caperucita Roja? ¿Y qué me decís del gadgetobrazo del asesino para coger el mechero –al que llama, por cierto, pitillera– que se le cae en la alcantarilla? ¿Y del mogollón de gente que se agolpa de pronto para verlo? (Yo también lo haría si viera a un sujeto estirar el brazo de ese modo en plan Flash Gordon)… ¿Por qué le pide a esta gente ayuda desesperadamente para que le ayuden? ¿Qué quiere? ¿Que le empujen? ¿Que le levante en brazos? ¡Jajaja! Puedo seguir pero no merece la pena, la verdad… Y eso por no hablar de la forma en que estas películas premian con tanta falta de complejos a protagonistas de dudosa moralidad: a ver, ¿el tenista no se convierte en cómplice del asesinato desde el mismo momento en que se lo comunica el asesino y decide no sólo no denunciarlo sino obstruir la acción de la justicia? ¿A qué viene entonces ese happy end como si fiera un pobre inocente? ¡Ay, Señor, Señor!
3
3 de abril de 2011
22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente: Hitchcock, que bueno es. Y ya está.
Pero no: Hitchcock coge una extraordinaria novela, y la convierte en una historia vacía y sin más pretensiones.
Me explico: por si alguien no ha leído el libro (que recomiendo encarecidamente), he de decir que no hay ningún tenista. Hay un arquitecto de éxito. Esto no tiene ninguna importancia. Pero sí la tiene el hecho de que el arquitecto, presionado por el otro, sí que lleva a cabo su parte del plan. Es decir: sí que asesina al padre del chalado aquél. Y aquí está toda la genialidad y la majestuosidad de la obra: la reflexión que viene a continuación: ¿habrá "crimen y castigo"? ¿Podrá el hombre seguir viviendo con la culpa? ¿Se entregará? ¿Se olvidará de ello? ¿Cuál será la relación a partir de ahora con el otro confabulador? La novela abre estos angustiosos interrogantes y más: ¿cuál es la parte malvada de todo ser humano, y que a partir de los resortes adecuados se puede abrir?
Como se puede ver, una riqueza tan extraordinaria de reflexión y de profundidad, se pierde en una película que, sí: está muy bien hecha y dirigida. Pero que en definitiva queda como un subproducto más de poquísimo interés específico.
9
9 de abril de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Patricia Highsmith escribió una de las novelas más originales posibles sobre el crimen perfecto, pero Hitchcock la perfeccionó en el cine con esos estupendos planos estéticos (ver spoiler) y algunas escenas memorables. Además, otro aspecto muy destacado de la adaptación cinematográfica de "Extraños en un tren" es su excelente pulso narrativo, pues Don Alfred consigue que la película no decaiga en ningún momento y aburra. Supongo que en esto también debió influir que uno de los guionistas fuera el mismísimo Raymond Chandler.
No sabría con cuál de los dos actores protagonistas quedarme, aunque quizá un poquito más con el enfermizo personaje de Robert Walker gracias a su habilidad para mantener una natural conversación y al mismo tiempo inclinada a sus intereses, así como esa capacidad de chantaje para que su interlocutor cumpla con la parte del "pacto".
Como anécdota, observad que la hija de Hitchcock, Patricia, es la que realmente actúa como investigadora en la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Planos y escenas para recordar:
- El estrangulamiento de Miriam a través de la óptica de sus cristales.
- La catarsis de Bruno ante la aparición de Barbara, mientras juega a apretar la garganta de Mrs. Cunningham.
- Las sombras en el túnel, donde parece que llega el clímax del asesinato de Miriam.
- La escena final del tiovivo descontrolado.
8
5 de enero de 2010
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser de las más intrigantes o emocionantes del realizador inglés, conserva la brillantez que comparten todas las producciones de éste, elevándose la película a la categoría de notable.

Alfred Hitchcock (La ventana indiscreta, Crimen perfecto) vuelve a recurrir a la teoría del crimen perfecto para ofrecernos una digna cinta de intriga en la que sus protagonistas son un jugador semiprofesional de tenis llamado Guy (Farley Granger, que repite con Hitchcock tras La Soga) y un admirador del mismo, Bruno (Robert Walker) que le hace una curiosa propuesta tras encontrarse ambos por casualidad en un tren: un intercambio de asesinatos. Así, Guy debería deshacerse del padre que atormenta con su estrictez a Bruno y éste último se encargaría de suprimir a la mujer de la que el tenista desea divorciarse, hecho del que tiene conocimiento Bruno al estar al día de los ecos de la sociedad sirviéndose de las revistas dedicadas al tema. De esta forma la policía no podría encontrar el móvil del asesinato, pues cada uno habría matado a una persona totalmente desconocida.

Una película inteligente y viva, esencial para los aficionados al género de intriga e imprescindible para los seguidores del peculiar realizador que, como en todas sus cintas, nos deleita con una aparición estelar.
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