Clerks
7.4
56,181
25 de marzo de 2025
25 de marzo de 2025
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No quiero restarle mérito a “Clerks”, aunque, en cierta medida, me haya decepcionado. Hay que reconocer que fue un éxito rotundo dentro del cine independiente: con un presupuesto de apenas 27.000 dólares, logró recaudar más de 3 millones. Además, su consideración como película de culto no hace más que subrayar el mérito de Kevin Smith, que no solo escribió y dirigió, sino que también actuó y montó su ópera prima con los medios que tenía a mano, literalmente en la tienda donde trabajaba.
La historia sigue a Dante y Randal, dos jóvenes que trabajan en un videoclub y una tienda de barrio en Nueva Jersey. A lo largo de un día cualquiera —en el que, por cierto, Dante ni siquiera tenía que estar allí—, se enfrentan a clientes irritantes, discuten sobre películas, novias, exnovias y Star Wars, y se pierden entre el aburrimiento, la ironía y las ganas de que pase el tiempo cuanto antes.
Lo que me ha fallado es el humor. No me ha parecido que se aleje tanto de lo que uno encuentra en una serie de comedia “a la americana”. Es probable que la haya visto tarde. Si la hubiera descubierto en mi adolescencia, cuando se estrenó, estoy seguro de que me habría hecho gracia. Pero ahora me deja bastante frío. Está compuesta por pequeñas secuencias que buscan acabar siempre con un chiste o una situación graciosa, la mayoría relacionada con sexo, funciones fisiológicas o el pasotismo de los personajes. En fin, solo me han faltado las risas enlatadas para cerrar cada uno de los treinta o cuarenta gags que componen “Clerks”.
Dicho esto, no puedo negar que la película tiene ritmo, que los diálogos son ágiles y que Smith supo captar una energía que seguramente conectó con muchos jóvenes de los noventa. A mí no me ha entusiasmado, pero entiendo por qué a tantos sí. Al fin y al cabo, hacer algo así con tan pocos recursos ya tiene su mérito.
La historia sigue a Dante y Randal, dos jóvenes que trabajan en un videoclub y una tienda de barrio en Nueva Jersey. A lo largo de un día cualquiera —en el que, por cierto, Dante ni siquiera tenía que estar allí—, se enfrentan a clientes irritantes, discuten sobre películas, novias, exnovias y Star Wars, y se pierden entre el aburrimiento, la ironía y las ganas de que pase el tiempo cuanto antes.
Lo que me ha fallado es el humor. No me ha parecido que se aleje tanto de lo que uno encuentra en una serie de comedia “a la americana”. Es probable que la haya visto tarde. Si la hubiera descubierto en mi adolescencia, cuando se estrenó, estoy seguro de que me habría hecho gracia. Pero ahora me deja bastante frío. Está compuesta por pequeñas secuencias que buscan acabar siempre con un chiste o una situación graciosa, la mayoría relacionada con sexo, funciones fisiológicas o el pasotismo de los personajes. En fin, solo me han faltado las risas enlatadas para cerrar cada uno de los treinta o cuarenta gags que componen “Clerks”.
Dicho esto, no puedo negar que la película tiene ritmo, que los diálogos son ágiles y que Smith supo captar una energía que seguramente conectó con muchos jóvenes de los noventa. A mí no me ha entusiasmado, pero entiendo por qué a tantos sí. Al fin y al cabo, hacer algo así con tan pocos recursos ya tiene su mérito.
17 de mayo de 2025
17 de mayo de 2025
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Hecha con cuatro duros, los colegas de la carrera y mucha fe. Un hito dentro del cine independiente americano que catapultó a Kevin Smith dentro de Hollywood. Una comedia mordaz que no se quiere callar en ningún momento. Entendiendo a los que no son fanáticos de su comedia negra, yo estoy fascinado por la enseñanza cinematográfica que nos deja Clerks.
Aquí todo es el guion. Los actores no son especialmente buenos —de hecho, la actriz de Caitlin solo hizo esta película— y todo queda en manos del poder de la historia. ¿Qué historia? Sí, efectivamente, no hay una gran historia detrás, sino que Clerks se mueve entre la premisa más mundana posible: un día de trabajo en el que no te tocaba currar. No hay adornos, ni un giro sorprendente. Aquí solo hay espacio para las sandeces, machistadas y reflexiones sobre la política de trabajo en Star Wars.
La imagen no es muy buena y el blanco y negro fue una decisión económica y no una decisión creativa que aporte a la historia. Aunque hilando muy fino, la falta de color refleja las vidas que llevan nuestros protagonistas. Tardes grises y vacías en las que tienes que cobrar a personajes variopintos. Ojalá la vida real fuera tan divertida como esta película. Ningún cliente defrauda.
Tiene un montaje bastante amateur, utilizando planos inserto para ocultar algún fallo de la toma porque tampoco encuentro otra explicación lógica a los planos bisagra de escenas. No estoy hablando de los momentos de Jay y Bob el silencioso porque, irónicamente, su silencio marca el inicio de un dúo clave en la carrera del director.
Clerks se ríe de todo a través de un protagonista que no quisieras tener como amigo, aunque te diviertas un rato con la impulsividad de sus actos y su inmadurez extrema. Criticar actitudes de los personajes como si la película lo premiase es estúpido, por eso creo que la comedia negra no envejeció del todo y se mantiene fresca. Ahí había diálogos ágiles, metralleta de chistes y una autoconsciencia sublime. Son unos capullos, pero quieres saber en qué nuevo lío se van a meter.
Deja un retrogusto nihilista en el que parece que nada importa en esta vida porque en nada empieza un nuevo día. Tiene, en el fondo, un acertado discurso sobre vivir en automático, madurar y ser consciente de tus actos. Sin dejar las referencias a la cultura pop por metro cuadrado.
Me sigue encantando. Tiene un chiste muy bestia que no le puede encajar bien a todo el mundo, aunque sea una demostración del excelente guion de Smith. Nada está hecho por casualidad y todo chiste tiene una segunda ronda más ingeniosa. De las comedias más rápidas y frescas que puedas ver. Ningún personaje escucha al que está hablando y parece que hablan en x2 de velocidad. Es desternillante.
Aquí todo es el guion. Los actores no son especialmente buenos —de hecho, la actriz de Caitlin solo hizo esta película— y todo queda en manos del poder de la historia. ¿Qué historia? Sí, efectivamente, no hay una gran historia detrás, sino que Clerks se mueve entre la premisa más mundana posible: un día de trabajo en el que no te tocaba currar. No hay adornos, ni un giro sorprendente. Aquí solo hay espacio para las sandeces, machistadas y reflexiones sobre la política de trabajo en Star Wars.
La imagen no es muy buena y el blanco y negro fue una decisión económica y no una decisión creativa que aporte a la historia. Aunque hilando muy fino, la falta de color refleja las vidas que llevan nuestros protagonistas. Tardes grises y vacías en las que tienes que cobrar a personajes variopintos. Ojalá la vida real fuera tan divertida como esta película. Ningún cliente defrauda.
Tiene un montaje bastante amateur, utilizando planos inserto para ocultar algún fallo de la toma porque tampoco encuentro otra explicación lógica a los planos bisagra de escenas. No estoy hablando de los momentos de Jay y Bob el silencioso porque, irónicamente, su silencio marca el inicio de un dúo clave en la carrera del director.
Clerks se ríe de todo a través de un protagonista que no quisieras tener como amigo, aunque te diviertas un rato con la impulsividad de sus actos y su inmadurez extrema. Criticar actitudes de los personajes como si la película lo premiase es estúpido, por eso creo que la comedia negra no envejeció del todo y se mantiene fresca. Ahí había diálogos ágiles, metralleta de chistes y una autoconsciencia sublime. Son unos capullos, pero quieres saber en qué nuevo lío se van a meter.
Deja un retrogusto nihilista en el que parece que nada importa en esta vida porque en nada empieza un nuevo día. Tiene, en el fondo, un acertado discurso sobre vivir en automático, madurar y ser consciente de tus actos. Sin dejar las referencias a la cultura pop por metro cuadrado.
Me sigue encantando. Tiene un chiste muy bestia que no le puede encajar bien a todo el mundo, aunque sea una demostración del excelente guion de Smith. Nada está hecho por casualidad y todo chiste tiene una segunda ronda más ingeniosa. De las comedias más rápidas y frescas que puedas ver. Ningún personaje escucha al que está hablando y parece que hablan en x2 de velocidad. Es desternillante.
23 de junio de 2008
23 de junio de 2008
18 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la película que lanzó al estrellato a su dúo protagonista:
Brian O'Halloran, a quien hemos podido ver recientemente la barbilla de refilón en El incidente de Shyamalan (conduce el coche que regresa a la ciudad) y Jeff Anderson, con su gloriosa interpretación en Días Contados (hace de hormiguero de Ruth Gabriel).
Frikicotidianidad y romanticismo se dan la mano con juego de pulgares en plan Bronx incluído en el debut del gilipollas este de apellido vulgar. Este Pérez americano es un gumias con toda seguridad pero tiene destellos de calidad cuando construye la narración a golpes de diálogos absurdos, hay que reconocerlo.
Brian O'Halloran, a quien hemos podido ver recientemente la barbilla de refilón en El incidente de Shyamalan (conduce el coche que regresa a la ciudad) y Jeff Anderson, con su gloriosa interpretación en Días Contados (hace de hormiguero de Ruth Gabriel).
Frikicotidianidad y romanticismo se dan la mano con juego de pulgares en plan Bronx incluído en el debut del gilipollas este de apellido vulgar. Este Pérez americano es un gumias con toda seguridad pero tiene destellos de calidad cuando construye la narración a golpes de diálogos absurdos, hay que reconocerlo.
6 de mayo de 2006
6 de mayo de 2006
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El original director Kevin Smith nos deleitó allá por 1994 con una ópera prima digna de los mejores premios. Una historia cotidiana pero original, la nueva generación que estaba por venir, con sus preocupaciones e intereses (como esa genial conversación sobre Star Wars entre los dos protagonistas). Smith es un freaky y se nota. Pero también un hombre inteligente que sabe insertar al espectador en situaciones (casi) verosímiles y muy simpáticas, todas ellas edulcorado con el rock, grunge y punk característicos de principios de los 90.
Sólo el principio ya no nos puede dejar indiferente: el teléfono suena, un armario se abre y aparece un joven resacoso que dormía dentro al que le piden que vaya a la tienda en la que trabaja en su día libre. Genial prólogo nos introduce en las 24 horas de un pobre sufridor cuya novia ha hecho 37 felaciones, tiene un curro monótono y un mejor amigo que más que ayudarle le mete en más problemas.
La comedia impregna todo el film gracias a unas conversaciones ácidas y banales que huelen al mejor Tarantino por los cuatro costados. Casi se podría decir que es un collage de cortos unidos por una leve historia general.
Escenas como la del representante de chicles que organiza una revuelta contra el tabaco, el accidente en el funeral, las menciones constantes al olor a betún o el hombre del cuarto de baño perduran en la memoria gracias a su sencillez y genialidad, y la introducción de las “mascotas” de Smith Jay & Bob el Silencioso, que estarán a lo largo de toda su filmografía, es también bastante notable, aunque podrían haberles dado algo más de protagonismo.
En conclusión, una pequeña gran obra de arte en blanco y negro que inició la carrera de un director cansado de clichés americanos (aunque no acertara con “Jersey Girl”).
A la espera de Clerks 2, revisen este clásico y deléitense durante sus escasos 90 minutos de duración.
Sólo el principio ya no nos puede dejar indiferente: el teléfono suena, un armario se abre y aparece un joven resacoso que dormía dentro al que le piden que vaya a la tienda en la que trabaja en su día libre. Genial prólogo nos introduce en las 24 horas de un pobre sufridor cuya novia ha hecho 37 felaciones, tiene un curro monótono y un mejor amigo que más que ayudarle le mete en más problemas.
La comedia impregna todo el film gracias a unas conversaciones ácidas y banales que huelen al mejor Tarantino por los cuatro costados. Casi se podría decir que es un collage de cortos unidos por una leve historia general.
Escenas como la del representante de chicles que organiza una revuelta contra el tabaco, el accidente en el funeral, las menciones constantes al olor a betún o el hombre del cuarto de baño perduran en la memoria gracias a su sencillez y genialidad, y la introducción de las “mascotas” de Smith Jay & Bob el Silencioso, que estarán a lo largo de toda su filmografía, es también bastante notable, aunque podrían haberles dado algo más de protagonismo.
En conclusión, una pequeña gran obra de arte en blanco y negro que inició la carrera de un director cansado de clichés americanos (aunque no acertara con “Jersey Girl”).
A la espera de Clerks 2, revisen este clásico y deléitense durante sus escasos 90 minutos de duración.
15 de septiembre de 2006
15 de septiembre de 2006
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es poco conocida, a ver si con la entrega de la segunda parte que ahora está en cines se hace más famosa porque es una película que recomiendo ver. Distinta y muy divertida, con diálogos muy currados y...en blanco y negro.
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